El Emblema Oscuro
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El Emblema Oscuro
Pues bien, ayer no sé que me dio que me inspiré a escribir una historia, ésta la había ideado desde hace mucho tiempo y tenía planeado utilizarla en uno de los videojuegos de una saga que haré de grande, cuando sea profesional, pero no sé, me gustaría escribirla primero para en cierto modo darla a conocer y no esperar tanto así que comencé a escribirla ayer, incluso hasta pienso en publicarla como libro cuando ésta esté terminada. Pero bueno, me gustaría compartirles un pedazo del prólogo para que me vayan dando su opinión, es algo largo así que se los iré publicando en partes.
Prólogo: La Invasión
Parte 1: La Familia Rogoauh
- Hoy será un gran día- dije mientras me veía en el espejo. No podía creerlo, el día de la bendición había llegado. Me siento algo nerviosa, todos los habitantes de la ciudad de Rogoauh e incluso de otras partes de Islamia estarán en la ceremonia. Por otro lado pensaba que aún era muy joven para que me llamen Princesa de Rogoauh, suena algo formal el nombre, prefiero que me digan Naty, sinceramente no entiendo porque tenemos que actuar tan formales, tan anticuados, está bien que tenga quince años pero estoy más encariñada con Naty, el nombre de mi infancia. Pero bueno, será mejor que termine de alistarme antes de que..
- ¡Princesa Natalie! ¡La ceremonia está por comenzar!- sí.. les hablaba de eso mismo, esa voz que acaban de escuchar es de Sarah, mi sirvienta personal, u algo así. Parece que el tiempo está por agotarse así que será mejor terminar de alistarme, no me gustaría ver a mi padre enojado por llegar tarde a la ceremonia. Tomé mi tiara y la coloqué sobre mi cabeza, se veía hermosa al igual que yo. Me di unos cuantos retoques con algo de maquillaje importado y me vi nuevamente en el espejo, el vestido rosa me quedaba fabuloso así que llena de confianza abrí la puerta de mi cuarto dispuesta a dirigirme hacia la ceremonia.
- ¡Wooow! ¡Princesa, hoy se ve hermosa!- dijo Sarah logrando subir un poco mi ego, después de todo, en un momento tan especial me tengo que ver especial, más de lo que soy siempre.
- Sé que tiene algo de prisa pero tenemos que ir por sus hermanos, sígame- Sarah comenzó a caminar hacia el pasillo de la izquierda, sin más remedio la seguí. Ella aparte de ser mi sirvienta igual es mi escolta, desde ese día que salí del castillo sin permiso y me metí en problemas ella está siempre a mi lado. No es tan malo como parece, ella tiene mi edad y por eso logramos llevarnos muy bien, me alegra mucho contar siempre con ella. Nos dirigíamos hacia el cuarto de mis hermanos, son gemelos. El menor (por así decirlo, segundos de diferencia) se llama Maximiliano, como mi padre, pero preferimos decirle Max de cariño. Por otro lado, la mayor es Samanta y al igual que mi hermano tiene su nombre cariñoso, Sam. Ambos son los menores de la familia, son algo fastidiosos pero ya estoy acostumbrada, después de todo son mis hermanos.
- ¡Hermana! ¡Al fin llegaste!- pensé que era Sam dirigiéndose a mí pero en realidad era Farah, que le hablaba a Sarah, ellas son hermanas. Farah es cuatro años menor que ella, es algo tímida por lo cual siempre necesita de Sarah a su lado, por eso mismo también Farah pasa mucho tiempo conmigo. Es como un combo, en éste Farah viene incluida con Sarah. Al igual que su hermana, con ella también tengo una muy buena relación.
- ¡Necesito que me ayudes!- dijo Farah algo nerviosa, como siempre.
- Deja adivinar, nuevamente Sam y Max están peleando.- le respondió Sarah.
- Ay éstos niños… yo me encargo, no se preocupen.- les dije a ambas.
- Pero princesa, hoy es su día, no debería de angustiarse.- me respondió Sarah.
- No importa, después de todo ellos son mis hermanos.
- Si usted lo dice.. adelante.
Traté de abrir la puerta pero estaba cerrada. Se podían escuchar gritos al otro lado, sus típicas discusiones bobas.
- ¡Max, dame mi tiara!- dijo Sam.
- ¡No hasta que me devuelvas mi medalla!- le respondió Max enojado.
- ¡Pero ya te dije que yo no la tengo!
- ¡No mientas, yo te vi cuando la tomaste!
- ¡Tú eres el mentiroso, ya te dije que no la tengo!
Me estaba desesperando, de por sí estábamos cortos de tiempo y ellos discutiendo, primero les dije que abrieran pero ambos me ignoraban y seguían discutiendo así que le pedí a Farah que utilizara la llave para abrir la puerta.
- ¡Niños! ¡Dejen de pelear!- grité cuando Farah logró abrir la puerta. El ambiente se calmó llenándose de un silencio algo tenso, éste se rompió cuando Sam comenzó a reclamar.
- Es que Max no me quiere dar mi tiara.
