La Leyenda (La 3era es la vencida)
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Capitulo 9: En la esquina dorada…
A pesar de los esfuerzos que Maximilahn había hecho para evitar hacer de su llegada al castillo de Hyrule un evento turístico, había fracasado miserablemente.
Cientos de miradas curiosas y algunos vítores se oían mientras Sir Maxi, su hermoso caballo café y otros dos escoltas avanzaban por la empedrada plaza.
Ceño fruncido, mueca en la boca y ojos aburridos, su faz era la que mostraba ante cualquiera que lo halagara, fuera quien fuera. Aparte de eso, odiaba la gran cantidad de gente, por lo que para el pobre hombre estaba en un momento incómodo, indeseado e inmerecido.
Maximilahn no era de los que les gustaba el trato con los plebeyos, él consideraba que había trabajado mucho para llegar a donde estaba, por lo que consideraba justo el no tratarlos como iguales. Esto le era normalmente contraproducente, debido a que una gran mayoría de las mujeres del reino amaba su actitud de chico malo, trayéndole aún más aficionados.
Ignorando los cientos de personas que se arremolinaban para intentar ver al estratega más importante que Hyrule había visto en siglos, Maxi bajó de su corcel y caminó hasta llegar a las puertas del castillo, donde los guardias con rapidez se las abrieron.
Atravesó un largo puente de piedra, y volvió a encontrarse con otro par de guardias quienes le abrieron la gran puerta de madera de nuevo.
El sabio llevaba viviendo toda su vida dentro del castillo de Hyrule, pero su arquitectura nunca dejaba de impresionarle, una escultura en espiral con la trifuerza sagrada coronándola, de por lo menos 15 metros adornaba el jardín exterior, pero lo más hermoso era el castillo en sí, se veía tan alto que parecía tocaba las nubes, y de cada lado de la torre principal salían cuatro otros puentes hacía las torres secundarias, pareciendo que eran simples tajos de tela.
Atravesó el jardín y por fin entró al castillo. Un piso tan bellamente lustrado que parecía confundirse con un lago de manantial, y una decena de candelabros dorados con cristales de todos colores incrustados daban al salón la apariencia que se merecía el máximo baluarte de la corona Hylian.
Al cabo de unos minutos del hombre y sus compañeros, estaban frente al igualmente majestuoso salón del trono, con su domo elevado con mosaicos azules, que combinaban perfecto contra el cielo gris y nublado.
Una alfombra de terciopelo azul recorría todo el salón desde la puerta hasta el trono, pero hubo algo más que llamó la atención de Sir Maximilahn.
Siempre que Maxi iba con el rey anteriormente, no había mucha gente, la mayoría los “lambiscones” de siempre, pero nada especial. Pero ahora, parecía que la llegada de un emisor de la batalla de Rygdell, era algo que todo el pueblo quería observar.
Alrededor de doscientas personas estaban alborotadas a los lados del salón, limitados por líneas de soldados que los mantenían a raya con sus lanzas y sus escudos de hierro.
Esto incomodó aún más a Maximilahn, quién no pudo evitar si no enfatizar su cara de molestia al verlos. Continúo caminando por la alfombra hasta donde estaba el rey, sentado en un trono dorado con terciopelo rojo y con una colosal estatua de las Diosas y de la trifuerza a su espalda.
A pesar de la inmensa fe que el pueblo hylian le profesaba a las tres Diosas creadoras: Din, creadora de la tierra, Nayru, creadora de las leyes naturales y Farore, creadora de la vida; Maxi las consideraba menos que una leyenda, y criticaba cualquier muestra de fe hacia ellas. El era mas de los que se preocupaban por sí mismo, desde su infancia aprendió a no confiar en nadie, y las Diosas no eran la excepción.
-¡El sabio Sir Maximilahn ha llegado, su Alteza!- gritó un soldado desde la puerta rompiendo la concentración que el sabio tenía, Maxi miró al hombre con una mirada asesina y se reincorporó y acto seguido se inclinó ante el rey a regañadientes.
-Tengo noticias desde el castillo Rygdell, su Alteza.- dijo Maxi con una voz calmada pero potente.- Espero poder debatir con usted sobre el futuro de la guerra…pero sin éstas pestes presentes.- indicando a los cientos de personas con los ojos, hubieron gritos de desaprobación del público, algunos gritos de admiración de las chicas, pero al final, y con un simple gesto del rey, las personas fueron desalojadas del recinto.
-Habla.- dijo el rey acariciándose su rubia barba de candado, inclinado hacia adelante con interés.
-Señor, si anteriormente los tyskanos no quisieron acceder a entregar al príncipe y terminar la guerra, fue porque confiaban en que su magia últimamente desarrollada sería decisiva para ganarnos…Y tienen mucha razón, mientras que aquí en Hyrule, la magia es solamente cosa de sacerdotes y sabios, ellos ya la han comenzado a usar militarmente, y lo que vimos en Rygdell era sólo un ensayo, no podremos continuar mucho tiempo con su magia, sus fortalezas y el desacuerdo de nuestra gente.
El rey había dejado de ver a Maxi y comenzó a examinar el techo del castillo en busca de una respuesta. Pasados unos segundos volvió a hablar.
-Entonces, ¿propones que hagamos un ultimátum a Tyska, que los obliguemos a rendirse, y que nos entreguen al príncipe?
-Exactamente, ellos no deberían tener razones para saber que fanfarroneamos.
-¿Y por qué crees que fanfarroneamos? Tú más que nadie deberías saber de la fuerza que tiene todo el ejército de Hyrule. No es necesario hacer todo eso, simplemente llegamos a la puerta de Shinu, con lo mejor que tiene nuestro ejército, con todos nuestros generales al frente del ejército, y los obligamos a rendirse so pena de destruir todo el territorio tyskano.
-No…no es tan fácil señor. Solo el mantenernos en Rygdell supone un gran riesgo para nuestras tropas. Y considero que tardaríamos mucho tiempo y muchas bajas para incluso llegar a las puertas, recuerde que el único camino está plagado de bosque, una emboscada de magos sería fatal.
-Todo por culpa de ese Hasid y sus ideales tontos… ¿Que no entiende que mi gobierno es mucho mejor que el que ese niño pudo haber tenido?
-No hay forma de saberlo, señor.
-¿Qué crees que esté planeando ahora Hasid?
La cara de Maximilahn repentinamente se volvió pálida, pero hizo un esfuerzo por que su voz no sonara tan débil como su mente se lo indicaba.
-No sabría decirle su Majestad, él bien puede continuar con el rey de Tyska y decirles que fanfarroneamos, o separarse de él llevando consigo su propio ejército o… alguna otra genialidad de su tipo. En cualquier tipo es bastante complicado que algo nos convenga, después de todo, es el hombre más inteligente de todo el mundo.
-Lo alaba demasiado, Sir Maxi, recuerde que antes de todo eso, es un hombre, así que debe tener alguna debilidad en algún punto de él.
-Pero nadie de nuestro bando lo ha visto siquiera en más de 20 años, ¿cómo sugiere que encontremos esa debilidad?
Una sonrisa con tintes de locura iluminó la madura cara del rey, y esto hizo que incluso el sabio tuviera un poco de miedo, luego, el rey concluyó.
-Eso te corresponde a ti.
Maximilahn sólo pudo tragar saliva, pues lo que había temido toda su vida, estaba más cerca de ocurrir.
Pensó en que si el destino existía, ese era el suyo, enfrentar a Hasid Melikor. El miedo se apoderó una vez más de él, el hijo de un hombre que no pudo hacer nada frente a un hombre frío, inteligente y calculador. Maxi había esperado no volver a tener un encuentro con el asesino de su padre. Y aunque quería vengarlo, no quería hacerlo.
Pero ya no podía huir, ya estaba demasiado lejos, y si tenía que enfrentar al combustible de sus pesadillas, así sería.
-¡Es en serio! ¡Era tan bella y estuvimos tan cerca de hacerlo!
-Sí, claro, Sooh. Las mujeres desnudas místicas abundan en esta época del año.-dijo Tozaki con incredulidad.- Y sería mucho mejor que modules tu volumen, en el 99% del mundo gritar en una biblioteca es de mala educación.-continuó mientras checaba cada uno de los libros de un estante.
-¿Qué tengo que hacer para que me creas?-susurró mientras le daba un zape a su compañero con un grueso libro.
Tozaki se volteó con ira. Él odiaba algunas cosas, pero que lo despertaran y que le dieran zapes era de las que ocupaban los lugares más altos. Intercambiaron miradas, la cara del hombre de cabello negro mostraba ganas de hacerlo algo duro, pero su cuerpo sólo le dio un puntapié en la espinilla a su ofensor.
-Presentármela, por supuesto.-contestó reincorporándose a su búsqueda.
-Pues entonces tendrías que acompañarme un día al mismo lugar…recuerda que despareció.-dijo hincado sobre una rodilla, sobándose el lugar afectado.- Y a menos que quieras levantarte un día a las 5 de la mañana, dudo que sea fácil que puedas verla.
-Pues, para conocer a esa chica tan especial no me molestaría tanto hacerlo.
-¡Bien! ¿Te parece mañana mismo?- dijo con excitación el muchacho.
-Ehh…pues…bueno…El…ca…ohh…-Tozaki comenzó a tambalearse y balbuceó unas palabras más y cayó, algunos libros que jaló cayeron con él.
-Bueno, algunas cosas nunca cambian.
Sooh comenzó a quitarle los libros de su cuerpo, pero no pudo arrancarle uno que tenía firmemente agarrada entre sus manos. Sooh leyó el título: “Aflicciones mágicas en el cuerpo.”
-¿Magia será? Bueno, no perdemos nada con intentarlo.- concluyó.
**
Cuando Tozaki despertó, estaba en una de las cómodas camas del castillo. Sentada a su lado estaba Zemill, leyendo el mismo libro de magia que hace tiempo el hombre encontró, Zemill estaba tan metida con el libro que no notó que Tozaki ya había despertado.
-¿Has encontrado algo sobre mí?- preguntó el dormilón muchacho con un hilo de voz.
La chica se sobresaltó por la sorpresa y se llevó la mano a su pecho, y miró con sorpresa a su novio.
-¡No vuelvas a asustarme así!- le recriminó la chica.
-No te da miedo cortarle la garganta a los hombres, ni a morir en una batalla… ¿Pero te da miedo la voz de un simple hombre?-se burló.
-Eso es totalmente diferente.- dijo ofendida.- Y sí, creo que encontré algo así.- Retrocedió algunas páginas del grueso libro, con los ojos examinando cada página por las que pasaba, hasta que se detuvo en una, y volteó el libro para que Tozaki pudiera apreciarlo.
-“Hechizo de Wizzrobe”- leyó Tozaki en el título.-“Un hechizo provocado sobre el cuerpo de la víctima causará que una de las funciones del cuerpo sean suspendidas por un lapso de tiempo. Dependiendo de la intención del hechicero que las cause pueden ser desde la respiración, los latidos del corazón, el sueño, el habla, el oído, entre otros...”
La recámara quedó de repente en silencio. Si lo que estaba en el libro era verdadero, y lo que causaba la somnolencia de Tozaki era un hechizo…definitivamente eran malas noticias.
-No…tiene que ser necesariamente un hechizo, amor.-Intentó confortar Zemill.- Puede ser algo de tu propio cuerpo.
-Es esto, Zemill…Todos los doctores de Hyrule dicen que mi cuerpo es perfecto. Tiene que ser esto.-dijo con dureza.
-Pero…aquí dice que “dependiendo de la intención del hechicero”, eso significa que quienquiera que te haya causado esto, no quería matarte, pues el hechizo puede hacerlo. Parece…más una broma pesada de escuela que una táctica de guerra.
-Eso estaba pensando…no querían matarme, querían incapacitarme, ¿pero quién se aprovecharía de eso? ¿Crees…que el hechicero haya sido el famoso Hasid Melikor?
-No sé…-Zemill se acercó, y se acostó sobre su musculoso pecho.- Pero cuenta conmigo en todo lo que necesites…Siempre estaré a tu lado.
Tozaki no pudo sino evitar sentir ternura y un gran amor por la mujer junto a él. Si, quizás sería psicópata, celosa, sádica, orgullosa y muchos adjetivos más…pero en lo que a él respectaba, era la mujer más maravillosa que había conocido. Y agradecía a las Diosas por eso.
Rata- Admin
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
:3 que lindo final
quiero leer la batalla de maxi contra hasid Ò.o es inevitable!!
kk!! es tu turno!
quiero leer la batalla de maxi contra hasid Ò.o es inevitable!!
kk!! es tu turno!
Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Y la leeras Sanahi, la leeras, he aqui mi parte o.ó
Capitulo Nueve X: A Muerte!
Capitulo Nueve X: A Muerte!
- Spoiler:
- Itram miraba con calma a todos los que estaban ahí presentes. Esa habilidad de análisis siempre le había sido útil y en conjunto con su gran paciencia, era la combinación perfecta de las cualidades de un frio y experto guerrero.
Ya los tenía en sus manos. El chico de cabello cano ya estaba a medio camino de la derrota por ese golpe. El que respondía al nombre de Cesar parecía un tipo duro de roer, era típico, los más fuertes jamás lo aparentan realmente. El cabecilla, Danz, no le preocupaba mucho; en ningún momento le había visto blandir la espada, pero, sabía que no era de preocuparse. Las chicas eran tema aparte, un poco de magia bastaría para imposibilitarlas.
En realidad no temía a nada. Sabía que nadie de los presentes era un legendario guerrero o un héroe de leyenda, por el contrario, pelearía contra espías en su mayoría.
Eso no significaba un reto para él.
-No le veo caso a desenfundar mi espada-dijo Itram seco, como si se sintiese incluso desilusionado-. No merece la pena.
-Te vas a llevar una surprise Bastard!-exclamo Ony entre dolor y furia.
-Lo dudo-respondió seco nuevamente Itram- No me des tantas expectativas.
-Ahora veras-Nike desenfundo su espada y la sostuvo entre ambas manos-No permitiré que nos detengas.
Antes de que otra cosa pasara o alguien más abriese la boca, Cesar se puso a un lado de Nike y alzando su diestra detuvo del hombro a su compañero.
-¡Qué diablos te pasa Cesar!
-No cometas una estupidez-Dijo serio el interpelado-. No es un guerrero ordinario, ni tampoco creo que sea un ladrón del desierto. El está con el enemigo.
-¡Vaya, gracias maestro de lo evidente!-Nike estaba molesto en verdad-¡Jamás me lo hubiese imaginado eh!-de un empujón aparto a Mendez de su lado-. Deja que arreglemos las cosas.
-Preferiría que me ataquen todos-interrumpió Itram-. Así será más justo y yo podre entretenerme un poco.
Sin previo aviso, una flecha había salido disparada a la cara de Itram. Sin preocuparse en absoluto, Itram solo ladeo la cabeza a la derecha para esquivar el proyectil. Después, miro con algo de molestia a la autora del ataque.
-Por favor, retírense ustedes dos, no quiero que tengan que ver en este encuentro-pidió con tono cortes a Lia y Raty.
-¡De ninguna manera!-grito Raty a la vez que preparaba su arma nuevamente- ¡Dale con todo Lia!
-¡A la carga Raty!
Molesto en verdad, Itram frunció el seño y su cara se arrugo por la ira. Una ligera lluvia de flechas iba a su encuentro; y por un costado, Lia planeaba a ras de suelo portando un par de dagas en sus manos.
Tendría que enseñarles por las malas.
En felino movimiento, Itram desenfundo su espada con la diestra y desvió las flechas de Raty, ya fuese con el golpe del arma o el simple poder del viento. Con la zurda libre recibió una de las dagas de Lia en la palma, pero, sin mostrar dolor alguno, sujeto con fuerza el puño de la chica y la alzo de su mano.
-Esto es lo que pasa por no saber en qué momento retirarse-sonrió siniestramente.
-¡Déjame!-exigió Lia presa del dolor.
-Pues si-la sonrisa del rostro de Itram se ensanchaba cada vez más-. ¿Por qué no?-dicho eso, la diestra en movimiento automático enfundo la espada, pero mantuvo la mano firme en el pomo y parte de la funda- ¡Se libre “ángel”!
Dichas esas palabras, el enemigo hizo uso de su descomunal fuerza y lanzo a Lia al aire. La chica sonrió aliviada: estaba en su elemento y su mano de sentía mejor al estar libre de la presión.
Tristemente no todo fue belleza en ese instante.
Itram era un hombre astuto y calculador. Todo estaba planedo. Al momento que Lia desplego sus alas y a su vez, alcanzaba el punto más alto de ese lanzamiento, Itram le lanzo un proyectil. Con un giro rápido de caderas y doblando su tronco un poco, estiro al máximo su diestra con espada en mano y al tensarse al limite su miembro, la funda salió disparada.
Tomo tal velocidad, que Lia no supo que fue lo que la derribo. Solo experimento un intenso dolor en el ala derecha, lo que le hizo perder el control de su vuelo y así, cayó rápidamente al suelo.
Apenas el esfuerzo de Ony basto para amortiguar la feroz caída cuando la atrapo en brazos. Ambos mercenarios yacían débiles en el piso.
Itram modulo su sonrisa macabra. Ahora tenía esos delgados labios carmesí en una imperceptible mueca de gozo. Miro satisfecho a los dos que yacían en el piso, como un artista mira su más grande obra, y tomo al vuelo la funda de su espada.
Acto seguido, una flecha se le incrusto en el antebrazo. No mostro sufrimiento alguno, pero una de sus cejas se arqueo mostrando claramente su molestia.
-¿Por qué no puedes mantenerte al margen de esto?-cuestiono sombrío.
-Esa es una parte de lo que te toca por haber lastimado a mis amigos-dijo desafiante la arquera.
-De manera que una “espada a sueldo”-dijo en tono despectivo Itram-, me da lecciones a mí. Muy bien, esta será, tu última oportunidad.
-¡Cállate!
Sin demora alguna, Nike se abalanzo sobre Itram a punta de estoques de la espada. Realmente tenía una gran velocidad. Lástima que Itram lo esquivase, más que con el calor de la pelea, con la pereza del que aleja una mosca de su vista.
Sumándose a la tarea de frenar a Itram, Raty lanzo de nueva cuenta sus proyectiles. Esta vez uno a uno y en preciso movimiento. Aun así, lo más que lograron hacer fue que itram recurriera a su espada, sin desenfundar, para eliminar los dardos de Raty.
-Esto ya es demasiado-Cesar de su espalda sustrajo una espada pequeña enfundada-. Tenemos que hacer algo-le decía a Ony mientras le ayudaba a curar su herida-. ¡Cuánto antes!
-Estamos solos en esto Cesar-Respondía Ony-. Esta solo en nuestras manos salir airosos de esto ¿Lia estas ya mejor?
-Si padre-La chica estaba recostada en el suelo y Ony le inspeccionaba su ala herida-. Fue una deshonra como fui derrotada.
-No te venció-Observo Cesar-.Te imposibilito para hacerte a un lado. Está claro que quiere machacar solo a los hombres.
-¡Vaya Gentlemen!-escupió iracundo Ony-. Me las pagara.
-¿Todavía piensas pelear?-cuestiono Méndez asombrado.
-That Guy no ha visto todo de mí aun.
Finalizo Ony mientras observaba como Itram danzaba grácilmente entre las saetas de Raty y los estoques de Nike.
**************************
Nelly/Kass no dejaba de mirar a su grupo de perseguidos. Los alkolikos aun no hacían su movimiento, esperaban el momento exacto para atacar, o alguna cosa así.
No importaba, ella ya no les permitiría el beneficio de seguir deambulando por el mundo y contaminándolo con su presencia. Acabaría con sus vidas, pero primero, se haría cargo de los vagos y las hechiceras. Nelly consideraba que de los dos grupos que estaban bajo su
observación, el ultimo se le hacia el más peligroso.
-No puedo esperar más-dijo ansiosa, se leía en su fisonomía el deseo del combate-. Ya quiero hacer rodar sus cabezas.
De un movimiento de sus manos, un nuevo portal oscuro se abrió delante de ella. Se metió y en la otra parte, lo que vendría siendo la “salida”, se podía ver el improvisado campamento que pensaba atacar.
Una sonrisa se dibujo en su rostro a la vez que con su lengua, saboreaba con placer el momento venidero.
*************************
Arzes y Shugokz estaban ausentes del campamento, aparentemente habían ido a buscar algo de alimento o de leña. Mientras tanto, Sanahi e Hyru estaba sentadas tranquilamente sobre la capa de viaje de Arzes, charlando.
-No lo sé-decía Hyru confundida.
-Vamos hermanita ¡Evalúa mi desempeño!-Sanahi sonaba altamente emocionada.
-Pero no se qué otra palabra usar, ya te lo dije, eres “pro” Sanahi.
-Pero dime detalles-el hada hacia pucheros al ver a la hechicera- ¡Anda!
-Cálmate- Hyru se reía con ganas y alegría y empezó a hacerle cosquillas a su compañera.
-¡Basta Hyru!- Sanahi se retorcía de la risa.
-Bueno está bien- Hyru se tranquilizo y recobro la compostura- Debes admitir que, reír relaja bastante.
-Sí. No estamos precisamente en momentos de paz, así que esta alegría es bien recibida
El hada soltó un hondo y profundo suspiro. No era del tipo de suspiro de resignación ni mucho menos, era de ese otro tipo de suspiro, de esos que sueltan las personas que añoran con todo su ser “algo”.
No paso eso desapercibido de Hyru y en el acto, sonrió maliciosamente.
-Estas pensando en el ¿Verdad? –dijo la de la sonrisa maliciosa-. No trates de ocultarlo, sabes que no se te da mentir.
-N-no sé de qué hablas Hyru –el nerviosismo del hada la delataba totalmente-. Estas diciendo boberías.
-Sí, claro que digo boberías –la sonrisa de la chica se ensanchaba más entre cada palabra, realmente disfrutaba mucho ese momento-. Dilo ya Sana, no tiene nada de malo.
-Claro que no tiene nada de malo –sus mejillas estaban rojas como tomates-. No tiene nada de malo porque no pienso en nada parecido a lo que dices.
Hyru se puso seria con ese último comentario. Como por arte de magia la sonrisa se borro de sus labios y miro directo a los ojos a Sanahi. Al hacer contacto, su mirada se torno tranquila y donde hubo una sonrisa maliciosa, ahora solo había una sonrisa dulce y comprensiva.
-Sanahi, sabes perfectamente que yo te apoyare en todo. Estaba jugando hace poco, pero en verdad, ese tipo de emociones no se pueden ocultar.
-Lo sé- el tono resignado de Sanahi era claro-. Es solo que, el caballero no está aquí y pues…
-No es como si jamás pudiesen cruzarse de nuevo sus caminos hermanita.
-Yo sé que no es imposible, pero, es poco probable.
-Después de que pase todo este barullo y estemos a salvo, lo encontraras.
-No estoy segura Hyru, realmente no lo estoy.
-Bueno mira- Hyru puso una mirada seria e inflo un poco el pecho- Cuando estemos a salvo de la peste de la guerra, tú y yo iremos a buscarlo.
-Pero…
-No te pregunte Sanahi- el tono era severo, pero en su cara había una maternal sonrisa- Eso es lo que haremos.
-Pero Hyru –Sanahi hizo un pequeño puchero-. Yo no sé…
-Confía en tu suerte Sanahi- su tono era apacible, reconfortante incluso-. Todo estará bien. Es más, si seguimos con esta suerte, tal vez lo encontremos incluso en el camino.
-No sé si valga la pena hacer caso a…
-Ya sea a dónde vas- le detuvo-. No son tontos sentimientos, boberías o cosas infantiles Sana, deja de pensar así.
-Pero Hyru. Tal vez solo sea un capricho o en verdad es un infantil enamoramiento.
Sanahi expresaba sus palabras sin dolor. No lloraba ni mostraba facciones de tristeza. Simplemente, se expresaba como lo hacen las personas incrédulas, aquellas que perdieron la fe.
Hyru la miro un momento a la cara. Realmente, no era una hechicera de las artes mágicas del combate por sus grande dotes o porque fuese instruida por los mejores en los menesteres de las artes misticas. Hyru había llegado hasta donde estaba y sabía lo que sabía por su dedicación y estudio, nada más.
Sanahi no era menos que ella. Sabía perfectamente su historia. La magia blanca era una de las artes más duras y respetadas, y aunque el hada practicante siempre decía que le costaba trabajo o que faltaba mucho, lo cierto era que ya estaba a la altura de los mejores, solo los maestros de esas artes estaban por encima de ella. Siempre llena de dudas, pero aun así, no dejaba de caminar hacia el frente.
-Sanahi- la hechicera sonrió con ternura, dejando ver bajo esas ojeras de estudio, el rostro vivaz de la joven ansiosa de aprender-. Por algo se tiene que empezar para todo. No menosprecies pues, tus sentimientos.
-Bueno yo Hyru- ella la miro a los ojos y se sintió tranquila. Esa sonrisa brindaba calma y comprensión-. Tienes razón- en sus facciones, debajo de la duda, se vislumbro el rostro de la decisión y la voluntad-. Todo saldrá bien hermanita.
-Así es- dijo decidida la “hermanita”
Justo enfrente de las dos chicas, interrumpiendo el emotivo momento, un portal negro con matices purpuras se abrió para dar paso a una chica vestida en ropa negra. Lo primero que apareció fueron unas botas gastadas negras de cuero con retoques de plata y bordes carmesí, acto seguido, unas piernas enfundadas en pantalones negros ajustados aparecieron, todo a juego con un vestido corto negro con bordados color plata y una pálida tez mortecina, para culminar el aspecto, el rostro pintado en tonos negros con matices rojizos y un cabello lacio azul cobalto cerraban el conjunto de la mujer.
-Ni se te ocurra levantarte- dijo con gélido tono a Hyru-. Si tensas un solo musculo más, las matare.
-¿Quién eres? –cuestiono el hada tratando de ocultar sorpresa y temor.
-Soy la que se encargara de cegar tú vida. Nelly o Kass, como gustes, da igual, de todos modos, las matare.
-Muy bien-Hyru frunció el entrecejo- No tensar músculos.
En un leve movimiento de labios, Hyru invoco, aparentemente de la vasta inmensidad del cielo y la nada, un rayo que Nelly esquivo sin mucho esfuerzo.
Nelly rio divertida al ver como ese ataque fracasaba, pero, su risa se apago al ver que las dos chicas ya estaban en pie y listas para luchar.
-¡Se los advertí!- bramo con furia-. ¡Morirán!
De lo que aparentaba ser un cinturón a la cadera, sustrajo dos dagas y las lanzo a Hyru. Las dagas antes de tocar a la chica “rebotaron” mágicamente y se incrustaron en el suelo.
-Eso es lo mejor que sabes hacer eh –se burlo Hyru- Buen trabajo Sanahi.
-No fue nada –dijo sonriente la interpelada-. Después de las balas y espadas de mandoble, esto es cosa de risa.
-¡Ahora verán! –de su espalda, Nelly saco una espada pequeña y apunto a las magas- ¡Pagaran su afrenta!
Una esfera de fuego pasó rozándole la mejilla derecha. Nelly apenas tuvo tiempo de esquivar el ataque.
Hyru sonreía burlona y avanzaba a darle encuentro a Kass. En cada paso que daba, la bola de fuego que flotaba sobre su mano derecha, se hacía más grande y el centro brillaba más. Sanahi por su parte, se mantenía atrás de Hyru, pero no por cobardía. Todos los hechizos de magia blanca y de protección que conocía no solo los estaba “atando” a su amiga, sino que también, los mantenía reforzados y así los potenciaba en sus capacidades.
Kass sonrió ante esto, todo estaba calculado. Sabía que ellas iban a ser los más terribles adversarios de todo el sequito de imbéciles que ella seguía. Y al saber a qué se enfrentaría, de sobra estaba preparada, así que, ya saboreaba la victoria.
Sin dudarlo un instante, ese par de botas negras se empezaron a mover para enfrentar a la hechicera y a la maga blanca en el que sería sin duda, un gran combate a muerte.
*****************************
Ahora, antes de continuar con los dramas de épicas batallas que tenemos en el horizonte querido lector, nos trasladaremos un poco lejos del campo de batalla para centrar nuestra atención en otros aspectos importantes de la guerra. Si bien, es cierto que las batallas son importantes, lo cierto es que la victoria no se mide por la batalla aislada, sino por el triunfo en la guerra.
Así que, presenciemos un momento importante en toda batalla, antes de que se geste la misma: el momento de gestar los preparativos a la guerra.
En uno de los pubs más asqueroso y peligrosos de Tyska, se encontraba sentado en una de las viejas mesas, un hombre de cabello castaño obscuro y que portaba gafas. Bebía con calma de su tarro de cerveza y no prestaba atención a ningún de las almas que pululaban en aquel lugar. Precisamente, para ignorar a todo el mundo a su alrededor, estaba sentado en una mesa apartada de la esquina del lugar. Así nadie lo molestaría, al menos, no sin que lo viese.
En ese momento, sus cavilaciones fueron interrumpidas. Su larga y negra bufanda se deslizo suave de su cuello a la mesa, como si un golpe de viento la hubiese movido. Entonces, al virar su vista a la mesa, observo que delante de él ya estaba sentada otra persona, compartiendo su lugar con él.
-Qué extraño en ti presentarte así –dijo inmutable el de las gafas.
-Vaya Chrono ¿Hace cuanto perdiste la alegría de vivir? – Se notaba el tono divertido del recién llegado.
-Nunca le perdí Hasid- Chrono alzo su tarro de cerveza y lo vio a contraluz.
-Bueno, que ya tengas olvidada la capacidad de sorprenderte deja mucho que pensar.
-Después de más de veinte años a tu lado protegiendo al príncipe, ya nada me sorprende de ti. Ya sé todo.
-Me encanta como puedes equivocarte tanto –sonrió complacido-. Bueno Chrono, no estoy aquí para burlarme de tus errores.
-Me encantaría que trataras- El tarro de cerveza estaba seco literalmente- No porque seas un temido hechicero, me amedrentas.
-No quiero molestarte- Hasid sonaba tranquilo, no sonaba a que se disculpara ni tampoco a vil burla- Además, ambos estamos protegiendo al príncipe ¿Qué ganaría enemistándonos por tonterías cuando nuestra meta es más grande que la palabrería?
Chrono se quedo serio mirándolo fijamente. Hasid no le caía mal, pero, su particular sentido del humor no le hacía sentirse bien, y después de haber dejado ir a los mercenarios de Hyrule sin haberlos tocado si quiera, le hacía sentir menos empatía por Hasid.
Aun así, Chrono reconocía en Hasid a un gran estratega, que, con su apoyo y el del rey de Tyska, había logrado poner en jaque al rey de Hyrule por años, y sin caer jamás en la desesperación o dudar el siguiente movimiento.
-Soy todo oídos Melikor –soltó al fin.
-Me agrada esa actitud –sonrío Hasid satisfecho-. No sé si has hablado con el príncipe últimamente, pero, ya quiere dar el siguiente movimiento.
-Con que un ataque fulminante eh.
-Así es. Quiere organizar su propio ejército y derrocar al rey en un solo movimiento. Limpio y certero.
-Aprendió al mejor, modestia aparte –Chrono hincho con orgullo el pecho.
-Debo reconocer que tienes algo de merito –concedió Melikor- De cualquier manera, se que también estas harto de haber hecho las últimas semanas solo de niñera del Príncipe –hizo una pausa y miro a Chrono y como asentía con frustración-. Yo sé que eso no es lo tuyo Chrono, por eso no te preocupes, la siguiente parte del plan estará íntegramente en tus manos.
-Te refieres a que yo reuniré al ejército del príncipe –dijo inexpresivo y entrelazo sus dos manos bajo su barbilla-. Porque no mejor lo haces tú Hasid, eres más rápido que yo.
-¡Por favor Chrono! ¡Seamos sinceros, no es lo mío!- Pese a la exclamación, Hasid estaba extasiado por lo hilarante del comentario- Yo terminaría matando a la mayoría de los cretinos que tratara de incluir en las filas del ejército del Príncipe. Es como pedirle al cazador que salga a conseguir animales para mascotas, sabes que terminara matándolos por diversión. No Chrono, eso no es una labor para mí. Como siempre, estaré tras el telón con el príncipe planeando todo, y solo saldré al escenario al lado de él en el momento de la guerra. No antes.
-Bueno, tienes razón. Ciertamente en lo que concierne a las fuerzas militares estas perdido.
-El problema es que yo no los miro, solo alzo las manos un instante y al regresar mi vista a ellos, bueno –se encogió de hombros y una sonrisa se dibujo en su cara-, ya son cadáveres calcinados.
-Sí, esa vista de Ryggdell oí que era en verdad desagradable. Al menos te da orgullo tu labor- Dijo cínico.
-Si tú no te enorgulleces de tu obra –La sonrisa no desaparecía de sus labios- ¿Quién más lo hará?
-Eres un poco retorcido Melikor.
-Seguramente estaré rodeado de almas nobles y puras –De una mueca cínica en un instante paso a una fisonomía sombría y calculadora-. Encárgate de hacer que el ejército sea numeroso de hombres y que todos sean notorios y arrojados guerreros. No importa si son mercenarios o partidarios del príncipe, lo único que interesa es que la mayor cantidad de aceros posibles se unan a la causa. Ese será el principio de la destrucción del ilegitimo rey de Hyrule.
-Está bien, no ofrece mayor problema para mí- Chrono se levanto y de su pantalón saco un par de monedas de plata y las arrojo a la mesa- Nos veremos pronto Melikor –de un solo movimiento de su brazo se acomodo su bufando y camino a la salida del lugar.
-¿No te quedaras a conversar un poco? –cuestiono divertido Melikor.
-Como te dije Melikor- Chrono se detuvo y giro un poco la cabeza hacia su interlocutor- Yo no soy tan rápido como tú para esto, así que hay que darle prisa a esta nueva tarea.
Y sin mediar ninguna otra palabra, el guerrero de las gafas salió de aquel pub de mala muerte, dejando en la mesa del rincón, solo un par de monedas de plata, y nada más.
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Nelly dejo de lado los pasos firmes y en instante acelero a su máxima velocidad. Antes de que Hyru lanzara su esfera de fuego, Nelly ya le había asestado un golpe de espada en el costado. De no ser por la magia protectora, Hyru no hubiese contado ese golpe.
Rápidamente, Sanahi invoco otro escudo, pero esta vez en Nelly. Ella miro confundida la acción del hada, pero decidió matar primero a la otra hechicera. El problema fue que, no pudo avanzar más. Ese conjuro no era una coraza protectora, era una modificación que hacia una barrera de contención.
Nelly estaba furiosa, pero no quería perder la calma. Haciendo gracias de hábiles y poderosos movimientos, blandió la pequeña espada y dio un sinfín de golpes a la coraza para destruirla. Era un esfuerzo inútil, la muralla no cedía en su poder y ella solo perdía fuerza.
De repente recordó que la poseedora de los saberes de los elementos estaba también allí. Dirigió su par de orbes a ella y tembló por primera vez. Hyru tenía flotando sobre sus manos extendidas por encima de su cabeza, una gran esfera de fuego que parecía estar compuesta de roca en el centro, fuego en el rededor y rayos saliendo de ahí. Era algo impresionante y capaz de engullirla.
Hyru la miro y sonrío. Esa técnica Nelly ya la había visto antes. En varios ataques de los esbirros cadavéricos había visto ese ataque. Era su movimiento conjunto. Tenía miedo al fin. Por su exceso de confianza se había entregado.
Hyru empezó a mover sus manos al compas de algún viejo saber ancestral y la esfera empezó a deslizarse lentamente contra Nelly. Sanahi por su parte, hacia movimientos con sus manos en dirección a la esfera. Nelly observaba y trataba cada segundo con más fuerza de romper su prisión, estaba aterrada.
-¡Nada más salga de aquí pagaran malditas!- Rugía presa del terror y el odio.
-Primero sal de ahí –dijo Hyru desafiante.
Nelly veía acercarse más la esfera de energía, parecía incluso que el tiempo adrede y para volverla loca, iba más lento. Estaba saliéndose de sus casillas.
La esfera de repente hizo contacto con la muralla que rodeaba a Nelly y la atravesó como si nada. Así como al lanzar una roca a un rio apenas perturba una parte de la superficie del mismo, fue lo que pasó con la muralla. Por donde entraba la esfera se movía la barrera ondulándose, pero aun así, permanecía inquebrantable.
Nelly estaba a punto de perder la cabeza cuando recordó su magia y se recrimino mentalmente su estupidez. Antes de que fuese devorada por ese increíble poder, un portal negro se abrió y se cerró nada más Nelly lo atravesó.
La esfera era devastadora. Al entrar íntegramente en la muralla, Hyru rápidamente invoco otro hechizo para dar soporte a Sanahi. Ambas ahora, contenían el poder de ese ataque. La muralla temblaba por el poder del ataque, pero aun así ninguna de las dos cedió ante el devastador poder. De repente, una luz cegadora estallo dentro de la barrera y el sonido se fue por un momento
Al disiparse el resplandor, las dos practicantes de magia se dejaron caer al piso. No habían terminado extenuadas, pero, la realidad era que si habían usado una buena cantidad de energía en ese ataque.
Justo detrás de ellas, se veía como lentamente se acercaba Nelly caminando con la pequeña espada en mano. En vez de guarecerse en la zona sombría, Nelly al salir de la muralla abrió un portal un poco retirada de ahí, para darles la sorpresa. Y ahora, esa sorpresa, seria la muerte.
-Ahora es cuando se arrepentirán de esta afrenta y suplicaran por sus vidas -el desprecio se podía sentir en las palabras.
-Jamás me rebajare a hacer tal cosa.
-Tú eres muy firme y crees que eres dura de roer, pero –Nelly se detuvo junto a Sanahi-, ella no se ve tan dura.
-¡Ni se te ocurra tocarla!
-¡Cállate! Y observa cómo le atravieso la columna partiéndola en dos- Dijo con insano placer.
-¡No te atrevas a lastimarla! ¡Ni siquiera esta consiente!
-¿Ah no? –la sonrisa de maldad no se pudo ocultar ni un poco de su rostro-. Con mayor razón disfrutare… ¡Matarla!
Con rápido y letal movimiento, la diestra de Nelly se deslizo a tal velocidad que se escucho como cortaba el viento. La pequeña espada era en verdad filosa y parecía de algún poderoso metal. Antes de impactar contra Sanahi, la espada reboto y se fue de las manos de Nelly. Sorprendida la mujer abrió de par en par sus ojos y miro como Sanahi sonreía confiada.
-Y pensar que yo soy la ingenua- Y con una patada la hizo hacia atrás-¡Ahora Hyru!
-No lo tendrás que decir dos veces Sanahi.
Nelly miro anonadada como de las manos de Hyru dos esferas de fuego un poco más grandes que sus puños salían disparadas contra ella. Quiso hacer algo, pero era tarde para movimientos elegantes o usar magia. No estaba concentrada y ese era su impedimento. Su mayor error había sido la vanidad de creer que no tenía rival, de subestimarlas.
Nelly aun así no se dio por vencida, esa misma vanidad le impulso a hacer lo imposible por demostrar, que no había rival para ella. De esa forma, tomo entre sus dedos varias dagas e impacto la primera esfera de fuego. No logro esquivarla totalmente, pero la esfera solo quemo parte de su puño. Con la segunda esfera no tuvo tanta suerte, ya que impacto en su costado, derribándola en al acto.
Hyru se levanto en ese momento satisfecha. La habían vencido. Kass no se movía en absoluto, solo estaba echada sobre el árido piso petrificada simbólicamente. Hyru sonreía al verla. Camino a su lado y ayudo a levantarse a Sanahi.
Las dos chicas miraron a su agresora. Estaban cansadas de la pelea, pero, muy satisfechas por haber vencido y en especial de esa manera, era espectacular básicamente. Y de alguna manera, aun dentro de agotamiento, se sentían llenas de poder.
Lástima que solo era un sentimiento.
Aprovechando que estaban distraídas, Nelly se levanto en el acto y derribo a las dos chicas con un par de patadas en las piernas. Sin mediar otra acción, tomo su espada y la puso en la frente de Hyru.
-Te matare a ti primero. Para divertirme después torturándola a ella.
-Atrévete y pagaras.
-“No lo tendrás que decir dos veces” –arremedo Nelly y alzo la espada por encima de su cabeza- ¡Ahora pídeles a las diosas que te señalen el camino más rápido al inframundo!
La espada se deslizo ligera en el viento que no imponía resistencia alguna a su caída. Hyru entrecerró los ojos y maldijo por lo bajo a su agresora, pero, no suplico por su vida. La pequeña espada iba recta, sería un corte limpio que sin duda acabaría en instantes con la vida de la chica hechicera.
A unos centímetros de impactar contra su cráneo, un boomerang se atravesó, no en el camino de la espada, sino de las manos de Nelly sacándole de dirección, incrustando así la espada en la arena.
Arzes y Shugokz estaban parados a escasos metros de donde se estaba llevando a cabo la acción. Arzes ya tenía su espada en manos y su compañero ya tenía los puños fuera de la capa de viaje.
-Joder, no corras prisa –Arzes sonreía radiante- Si lo que quieres es morir, entre mi socio y yo, te forraremos a hostias hasta la muerte.
-¡Ja! Tienten a la suerte.
-No se trata de eso- Shu choco sus puños- Esto es un servicio de satisfacción garantizada.
Y con toda calma, los mercenarios se acercaron a Nelly y se le plantaron enfrente. Exactamente entre ella y las magas.
-A partir de ahora, dejadlo todo en nuestras manos.
-Está bien Arzes, pero cuidado, es peligrosa.
-Bah, por supuesto. Yo por el contrario, soy una blanca paloma llena de inocencia –se mofo.
-Anda ya Arzes, no te confíes –la sonrisa de sus labios traicionaba la sabiduría de sus palabras.
-¡Por favor Shu! Antes de que otra cosa pase, esta mujer estará en el piso.
-¡Déjense de estupideces! –la furia de Nelly era bastante.
-Un momento –Arzes la miro serio y se llevo su índice derecho a la boca- ¡Cállate de una vez! Aquí estamos tratando cosas importantes.
-No le hagas cabrear Arzes.
-¡Que se vaya a diablo Shu! No es tan importante –una daga le paso rozando la mejilla-. ¡Perfecto! Quieres ser importante, pues bien. Ven acá a demostrar que vales nuestro tiempo.- Culmino sonriendo desafiante.
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Ony se puso en pie y junto a él Cesar. Nike y Raty estaban cansados por haber entretenido tanto tiempo a Itram. Nike en concreto estaba hecho la viva imagen de alguien que pide a gritos un receso de por lo menos un par de minutos. En cambio, Itram estaba radiante. El seguía con el mismo ritmo esquivando ataques o partiendo saetas.
Lo peor de todo ese teatro, era probablemente, que todos en el fondo sabían, que Itram, estaba haciendo tiempo para que Ony y Méndez entraran al ruedo.
-Prepárate engendro de las sombras, esta vez te vamos a dejar en el suelo- Amenazo el del pelo cano.
- Barreremos de ida y vuelta el piso contigo.
-Justo eso necesitábamos –dijo Ony mirando con desapruebo a Cesar-. En fin, prepárate Itram.
-Eso era lo que estaba esperando –Itram esbozo una sonrisa-. Bueno, ya puedes descansar mujer.
-¡No me des ordenes! –Raty alzo en alto el arco y apunto a la cabeza de su enemigo- Pagaras por…
-¡Ni una palabra más!