- Haber Max, ¿por qué no le quieres dar a Sam su tiara?- le dije con un tono algo relajado pero a la vez con rabia.
- Es que ella tiene mi medalla y no me la quiere devolver.- me respondió.
- Sam, dale su medalla a Max.- le dije.
- Pero yo no la tengo, ¿cuántas veces lo tengo que repetir?
- ¡Mentirosa!- dijo Max.
- ¡Basta ya! Max, devuélvele su tiara a Sam.- dije furiosa.
- ¡No se la daré hasta que me dé mi medalla!
- ¡Pero yo no la tengo!
- ¡Que sí! ¡Yo te vi!
La discusión fue interrumpida, gracias a dios, por las trompetillas que anunciaban que la ceremonia ya estaba por comenzar.
- ¡Oh no! ¡La ceremonia!- dijo Sam nerviosa.
- Niños, ya hay que irnos o papá se pondrá furioso así que Max, devuélvele su tiara a Sam y cuando termine la ceremonia vemos lo de tu medalla.- le dije a Max.
- Está bien… ten Sam.- Max le dio su tiara a Sam. Ella se la colocó y con esto ya estábamos listos para ir a la ceremonia.
- Princesa, no quiero presionar pero en pocos minutos iniciará la ceremonia, tendremos que apretar el paso para llegar a tiempo.- me dijo Sarah.
- Está bien, más vale eso a ver a mi padre furioso.- respondí.
Nos dirigimos hacia el salón del trono, allí sería donde se haría la ceremonia. Éste se encuentra en el quinto piso del castillo así que teníamos que apresurarnos. El castillo parecía desértico ya que todos nos estaban esperando dentro del salón del trono. Mientras íbamos de camino recordé a mi hermano, Roy, aunque él prefiere que le digan Rodrigo, ya se siente muy maduro. Realmente no me llevo muy bien con él, cuando éramos más pequeños sí pero han pasado los años y no sé que le ocurre que se quiere sentir ya muy maduro, como un adulto, desde que cumplió los diecisiete años está así. Trata de decidir por nosotros, no nos da nuestro lugar, seguramente él ha de estar afuera esperándonos, llegaremos y nos dará un regaño, cada vez se parece más a nuestro padre. Después de caminar y caminar apresuradamente, llegamos a la entrada del salón del trono y sí, como predije allí estaba mi hermano, esperándonos. No tomó tiempo para que nos diera el sermón.
- ¡Natalie! ¡Siempre tan impuntual! ¿Qué no te tomas nada en serio?- es tan cansino lo que dice que sólo le respondo afirmándole a todo lo que dice para evitar de discutir y estar tranquilos. Sonaron nuevamente las trompetillas, ésta vez era para anunciar nuestra llegada. Tomamos nuestras posiciones y las grandes puertas del salón del trono se abrieron.
CONTINUARÁ..
Pues bien, denme su opinión :3 Todo tipo de críticas son aceptadas XD
Saludos, GoMmO64
Prólogo: La Invasión
Parte 1: La Familia Rogoauh
- Hoy será un gran día- dije mientras me veía en el espejo. No podía creerlo, el día de la bendición había llegado. Me siento algo nerviosa, todos los habitantes de la ciudad de Rogoauh e incluso de otras partes de Islamia estarán en la ceremonia. Por otro lado pensaba que aún era muy joven para que me llamen Princesa de Rogoauh, suena algo formal el nombre, prefiero que me digan Naty, sinceramente no entiendo porque tenemos que actuar tan formales, tan anticuados, está bien que tenga quince años pero estoy más encariñada con Naty, el nombre de mi infancia. Pero bueno, será mejor que termine de alistarme antes de que..
- ¡Princesa Natalie! ¡La ceremonia está por comenzar!- sí.. les hablaba de eso mismo, esa voz que acaban de escuchar es de Sarah, mi sirvienta personal, u algo así. Parece que el tiempo está por agotarse así que será mejor terminar de alistarme, no me gustaría ver a mi padre enojado por llegar tarde a la ceremonia. Tomé mi tiara y la coloqué sobre mi cabeza, se veía hermosa al igual que yo. Me di unos cuantos retoques con algo de maquillaje importado y me vi nuevamente en el espejo, el vestido rosa me quedaba fabuloso así que llena de confianza abrí la puerta de mi cuarto dispuesta a dirigirme hacia la ceremonia.
- ¡Wooow! ¡Princesa, hoy se ve hermosa!- dijo Sarah logrando subir un poco mi ego, después de todo, en un momento tan especial me tengo que ver especial, más de lo que soy siempre.
- Sé que tiene algo de prisa pero tenemos que ir por sus hermanos, sígame- Sarah comenzó a caminar hacia el pasillo de la izquierda, sin más remedio la seguí. Ella aparte de ser mi sirvienta igual es mi escolta, desde ese día que salí del castillo sin permiso y me metí en problemas ella está siempre a mi lado. No es tan malo como parece, ella tiene mi edad y por eso logramos llevarnos muy bien, me alegra mucho contar siempre con ella. Nos dirigíamos hacia el cuarto de mis hermanos, son gemelos. El menor (por así decirlo, segundos de diferencia) se llama Maximiliano, como mi padre, pero preferimos decirle Max de cariño. Por otro lado, la mayor es Samanta y al igual que mi hermano tiene su nombre cariñoso, Sam. Ambos son los menores de la familia, son algo fastidiosos pero ya estoy acostumbrada, después de todo son mis hermanos.