Itram en un rápido movimiento de manos. Estiro su diestra y abriendo la palma lanzo una esfera del tamaño de Raty color negro. Raty la miro con los ojos llenos de asombro y antes de poder hacer otra cosa, la esfera la atrapo, enrollándose por todo su cuerpo e imposibilitándole el movimiento.
Ella y su arco estaba atrapados en esa extraña energía.
-Así está mejor.
-¡Suéltala you bastard!
-No, no quiero que intervenga una mujer en esto. No más.
-Te digo que lo hagas…Do it now!
-¡Toma esto!
Nike se puso a un costado de Itram y dio el golpe fatal. Para su mala suerte, con una leve rotación del enemigo, el ataque había sido burlado y Nike termino tirado en el piso por no poder contener su velocidad.
Itram, le miro con desilusión y de una ligera patada le alejo de él.
-Desgraciado- gruño nike.
-Bueno, solo quiero que sepan que esta pelea así será más justa. Estoy muy por encima de ustedes y es correcto que ataquen todos juntos, lo permito.
-Deja de fanfarronear – Ony de su espalda saco una espada mediana y la sujeto con fuerza-. ¿Quién te crees que eres?
-Soy Dark Itram, uno de los elegidos para cambiar el rumbo de esta guerra. Con el equivalente en rango a coronel, dentro de la misión de cambiar el orden de mando de Hyrule. Mano derecha de esta operación. El tercer…
-¡Era una pregunta figurada maldición! ¡Demonios Ony, no le vuelvas a preguntar nada!
-Sorry Cesar.
-Por un momento creí que seguiría diciendo el número de hermano que era –dijo molesto Méndez.
-Venga Cesar, relax man.
-Bueno, como sea. ¿No piensas atacarnos?
-Estoy esperando a que me ataquen. No importa que con esta escena cómica traten de hacer tiempo para que Danz se recupere. Para mi es mejor pelear contra ustedes tres, Méndez.
-Ni siquiera para eso sirven –dijo Nike a la par que se incorporaba-. Venga, acabemos con este sujeto.
-Libera a Raty antes que nada- Exigió Ony.
-Me está cansando que no entiendas mi punto.
-¡Libérala escoria!
-¿Escoria? –cuestiono molesto Itram-. Que de esa forma sea entonces –su brazo derecho apunto nuevamente a Raty y esta vez, cerró el puño y un alarido de dolor rasgo la calma del desierto.
-What the hell haces?
-Simple. Si no empiezan a combatir –decía las palabras lentamente y entre cada palabra, hacia el movimiento de apretar el puño- Hare que su amiguita sea aplastada mas y mas.
El sonido de un objeto solido y fuerte que se quiebra sobresalió por encima der las palabras de Itram y como si fuese una competencia, el grito desgarrador de Raty mello el crujido anterior.
-Ustedes deciden –Sonrió Itram.
-¡Desgraciado! –Ony sujeto su espada y corrió contra Itram-. ¡Sobre el Nike y Cesar!
-Excelente- Con tres movimientos de abrir la palma, la presión sobre Raty menguo-. ¡Vengan a mi bastardos del reino!
Itram dio ese atronador grito y alzo su espada en guardia y aun enfundada, primero, los pondría a prueba. Le atacaban dos por el frente y el otro por el lado derecho. No había problema en confrontarlos así. Ya tenía claro quién sería el primero en caer. Sonriendo y con alegría malsana, Itram alzo su arma y pasando su otra mano encima de la funda, señalo a Méndez… y este en el acto cayo.
Ony y Nike se petrificaron unos segundos, presas del terror ante el increíble poder mágico de su agresor.
-¡No! –grito Cesar presa del dolor.
-¡Diosas! ¿Estás bien?- Se hinco a su lado el de cabellos níveos.
-¡Maldita sea no! –se sujetaba con fuerza la pierna- Me he lastimado mi tobillo.
Un silencio de sepulcro se hizo presente en el lugar. Lia se dio una palmada en la frente, Raty dejo de forcejear con sus ataduras, Ony miro sin dar crédito a Cesar y Nike suspiro molesto. ¡Incluso Itram le dirigió una mirada desaprobatoria!
-Por favor Cesar, no ma…
-¡No puede ser, me duele mucho!-grito lastimeramente.
-Yo sigo en pie con todo y que me lastimaron las costillas.
-Tienes razón. Peleare como hombre –Cesar hizo el intento de pararse, pero se fue de boca al piso al no apoyar bien el pie-. ¡Diosas no! ¡Me entro tierra a los ojos! ¡No veo!
-Increíble –El enemigo de pelo carmesí puso la espada a la altura que debía estar la cara de Cesar-. Te subestime. No quiero pelear contra ti y menos si no tienes deseos de combatir- Dio dos giros rápido sobre sí mismo, despojo a la espada de su funda y la “disparo” contra Méndez.
La funda dio de lleno contra lo que sería la nuca de Cesar, en el acto, el guerrero se desplomo inconsciente al suelo.
-Vaya, gracias, i think.
-Bien, he desenfundado mi espada. No será en vano. Acérquense y confronten su destino.
Pese a su semblante tranquilo y al tono de voz relajado, los ojos de Itram brillaban con una inmensa locura y sed de pelea.
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Lobo seguía observando atentamente a una distancia prudente los hechos en el campamento Vago. Rápidamente, se dio vuelta a la par que guardaba su preciado objeto, y emprendió una carrera veloz a un pequeño oasis que estaba un par de metros lejos de su posición.
No tardo más de 5 minutos en llegar al lugar. Tomo del suelo una cazuela y una cuchara y empezó a golpearla con fuerza.
-¡Ya están aquí! -gritaba.
-¿Qué demonios pasa shiko?- Pregunto Rata adormilado.
-Chingando –dijo Kai entre sueños y cambio de postura.
-Ya están aquí los vagos eh –de un golpe Kesos se trago un pedazo de queso y se limpio la boca con la ropa de Kai- Perfecto Lobo, buen trabajo.
-Joder, estos tíos con nada despiertan.
-Déjamelo a mí.
Kesos se hinco, se acomodo a modo que su cara quedase a un par de centímetros de Kai y… eructo con fuerza y le soplo “el gas” a Kai en la cara.
Primero un gesto tenue cruzo su cara, después, arrugo la nariz con molestia, de golpe abrió sus ojos que en el acto se tornaron rojos y llorosos.
-¡Hijo de la…! –Kai se tapo la nariz y la boca con ambas manos y corrió como loco-. ¡Huele a puro queso de cabra! ¡Kesos no ma-huo!
Al ponerse a correr para escapar del hedor, Kai no se percato de que piso a Rata. Rata lógicamente reacciono al pisotón y pateo a Kai en las piernas haciendo que cayera, el problema es que termino aplastando a Rata.
-Kai… pesas un shingo no jodas.
-Perdón Rata. Ahora veras lo que te hare, te meteré esos quesos por el…
-¡No sigas! ¡Lobo dice que ya llegaron los Vagos!
-¿Ah sí? Excelente shiko –hablo el escuálido a la vez que se levantaba.
-Te salvaste traga-quesos. ¿Cómo está la situación Lobo?
-Nada del otro mundo Kai. Apareció una chica que peleo con las compañeras de los vagos. Debo decir que dieron una gran pelea, pero, no pudieron contenerla. Ahora, Arzes y Shugokz están haciendo el relevo y vaya que lo hacen bien. Primero no le hacían caso a la chica, pero ahora, Arzes apenas se la zafa de encima.
-¿Qué hay de Shu? –cuestiono Kesos.
-Pues todo. Básicamente se turnan. Arzes se libera de la chica de pelo color cuervo desarmándola, es entonces cuando Shu la ataca a puño limpio. Cuando la chica recupera su espada, Arzes ataca y así sucesivamente. Mantienen el ritmo.
-Debió debilitarse musho esa shika al pelear contra las hechiceras.
-Realmente Rata, por lo que he visto, creo que es mala –dijo serio.
-Mmm ¿Así de plano Lobo?
-Yep Kai, no hay duda. No es rival para ellos. Quizá si no hubiese tenido ese entremés con las chicas hubiese sido más dura la pelea, pero ahora, Arzes y Shu solo la edstan cansando.
-Vaya danza de la muerte en la que la metieron. Bueno pues recojan todo que vamos a por todas para saldar cuentas.
-¿Tan pronto Kai? Ni hemos descansado bien.
-Ellos tampoco Kesos y ya están ganando su primer pelea a muerte. Aunque…
-Si será justo Kai –Rata se puso a su lado-. Dirás lo que quieras, pero Lobo ya lo dijo: Aun sin calentamiento previo, ella no les hubiese dado batalla.
-Los subestima, no me cabe duda. Si nos apuramos, quizá veamos el final. –Dijo Lobo emocionado.
-Pues no demoremos un instante más. Yo pongo la botana de quesos.
-¡Yupi! -Fingió alegría Rata.
-Para la otra, te levanto a ti a la fuerza eh cabrón.
-Ahí muere kesitos…
Los cuatro mercenarios soltaron una risa alegre. No tardaron mucho en controlarse y juntaron sus cosas. Acelerando el paso, se encaminaron a ser testigos del desenlace de un duelo a muerte.
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No llevaban apenas más de un par de minutos de combate y la diferencia, se cernía arrolladora. Por un lado estaban Ony y Nike combatiendo como los más aguerridos guerreros, sin obtener nada. Por el otro lado, Itram bailaba al compas de los movimientos de sus adversarios como si todo fuese una acrobática y ágil actuación de simulación de combate.
Raty seguía en el piso forcejeando contra su mágica prisión. Lia había conseguido llegar hasta ella y trataba de ayudarla. No asistía a nadie más porque, al estar herida su ala, era como perder el equilibrio, no era de fiar. Al igual que Méndez, que pese a lo que Itram creyó, mostro ser ineficiente y poco fiable al combatir, aunque reconocía, que la tierra y el tobillo si eran reales. No era un cobarde, más bien, era una especie de tipo con mala suerte.
Ony combatía como el más férreo mercenario. En su mano derecha portaba la espada y lanzaba golpes a diestra y siniestra. Era uno de los más rápido de su grupo, pero Itram lo hacía verse común. Incluso haciendo uso del “paso de la muerte”, el cual consistía en cambiar de brazo el arma en el aire, era ineficaz.
Nike por su parte era veloz también. Su técnica de combate en la espada era algo mas aplicado. No era un simple batir de aire y acero, era en verdad alguien que tenía mucho estudio en el arte de la guerra con espada. Desgraciadamente, Nike dejaba notar que le faltaba creatividad y flexibilidad en el combate.
Itram se divertía como nunca. Bloquear el ataque de Nike y esquivar los golpes de Ony lo tenían en un estado de placer indescriptible. Se sentía más vivo que nunca y estaba lleno de júbilo. El no atacaba, estaba esperando a que fuera necesario, pero, parecía que el momento no llegaría.
En un ataque desesperado. Ony lanzo la espada contra Itram al tiempo que Nike daba una sucesión de golpes rápidos. Sin previo aviso, Ony saco de un bolso trasero de su pantalón una buena cantidad de finas y letales dagas y empezó a lanzarlas contra Itram. Este ultimo a duras penas se daba abasto, ahora, Nike lo atacaba a dos espadas ya que había tomado la de Ony. Estaba siendo minimizado. En vez de reflejar pavor, su cara se torno seria pero sonrió confianzudo. La batalla real apenas comenzaba.
Una daga se clavo en la mano diestra, por el impulso Itram dejo caer su espada y eso le costó que Nike le atravesara el brazo a la altura del humero con una espada, mientras que la otra se alojaba en el hombro diestro. En unos instantes todo su miembro derecho había sido vencido.
-Basta de juegos –dijo seco Itram.
Alzando con ayuda de su pie la espada, Itram la tomo al vuelo y de un tajo limpio y veloz hirió el abdomen de Nike. El herido rápidamente se echo atrás y se sujeto adolorido el cuerpo. Sin fijarse en lo más mínimo en Ony, Itram avanzo hacia Nike. No lo dejo actuar. En instantes de una patada diestra le desarmo sacando a volar la espada de Ony, con una patada zurda a las rodillas lo derribo y con su espada, de una estocada le atravesó el hombro de la otra arma. No le basto con eso, incrusto más adentro la espada hasta que el mango toco la piel de Nike y se clavo firme en el piso.
-Espero que lo estés disfrutando, tanto como yo –le dijo con maldad a Nike-. Te hare volar.
Arrebato a Nike su espada que con trabajos mantenía entre sus dedos. La alzo a la altura del hombro sano de Nike y…
Ony le incrusto su acero a Itram en una pierna. Presa del dolor Itram gruño furioso y viro su rostro para ver a su atacante. Pero en ese instante una daga se hizo presente clavándose en su mejilla. No era un golpe profundo, pero Itram estaba furioso.
Ony levanto su espada nuevamente y se dispuso a degollar a Itram. Este último no se limito a observar y en vez de tomar su espada, la cual dejo caer para quitarse la daga de la mejilla derecha, sujeto a Ony de la muñeca y le estrello contra el piso.
Rápido como nada ni nadie, Itram se puso en pie. Ony apenas tuvo tiempo de alzar un poco la cabeza. Itram sostuvo nuevamente el brazo del arma, que era la derecha de Ony. Le tomo de la mano y se arrodillo.
Ony le dio un puñetazo en la mejilla herida pero Itram estaba inmutable. Entonces, usando su rodilla y la fuerza de su izquierda, Itram alzo con furia el brazo de Ony y a la altura del codo, lo estrello contra su pierna, rompiéndole el brazo.
Ony grito de dolor de una manera indescriptible. No se había oído hasta el momento ningún grito así. Itram sonreía complacido. Se levanto lentamente. Ony le sujeto con su brazo sano la pierna pero Itram de una sacudida se libero. Le miro con desprecio y le regalo una sonrisa de asco. Entonces, le dio una poderosa patada en el brazo roto haciendo que Ony se revolcara de dolor e incluso el miembro roto terminara en el pecho de Ony doblado de forma anormal. Itram se agacho y con calma tomo su espada.
-Ustedes no son guerreros. No tienen ni la resistencia, ni el entrenamiento o las agallas para estar en combates de verdad. He perdido mi tiempo, y ahora, saldare esa deuda tomando sus vidas.
-N-no te atreverás -Nike haciendo acopio de fuerzas se puso en pie-. Pagaras caro por t-todo esto.
-Seguro tú me detendrás –le miro con lastima.
-Repite eso desgraciado.
Itram se acerco a Nike lento, el joven apenas pudo tomar la espada en manos, pero antes de hacer otra cosa, Itram de un empujo de su pierna lo derribo. Nike cayo sentado y gruño molesto. Trato de pararse nuevamente, pero Itram de otro golpe lo tumbo en el piso.
-Dame mi espada –ordeno Itram-. No merece que toque tus sucias manos.
Itram arrebato de las manos de un caído Nike su espada, que se notaba que con trabajos Nike logro extraer de su cuerpo. Itram dio la vuelta y tomo la espada de Ony, aprovechando ese giro, le dio otra patada a Ony, esta vez en las costillas. Ahora tenía tres espadas. Su espada la puso en su cinturón, la de Ony la clavo en el suelo y la de Nike la sostuvo en su mano. Se puso al lado de Nike y de un golpe seco, enterró la espada en el hombro sano de Nike y la tierra.
Se dio vuelta, desenterró la espada de Ony y se puso al lado de él. De una patada lo puso boca arriba, con otra hizo que el brazo herido cayera a su costado. Cortando el aire, apunto al vientre de Ony…
Entonces, a unos centímetros se detuvo. Había sentido que Kass le llamaba, era una llamada de apoyo.
-Le dije que cuidara su consumo de energía –refunfuño-. Sera en otra ocasión.
Dicho eso. Tiro a un lado la espada de Ony, recogió su funda del piso, su gabardina y pateo a Cesar en su tobillo lastimado. Entonces, abrió un portal y metió un pie. De repente, recordó a las chicas y volteo a verlas. Ambas tenían miedo, pero cuando notaron que él las veía, adoptaron una cara de odio.
-Cuando desaparezca, el hechizo se anulara y tu serás libre niña.
-¡No soy una niña!
-Claro que lo eres –la cara calma de Itram se turbo en una de odio y desaprobación-. Alguien que ni siquiera es capaz de pelear como igual contra su adversario, como ustedes dos, no merece ser considerado.
Finalizadas sus palabras, el portal lo engullo y desapareció.
Era verdad, nada más se perdió de vista Itram. Raty fue libre. Aliviada de la opresión rápidamente se dio la vuelta y grito llena de sentimientos encontrados.
-Deberíamos revisarte Raty.
-Estoy bien Lia, solo se me enterraron profundamente varias astillas.
-¿Astillas? Oh, claro.
Raty tenía varias astillas de madera y metálicas incrustadas en su cuerpo. El arco había sido destrozado por la presión de su prisión.
-Trata de curar a Ony y a Nike, mientras que yo –conteniendo un gemido, Raty se arranco una astilla del abdomen-, me quito las astillas. Anda, estaré bien.
Lia solamente asintió en silencio y se movió lo mejor que pudo para ayudar a Ony, ese hueso roto tenía que ser entablillado. Y entre más rápido acabara con él, podría ayudar a Nike.
Ambas estaban acabadas, tal vez, eran las que menos habían sufrido heridas físicas, pero su moral estaba por los suelos. No solo habían sido vencidas y humilladas, también, Itram les había dado una lección de que, tal vez, sus capacidades las limitaban.
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Itram apareció en la zona oscura. Tomo su gabardina y se la puso por encima de los hombros. Le arranco un pedazo de tela a su pantalón y se hizo un torniquete para evitar la sangre de su pierna. Con la mitad del pedazo del pantalón, improviso un cabestrillo para su brazo. Tenía muchas heridas, no tenia opción, muy a su pesar.
-Bueno, tengo que hacerlo.
Itram usando su izquierda, apunto con su índice a los diferentes puntos lesionados de su brazo. Susurraba palabras en otra lengua, se tocaba el lugar herido y mágicamente, la sangre dejaba de brotar.
-Listo, gasta magia pero, es mejor una barrera mágica que un pedazo de trapo. Ahora –un portal se abrió delante de él-, por Kass.
Y de una sola zancada, Itram atravesó el portal que se cerró detrás de sí.
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Después de sopesarlo bien, Nelly/Kass temía lo peor de ese combate. Ya le habían debilitado mucho las hechiceras, los mercenarios al turnarse en el combate, la tenían cansada y débil y por si fuera poco, el abusar de la magia la había drenado totalmente.
Estaba en las últimas.
Arzes apenas estaba sacando el oro de sus habilidades. Aquel guerrero que había observado ser herido, no tener buenos reflejos del todo y fallar estoques, era cosa del pasado. Este mercenario, este nuevo Arzes, estaba demostrando todo lo contrario a lo que conocía.
Su espada salió volando. Trato de ir por ella, pero no pudo. Entre la espada y su dueña estaba parado Shugokz sonriendo radiante y golpeando sus guantes metálicos, eufórico por pelear.
Esto también había sido un mal cálculo. El Shugokz que parecía a veces no tener poder para derribar al enemigo, que muchas veces al errar un golpe se caía e incluso que tenía una capa de viaje remendada por tantos golpes, igual, era una cosa del pasado. Este nuevo Shugokz no dejaba nada al aire, y sus golpes, eran mortíferos.
Al fin. Su espada regresaba a sus manos después de esquivar varios golpes de Shu y de escabullirse gateando entre sus piernas. Era patética e incluso, sabía que él le había permitido eso para seguir con el juego.
-¡Oh vaya, joer, ya me toca! –grito alegre Arzes arremetiendo contra Nelly-. Por eso te dije que te callaras, no puedes contra nosotros –le decía con tono comprensivo.
-¡Cierra la bo-ungh!
-Eso es –Arzes sonreía complacido-. Me encanta como tú estomago trato de tomar el pomo de mi espada –disfrutaba mofarse de ella claramente-. No, no te preocupes –Arzes no aminoraba el castigo-, yo se que te quedaste sin voz- con una palmada hizo que soltara la espada y la pateo lejos-. ¡Te toca Shu!
-¡Esto no es guay Arzes! –su entrada inicio con un derechazo a las costillas de Kass-. Te das cuenta de que ya no puede hacer nada –un gancho de zurda se incrustaba en la piel de Nelly-. ¡Ni siquiera esta oponiendo resistencia! –una patada se coló en el estomago de Nelly derribándola-. Hicieron un gran trabajo chicas –Felicito Shu, dándole la espalda a Kass-. La dejaron servida en plato de oro para nosotros.
Nelly apenas se incorporaba nuevamente. Ya tenía su espada en mano y en la otra cuatro dagas entre los dedos.
-Vaya Shu, cuidado eh –señalo Arzes a Nelly.
-¡La estaba olvidando! –Shu se dio una palmada mientras viraba para ver a Kass-. Eso no es buena idea.
Kass echo su cuerpo hacia adelante un poco, después, de su mano volaron las cuatro dagas y ella las siguió de cerca. Shu con ambas manos volqueo las dagas, haciéndolas rebotar contra sus guantes. Kass aprovecho esa baja en la guardia y dirigió un golpe al costado de Shu, golpe que, jamás llego.
La rodilla derecha de Shu se había hecho espacio en la defensa de Nelly y se alojo con gran poder en su estomago. Fue como si el tiempo se detuviera. Al contacto de la rodilla contra su estomago, Nelly primero soltó la espada y después, salió disparada a unos 2 metros de done estaba Shu y se estrello contra la arena.
-Por favor –dijo molesto Shu-. Llevo años practicando el combate cuerpo a cuerpo y tu creíste que podrías agarrarme desprevenido, te falta mucho –la miro con desprecio y le dio la espalda-. No seas tan engreída ¡Tuya Arzes!
-¡Te la regalo!
No podía dar crédito a todo lo que pasaba, estaba siendo vencida de la forma más humillante. Estaba llegando su límite y, por primera vez en años, sentía miedo de morir.