- ¡Hermana! ¡Al fin llegaste!- pensé que era Sam dirigiéndose a mí pero en realidad era Farah, que le hablaba a Sarah, ellas son hermanas. Farah es cuatro años menor que ella, es algo tímida por lo cual siempre necesita de Sarah a su lado, por eso mismo también Farah pasa mucho tiempo conmigo. Es como un combo, en éste Farah viene incluida con Sarah. Al igual que su hermana, con ella también tengo una muy buena relación.
- ¡Necesito que me ayudes!- dijo Farah algo nerviosa, como siempre.
- Deja adivinar, nuevamente Sam y Max están peleando.- le respondió Sarah.
- Ay éstos niños… yo me encargo, no se preocupen.- les dije a ambas.
- Pero princesa, hoy es su día, no debería de angustiarse.- me respondió Sarah.
- No importa, después de todo ellos son mis hermanos.
- Si usted lo dice.. adelante.
Traté de abrir la puerta pero estaba cerrada. Se podían escuchar gritos al otro lado, sus típicas discusiones bobas.
- ¡Max, dame mi tiara!- dijo Sam.
- ¡No hasta que me devuelvas mi medalla!- le respondió Max enojado.
- ¡Pero ya te dije que yo no la tengo!
- ¡No mientas, yo te vi cuando la tomaste!
- ¡Tú eres el mentiroso, ya te dije que no la tengo!
Me estaba desesperando, de por sí estábamos cortos de tiempo y ellos discutiendo, primero les dije que abrieran pero ambos me ignoraban y seguían discutiendo así que le pedí a Farah que utilizara la llave para abrir la puerta.
- ¡Niños! ¡Dejen de pelear!- grité cuando Farah logró abrir la puerta. El ambiente se calmó llenándose de un silencio algo tenso, éste se rompió cuando Sam comenzó a reclamar.
- Es que Max no me quiere dar mi tiara.
- Haber Max, ¿por qué no le quieres dar a Sam su tiara?- le dije con un tono algo relajado pero a la vez con rabia.
- Es que ella tiene mi medalla y no me la quiere devolver.- me respondió.
- Sam, dale su medalla a Max.- le dije.
- Pero yo no la tengo, ¿cuántas veces lo tengo que repetir?
- ¡Mentirosa!- dijo Max.
- ¡Basta ya! Max, devuélvele su tiara a Sam.- dije furiosa.
- ¡No se la daré hasta que me dé mi medalla!
- ¡Pero yo no la tengo!
- ¡Que sí! ¡Yo te vi!
La discusión fue interrumpida, gracias a dios, por las trompetillas que anunciaban que la ceremonia ya estaba por comenzar.
- ¡Oh no! ¡La ceremonia!- dijo Sam nerviosa.
- Niños, ya hay que irnos o papá se pondrá furioso así que Max, devuélvele su tiara a Sam y cuando termine la ceremonia vemos lo de tu medalla.- le dije a Max.
- Está bien… ten Sam.- Max le dio su tiara a Sam. Ella se la colocó y con esto ya estábamos listos para ir a la ceremonia.
- Princesa, no quiero presionar pero en pocos minutos iniciará la ceremonia, tendremos que apretar el paso para llegar a tiempo.- me dijo Sarah.
- Está bien, más vale eso a ver a mi padre furioso.- respondí.
Nos dirigimos hacia el salón del trono, allí sería donde se haría la ceremonia. Éste se encuentra en el quinto piso del castillo así que teníamos que apresurarnos. El castillo parecía desértico ya que todos nos estaban esperando dentro del salón del trono. Mientras íbamos de camino recordé a mi hermano, Roy, aunque él prefiere que le digan Rodrigo, ya se siente muy maduro. Realmente no me llevo muy bien con él, cuando éramos más pequeños sí pero han pasado los años y no sé que le ocurre que se quiere sentir ya muy maduro, como un adulto, desde que cumplió los diecisiete años está así. Trata de decidir por nosotros, no nos da nuestro lugar, seguramente él ha de estar afuera esperándonos, llegaremos y nos dará un regaño, cada vez se parece más a nuestro padre. Después de caminar y caminar apresuradamente, llegamos a la entrada del salón del trono y sí, como predije allí estaba mi hermano, esperándonos. No tomó tiempo para que nos diera el sermón.
- ¡Natalie! ¡Siempre tan impuntual! ¿Qué no te tomas nada en serio?- es tan cansino lo que dice que sólo le respondo afirmándole a todo lo que dice para evitar de discutir y estar tranquilos. Sonaron nuevamente las trompetillas, ésta vez era para anunciar nuestra llegada. Tomamos nuestras posiciones y las grandes puertas del salón del trono se abrieron.
CONTINUARÁ..
Pues bien, denme su opinión :3 Todo tipo de críticas son aceptadas XD
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