No podía más, tenía que recurrir a algún tipo de ayuda, porque, ya no tenía fuerza siquiera para tratar de escapar.
La solución era Itram. No le agradaba la idea, de hecho era desagradable y bajo recurrir a él, pero, no tenia mayor alternativa.
Desesperada, utilizando un nexo místico que los unía, gracias a la magia de Melikor, Nelly pidió apoyo desesperadamente, con urgencia, mentalmente berreaba.
Tenía que seguir luchando, era necesario. Al menos, hasta la llegada de Itram.
Se levanto con esfuerzo contra natura. Tomo entre sus manos su fiel espada. De su cinturón saco un envase de cuero, con los dientes quito el tapón y lo escupió a un lado. Arzes y Shu miraban extrañados lo que hacía. Nelly vertió el contenido sobre la espada y sonrió una vez acabada su labor. Tiro a un lado el envase de cuero y avanzo lentamente.
-Es veneno –dijo Shu.
-Joer, ¿Estás seguro Shu?
-Completamente. Era rojo, por tanto es peligroso. Lo unto en su arma, por consecuencia ella espera herirnos, ya no busca matarnos.
-Pero… ¿Veneno?
-No creo que sea letal, los más mortíferos son negros. Este debe ser un veneno que adormezca la zona afectada o provoque malestar al sujeto.
-Habla en castellano joder.
-O sea que puede paralizarte desde un miembro, hasta dormirte, paralizarte totalmente o incluso provocar la inconsciencia.
-Vaya si es peligroso.
-Menudo capullo serás, eso mismo trataba de decir –Shu apenas pudo esquivar el ataque de Nelly-. ¡Déjamela a mí!
-Como si estuviese peleando por ella –dijo Arzes al tiempo que de un par de saltos se ponía a la par de las chicas-. Esto será interesante.
Shu rodo por el piso para mantener su distancia con Nelly. Ella tomo más de sus dagas e igual que el movimiento anterior, lanzo las dagas y después corrió detrás de ellas. Shu no se molesto en bloquearlas, solo las esquivo y cuando llego Nelly y le ataco, la espada la contuvo entre sus palmas. Una patada al estomago la alejo, y el proceso se repetía.
Después de usar 4 veces seguidas el mismo tipo de ataque, Shui decidió ponerle alto. Esta vez, para esquivar las dagas se agacho, espero a que Nelly se acercara y la derribo con una patada en las espinillas. Nelly apenas logro meter las manos, de tal manera que planto las palmas en el piso y con un giro de vuelta de carro trato de pararse. Y así es, trato, por que Shu le detuvo.
Nelly cayó de espaldas y se lesiono la muñeca porque, al poner las palmas en el piso no soltó la espada, cosa que Shu previo y para evitar más ataques, con sus pesadas botas de acero piso la espada, haciendo que Nelly perdiera el control.
Rápidamente de su costado Kass saco más dagas, pero con una patada en la mano, Shu la desarmo. Rápidamente otra patada, esta vez a la cara, hizo que Nelly soltara el arma. Así Shu la tomo entre sus manos, y la partió en dos.
Nelly furiosa de un giro se puso en pie y se lanzo al ataque con dagas en mano. Shu le miro y espero. Kass ya estaba a pocos pasos de Shu y llevaba en alto las dagas, iban a la cara. Shu aguardaba el momento preciso. Nelly ya había clavado algunas dagas en el hombro derecho de Shu y se disponía a clavarle las otras en la cara. Shu entonces, actuó.
Sin mucha elegancia, la mitad de la espada de Nelly, la punta en concreto, atravesó su abdomen. En el acto, Nelly perdió tono muscular y se resbalo sin fuerza entre los brazos de Shu. Su veneno la había vencido.
Shu lanzo a un costado la espada rota y miro con misericordia a Nelly.
Antes de que se dijera una palabra o algo pasara, de un portal negruzco salió Itram con espada en mano y la alzo para rebanar a Shu.
¡Estaba justo detrás de él!
Arzes apenas tomo el boomerang, cuando, un gran queso se estampo en la cara de Itram. Pero eso no hizo que su espeda se desviara. Para su mala suerte, si puso sobre aviso a Shu y con sus palmas, detuvo la espada a escasos centímetros de su cara.
-Te salvaste –dijo complacido Itram-. Tienes suerte de que no te ataque a dos manos.
-¡Calla! –grito Shu mientras se alejaba de su enemigo.
-¡Andando Kass! –Itram espero y Nelly no hizo nada-. No puedes ponerte en pie… vaya.
Itram conjuro una atadura a los pies de Shu, derribándolo. A su vez, esgrimió su espada y bloqueo el boomerang de Arzes. Finalmente, corrió y lo mejor que pudo se echo al hombro a Nelly y regreso al portal.
Kesos salto y le golpeo en la cara con su hanbo. Itram no pudo esquivar, pero de una patada echo a Kesos a un lado y logro entrar al portal y cerrarlo detrás de él.
Todo quedo en silencio.
Rata ayudo a levantarse a Kesos. El chico lácteo se sacudió la ropa y miro fijamente a Shu y Arzes que ya estaban uno al lado del otro. Lobo y Kai se pusieron al lado de sus compañeros. Kai se cruzo de brazos y Lobo puso enfrente del su gran hacha.
-Tanto tiempo sin vernos eh, Kai –dijo Shu en tono de mofa-. ¿Cómo va todo?
-Genial, el negocio va bastante bien. ¿No crees que le debes a Kesos algo?
-Sí. Kesos ¿Por qué lo dejaste escapar?
-Ay este cab… ¡A ver! En primera a ti casi te matan zoquete.
-Tú lo has dicho, casi –puntualizo Arzes.
-Es tan difícil decir “gracias”, so vago.
-¡Callate Rata!
-¡Tú no me callas Shugokz!
-Si no tienen que hacer aquí, váyanse a otro lugar –dijo Arzes mientras acariciaba su espada.
-Hemos venido a saldar cuentas –dijo Kai y empezó a caminar hacia ellos-. Combatiremos hasta que solo quede un clan mercenario vencedor –Kai paso al lado de Arzes y este le lanzo un golpe de espada que apenas esquivo-. ¡Cálmate! Yo no peleare, lo harán ellos tres.
-Ni se te ocurra tocarlas –dijo Shu y se acerco a Kai.
-Yo no lo hare, están cansadas y han peleado duro. La cosa es con ustedes.
-Donde se te ocurra tocarlas capullo, te rebanare la cara con mi espada.
-Sí, sí, sí Arzes.
Los alkoikos se pusieron en sus posiciones. Kai se sentó junto a Hyru y Sanahi, cosa que incomodo a las chicas. Rata se paro delante de Arzes y desenfundo su espada apuntándola hacia él. Kesos y Lobo se pusieron hombro con hombro, y de la misma forma, hacha y hanbo apuntaron a Shugokz.
-Recuerda que no es ningún donnadie, de ellos él es el más resistente Lobo y tiene una gran técnica de pelea.
-Joder tipillo, ya lo sé –respondió Lobo a Kesos-. Tú solo procura mantener tu cabeza y tus pelotas en su lugar ¿Vale?
-Cuando ustedes quieran, vengan por su paliza niñitos –dijo Shu y se puso en guardia.
-Tú y yo otra vez, eh ratilla.
-Así parece Arzes –dijo encogiéndose de hombros el interpelado-. Solo tú sabes…No termines llorando esta vez –Sonrió.
-Que yo recuerde –Arzes se puso en guardia-. Ese día quien lloro fuiste tú “shiko”.
-¿Quieren algo de comer? –decía Kai a las chicas con una amable sonrisa-. Tengo queso, y es bueno, te hace recuperar las energías.
-No confió en ti –dijo Hyru.
-¡Bueno! Ustedes se lo van a perder –y con notorio gusto, le dio una mordida a un trozo que tenía en su mano.
Los combatientes se miraron, empezaron a caminar en círculo, como si se estuvieran tomando medida, como si de verdad, calcularan el viento o la posición del sol. Kai comía a gusto su queso, tanto, que no lo mastico bien y se empezó a ahogar. Rápidamente se dio un puñetazo en el estomago tan duro que el pedazo de queso voló al centro de donde estaban los combatientes. Kai se rio como tonto por su ineptitud para tragar.
Cuando el queso toco el piso, los guerreros interpretaron la señal, y enérgicos se lanzaron al combate.
***************************************
No muy lejos de ahí. El sujeto de la máscara anti tormentas de arena miraba como el combate empezaba. Se quito con calma su protección contra las inclemencias del desierto y dejo ver un par de orbes castaños y una barba de días de no rasurar. La sonrisa de su rostro era de verdadera alegría, al fin había llegado el momento.
Sonriendo sinceramente y lleno de júbilo, el sujeto acariciaba las alforjas que tenia a los costados de su cadera, y miraba a esa robusta sentada en el campamento que se atragantaba con queso.
-Oh si, hace tiempo que no nos veíamos, pero, os aseguro que lo que viene, vale la pena.
Y al finalizar sus palabras, se deslizo por la orilla de la cordillera en donde estaba observando, y se preparo mentalmente para un inminente combate a muerte.
Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
o.O dios mio! creí que no terminaría... este capitulo fue largo para mi n_nu
es increíble como manejar a tantos personajes y estas al pendiente de cada movimiento n_n muy buen capitulo!
esperando a Rata!!
es increíble como manejar a tantos personajes y estas al pendiente de cada movimiento n_n muy buen capitulo!
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Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Este historia me encanta, yo espero ya que llegueis al 12 que es donde me quede Xd
Arzes- Sackbag
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Capitulo 10:La vuelta a la moneda
Vaya, no recordaba que fuera tan larga la historia =D
- Spoiler:
- Capitulo 10: La vuelta a la moneda.
Era un nuevo día en Rygdell, y el plazo de 7 días que Sir Maximilahn había hecho para su regreso estaba a la mitad.
Esto significaba que estando ausente el principal observador del rey, el ambiente era, si bien no descuidado, si era mucho más relajado.
Incluso el general Alx había reducido las horas del turno de los centinelas, a fin de que tuvieran más tiempo libre para sus propios asuntos. Este día estaba un poco nublado, y algunas hojas comenzaban a caer, indicando que el otoño estaba en todo su esplendor.
El sol ni siquiera terminaba de salir por las colinas, cuando Tozaki y Sooh, salieron por el portón principal.
Aunque Sooh iba totalmente desarmado, Tozaki llevaba un báculo de madera que usaba como bastón a pesar de no tener problemas en ninguna de sus piernas.
Tozaki, a diferencia de Sooh, no era un hombre de resistencia. Al trotar 20 minutos ya estaba exhausto, pero este día le había “prometido” a su amigo que lo acompañaría en su trote matutino, y él era un hombre de palabra.
Sooh estaba lleno de brío y movía sus pies con mucha rapidez, y una sonrisa ocupaba más de la mitad de su cara, mientras esperaba a su compañero se ponía a hacer algunos ejercicios de calentamiento, no hace falta mencionar que Tozaki no miraba esto como un gran entretenimiento.
-¿Estás listo?-preguntó, mirando a su amigo por sobre el hombro.
-Ehh…supongo que sí.- contestó arrastrando las piernas y las palabras.
Los dos hombres continuaron caminando por unos minutos, pero en un intervalo tan corto de tiempo, Tozaki ya estaba retrasado por muchos metros.
-No puede ser posible que ya te hayas cansado.- gritó burlonamente desde el otro lado de la senda, a un Tozaki que ya apenas se notaba entre la neblina matutina.
-Este…tú síguele, yo te alcanzaré en algún momento.- declaró, quién ya se había dado por vencido con el trote y solo caminaba lentamente.
Sin embargo, Tozaki y sus energía no estaban vacíos, sino que simplemente el humor que tenía no le permitía trotar, sobre todo tomando en cuenta que no era tan importante como para exigirse a seguirle el paso a su amigo.
El rubio siguió el consejo y continuó solo, para en solo cosa de segundos, desprenderse totalmente de él.
Finalmente estaba en la zona por donde había escuchado a la bella mujer del cabello rojo. Ignorando totalmente los riesgos que podrían estar frente a él, se metió en el bosque, donde recordaba haber pasado anteriormente.
Caminaba entre la espesa vegetación, y finalmente llegó al claro con el pequeño lago en el centro.
Sooh tenía un extraño coctel de emociones dentro de su cabeza, emoción de estar en el lugar donde había visto la mujer más bella en años, y miedo al recordar la situación en que estaba con ella la última vez.
Se acercó lenta y cuidadosamente al pequeño lago, que junto a la neblina en el bosque, parecía brillar, como si tuviera miles de brillantes diamantes en el fondo. Se inclinó y tocó el agua, y se sorprendió al notar lo caliente que estaba, al parecer este lago era de aguas termales.
Se levantó, dio otra ojeada a su alrededor, esperando a ver alguna señal de la chica misteriosa, pero simplemente no apareció.
Sin embargo, mientras iba camino al camino aeróbico, una voz lo hizo parar.
-¿Qué haces aquí?-dijo Mihaumary con una seriedad que daba miedo.
A pesar de estar seguro de haber checado todos los lados de ese lugar misteriosos, Sooh de alguna forma no se sorprendió de la llegada de la chica. Al contrario, se volvió y miró de nuevo a la chica.
Esta vez sí tenía ropa, una cálida camisa color aqua que dejaba ver con facilidad sus lindos atributos frontales, una falda del mismo color, pero con un fajo de tela rosa le daba un aire elegante, y un par de sandalias estilo romano que le llegaba a la rodilla.
-Quería encontrarte.- dijo Sooh con seguridad.-Quería preguntarte quien eres, y que fue lo que hiciste la última vez.
La cara de seriedad de la chica se convirtió en una de molestia, sin embargo no contestó.
-¡Dime quien eres, y que hiciste!-repitió con enojo.
La mujer, dejó su semblante serio y frio y miró al suelo con una actitud parecida a la vergüenza, como un niño siendo regañado por sus padres tras haber hecho una travesura.
-Yo me llamo Mihaumary.- confesó finalmente.
-Mihau…mary.- repitió sorprendido de lo fácil que había sido recibir la respuesta.
-Yo…quería…besarte, desde hace tiempo. Siempre te…veía dentro del castillo y…me enamoré de ti.
-Vaya, Mihaumary, eso es todo un honor para mí pero… ¿por qué no me lo dijiste antes?
-Pues, me daba pena y…decidí hacerlo sin pensarlo.
La chica le dirigió una sonrisa hermosa a Sooh, al tiempo que la chica comenzaba a acercarse lenta y románticamente al hombre, de la misma forma que la última vez.
Sin embargo, la confesión de la chica no hizo que esta acción lo relajara más, al contrario él la tomó de los hombros, impidiéndole avanzar más.
-Escucha, no puedes simplemente ver a un hombre y acercarte y besarlo…sobre todo porque tus besos son…raros.
La chica dedicó una mirada coquetona, causando un pequeño rubor en la cara de Sooh, pero él no volvería a cometer el “error” de caer en sus juegos seductores, así que se volvió rápidamente y caminó de regreso a la vereda.
-Y no se a que bando perteneces…pero si perteneces a Hasid, aléjate y no regreses…a menos que quieras morir.- concluyó el hombre sin mirar atrás y caminando dando fuertes pasos.
La chica puso cara de asombro y estupefacción, tal parecía que este hombre ya no era el patético lujurioso que se dejaba llevar ante la primer provocación, pero rápidamente se volvió en uno de furia, así que con un rápido movimiento de sus manos, una especie de bola negra con un oscuro aura morado que lo rodeaba, salió de sus manos y se impactó justo sobre donde Sooh hizo un paso, y como si hubiera caído en arenas movedizas, su pie se hundió hasta la altura de su espinilla.
-¿Tu trabajas para Hasid?, ¿No es cierto?-dijo Sooh furibundo.
-Pero no lo hago porque quiera, si no termino contigo, él me matara a mí.
Ahora el pie que Sooh tenía libre fue el que comenzó a hundirse, y en menos de cinco segundos, ya estaba hasta las rodillas en ambas piernas, y a pesar de que usaba toda la fuerza de sus brazos y sus piernas, no parecía poder liberarse.
-¡No…uggh, no tienes que hacerlo!
-Claro que tengo que hacerlo… no es cómo si me gustara trabajar con ese arrogante, pero si tengo que matarte para terminar esta guerra inútil…no dudes en que lo haré.
Ya no se veía nada del cuerpo de Sooh por debajo de su ombligo, y él ya no hallaba que hacer para liberarse, también sus brazos estaban atrapados bajo la tierra, y antes de que llegara a su pecho, dejó de moverse.
La mujer se inclinó y puso su cara frente a la de Sooh y le susurró:
-Di buenas noches.
Tomo al hombre por la barbilla con una suavidad romántica, y lo besó.
Sooh estaba consciente de que no le quedaba más que hacer…él iba a morir.
Se sintió impotente, al saber que había dejado de hacer muchas cosas, y que nunca las podría hacer, tantas cosas que podría haber hecho antes y que no hizo.
Nunca había temido el morir, pero tampoco había esperado el hacerlo a tan corta edad, y de una manera tan poco honorable como un beso.
Deseaba mirar al cielo antes de morir, pero lo único que podía ver era la hermosa cara de Mihaumary…y sus ojos. Él recordaba que antes sus ojos eran negros, pero ahora veía cómo lentamente se iban volviendo blancos…cómo si la vida que ella le robaba hacía que sus ojos se volvieran blancos…una ironía, pensó.
Notó que su cuerpo ya estaba escapando de su prisión, no sabía si era su alma la que se liberaba, o si era su cuerpo físico…pero eso ya no importaba.
No podía mantener sus ojos abiertos, pues ya no tenía para que continuar con eso abierto. Dejó de oír los pajarillos del bosque, el tenue sonido del agua del lago, y de repente, ya no oyó nada más.
Intentó sentir los labios de su asesina, pero ya no los sintió, y de hecho, ya no sentía nada…Eso era todo, el supuso que era porque ya no estaba en el bosque. Ni en el mundo.
El castillo era un lugar gigantesco y majestuoso, estaba al norte del mercado de Hyrule, y sólo los que tenían cita con el rey o miembros de la élite social de Hyrule tenían permitido entrar.
Tenía más de 50 habitaciones, pero la más importante era sin duda la sala del trono, donde el rey llevaba a cabo mal ganado gobierno.
Por esto mismo lo que poca gente notaba, era el despacho que Hasid Melikor, el consejero del rey, tenía hace más de 20 años.
Aunque estaba justo a un lado de la sala del trono, este lugar dejó de usarse en cuanto el nuevo rey llegó. Aunque el nuevo rey había tenido otros dos consejeros desde entonces, concordaban con que no le llegaban a los talones, incluido Maximilahn.
Y él era precisamente el hechicero quién estaba deambulando en donde el asesino de su padre solía trabajar.
Maxi buscaba por todo este lugar una pista o algo que lo ayudara y le diera algo de ventaja en caso de que tuviera que enfrentar a su némesis.
A pesar de que Hasid era el principal enemigo de Hyrule desde todo este tiempo, el rey había ordenado que su oficina quedara intocable, ya sea por respeto, o en caso de que aun día como este llegara…de cualquier forma, Maximilahn agradeció la oportunidad.
Ayudado con una vela, el mago verificaba meticulosamente cada uno de los rincones del lugar, no sin antes quitarle a los objetos encontrados, el polvo y telarañas acumuladas de 20 años.
Miraba todas y cada una de las páginas de los libros de magia antigua de los que estaban repletos las paredes de la habitación, y aunque la mayoría de los hechizos allí descritos ya los conocía, aquellos que no, los separaba y los ponía sobre el escritorio para darle un chequeo detallado más tarde; llevaba acumulados más de 10 libros, y el hombre estaba sorprendido del gran conocimiento que Hasid tenía a su disposición, y al pensar en los más de 50 libros que aún le faltaban por checar, tuvo entusiasmo en todo lo que tendría que aprender, pero tuvo miedo al intuir todo lo aprendido en lo que Hasid lo superaba.
-Sir Maximilahn, el rey le manda este plato de comida para que usted pueda renovar su energía y su alma.- dijo un guardia asomando su cabeza, un plato de carne y una jarra de agua por la puerta.
Aunque en otras situaciones, Maxi hubiera usado una frase irónica sobre la “barbera” forma de hablar del soldado, no estaba de humor para discutir con un subordinado, a pesar de la aparente diversión que le ocasionaba, en lugar de eso, simplemente le ordenó que dejara los alimentos en el escritorio y que se retirara.
Aunque todo el mundo recordaba al rey cómo el traidor que asesinó a su rey, y exilió a su esposa y príncipe, Maximilahn era de los que creían que el cambio había sido para bien.
Después de todo, aunque los primeros meses después del Golpe de Estado habían sido muy complicados por la cuestión de algunas rebeliones que no pasaron a mayores, una vez que el pueblo se acostumbró al nuevo rey, se dieron cuenta de que no sería tan malo.
Había dado un importante apoyo a todos los plebeyos, desde los carpinteros, vendedores, albañiles, incluso a los viajeros que venían desde tierras lejanas.
También creó la Universidad de Hyrule, a dónde iban muchos jóvenes hylians para recibir una educación en administración, filosofía, y magia. También institucionalizó la Academia de Hyrule, para que el nivel de la milicia y caballería mejorara, y dejaran de ser simplemente cuestiones de empirismo y práctica.
-A pesar del trabajo que me encomendó…debo aceptar que si me ha apoyado bastante.- pensó Maximilahn, mientras daba una elegante mordida a la pierna de pollo.
Y esa afirmación distaba de la exageración, pues el rey le había dado a Maximilahn todas las facilidades para hacer su trabajo más fácil, el permitirle el paso al despacho de Hasid, por ejemplo.
Al mirar un reloj de arena y notar que ya se había vaciado nuevamente, pues lo había hecho hace 2 horas, dejo el libro que leía a su lado, y se masajeó los parpados unos segundos y se quedó en esa posición de relajación.
Sin embargo, una voz proveniente de la puerta rompió su incipiente relajación.
-¿Ya ha tenido algún avance, Sir Maximilahn? –dijo un anciano recargándose en ella.
-No es algo que te incumba.- contestó, evidenciando su falta de respeto, incluso a los mayores.- Déjame solo.
A pesar de la orden, el viejo se acercó confiadamente provocando otra de las miradas asesinas del mago, que desapareció en cuanto el anciano dijo conocer a Hasid Melikor.
Muchos de los veteranos que conocían personalmente quedaban prendados de su sabiduría, frialdad y habilidad, por lo que al estallar el golpe, se aliaron con Hasid y hallaron una nueva vida en Shinu, o en alguno de los pueblos dentro de Tyska.
Por lo tanto, a pesar de que Maximilahn había buscado información personal de Hasid dentro de los que habitaban el castillo había sido inútil, incluido el rey, quién se excusó argumentando que el hechicero desconfiaba de él, con mucha razón.
-Habla rápido, que no tengo el tiempo para que me cuentes la historia de tu vida.- advirtió el mago.
-Ehh, bueno, intentaré ser lo más rápido posible.- comenzó, al tiempo que se sentaba en una silla cercana.- Desde el primer momento que llegó Hasid al castillo, era un muchacho simple, yo lo recuerdo bien, su único amigo era el rey, en ese entonces cuando era solamente un príncipe adolescente, los dos se divertían haciéndole bromas a….
-¿Sabes? No creo que las travesuras de Hasid sea algo que necesito saber, si no tienes algo verdaderamente importante, lárgate de aquí.
-Espere señor, sea paciente, aún falta lo mejor.- el anciano se aclaró su garganta y prosiguió.- Una vez que el rey ascendió al trono, aun seguía siendo un gran amigo de Hasid, aunque ya dejaron las travesuras de lado .Sin embargo, de repente todos comenzamos a notar un patrón en la conducta de Hasid. Justo cuando su nivel de magia se disparó, él comenzó a ser más arrogante, más frío y…bueno, tú sabes cómo, y no sólo eso, si no que comenzaba a mostrarse débil de vez en cuando, y extrañamente, varias veces me lo encontré escribiendo en la biblioteca, pero…en la sección de repostería.
-¿Repostería? ¿Qué tan seguido iba allí?
-Eh, no estoy seguro señor, casi siempre lo veía las noches del…invierno, si, en invierno comenzaba a verlo más seguido en la biblioteca. Y después de muchos años, justo antes de que se diera el golpe, comenzó a desaparecer más frecuentemente, antes de irse solía verlo muy cansado, y cuando regresaba estaba normal…Como si al desaparecer descansara.
-Entonces… ¿la sección de repostería dices?-y ante el asentimiento del anciano, Maxi rápidamente salió del salón y se llevó los libros que leía con él, pero antes de alejarse mas, volteó a ver al hombre.
-Gracias por la información.- Y continuó su camino.
*****
Aunque Tozaki sabía que Sooh no era la clase de persona que esperaría a alguien, le sorprendió no saber nada de él, y quizás previniendo que volvería a ir a dónde días antes vio a esta “chica fantasma”, cómo el propio Tozaki bautizó por obvias razones.
Según las descripciones detalladísimos que su amigo le había dado, se acercó a ese pequeño sendero que salía del camino principal, pasando un arbusto tapizado de pisotones.
A medida que caminaba notaba cada una de las señales que antes le había dado como el cadáver descompuesto de un ciervo que aún no cedía a los carroñeros, y un bello manzano cuyos frutos no tenían que envidiarle a las de las Hespérides.
Finalmente notó el claro con el pequeño lago del que tanto le había comentado pero lo que más le sorprendió, y con justa razón, a la famosa chica pelirroja y no sólo eso sino que también reconoció al personaje sobre el cual estaba hincada.
-¡¿Sooh?!- gritó desde la distancia, al tiempo que daba largas zancadas para esquivar las ramas y arbustos en el suelo.
La mujer oyó claramente el grito del hombre, y se alarmó, por lo que instintivamente levantó la cabeza para ver al recién llegado, acción de la que inmediatamente se arrepintió, hizo unos movimientos desesperados hacia los labios de Sooh de nuevo, pero ninguno lo terminó, quizás pensando que ya que había despegado los labios, ya era demasiado tarde para continuar con su hechizo.
Rápidamente se levantó y retrocedió, mientras veía como el hombre llegaba a su encuentro, pero se hincó ante el cuerpo inerte de su compañero e intentó reanimarlo.
Aprovechando la situación, Mihaumary abrió otro de sus portales y con un pesar en el corazón avanzó lentamente hacia él.
Sin embargo, cuando estaba a punto de entrar en el portal, sintió un fuerte jalón de su brazo por parte de Tozaki.
-¿Qué le hiciste a mi amigo?- preguntó con furia en su voz, causando una mirada de miedo en la mujer. Ella atinó en darle una patada en la cara a Tozaki, quién la soltó lo suficiente como para que la chica ya pudiera entrar en el portal.
Sintió una fuerte succión y una leve sensación de nauseas, pero terminaron casi instantáneamente, pues antes de notarlo, ya estaba en un lugar completamente diferente.
Los espesos árboles ya habían cambiado por gruesos troncos muertos, y el suelo que estaba lleno de hojas verdes, ahora estaba lleno de arena y piedrecillas. Se podría decir que era una especie de estepa.
Pero algo le llamó la atención a Mihaumary, tan pronto llegó, sintió una fuerte presión en su pie, y se temió lo peor.
Miró hacia abajo, y observó con horror la cara valiente de Tozaki, quien la agarraba fuertemente por su tobillo.
La mujer intentó darle otra patada, pero el hombre tomó su pie antes de que le alcanzara su cara y lo jaló.
La mujer cayó con una gran fuerza, y dio un pequeño grito, no sólo por lo aparatoso de la caída, si no porque al caer, las piedrecillas se le habían incrustado en todo su cuerpo.
Tozaki se levantó y tomó con una sola mano las dos de Mihaumary, y las apretó con mucha fuerza, causando otro grito de la mujer.
-¿Qué le hiciste a Sooh?- dijo aparentando frialdad. Pero la mujer sólo estaba allí con una cara que reflejaba impotencia. Tozaki apretó aún más y su cara ahora se volvió de sufrimiento.
-¿Qué le hiciste?- repitió, con más intensidad.
-No…no le hice nada. –dijo con un hilo de voz.
-¿Entonces que hacía inconsciente en el suelo?
-¿Inconsciente dices? Entonces…no le hice nada.
-¿A qué te refieres?
-Pues, quería matarlo, pero no pude, por eso sólo está inconsciente.
-¿Matarlo con un beso?-preguntó, tragándose el orgullo ante las declaraciones que su compañero le había dicho.
-Pues, si…pero, ¡yo no quise hacerlo, en serio!
-Déjame adivinar… ¿Tienes algo que ver con…Hasid Melikor?
- ¡Si, si!-exclamó con desesperación.- Yo, yo no quiero hacer esto, pero a ese hombre… no le puedo decir que no. Si lo hago, me mata.
Tozaki miró unos segundos a la chica, que con toda su cara rogaba perdón.
-Iremos juntos a Rygdell, le explicarás todo esto a los generales, y nos dirás todo lo que sabes de Hasid Melikor, a cambio te ofreceremos protección…Ayúdanos y nosotros te ayudaremos.
-Ustedes…no podrán protegerme de Hasid. El puede matarlos a todos ustedes y matarme a mí y regresar a su hogar en menos de 5 minutos.
-Si pudiera, ya lo habría hecho, ¿no?- contestó Tozaki con una sonrisa. Si lo que dices es cierto, y fuiste tan rápida para delatar a Hasid, es porque no le debes nada. Ven con nosotros, y yo mismo me ocuparé que no se te acerque.
Mihaumary tragó saliva y asintió con una mirada de seguridad.
*****
Nikedanz y Ony estaban tirados sobre una pequeña cama de hojas que Lia les había preparado.
Ambos estaban sumamente heridos, y la pérdida de sangre apenas había sido limitada con improvisados torniquetes de la gabardina de Lia. Estaban no sólo heridos física, sino psicológicamente, pues sabían que un solo sujeto que prácticamente jugaba con ellos, les había hecho eso, y ellos, muy apenas lograron herirlo.
César, sin embargo, llevaba más de una hora recostado en el tronco de un árbol, sobándose el tobillo que estúpidamente se había lastimado. No se atrevía a mirar a los dos hombres, pues a pesar de lo vago que era, tenía una vergüenza, que había perdido en sólo una caída.
Lia, sin embargo estaba destrozada mentalmente, al ver el estado de su “padre”, no podía evitar derramar algunas lágrimas de impotencia. Nunca antes había tenido que enfrentar enemigos de este calibre, por lo que su orgullo se había disparado. Ahora, ni siquiera podía hacer lo único que podía hacer excelentemente, volar. Un simple golpe había bastado para convertirla en una inútil.
Ni siquiera las palabras de aliento que le había dado su padre antes de caer inconsciente habían podido ayudarla a ver ese trago tan amargo.
Una vez que ya se había calmado la situación, Raty partió hacia Rygdell, a fin de buscar médicos que los auxiliaran, pues los Alkólikos no estaban en condición de moverse, y el fuerte de Rygdell estaba a apenas unas 3 horas caminando, por lo que Raty bien pudo llegar a él en máximo una hora y media.
Lia quería alejarse del mundo, pero hasta que ningún amigo estuviera fuera de peligro, no podría hacerlo.
Mientras tanto, Raty arribó a las puertas de Rygdell, que anteriormente la chica no había podido disfrutar, pues casi toda su visión estaba tapada por hojas y ramas.
Gritó por ayuda varias, y levantó las manos para mostrarle a los vigilantes que no mostraba ningún tipo de arma, y una vez que se abrió la puerta, dos de ellos la tomaron por los brazos y la condujeron a un calabozo, cosa que la chica había previsto, por lo que no opuso resistencia, pero le pidió a los guardias que le dijeran a Alx que Raty estaba aquí.
Ni siquiera diez minutos estuvo dentro del calabozo, soportando las miradas lujuriosas de los demás hombres atrapados, cuando un guardia la liberó y la condujo a un cuarto lujoso, donde vio a Alx, y a Hinata, juntos con otros guardias.
-¡Raty!- exclamó Alx y se acercó vigorosamente a Raty y la abrazó, con una sonrisa que apenas le cabía en la cara, a sorpresa de Hinata y los guardias que estaban acostumbrados a su mirada calmada y seria. -¡Por fin llegaron! ¿Y…dónde están los otros?-dijo como niño en Navidad.
-Ellos, nosotros fuimos atacados, por un hombre que se hacía llamar Dark Itram, mencionó ser la mano derecha de una operación para cambiar el orden de mando de Hyrule.
Las palabras causaron un intercambio de miradas, y la mirada de Alx se volvió seria otra vez.
-¿Cómo están?
-Ony y Nikedanz están bastante heridos. Y Lia y Cesar solamente lo están superficialmente.
-¿Y los demás? ¿Qué pasó con Kesos y los otros?
-Ellos pues…se separaron de nosotros, no sé a dónde fueron, pero quizás Ony sepa más…
-Vienes aquí por ayuda, ¿no es cierto?
-Exactamente Alx, ellos están a 3 horas de aquí, pero no podían seguir caminando. Necesitamos ayuda urgentemente Alx.
-No digas más, Raty.- dijo con autoridad, y volteó a ver a uno de los guardias.-Busca a Zemill, dile que venga inmediatamente, también prepara una unidad médica a caballo, y 30 hombres de escolta.
-Sí, señor.- contestó enérgicamente y desapareció corriendo por la puerta.
-Muchas gracias Alx…sabía que podía contar contigo.-dijo con la voz entrecortada.
-¿Eso hacen los amigos, no? Ah, y no los he presentado, Hinata, ella es Raty, una entrañable amiga Alkólika.
-Mucho gusto.- dijo Hinata con una bella sonrisa.- Me gustaría acompañarte y ser de toda la ayuda posible, dudo que los hombres toleren a Zemill como jefa, ¿estás de acuerdo en eso, Alx?
-Me parece una muy buena idea, Hinata, no había pensado en eso.
-Gracias a los dos por todo.
-¿Qué pasa? ¿Ya llegó mi Tozaki? –dijo Zemill gritando desde el pasillo. Abrió la puerta de un golpe y vio con malos ojos a Raty. -¿Y ésta quién es?- dijo con una mirada de repugnancia y algo de envidia. Después de todo, se sabía que Zemill no gustaba la presencia de las mujeres bellas, y sobre todo una que competía con ella.
-Ella es Raty, es una amiga, y necesita tu ayuda. ¿Podrías acompañarla a ella y a algunos hombres a recoger a sus compañeros heridos? –dijo Alx intentando mantener la compostura y mordiéndose los labios para no regañarla por su falta de respeto.
-¿Y porque yo?-dijo con un tono de niña malcriada.
-Porque fueron atacados por un poderoso guerrero, quién sabe si los ataca de nuevo.
Ahora la cara de Zemill se llenó de entusiasmo, Alx si que sabía cómo hablarle a la chica.
-De acuerdo, iré.
Al mismo tiempo, el mismo guardia regresó y asomando su cabeza por la puerta dijo.
-Ya están listos, General. Ya están en el patio, pueden partir en cuánto dé la orden.
-Muy bien.- Y mirando a Hinata.- Ten cuidado Hinata, confío en que todo estará bien.
-No se preocupe General.-dijo la chica al tiempo que enfundaba su espada.- No pasará nada.
Zemill salió corriendo hacia el patio, empujando “sin querer” a Raty, acto que Raty respondió con una mirada de desaprobación.
-Y tu Raty, ten cuidado.-dijo Alx, al tiempo que la abrazaba nuevamente.
-Gracias Alx, regresaremos para la hora de la cena.- dijo feliz.
****
-¡Zemill! ¿A dónde crees que vas?- gritó Hinata, quién estaba al frente de la caravana, junto a Raty quién miraba con duda la acción de la pelinegra.
-Voy a buscar a Tozaki, no regresó cuando salió a correr con Sooh, estoy preocupado por él.
-¿Tampoco ha regresado el general Sooh, verdad?- dijo Hinata con preocupación.
-¿Sooh? No, tampoco él.- Y observando la cara de consternación que Hinata hizo, complementó.- Lo buscaré a él también.
-Muy bien, cuídate.- concluyó y tras darle una sonrisa, regresó al frente de la tropa, al tiempo que Zemill, corría por el sendero que hace unas horas Sooh y Tozaki recorrieron.
Vaya, no recordaba que fuera tan larga la historia =D
Rata- Admin
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
a Hasid le pasa lo mismo que a Naraku?
en ciertas ocasiones se debilita y su cuerpo se desase porque esta hecho de pedazos de muertos D:
esperando a kk!!
en ciertas ocasiones se debilita y su cuerpo se desase porque esta hecho de pedazos de muertos D:
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Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Bueno, dedicado a ustedes dos amigos mios, arzes y sanahi, dos de nuestros mas fieles lectpres ^^ Espero les encante
Capitulo Diez X: Perspectivas (de honor, maldad, entrega y coraje).
- Spoiler:
- Kesos con un giro rápido de brazos trato de darle en las piernas a Shu; Lobo a su vez lanzo su hacha contra su enemigo y corrió detrás de ella.
Shu con sus botas de acero pateo el hanbo al tiempo que de un puñetazo alto mandaba a volar el hacha, al tener a Lobo cerca lo sujeto de la ropa y con violencia lo estrello contra el piso.
—¡Veo que si te has entrenado Shu! —grito Lobo mientras le daba una patada a la cara—. ¡Me encanta que seas rudo!
—¡Ya verás bastardo de…—un queso negro le exploto en la cara—¡Juega limpio maldita sea!
—¿Para qué? Así es más divertido—sonrió Kesos mientras le daba un golpe con su arma de madera en el costado a Shu— ¡¿Ruido metálico?! ¡Puto de mierda traes una armadura!
Un puñetazo se escucho en todo el lugar y como rayo, Lobo salía disparado a un lado, le habían dado con tal fuerza que reboto dos veces en la arena hasta que se detuvo. Shu se quito la capucha y dejo ver un peto, espinilleras, protección de brazos y armadura de torso del mismo material que sus guantes y botas. Estaba protegido estratégicamente.
—Solo así puedes maldito cobarde—dijo con desprecio Kesos tomando una postura de cautelosa defensa—, marica.
—Haznos un favor a todos Kesos—dijo Shu mientras guiñaba el ojo—, no me hagas librarme de mi armadura y patearte más duro el culo.
—¡Ya lo veremos!
De un costado de Shu, de la misma manera en que había desaparecido, llegaba Lobo con una cara maniática y su hacha en ambas manos.
Sin dejar tiempo a nada, le dio a Shu en el costado con la parte sin filo de su arma, y al igual que él hace unos instantes, Shu fue expulsado con fuerza contra a arena, rebotando tres veces.
—¡Ja Ja! ¡Le di su jodido merecido! —grito entusiasmado Lobo.
—Oye Lobo, ya te diste cuenta que estas sangrando, ¿No?
—Sí, justo de aquí—Lobo se señalo con la diestra todo su lado derecho del rostro—. No te preocupes, ya se curara solo.
—Lobo no mames, si hasta parece que tienes roto el pómulo…
—Tranquilo, no tengo rostro para ser un ligón de cuarta, así que no me preocupo. Mejor atento a lo que hará Shu, que ya se está levantando.
Era verdad. Shu se había puesto ya en pie y analizaba los daños. Su cuerpo no había sufrido daño alguno, gracias a sus poderosas protecciones. Para su desgracia, la armadura de torso estaba totalmente jodida del costado lesionado. Suspirando con resignación, Shu se la quito con pereza. Lobo sonrió al ver eso. Kesos le miro intrigado y no se contuvo.
—¿Por qué sonríes Lobito?
—Es simple Kesos—Lobo giraba entre sus manos el mango de su hacha con emoción contenida—. Tengo un plan que no puede fallar.
—Por favor, si tu jamás planeas nada, eres idiota como Kai.
—Pues resulta que si tengo un plan—respondió molesto—. Primero haremos que su armadura no sirva así se la quitara y podrás atacarlo con todo.
—¡A chinga! ¿Podre? ¿Y tú qué?
—Es evidente que yo me encargare de la armadura, y que al hacer eso, probablemente quede jodido—Lobo sonrió emocionado, pero en las comisuras de sus labios se leía algo de temor—, ese es el precio que exige la victoria.
Kesos lo miro asombrado. Pese a todo él creía que era un buen pan y estaba asombrado.
Lástima que la magia duro tan poco, porque, de la misma forma en que un instante basto para convencerlo, solo eso necesito Shu para contraatacar.
Más rápido que antes, tal vez ligeramente, Shu le había plantado a Lobo una patada doble, que nuevamente lo saco volando al otro extremo del “campo de batalla”. El poder del ataque fue tal, que Lobo tardo en tocar el suelo, y aun así reboto en dirección a Kai y las hechiceras.
—¡Que brillante Lobo! —Dijo con mofa Shu—. Solo olvidaste el detalle de que con menos peso, seré más rápido y así acabare más pronto con ustedes.
Kesos titubeo durante unos instantes, ese golpe que le había tocado a Lobo había sido demasiado fuerte, se sintió amedrentado. Shu le miro alzando las cejas y con una mano le invito a pelear. Kesos entonces pensó en la idea de Lobo, y que gracias a su ataque, ya tenía no solo la cara de Shu libre, sino ahora el estomago y costillas. No podía quedarse atrás.
—¿Ah sí? ¿Te sientes con mucha suerte hoy? —cuestionaba mientras sujetaba con fuerza el hanbo entre sus manos—. Te demostrare que quien va caer más rápido, eres tú.
**********************************************************
Lobo seguía su trayecto con mucha velocidad. Desgraciadamente en el primer rebote, no pudo mantener su hacha a su lado, así que no tenía mucha manera de resistir el golpe o de disminuir su velocidad. No estaba loco como para quemarse con la arena sus manos o piernas de esa manera.
Los gritos de las chicas se escucharon en todo el lugar. Ya estaba listo. Sabía que tendría que caer con un costado, pero estaba analizando que lado sería bueno…
De repente, choco contra alguien. Pese a que trataron de contenerlo, no fue posible y Lobo y su salvador cayeron al piso. Todo fue mucho más suave der lo que se esperaba, Kai había hecho un buen trabajo.
—Joder, creí que moriría—dijo Lobo algo pálido.
—¡Bah! Eres un pésimo actor Lobo—respondió Kai poniéndose en pie y ayudando a parar a Lobo—. ¿Ustedes están bien? —pregunto a las chicas.
—Sí, aunque… ¡Casi nos aplastas! —le grito Sanahi.
—No fue adrede, tranquilícense—se disculpo Kai.
—¿Tú estás bien? —pregunto con sinceridad Hyru a Lobo.
—Eh…si, gracias. Lamento haberlas asustado de esa manera.
—Está bien—Hyru estaba tranquila— Aunque, eres muy pequeño para pelear, ¿No?
—No—Lobo se sacudió el polvo con algo de molestia y se toco el pómulo lesionado—; esto dolerá mañana sin duda.
—¿Qué tal el estomago?
—Bien. Tarde tanto en detenerme, que recupere buena parte del aire. Ningún hueso fue roto tampoco.
—Perfecto. Pues ve a darle batalla a Shu—Sonrió Kai dándole bríos a Lobo—El desarmarlo es un excelente plan, digno de ti amigo mío.
—Y no has visto lo demás —sonrió Lobo y sin más, echo a correr.
—Me siento tan orgulloso de él—dijo Kai hinchando el pecho—. Yo lo vi crecer e incluso, yo entrene tanto con el…
—Este suena como si fuese su padre—le dijo Sanhi a Hyru—. Están locos.
—Creo que son buenos amigos—dijo Hyru extrañada.
—Y ese plan que brillante es…—seguía hablando Kai—, es un genio sin duda alguna. Es toda una promesa…
—No malinterpretes las cosas—prosiguió Hyru—. El chico se me hace muy joven para pelear, y por eso nos preocupa, pero, no creas que por eso ya estamos en paz o confiamos ciegamente en ustedes.
—No pretendo cambiarte de opinión—dijo Kai serio—. Si no conjuran nada maligno en nuestra contra, no tenemos razón de cruzar nuestros destinos en la pelea—sonrió—; de Lobo no te preocupes, es joven pero es más de lo que aparenta… como todos aquí.
De repente, Kai guardo silencio de golpe y miro hacia una de las dunas de los alrededores. Su cuerpo empezó a temblar y en su cara se dibujo una emoción aun más grande que la que antes le movía a parlotear.
En la cúspide de la duna, el sujeto de las alforjas miraba el combate, no, miraba a Kai. Tenía sus brazos cruzados y la mirada fija en Kai, podía sentirlo.
Incluso, Hyru y Sanahi le observaban con extrañeza, más que con temor o algo así. De alguna manera, ya le creían que él no buscaba meterse con ellas, más aún porque él había saltado a proteger a su amigo y a ellas de un choque inminente.
Con una sonrisa en el rostro. Kai tomo su espada con todo y funda y empezó a blandirla contra el viento. Lo hacía de manera estudiada, a conciencia, como si fuese un… calentamiento.
—¡Oh si! —Dijo extasiado— De manera que si nos honraras con tu presencia, Order-Sol—dijo embriagado de emoción Kai, mirando al de las alforjas acercarse al campo de batalla.
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—¡Venga Rata, hazme sudar!
—¿Qué? ¿Acaso ya estamos peleando?
—Pues creí que estábamos jugando Rata—ironizo Arzes—. ¡Venga! ¡Hazme sentir que vale la pena perder mi tiempo contigo sabandija!
—¿Sabandija? ¿Quién te crees? Deberías sentirte agradecido de que no te he machacado, pese a que podría hacerlo porque estas cansado de…
—¡No digas estupideces! —Una patada de Arzes hizo callar a Rata—Esa mujer con la que peleamos dio más pena que pelea.
—Ya veremos quién da pena—musito Rata saltando hacia atrás—. Ahora veras, maldito hablador.
—De manera que ya vamos a comenzar, ¿Eh? —Arzes opto por posicionarse en un modo defensivo— Venga pues—una de esas grandes y confiadas sonrisas se dibujo en su rostro— ¡Dame tu mejor golpe chico!
Rata inicio una carrera contra Arzes de modo zigzagueante. Su espada volaba grácilmente de una mano a otra, el enemigo lo miraba, media sus movimientos. A medio trecho de Arzes, Rata inicio una serie de pequeños giros de cadera, era como si esquivara ataques. A un cuarto de camino para el choque de aceros, Rata empezó a dar mortales hacia delante de una manera felina y elegante, era como caer en un trance verlo moverse. Arzes seguía esperando a que atacara.
De un salto, Rata elevo la espada al cielo. Arzes sintió que ese era el momento y dio una estocada a su contrario. Hábilmente, Rata puso las palmas en el piso y “camino de manos”, con una certera patada de su diestra desvió la espada de Arzes, dejo caer la zurda sobre la cabeza de su enemigo, acto seguido la diestra cayó sobre Arzes derribándolo. El remate vino cuando Rata de ese mismo salto se puso en pie, tomo su arma entre sus manos y le hizo un corte en el pecho, superficial, pero finalmente era un golpe.
Finalizo todo nuevamente con un par de saltos mortales hacia atrás, para marcar distancia y se puso en guardia.
—¿Por qué estas dándome la oportunidad de ponerme en pie? — cuestiono Arzes.
—Soy un hombre justo, y finiquitar tu vida en el piso, no sería divertido—contesto sonriendo— ¿Dónde quedo esa sonrisa tuya que alardea victorias aun no conseguidas? —cuestiono irónico.
—No te preocupes—Arzes se puso en pie y palpo la herida del pecho—. Ahora mismo te la presentare cabronazo.
Como si una pira de fuego ardiera en sus pantalones, a un costado de Arzes paso corriendo Lobo que regresaba a su pelea contra Shugokz.
Arzes sin cuestionar nada dio un rápido salto hacia atrás, se puso en guardia y planto su espada al frente.
Lobo siguió corriendo, no sin antes mirarle como si se tratase de un bicho raro.
—¿Qué te pasa idiota? ¡Tú adversario soy yo no Lobo!
—Creí que me atacaría—dijo Arzes bajando su acero anonadado.
—Papanatas—dijo molesto el mercenario alkoliko—. Ya te lo dije, somos guerreros justos. Lobo no te pondrá un dedo encima.
—¿Ni siquiera para salvar tu pellejo? —pregunto incrédulo.
—¡Por favor! Cuanto llevas peleando con nosotros y aun dudas de nuestro honor— Rata alzo su hoja y apunto hacia su contrincante—. No será necesario que me ayude, acabare contigo sin esfuerzo—respondió sonriendo con soberbia.
—Con que esas tenemos. Bien—el acero de Arzes también se alzo para apuntar al contrario—, ahora si estamos hablando de un duelo serio.
Y sin mediar más palabras, ambos mercenarios blandieron al aire sus espadas e iniciaron la carrera para chocar sus armas en combate.
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Dejemos un poco de lado, mi estimado y constante lector, esta pelea sin precedentes del desierto. Vayamos ahora a otra parte. Veamos a esos personajes que se marcharon rápidamente en el anterior capitulo X, a esos guerreros que escaparon con la cola entre las patas, o más bien, a ese guerrero serio y calculador y a la joven explosiva e impulsiva.
Vayamos a los túneles oscuros, en los que tratan de sobreponerse a sus heridas Dark Itram y Nelly-Kass.
Precisamente, Kass en el momento que llegaron se derrumbo sobre el piso, respirando con dificultad y retorciéndose ligeramente por el dolor de la derrota.
Itram le miraba indiferente. Se puso a su lado, alzo una mano e invoco un hechizo curativo, al menos para detener el derramamiento de sangre y suavizar el dolor físico, puesto que, nada podía sanar el dolor de orgullo.
—Hasid jamás debe de enterarse de esto Itram—ordeno Nelly sin saber su posición—, si el llegase a enterarse de esto sería el fin de todo esto.
—De tu desobediencia sin duda—apenas se surco un poco la boca de Itram.
—¿Qué te parece tan divertido imbécil?
—Que si no querías que Hasid se enterara, no debiste de haberle llamado.
—Yo no hice tal cosa.
—Tal vez no de forma consciente, pero estabas tan desesperada que no mediste el enlace y le llamaste sin duda.
—Cállate maldito hablador.
—Solo tú, herida como animal en tu orgullo, eres capaz de cerrar tu percepción y no darte cuenta de que la furia de Hasid es tan grande, que se puede sentir como se está acercando.
—Estás diciendo…
Nelly callo en ese instante, era verdad. No habría palabras exactas para darle termino y descripción a la sensación que estaba sintiendo, aunque lo que tenia mayor proximidad a esa sensación, es como poner la piel cerca de las llamas, esa sensación de calor abrazadora, era muy parecida a lo que Itram y Nelly sentían ahora.
De golpe, a un costado de ellos se abrió un portal que estaba en absoluta oscuridad. Con pasos calmos y anda elegante, Hasid entro a escena.
—Señor—dijo Itram y le hizo una reverencia.
—Quiero que te relajes Itram, ya hablare contigo. Primero es el turno de ella— dijo con desprecio.
—Mi señor— Kass como su cuerpo se lo permitía, trato de hacerle una reverencia al poderoso amo de las artes mágicas y arcanas.
—El que trates de adularme, no ayudara a lo que te está esperando.
—Mi señor quisiera que me entendiera…
La diestra de Hasid se alzo. Implacable como él solo, con un movimiento de muñeca, Nelly se desplomo presa del dolor en el piso nuevamente y empezó a sangrar.
—No quiero que gastes tu magia en tratar de curarla Itram—decía impasible Melikor—, ni siquiera en ti usaste un hechizo tan poderoso como en ella. No malgastes tus energías— con otro meneo de muñecas, esta vez hacia Itram, Hasid sonrió— Tú también recibirás un castigo, pero de otra índole.
Itram, manteniendo su mueca de seriedad extrema, se tanteo el brazo dañado y para su sorpresa, Hasid lo había sanado totalmente. Hizo una reverencia nuevamente en agradecimiento, y después se puso nuevamente su gabardina.
—Mi señor…
—No te dirijas a mi nuevamente Kass. Tu estúpido ímpetu juvenil puso en riesgo muchas cosas en nuestra balanza—Melikor se acerco a ella y con indiferencia le piso la herida del estomago—, lo más desagradable, es que tu incitaste todo este problema y ni siquiera pudiste darle batalla a tus enemigos. Un ser inútil y despreciable como tú, no merece estar entre mis filas de allegados.
De una patada, le dio vuelta a la chica y le dejo berreando de dolor. No se tenía claro que le dolía más, que le hubiesen herido profundamente en el ego, o esa extraña fascinación que sentía por Hasid. Daba lo mismo.
—Hablando de gente indeseable, no he tenido noticias de esa delicia del disfraz.
—De Mihaumary nosotros tampoco sabemos nada, mi señor Melikor.
—Lo sé Itram—el tono de fastidio fue evidente—. Desde que la mande matar a ese general de Hyrule, no he sabido nada de ella, que irritante.
—Hasid… déjame ir a buscarla para ti— dijo Nelly vencida y sin mirar a su señor.
—No creo en esas tonterías de los títulos Kass—Hasid arqueo una ceja en señal de desaprobación y pateo a la chica nuevamente—, pero una inmundicia como tú tiene que usarlos.
—Lo lamento mi señor.
—No te quedes callada mujer—dijo fastidiado—. ¿Buscas redimirte callando? No seas estúpida… o lo olvida— su rostro se torno sádico y divertido—, no puedo esperar que dejes de serlo, siendo que está grabado en fuego en tus venas. Como sea ¿Iras a traerme a esa desgraciada?
—Si mi señor— la voz de Kass era débil, pero decidida.
—Adelante. Trata de enmendar tus errores.
Nadie movió un solo musculo. Hasid miraba con paciencia a Nelly, pero no de la sana paciencia sino de aquella corrosiva que suelen usar los maleantes para justificar sus más bajos actos. Itram por su parte seguía inmóvil. Nelly en cambio, al fin miro a Hasid, como si esperase algo.
—Mi señor… pensé que me ayudaría a…
—No Kass. Itram probo ser un buen siervo, el se gano algo de ayuda, tú no mereces nada.
—Pe-pero, estoy herida, lesionada severamente y bajo la influencia de una toxina…
—Lo se Kass ¿Y? ¿Qué esperas que haga? ¿Tú trabajo? No lo creo. Tienes solo una alternativa: demuéstrame que eres útil a la causa. Ya sabes cómo darme aviso, solo chilla en el enlace como lo hiciste antes—comento con desprecio— ¡Ahora, márchate!
Con un solo movimiento de la zurda, Hasid abrió un portal debajo de la herida Nelly y la mando al único lugar al que podría estar Mihau.
Sonreía al hacer eso. Estaba claro que algo pasaba. Era mortal como todos los que estaban a su mando, pero, había una gran diferencia: era poderoso y listo. Solo con eso, ya estaba un paso delante, de casi todo.
—Bien Itram, tengo un solo encargo para ti que se, será muy fácil de hacer.
—Soy todo oído.
—Quiero que termines de eliminar a esos sujetos que atacaste, finalmente, se vería mal dejar un trabajo a medias. Tomate tu tiempo, de todos modos, ya están en –Rygdell así que será un notorio gran asalto, tómalo en cuenta.
—Podría ser más bien un asesinato sutil y sigiloso.
—Me agrada que al menos tu si usas tu cabeza—dijo Hasid seco—, como sea, deja reposar un poco tu poder y después ve. Pronto, necesitaremos todos nuestros recursos.
Y dicho eso, Hasid se perdía nuevamente en las profundidades de un portal, que a diferencia de los de Itram y Kass, estaba en total oscuridad. Itram se quedo quieto hasta que el portal desapareció por completo y sin más, nuevamente se puso en la posición de loto y cerró los ojos.
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Nelly cayó de espalda sobre un puñado de afiladas piedras. Para no gritar de dolor se mordió los labios hasta sangrar. Estaba jodida en toda la extensión de la palabra, pero no tenía otra alternativa.
Apareció precisamente cuando Mihaumary escapaba de Tozaki, o al menos eso creía. Nelly se sintió ligeramente aliviada, esa chica era más estúpida que ella, sobre todo al no haberse percatado de que alguien más paso el portal con ella.
Kass tenía claro, que los portales eran poderosos, pero, llevando un pasajero más sin estar contemplado, no podría ir muy lejos; además el poder de esa mujer era muchísimo menor al de ella o Itram. Podía seguirlos.
Muy a su pesar, abrió otro portal debajo de ella, hizo un pequeño cálculo y se dejo engullir por la negrura.
En menos de un parpadeo, cayo suavemente en la cálida arena del desierto. Como pudo giro sobre si misma hacia unas rocas cercanas a Miha y Tozaki. Estaban forcejeando y Tozaki no parecía contento.
Rauda como una serpiente, se pudo poner cerca de ellos a tiempo para escuchar la conversación.
—Bueno pues, usa de nuevo esa cosa mágica transportadora para llevarnos de regreso.
—No debemos hacerlo, si hacemos eso, ese bastardo de Hasid se dará cuenta de nosotros y…
—Sí, sí, sí, nos matara en menos de 5 minutos—dijo aburrido él—. Como sea, entonces caminaremos. Tú por delante.
—¿Yo? ¿Pero no se a donde ir?
—Yo te iré diciendo no te preocupes, pero te quiero tener a la vista, no me fio de ti.
—Pero si te voy a ayudar ¡¿Acaso eso no basta?!
—En lo que a mí respecta, hace menos de diez minutos tú estabas matando a Sooh, así que no, no me basta. Anda, camina hacia allá—señalo con el índice—. Hay un grupo de gentes peleando o algo así, con suerte, podremos saber dónde diablos estamos.
Nelly les miraba alejarse. Él hombre era astuto, ni siquiera Hasid confiaba plenamente en ella, era prudente sin duda.
Una vez visto todo, Kass invoco nuevamente un portal. Estaba cansada y adolorida aun, además, estar ahí a la intemperie no era ni por asomo algo inteligente y menos seguro; ya se encargaría de informar a Hasid de todo, una vez que ella estuviese a salvo, finalmente, podía congratularse de haber cumplido su misión.
***************************************************************************
Sooh estaba tirado en el piso, en ese estado en el que se podría decir oscilaba entre la vida y la muerte. No era debido a grandes heridas o demás cosas, sino a que estaba en un nivel de inconsciencia tan grande que solo así se podía definir.
Precisamente, por estar en esas condiciones, no era conocedor de que se le acercaba una mujer con cautela.
—Creo que ya está muerto—dijo Zemill con aire de duda—, al menos, no se ve muy vivo.
Se acerco poco a poco. No sabía si se trataba de una trapa, una de esas clásicas. El señuelo es el amigo caído, la trampa es rescatarlo y la presa es ella. No se arriesgaría tanto. Sin pensárselo dos veces, desenfundo su acero y de un salto e puso a un lado de Sooh.
Opto por una pose de ofensa y espero. Sus sentidos se agudizaron de una manera increíble. Oía hasta a los pájaros revoloteando a metros de distancia, podía ver a las hormigas en los arboles, sentía la más leve brisa del viento, gracias a su quinestecia era consciente de lo que la rodeaba en tierra.
Nada se modifico, todo seguía igual.
—Bueeeno, parece que todo está en orden— le dio un pequeño golpe con la punta de su bota a Sooh y espero—. Perfecto, creo que este tipo está vivo pero inmovilizado de alguna manera— miro alrededor y suspiro frustrada—. Ni una pista de mi Tozaki.
Iba a dar otro paso, pero, entonces recordó que también debía llevar a Sooh con ella y arrugo el ceño. No es que le cayera mal o le pesara cuidar al joven, pero, lo cierto era que le importaba más Tozaki. Pese a su frustración, Zemill se agacho y se echo a Sooh encima. Zemill pese a su femenina y estética figura, era un guerrero fiero y poderoso, pero, aun así, cuando se echo a Sooh al hombro si resintió de verdad sus capacidades.
—Genial, creo que esto rebasa un poco mis habilidades— sin miramientos, Zemill dejo caer a Sooh y dio unos pasos con la espada en alto—. Lo siento Sooh, pero Tozaki es primero. Ya regresare por ti, dame solo unos minutos; no creo que puedas ir muy lejos.
Zemill dejo tirado a Sooh y corrió entre los arboles como si ella fuera una con la naturaleza. Recorrió un perímetro de unos 30 metros en pocos minutos y regreso, desilusionada al lado de Sooh.
No había rastro ni de Tozaki, de enemigos ni de trampas. Sooh había sido abandonado ahí como si nada. Solo había algo de sangre y rastros de pelea a unos dos metros de donde encontró al bello durmiente, pero, de repente el rastro terminaba. Con eso no podía hacer más ella.
—Bueno, de verdad no hay nada ni nadie aquí—la diestra clavo la espada al suelo, acto seguido, con ambos brazos se echo a Sooh al hombro y nuevamente la diestra tomo la espada—. Es arriesgado seguir aquí, y más porque no puedo sr guerrera y niñera al mismo tiempo. Te llevare a Rygdell Sooh y espero que cuando despiertes, me des respuestas.
Finalizo la mujer al tiempo que ha paso veloz, salía de ese claro en dirección al fuerte.
******************************************************
Itram abrió los ojos con calma. Nada le presionaba y estaba tranquilo, o para ser sinceros, las palabras exactas eran “mente fría”. Ese era su mayor atributo, por eso mismo, ahora Hasid Melikor, el amo de las artes caóticas de la magia, estaba confiando más en el.
Se levanto lentamente mientras estiraba cada hueso, cada musculo, cada centímetro de su piel. Estaba vivo y lleno de energía nuevamente.
Una vez en pie, desenfundo con rápido movimiento la espada y empezó a blandirla contra un enemigo invisible. Hacia rápidos movimientos de ataque y de bloqueo. Sentía con placer como los músculos se tensaban y los ligamentos y tendones hacían su parte, reía extasiado por el poder que llevaba cada golpe de su arma, estaba en un nuevo nivel de poder y energía.
De la misma manera que saco su fiel acero, lo volvió a enfundar. Se acomodo con elegancia su gabardina y dio un par de pasos a donde yacía una inconsciente Nelly presa del dolor. Itram sabía que había llegado hace poco y que descansaba sus heridas, aun así, decidió despertarla.
—Kass, despierta—dijo seco—. Hasid te matara si no le das pronto aviso de tus descubrimientos de esa perra traidora—un silencio absoluto inundaba el lugar—. Por este tipo de cosas, tú cabeza pende de un hilo. Como sea, quien morirá no sere yo.
Sin más, Itram tomo una de las manos de Nelly y haciendo unos extraños movimientos, abrió un portal. Lanzo a un lado la mano de la chica y camino hacia el portal.
—Gracias por usar tu magia Kass, asi me evitare el desgaste de usar mi mana en estas trivialidades que tanto te encantan.
Finalizo al tiempo que desaparecía en el vórtice de tinieblas. Itram era de cuidado en todo sentido, sin duda. Era un guerrero de espada temerario y hábil, además, era conocedor de varios trucos mágicos. Una verdadera caja de monerías.
El portal apareció a un costado de una de las entradas de Rygdell. Las murallas que antaño parecían imponentes y poderosas, ahora estaban resquebrajadas y estaban quemadas de algunos lados y en otros manchadas de sangre seca. Sin duda, una gran batalla había tenido lugar ahí.
Itram miraba con pereza el lugar. Mentalmente ya estaba planeando todo. Irrumpiría en el lugar matando a los vigilantes, después, tomaría preso a algún incauto para que le diera la información de donde estaban los heridos, después de tener respuestas y matar al sujeto iría hacia allá y como un ángel de la muerte, finiquitaría las vidas de todos los que estuviesen en el recinto con los mercenarios y después retornaría a ese lugar de oscuridad.
Rápido, fácil y elegante, el toque de Itram en cada paso.
Paso su lengua por los labios con regocijo, ya estaba saboreando todo lo que haría. Realmente le parecía aburrido hacer trabajos de asesinato en las sombras, pero, quien sabe, con algo de mala suerte, o buena para él, algo podía salir mal, podían dar la alarma y entonces… se podía poner interesante todo.
Primero tenía que estar dentro, si lo descubrían desde fuera podía suponer más dificultades por la protección que ofrecía el fuerte y los diversos puntos de ataque. Era osado, más no idiota o impulsivo (y para él, esas dos cosas eran lo mismo). Tenía que entrar, ya.
Itram puso su diestra en el pomo de su espada y con paso decidido se encamino a la puerta de roble. Pero de repente, pudo sentir como una ligera vibración alteraba el lugar, y un poco a la distancia, pudo ver una figura lánguida corriendo al mismo lugar con un bulto a cuestas.
Eso no hubiese significado nada para Itram, de no ser que como un impulso reflejo, pudo sentir claramente que un gran poder emanaba de esa figura que se aproximaba a él. No un poder cualquiera, sino el poderío de un guerrero de grandes batallas y de una habilidad nata para pelear excepcional.
Con agilidad felina Itram corrió a un costado de la entrada principal y se tumbo entre un par de rocas y matorrales. Era el escondite perfecto para ver a ese enemigo de alto calibre.
Entonces, conforme llegaba, Itram se quedo anonadado.
Delante de él, una curvilínea mujer aparecía cargando a lo que parecía un hombre del alto rango de la armada enemiga. Todo se hubiese esperado menos que se tratase de una mujer.
Zemill camino a la gran puerta del cuartel, aun llevaba su espada en mano, no estaba confiada en nada, y entonces, sintió como un par de ramas crujían a un costado de la puerta.
Itram no podía creerlo, no había duda. Esa mujer era sin duda lo más cercano a un guerrero de verdad d todos los sujetos que él había estado vigilando. Estaba que le hervía de emoción la sangre, tanto que por error apretó con fuerza algunas ramas y las pario en dos. Conocedor de su error, rápidamente empezó a respirar más despacio y a bajar el ritmo de sus latidos.
—Falsa alarma supongo— dijo Zemill seria—, pero aun así, esto me huele muy mal. No es todo lo que verán de mi y si tocan a Tozaki los castrare y hare que se traguen sus pelotas— finalizo furiosa y dio una patada a la puerta.
—¿Quién osa tratar de irrumpir en Rygdell? — cuestiono un guardia al tiempo que se escuchaba como se movilizaban mas guerreros tras la puerta.
—¡Zemill! ¡Ahora ábreme rápido idiota que traigo a cuestas a Sooh!
Sin dudar un segundo todos los hombres tiraron las armas y ayudaron a abrir la puerta, a su vez, otros salieron para ayudar a cargar a Sooh. Una vez que todos estaban dentro la puerta se cerró en ruidoso estruendo y se pudo escuchar como todos tomaron nuevamente sus armas y volvían a sus puestos.
Itram salió de los matorrales, nuevamente con esa mascara de exceso de calma y sonrió con horrenda emoción.
—Zemill, tu serás una digna adversaria para mi acero y mis habilidades. Después de todo, me está gustando esta nueva tarea— un portal se abrió nuevamente delante de Itram—. Iré a reorganizar mi estrategia para involucrarte y tener el duelo que merecemos, guerrera Zemill.
Y así, el portal nuevamente engullo a Itram, dejando en el aire, solo sus palabras que más que un aviso u observación, auguraban una sentencia.
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Zemill ya estaba en lo que habían improvisado como una segunda enfermería, por la cantidad de heridos. Sin ningún encanto ni trato especial, dejo caer a Sooh en un montón de sabanas en el piso y se dio la vuelta para seguir en sus pesquisas.
—¡No te vayas, Zemill!
—Ahora quien está molestando—dijo indignada la chica y se dio vuelta— ¡Oh! De manera que eres tu Alex.
—Pues si Zemill, soy yo. Necesito pedirte que te quedes aquí en la fortaleza, ya queda poca fuerza militar. Y espero que Hinata no tarde más en llegar con los otros alkolikos.
—Tengo cosas que hacer, además tienes muchos soldados, lo que falta son altos rangos, así que, adiós.
—Es vital mantener la fortaleza segura, necesitamos de tu fuerza Zemill, quédate.
—¡¿No estás oyendo que tengo otras cosas que hacer?! ¡Me voy!
—Zemill, es una orden de tu General de brigada. —dijo firme y serio Alex.
—¿Qué cosa te has atrevido a decir?
Zemill se dio media vuelta molesta y lista para gritarle a Alex, pero, cuando vio su cara sintió un leve cosquilleo de miedo.
Alex estaba serio, tenía las cejas arrugadas y la mirada seria. Zemill dudo de que tan serio pudiera ser esto, y precisamente como si le leyeran la mente, Alex llevo su mano al pomo de su espada y miro con desafío a Zemill.
Alex podía ser muy joven, pero en los momentos que lo requerían, demostraba el valor y la determinación que le había servido para hacerse del rango que ostentaba.
De la misma manera, Zemill era un guerrero sin reglas, descortés y demasiado egocéntrico; aun así, sabía que Alex iba en serio.
—Está bien—dijo molesta—. Nada más llegue Hinata me iré a buscar a Tozaki Alex, quiero que eso quede claro.
—Sí, está bien Zemill—Alex recobro la calma—. Te prometo que nada más llegue, podrás irte.
—Está bien—dijo la salvaje mujer—. Entonces iré al patio a esperarla.
Y sin más se dio la vuelta nuevamente y se fue. Alex sonreía al verla partir, pese a que Zemill era el mejor guerrero, si no podía acatar órdenes tan simples para servir a la tropa, no servía para nada; por fortuna, si era capaz de esperar.
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Rata y Arzes estaban batiéndose en un duelo que no tenía precedentes. Arzes estaba haciendo uso de todas sus habilidades y Rata no se quedaba atrás.
Sus aceros chocaban con fuerza estridente, era como si trataran no de herir al otro, sino de vencerlo destruyendo su arma, de ese tamaño era la fuerza de los golpes.
Rata dio media vuelta y trato un golpe a las costillas, el cual Arzes bloqueo hábilmente con el pomo de la espada. Lanzo una patada a las costillas de Rata, pero el agredido con un mortal hacia atrás esquivo y en el aire le propino una patada a la cara a su enemigo. Arzes en el acto escupió la sangre, sujeto la pierna de Rata y con un giro lo lanzo contra la arena.
Rata se paro con un brinco, como resorte, tomo la espada en sus manos y corrió a seguir la batalla. Arzes le vio venir y se puso en guardia, sonriendo emocionado por el combate.
Realmente, las palabras “pelea sin cuartel”, hacían apenas honor a ese duelo.
A su vez, no muy lejos de donde ellos combatían, Lobo era lanzado por sexta vez a morder la arena del desierto. Shu ya tenía solo la armadura de sus brazos y las espinillas, estaba lleno de golpes y moretones.
Lobo a su vez estaba lleno de heridas, pequeñas cortadas hechas por piedras y de moretones por los varios golpes que Shu le había propinado.
Kesos estaba mejor parado en cuanto a lo de las heridas, de hecho, no tenía más que un par de golpes y la ropa algo sucia por haber salido volando también, pero gracias a Lobo y su tenacidad estaba en buena condición.
Precisamente, Lobo ya estaba jadeando cuando se puso de pie, estaba usando al máximo sus capacidades, sostenerse en pie le costaba trabajo y respiraba con dificultad…aun así, sonreía fieramente y sus ojos brillaban más que nunca.
Kai de golpe acomodo su espada a la espalda y echo a correr.
Paso a un costado de Lobo. Su velocidad aumentaba con cada zancada, quería ir más rápido. Esquivo a Kesos con un giro de cadera y siguió aumentando su velocidad.
Shu le lanzo un golpe que Kai esquivo deslizándose por la arena, a su vez, mientras iba por el suelo, tomo una de las partes caídas de la protección de Shu. Se levanto de un salto y siguió su marcha.
Rata estaba corriendo hacia Arzes, de repente, el mercenario vago le dio un codazo a la cara que lo descontrolo, rápidamente lo sujeto de la ropa y lo lanzo a morder el polvo.
En ese instante, Order-Sol apareció y llevo una de sus manos a su costado. De entre su gabardina de viaje sustrajo un revolver y apenas dándose tiempo de apuntar, lanzo un disparo contra Rata.
Kai no iba a llegar a tiempo, aun así, no se desespero. Cuando Order llevo la mano a su costado, Kai alzo en alto el trozo de armadura de Shu. Espero a ver aproximadamente a donde apuntaba y lanzo el pedazo de armadura al tiempo que la detonación el arma retumbaba en el lugar.
El proyectil milagrosamente fue desviado, apenas por los pelos, pero no hirió a nadie. Eso era una suerte de una en millones.
—Está ya es la tercera vez que desvió así un ataque tuyo—sonrió Kai mientras desenfundaba su arma.
—No siempre tendrás tanta suerte—respondió Order mientras sustraía otro revolver—. La suerte no es eterna.
—Tú le llamas suerte—Kai sujeto la funda de su mandoble y la sostuvo como si fuese otra espada—, yo le llamo habilidad.
—Te hare tragar con una bala esas palabras—Order apunto a Kai y disparo.
—¡No lo creo! —con la funda de su acero, Kai desvió el proyectil.
—¡Joder, Order! ¿Donde cojones te habías metido? —cuestiono Arzes.
—Estaba muy lejos, haciendo otras cosas, ya sabes que a mí me dieron otras pautas a seguir en el contrato, como a Shu.
—¡Vamos maldición! Vamos a pelear o vas a tomar té con ese marica de Arzes—grito Kai.
—¡Yo no soy ningún marica!
—¡Cállate! ¡Order, no me hagas esperar más para patearte!
—¡Yo me encargo de Arzes!
Con una patada, Rata regreso a escena y de paso se llevo al suelo a Arzes. Sin dar tiempo a nada, Rata desenfundo y trato de darle un estoque en el pecho a su enemigo. Desgraciadamente, una patada mando por los aires su espada. Shu ya estaba a su lado listo para aplastarle la cabeza…
Entonces, en un ataque combinado de Kesos y Lobo, Shu salió volando a un costado de Order. Sin miramientos, Order dio una sucesión de disparos que apenas Kai y Lobo pudieron detener con sus armas, apenas para protegerse entre sí y a sus aliados.
Como pudieron, vagos y alkolikos tomaron sus puestos. Rata se paro frente a Arzes, Kai frente a Order y Shu delante de Kesos y Lobo.
Una ráfaga de viento se hizo presente para darle a la escena un toque más épico, y es que, se estaba a punto de gestar un duelo entre dos de las más grandes bandas de mercenarios del reino.
—Se me pone la piel de gallina nada más de verlos ahí parados—confesaba entre temerosa y emocionada Hyru—. Es como uno de esos encuentros de leyenda que narran los viejos.
—Sí, te entiendo—Sanahi se encontraba en el mismo estado que su amiga—. Y ese tipo, Kai es rápido en verdad, si hubiese querido, creo que de verdad nos hubiese matado… ¡Es capaz de bloquear balas y a distancia!
—En verdad que en este instante, ya se me quitaron las ganas de hacer cualquier cosa, solo quiero ver.
—No sé ni siquiera a quien irle Hyru, todos han demostrado ser geniales.
—Te entiendo. Lo que me intriga es porque estarán peleando.
—No lo sé, pero se ve que van enserio.
Kai sujeto con fuerza su espada y la alzo a la altura de la cara de Order. Este inmutable, la hizo a un lado con su pistola y le apunto a la cara a Kai. Arzes sujeto su espada y señalo a Rata, a su vez, este hizo lo propio. Kesos y Lobo cruzaron sus armas y señalaron el pecho de Shu. Este Choco sus puños y puso los brazos a los lados en señal de esperar el ataque.
Kai rápido como el viento desvió la pistola de su enemigo justo a tiempo para que el disparo le rozara el cabello.
Con esa detonación, la pelea se reanudo, esta vez, con más fiereza de la que anteriormente habían mostrado.
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—¿Escuchaste Eso? —pregunto la mujer.
—Sí, sonó como un revolver asesinando gente—dijo con pereza Tozaki.
—Sería buena idea… ¿Ir allí?
—Yo creo que seeeeh—Tozaki le dio un empujón en la espalda a la chica—. Anda, ve más rápido.
—Trata de confiar más en mí—dijo contrariada.
—Lo hago lo mejor que puedo, créeme, de no ser así, ya estarías muerta.
Y sin otra alternativa, Mihaumary trago saliva y apresuro el paso hacia donde se había escuchado la detonación del arma de fuego.
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Fuera de una vieja cantina de mala muerte en paraíso, se encontraba una gran cantidad de sujetos estrafalarios esperando poder pasar. Había de todo, mujeres hermosas y letales, hombres musculosos llenos de cicatrices, sujetos menudos pero cargados hasta la nuca de armas de fuego, guerreros de espadas de mandoble o lanzas y más. La cantidad de sujetos era impresionante, ni siquiera dentro había tantos sujetos así.
Pero de entre toda esa gente, destacaba sentado en un rincón comiendo un estofado, Krono.
Sus lentes estaban empañados por el vapor de su alimento. Se encontraba rodeado de un trió de cretinos que le gritaba improperios y le apresuraba a seguir con las pruebas.
Inmutable, Krono seguía degustando su comida. No era precisamente lo más apetitoso de las orillas del reino, pero era un alimento caliente y eso le bastaba.
Uno de los sujetos, el cual portaba un revólver de gran calibre, apunto a la mesa y le disparo a un lado del tazón de Krono.
El agredido no le prestó mayor atención y con toda calma continuaba alimentándose.
Desesperado por ser ignorado, el pistolero apunto esta vez a la cara de Krono. A pocos momentos de jalar el gatillo, el plato con el alimento caliente le cayó en el rostro quemándolo. Krono de un movimiento se levantó y estrello al sujeto contra la mesa destrozándola por la fuerza. Los aliados del tipejo en cuestión no tuvieron tiempo de hacer nada.
Krono después de soltar al pistolero le robo su arma y en un segundo dos balas ya habían perforado al que estaba más cercano a él. A su vez, con la otra mano desenfundo la espada y le corto parte de la cara al tercer enemigo.
En menos de un minuto, los tres truhanes habían sido vencidos.
—Que contrariedad—dijo lanzando la pistola a un lado— ¡Tráeme un pedazo de cerdo bien caliente, tendero! —Grito mientras se acomodaba en una mesa al lado de él.
—¿Cómo va la recolección de gente Krono? — Pregunto divertido Hasid Melikor, que estaba sentado mágicamente al costado de Krono— ¿Tienes problemitas?
—Nada que no pueda controlar Hasid. Y todo marcha. Solo de paraíso y de los alrededores de Shinu he conseguido a un buen ejército y de lo más pintoresco. Tenemos asesinos letales de las sombras, guerreros de titánico poder, arqueros y pistoleros con ojo de halcón y lo mejor de las bandas mercenarias del reino.
—Eso no me lo creo. Las dos mejores agrupaciones mercenarias no están entre nuestras manos… Todavía.
—No falta mucho para que lo estén ¿Verdad?
—Realmente no Krono, pero, me agrada lo que estás haciendo, sigue así y pronto todo será como debe de ser.
—¿Cómo está el príncipe?
—Está preparado, ya te lo dije, fue su idea. No creas que yo esté manipulándolo o algo por el estilo —dijo con aire indignado.
—No creo eso. Solo pienso que es un ataque algo imprudente.
—Se que piensas que el príncipe y yo no somos capaces de planificar una guerra de esta magnitud, pero no te dejes engañar. Además, contaremos con la participación de algunos generales de Tyska… y te tenemos a ti. Creo que deberías confiar mas en tus habilidades y las mías.
—No temo a eso Melikor, pero, entraremos a la guerra con un ejército conformado en su mayoría de espadas a sueldo, eso no es alentador.
—No importa, será una pelea que ganaremos, no lo dudes. De ser necesario, yo mismo me batiré usando el acero si llegase a terminarse mi magia—la mirada de Hasid se hizo sombría— es el todo o nada lo que nos jugamos aquí Krono, así que muestra más valor.
—Es un suicidio a gran escala, querrás decir.
—Tu juega tu parte y yo jugare la mía Krono, se que tú tienes más experiencia en la guerra, pero todos estos años yo no me senté a tejer ropa para el príncipe o a cocinarle postres. No subestimes no solo mi poder, sino mi intelecto.
—El tiempo ya dirá lo que sucederá…
—Disculpe mi señor ¿Qué dijo? — pregunto el que atendía el bar.
—Solo murmuraba improperios, deja aquí el plato y tráeme una cerveza.
El sujeto hizo una reverencia y se alejo lentamente. Cuando se dio vuelta hizo una mueca extraña. Ese hombre debía de estar muy loco o algo similar, puesto que, cuando llego con el plato de alimento, el sujeto que respondía al nombre de Krono se encontraba hablando solo.
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Lia miraba en la lejanía con miedo. Tenía tiempo que no experimentaba esa sensación de sentirse desvalida, años incluso. Desde que había hecho sus primeras misiones de infiltración. Incluso, se sentía como los primeros días de entrenamiento de combate, era triste y molesto a su vez para ella.
Ony se encontraba mal, estaba sudando mucho y el dolor lo mantenía en un estado límite entre la consciencia y la inconsciencia. Por su parte Nike estaba aguantando lo mejor que podía sus heridas; por momentos recuperaba el conocimiento y seguía dándose “tratamiento” básico de curación de heridas. Finalmente, Cesar estaba algo apartado del grupo, se sentía humillado y había sido derrotado sin pelear, no podía irle peor.
Lia estaba al cuidado de Ony, realmente nadie le había indicado que lo vigilara, pero ahí estaba haciéndolo. Se entretenía en eso ya que, si dejaba tiempo para pensar un poco, se enfurecía aun más solo de recordar la humillante batalla. Cinco contra uno y perdieron estrepitosamente, le daba asco solo recordarlo.
De la misma zona por donde se había ido Raty a buscar ayuda, se levantaba una polvareda. Sintió un horror indescriptible. Tanto jaleo solo podía significar un buen número de hombres dirigiéndose a su posición. Y para defender a sus camaradas, solo podía contar con ella y la habilidad de Cesar…estaba al borde de la locura.
Se acercaban a paso rápido, habían aumentado la velocidad.
Su mente trabajaba rápido para despejar su temor.
No podían ser ladrones del camino. Por la reciente pelea, era lógico que todas esas sabandijas escapasen a otros lugares, como Paraíso, para poder proveerse de un buen botín. Quedarse cerca del reciente campo de batalla, solo era exponer sus cuellos, así que era un temor menos.
Tampoco eran enemigos. Siempre que habían peleado en ese camino, el enemigo aparecía mágicamente o estaba cerca de ellos, pero, jamás estaban a tanta distancia como para poderles ver acercarse y por consecuencia, prepararse para el combate.
Por último, estaba la opción de que era Raty y venia con la ayuda. Probablemente había dicho que eran varios heridos y por eso venia con más personas.
Aun así, Lia aferro entre sus dedos la espada de Ony y espero con impaciencia.
Para su fortuna, efectivamente era Raty con una pequeña cuadrilla de servidores militares del Rey. Su amiga de armas iba al frente, codo a codo con una chica que sin duda tenía un rango mayor al de los demás.
Lia sonrió aliviada al ver a su amiga y sin resistirse, se quedo inconsciente.
—Lamento la tardanza— dijo con suavidad Raty mientras sujetaba con gentileza el lánguido cuerpo de su amiga—. Todo estará bien ahora—decía con tono reconfortante—. Descansa pequeño arcángel.
—El coronel Nike está hecho un montón de sangre coagulada… y el mayor Cesar se ve acabado como nunca—dijo Hinata acercándose a Raty—. Sin duda contra quienes pelearon eran temibles, dado el espectáculo que veo.
—Peleamos contra un solo sujeto—la voz de Raty dejaba entrever un esfuerzo titánico por contener la furia—. Un solo hombre hizo todo esto…
—No importa— Hinata puso su palma en el hombro de Raty en señal de apoyo—. Hagamos que los lleven al fuerte lo más pronto posible y asi podamos prepararnos para lo que siga. ¿Esta bien? — finalizo sonriendo.
—Sí, gracias por el ánimo.
Hinata dio una orden y rápidamente los soldados atendieron a los heridos y los ponían sobre camillas. Raty miraba con un mal sabor de boca, como habían terminado todos.
Hinata guardo silencio. La experiencia entre las filas de la milicia le había enseñado que las derrotas nos ayudan a crecer y aportan un aprendizaje sin igual, desgraciadamente, solían venir acompañadas estas enseñanzas con un desagradable sinsabor que pesaba hondo en el alma.
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La pelea estaba a todo lo que podía dar y los contendientes no querían aflojar ni un poco.
Rata estaba sudando a chorros, parecía como si hubiese salido de algún arroyo o algo así, estaba empapado. Tenía ya varios cortes superfluos en las extremidades superiores y estaba sudando con esfuerzo, aun así, sonreía con alegría.
Arzes tenía la cara llena de tierra de tantos golpes que se había dado al caer presa en las técnicas de pelea de Rata. Precisamente, Arzes ya estaba fuera de forma después de tanto combate convencional y ahora, estaba aclimatándose a las rutinas de espada y arte marcial de Rata.
Sacándolo de sus cavilaciones, Rata dio un certero estoque en la pierna derecha de Arzes, y eso fue un golpe de suerte para el agredido. El ataque iba dirigido a la cara, pero de un golpe de espada Arzes apenas pudo desviarlo a su pierna. Presa del dolor, pero de mente fría, aprovecho la cercanía del alkoliko y le propino un corte a Rata en la espalda.
En un instante, Rata de un puñetazo y Arzes de una patada, mandaron a su contrincante lejos y se tiraron al piso presas del dolor. No se estaban revolcando y llorando, no señor. Lo que pasaba es que estaban agotados, el calor del desierto y el combate tan prolongado estaba jugando en su contra.
Lobo miro como ambos combatientes estaba en sus últimas, el también estaba tirado. Ya había perdido la cuenta de las veces que lo había estrellado Shu, pero no importaba, su satisfacción no se remitía a que su cuerpo estuviese intacto, no. El placer de Lobo consistía en que, al mirar hacia donde estaba peleando Shugokz contra Kesos, la protección de su enemigo ya estaba regada por los alrededores y ahora solo contaba con sus manoplas de pelea. Era verdad, Lobo pagaba cara esa afrenta.
Usando su hacha como bastón, apenas pudo ponerse en pie. Pero sonreía radiante. Kesos apenas había sido tocado por Shu, en cambio este último, estaba lleno de cortes (como Lobo) y hematomas en varias partes del cuerpo. Precisamente, Shu se movía rápido, si, pero, estaba tan golpeado que su equilibrio y destreza ya no eran los mismos.
—Tal vez este sea mi último asalto— dijo Lobo para si mientras apretaba con fuerza el mango de su hacha—, pero sé que ha valido la pena el esfuerzo…me he divertido— de un tirón Lobo poso el hacha en su hombro y comenzó caminar hacia el combate—. Ya viene lo mejor.
Kai paso corriendo al lado de Lobo y se detuvo a su espalda, alzo la espada en alto y dos balas rebotaron de su acero. Le dio una palmada a Lobo en la espalda y siguió corriendo.
—¡Te entro arena a los ojos y por eso fallas tanto idiota!
—¡Calla! — Order le seguía la pista a Kai a prudente distancia— ¡Dejare tus pulmones como coladera!
—¡Ya lo veremos!
Pese a las palabras de Kai, lo cierto era que en su cuerpo, al menos en la pierna derecha y en su costado izquierdo, había dos heridas de bala que sangraban de manera lenta, pero no se detenían.
Order estaba en mejores condiciones, si tenía golpes también y de hecho una de sus alforjas ya estaba en el piso porque Kai la había cortado (dejándole un grato recuerdo en la pierna de paso) mientras Order recargaba sus pistolas. Cada cual sabía aprovechar la situación.
Las balas seguían rebotando de la espada de Kai, parecía que esto no tenía fin y que la munición de Order era ilimitada.
Un disparo mas ¡Bang! Bala tras bala rebotaba en diversa dirección, era un riesgo, por eso Kai corría lejos de los demás para que no resultaran heridos.
Rápidamente y como solo el sabia, Order jugueteaba entre sus dedos con las balas mientras las metía en el barrilete de su revólver. Kai en un instante ya estaba junto a su rival y le propino un golpe con el mango de su espada parta que soltara una de sus pistolas.
Order soltó para su desgracia el arma que estaba cargando y las balas se desperdigaron en la arena. Con un giro se alejo de Kai lo más que pudo, pero tardo tanto que Kai de un salto estaba junto a él y le pateo. Order se puso en pie con la patada y apunto a Kai. El disparo fue a quemarropa e hizo una pequeña rajada en la hoja del acero de Kai.
La bala reboto y atravesó el brazo derecho de Order, pero, era tal el poder del rebote, que aun salió del brazo del enemigo y se incrusto en la arena a unos metros de ellos…
—¡Deténganse!
Como por arte de magia, todos los combatientes se detuvieron y centraron su atención en aquel sujeto que llevaba aparentemente como rehén a la misteriosa mujer.
—¡No puede ser! ¡Otra vez ustedes! — grito Tozaki señalando a Kesos— ¡Tú otra vez!
—Vaya, es el tipo que ni siquiera pelea y ya está inconsciente— Dijo Kesos mientras aflojaba la tensión con la que estaba tratando de golpear a Shu— ¿Qué haces aqui?
—Lo mismo me pregunto de ustedes ineptos, se supone debían estar en el fuerte…
—Teníamos otros asuntos— Dijo Kai.
—Estupideces…
—Mmm… todos ustedes me parecen conocidos— dijo Mihaumary.
—Como sea, dejen sus estúpidos combates para luego que se avecina algo más peligroso y requerimos de sus aceros.
—¿Este quien es? — Cuestiono insolente Arzes— Primero es mi pelea con Rata, después machacar a Kaifan y rematando con una buena paliza a las escorias de Lobo y Kesos. ¡Lárgate ahora!
—Eso mismo, no podemos postergar por más tiempo esta querella— dijo Shu lanzando a un lado el Hanbo de Kesos y empujando el hacha de Lobo— No te metas don nadie.
—¡Don Nadie! Para tu información saco de pus aquereso yo soy más importante que tu — Tozaki hizo a un lado a Miha y camino hacia Shugokz—. El nombre es Tozaki, y soy uno de los hombres importantes de la milicia del General Alex. Tú quien sabe quien carajos serás pero…
Una bala rozo la bota de Tozaki. Al mirar hacia el lugar de donde salió la bala, se encontraban Order y Kai. El primero estaba serio y con su pistola en mano; el segundo con la funda de su acero sobre el brazo de Order… Kai desvió el disparo.
—Ellos son Order-Sol, Arzes y Shugokz. Son la…
—Segunda cuadrilla mercenaria más importante del Reino— completo Rata las palabras de Kai.
—¡Somos la primera imbécil! —Order le propino un puñetazo a Kai.
—Eso no puede ser— Kai se fue de bruces al suelo, pero de una patada derribo a Order, el cual cayo de Boca—. La cuadrilla mercenaria más importante es la nuestra.
—AD&DT— Dijo Lobo—. Jamás lo olvides.
—AD&DT…— Miha seguía cavilando, de algún lugar le sonaba todo.
—Como sea, lo que importa cretinos es que se les requiere en otro lugar y están aquí— Tozaki hizo una pausa para ver como Order y Kai estaban enfrascados en un pelea a golpes—, jugando.
—¡Ya lo recuerdo! — Mihaumary se puso junto a tozaki y hablo a todos—. Ustedes son atacados recurrentemente por engendros que aparecen de la nada ¿No es verdad?
—Sí pero, eso que importancia puede tener— Kesos parecía confundido.
—Pasa todo el tiempo ¿Y? — Pregunto molesto Shugokz.
—Eso sucede porque Hasid los está cazando.
Hasta que ese nombre fue mencionado, fue cuando todos los mercenarios prestaron atención. Incluso Kai y Order detuvieron sus puños.
—¿Insinúas acaso que Hasid está detrás de todo esto? — cuestiono Rata.
—Es un hecho. Pero qué raro que no estén por aquí Itram y Kass.
—Kass… te refieres a esa chica que no sabe pelear y usa esas cosas como dagas, ¿no?
—Si a la misma… ¿Qué sabes de ella?
—Que es una tonta, entre Arzes y yo le pateamos su trasero, con ayuda invaluable de las…
—¡Vencieron a Kass! ¡¿Qué hay de Itram?!
—¿El tipo de pelo rojo? — Arzes y Shu ya estaban junto a ella.
—Ese mismo.
—Nada, el solo llego a salvarla de las garras de Shu, pero, se ve que le dieron batalla por que venía herido… bueno, más bien apareció herdo.
—O sea que ataco a los demás…
—A nosotros no nos ataco —Kai se levanto de golpe— ¿Hay más?
—Sus otros amigos. La chica con alas, la otra que usa un arco, el tipo de pelo cano…
—¡Raty! O sea que el peleo con ellos…
—Tranquilo Rata, joder, no pierdas los estribos.
—Pero Lobo ¿Qué no lo ves? Si ese tipo apareció de la nada herido, pero llego a salvar a esta vieja, quiere decir que acabo su trabajo.
—Por todos los quesos Rata, que estupidez quieres creer…
—Tiene razón — Mihaumary estaba pálida y temblaba—. Si Itram apareció, es porque termino su trabajo… sus amigos deben estar muertos.
—Raty… Lia— dijo Rata en un suspiro.
—Contrólate Rata. Tomen sus cosas chicos, nos vamos cuanto antes a Ryggdel.
—¡No te puedes largar así como así y dejar esto pendiente Kaifan!
—La prioridad son nuestros amigos Order. Lo mismo harías tú así que resígnate.
—Jodeté cabroncete de mierda— de mala gana Order enfundo su pistola.
—¿Así de fácil acaba todo? — Interrumpió Tozaki— ¿Qué clase de mercenario eres dándole la espalda tu enemigo? ¿Qué tal si te mata?
—No te confundas— Kai miro molesto a Tozaki—. Que seamos mercenarios, no hace que dejemos de tener honor.
—Andando pues— Order tomo sus alforjas y se las echo al hombro—. Mientras vamos allá arreglare esto…
—¿Irán a Ryggdell con nosotros? — Cuestiono asombrado Lobo.
—Sino vamos detrás de ustedes se postergara por más tiempo esto… ¡Oh, aquí estas! — exclamo Shu mientras recogía una parte de su protección de pectoral— ¡Muévanse!
Tozaki miraba asombrado como todos los guerreros se olvidaron de la pelea y se alistaban para irse. Shugokz paso junto a Lobo y le sonrió dándole una palmada en el hombro, Order se acerco a Kesos y en señal de amistad le golpeo en el hombro, Arzes se puso junto a rata y comenzó a hablar con él como si nada… no tenía sentido.
Ahora se trataban como amigos, mientras que hace solo unos minutos querían matarse. No tenía sentido.
Kai sonreía, finalmente, era importante saldar cuentas, pero pese a todo, no podía dejar de estar satisfecho de ver cómo, era más importante la gente, que os títulos o trifulcas. Todo eso lo razonaba al ver como los vagos, sin mediar palabra, entendían que para pelear de forma justa y honorable, primero todos tenían que quitarse la angustia der encima por sus amigos.
Tal vez eran una cuadrilla de mercenarios que vendían su espada a mejor postor, pero, aun así, su honor y rectitud era igual o mayor, que la de cualquier noble caballero.
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El último de los heridos había pasado ya a la fortaleza. Méndez que se había negado a ir en camilla fue el último.
Las grandes puertas se cerraron a sus espaldas y se escuchaba claramente e revuelo por la llegada de los nuevos heridos.
Itram salió de su escondite y se planto delante de la puerta de Ryggdel. Comenzaba a oscurecer en ese lado del mundo, y el viento del desierto golpeaba con fiereza a Itram. Solo se podía ver a la impasible figura plantada frente a los portones, mientras el viento ondulaba la gabardina del guerrero de pelo rojo carmesí.
Itram, por primera vez en todo el tiempo que tenía bajo el mando de Melikor, sonrió confiado y lleno de alegría. Acaricio con su mano el pomo de su arma.
—Pronto terminare lo que empecé y no solo eso, además, peleare al fin con un guerrero que está a la altura de mis capacidades… estoy a punto de reventar en jubilo.
El viento solo le dama un aspecto más imponente y siniestro a Itram que convulsionaba frenéticamente su cuerpo por contener una risa enferma y maligna, característica de aquellas personas que están tan trastornadas, que solo se divierten cuando están matando.
Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Creo que tendré que volver a leerla desde cero no termino de situarme en donde me quede mientras leía durante los tiempos pasados.
Itram- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
listo!
me perdí varias veces, pero me distraigo fácilmente XD
gracias por la dedicatoria kk yo aquí estaré leyéndolos!!
esperando a rata n_n
me perdí varias veces, pero me distraigo fácilmente XD
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Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Aqui tieneen el capítulo siguiente =P
Capitulo 11: Zemill contra Itram
Capitulo 11: Zemill contra Itram
- Spoiler:
- Capítulo 11: Zemill contra Itram
Itram llevaba más de cinco horas acurrucado en un montón de arbustos a poco menos de diez metros de la puerta de madera de Rygdell. Todo esto logrado sin siquiera pasarle en la cabeza un pensamiento de las condiciones en las que estaba. Sin comida, con frío y con sueño… todo esto era nada comparado con las ganas que el hombre tenía de entrar a Rygdell y de llevar a cabo su matanza.
Había esperado pacientemente a que la conmoción de la llegada de los malheridos visitantes se disipara, a fin de poder entrar a la fortaleza, que aunque estaba en contra de sus principios entrar silenciosamente, era una orden directa de Hasid, por lo que no se podría dar el lujo de hacerlo a su manera.
Cuando por fin creyó que era tiempo de comenzar, salió en cuclillas de su escondite, y tomó el pomo de su espada con su mano derecha, y con la izquierda la vaina de su arma, observó con detenimiento el regular caminar de un vigilante en la cima de las almenas del castillo, y tras esperar un momento, y con un silbido parecido al de una flecha, la vaina salió disparada y golpeó al centinela en la frente con un ruido sordo.
Itram, quién corrió desde el momento en que la vaina había salido de su posición, ya estaba al pie de la fortaleza para cuando la funda y el guardia cayeron al piso, capturando a ambos en un solo movimiento, y antes de que el confundido guardia se diera cuenta que había pasado, Itram ya le había rebanado la garganta.
Escondió al difunto en el mismo lugar donde había estado hace unos instantes, y se acercó con calma a la puerta, tocó con la palma el cerrojo y con un destello y una pequeña explosión, el cerrojo quedó destruido. Itram empujó la puerta lo más silencioso que pudo y vio que dos centinelas más se acercaban a investigar la razón del sonido. Desafortunadamente para la sed de sangre de Itram, lo hicieron serenamente, por lo que el espadachín los mató sin que hubieran proferido una sola palabra de alarma.
Tras desechar la idea de poner los cadáveres en su escondite y usar sus uniformes como disfraz, avanzó con cautela por el umbral de la puerta. Y tan repentino como un rayo, arrojó su vaina nuevamente hacia el espacio detrás de la puerta, y con un sonido metálico, la vaina cayó al suelo.
-Qué bueno que por fin llegaste-dijo una voz femenina en al oscuridad.-Creí que te acobardarías y que no te mostrarías.
-Tú debes ser el arma no tan secreta del ejercito Hylian, ¿no es cierto? Zemill.-dijo Itram con su espada en la mano, pero no en posición de ataque.
-Así es, y entonces me imagino que tú fuiste el que ocasionó toda esta carnicería, y ahora vienes a terminar el trabajo.- murmuró la chica con lo que a Itram le pareció una sonrisa.
-Supones bien, muchacha…aunque, si te interpones en mi camino, no tendré otra opción que matarte.
Zemill dio una risita, y pateó la vaina que tenía a sus pies hacia el hombre, misma que éste recogió usando solamente los pies.
-No me importa lo que hayas venido a hacer aquí.- dijo con una sonrisa que era más que clara.- Si quieres asesinar a todos los que están en este castillo, hazlo, pero primero tendrías que vencerme a mí.
A pesar de que las palabras le confundieron un poco con lo que Itram siempre había creído sobre Zemill y su lealtad hacia Hyrule, creyó que este no era el momento para analizarlas, puesto que desde que había visto a la bella mujer entrar a Rygdell, sabía que era muy diferente a los demás.
-No suelo atacar a mujeres, a menos que haya una muy buena razón. Tú eres la mejor del ejército de Hyrule, según tengo entendido-hizo una pausa para lamerse los labios con una actitud de gozo.- Y estoy seguro de que si esa no es razón suficiente, ninguna lo será.
-¿Porqué no los mataste? Le atravesaste a ambos el hombro, y los dejaste gravemente malheridos, pero tú…parece como si ni siquiera hubieras peleado contra dos poderosos guerreros. Y tanto tú como yo sabemos que pudiste matarlos tan rápido como lo hiciste con éstos.- Y señaló a los dos guardias tirados en tremendos charcos de una oscura sangre que brillaba con la luz de luna.
-Eran guerreros, si…pero no eran para nada poderosos.-murmuró con un tono desdeñoso, a pesar de que en un caso normal se hubiera sentido libre de revelar todo lo que había hecho, éste caso era especial, se podría decir, que dudaba que derrotar a la chica fuera tan fácil como lo fue derrotar a los espadachines anteriores.- Y no los maté porque…no lo sé.-mintió.
La respuesta no satisfizo a Zemill, aunque Itram no esperaba que lo hiciera. Los espadachines se observaron con detenimientos unos segundos, entonces Zemill fue la primera en lanzarse a la batalla.
Intentó dar un golpe a la cabeza de Itram, quién rápidamente bloqueó con su espada (que ya estaba afuera de su vaina), y le dio una patada al estómago de Zemill, quién retrocedió unos pasos antes de que la patada llegara a su destino, luego ella intentó dar una patada pero Itram fácilmente tomó su pierna con la mano libre e intentó doblársela, Zemill, como respuesta, saltó hacia su contrincante e intentó patear la cara de Itram, pero la hizo para atrás justo a tiempo para que la patada pasara rozándole la nariz, el hombre, luego tuvo que empujar a Zemill para que el brazo con la espada que la mujer enarbolaba peligrosamente hacia su torso.
La mujer cayó sutilmente, y ya había cambiado su cara de gozo por una de concentración, mientras la del hombre tenía una sádica sonrisa de oreja a oreja, era evidente que la pelea estaba al nivel de lo que imaginaba.
-Creo que tenemos compañía.-anunció Itram, mirando de reojo como iban llegando de a poco soldados con sus lanzas y espadas apuntándole.
-¡Aléjense! ¡Esto es entre él y yo! ¡No se entrometan!-gritó Zemill con tal furia que hizo a los recién llegados a retroceder. Era claro que Zemill llevaba años esperando un rival, y ahora que estaba frente a ella, no iba a desaprovechar la solución.
Itram volvió a lanzarle la vaina a Zemill, pero ella lo esquivo, y la vaina pasó de largo golpeando a uno de los espectadores en el peto metálico, que se abolló. Al tiempo que sus compañeros lo ayudaban a levantarse, la multitud se hacía cada vez más grande, al igual que el nivel de habilidad mostrado por los peleadores.
-Tengo entendido que tenías magia, ¿es cierto?- murmuró la mujer en uno de los espacios que se hacían para tomar aire y pensar en movimientos.
-Así es, pero tú no tienes nada, así que sería injusto usarla ahora.- contestó, con sinceridad. Por extraño que pareciese, ese despiadado y sangriento hombre tenía una faceta de caballero. Ya la había mostrado antes al rehusarse a pelear contra Lia y Raty, pues en ese momento sabía que no representaban amenaza alguna, y ahora, al no usar la segunda parte de su fuerza con una pelea, aunque fuera la más importante de su vida.
Zemill, por su parte, no creía en el respeto y en la caballerosidad, y para ella, eso era simplemente que su rival estaba conteniendo su verdadero poder. Y si había algo que Zemill odiara, era rivales débiles y en éste caso, que se contuvieran en una pelea.
-No importa…úsala.-dijo con calma.-Podré con ella.
-¿Estás loca? No durarás ni dos minutos si uso mi magia.
-De nuevo, no importa.
Itram miró a la chica con extrañeza. Y tras dudar un poco, formó en su mano una esfera negra, y con un rápido movimiento, la lanzó a Zemill. La chica ni siquiera se movió para esquivarla, la esfera, rápidamente se enrolló sobre todo su cuerpo, y la hizo caer de rodillas, sin embargo, no soltó su espada de la mano.
-No entiendo qué te pasa mujer…-dijo mientras se acercaba con lentitud a la chica.- Es cómo si me hubieras pedido que te matara.- Se paró frente a ella y levantó su espada sobre el cuello de la mujer.-Pero, fue bueno mientras duró.
Zemill dio de repente un grito tan desgarrador que interrumpió el movimiento que Itram estaba preparando con su espada sobre su cuello. La mujer hizo un esfuerzo sobrehumano, y comenzó a forcejear contra las oscuras cuerdas, mientras seguía gritando, mostró el esfuerzo que estaba haciendo. Itram, al temer que su magia no fuera suficiente para contenerla, apretó su puño y las cuerdas se tensaron aún más sobre ella.
Sin embargo, esto sólo hizo que los gritos de Zemill, que nunca fueron de dolor sino de coraje, se intensificaran. Itram incluso le pareció ver un resplandor rojo en los verdes ojos de la mujer, justo antes de que las cuerdas mágicas se rompieran.
Aunque Itram nunca había probado la fuerza real de esa cuerda mágica, sabía que no era tan sencillo romperla, por lo que por primera vez en mucho tiempo, por no decir en toda su vida, que había visto algo parecido, por lo que su actual situación de desconcierto era más que necesaria.
-Va…vaya, no había visto nunca que alguien pudiera romper uno de eso, felicidades.-dijo Itram, entre temerario y emocionado.
-Así que…eso es…magia, ¿eh?- contestó la chica, respirando con fuerza.- Se siente…raro.-Dijo Zemill, con el mismo entusiasmo de antes.
El asombro que se notaba en la plazuela de Rygdell era tan impresionante que los más de 50 soldados amontonados alrededor de los peleadores, no se atrevían si quiera a acercarse más de lo necesario. Extrañamente ninguno de los soldados levantaba su espada, en general, lo que tenían levantado era su escudo, para protegerse.
-¿Qué está pasando aquí?-resonó la potente voz de Alx, quien se abría paso por entre la multitud, acompañado por Raty, quién tenía un cabestrillo en el brazo y dejó salir un gritito de terror al ver a Itram. También lo acompañaba Hinata, con tremendas ojeras bajo los ojos, quién se había quedado despierta cuidando a los heridos.
-General Alx, un placer conocerlo finalmente.- murmuró Itram con calma mientras hacía una gentil reverencia con la cabeza.-Espero que ya esté recuperada señorita.-dedicándole un guiño a Raty, quien no pudo evitar mostrar una cara de terror.
-¡No intervengas, Alx! ¡Esto no es asunto tuyo!- gritó con furia Zemill, con una vena saltándole en la frente.
-La chica tiene razón, general. Esta pelea es solo entre nosotros dos.- intervino Itram, con una asquerosa sonrisa de satisfacción.
Sin embargo, con toda la tensión que había en el aire, Alx no había dicho nada, y tenía una faz de temple. El ceño fruncido, y agarraba su lanza con mucha fuerza, pero no hacía nada.
-¿A-Alx?-murmuró Hinata eligiendo sus palabras con cuidado de que nadie más que él las escuchara.- ¿Dejarás que esto continúe?- Sin embargó sólo recibió por respuesta, una arruga más en la joven frente de Alx.
Tanto Zemill como Itram, tomaron esta inacción como una muestra de “aprobación” de Alx, y volvieron a su duelo de miradas. Esta distracción le había servido a Zemill para recuperar las energías que había perdido intentando liberarse de las cadenas, por lo que ahora volvía a estar al nivel de su combatiente.
Cuando ambos se lanzaron al combate de nuevo, tuvieron que detenerse, pues una lanza se había clavado justo entre los dos.
Tras un segundo de desconcierto de todos, Alx se adelantó y tomó la lanza, vio a Zemill y a Itram.
-¡Alx, déjanos solos! –gritó una vez más Zemill, con la cara tan roja de coraje que parecía a punto de estallar.
-No, Zemill…este no es momento de tus ideas de adolescente, estamos en una guerra y no permitiré que la uses como excusa para pelear donde se te la gana.
-Esta es la última vez que te lo digo…Alx…retrocede…y déjame.-murmuró Zemill.
-No…y tú...- dijo señalando a Itram.- Tú estás en el lado enemigo, y te recomendaría que bajes tus armas y te entregues.
-Espero que hayas dicho eso por mero trámite burocrático, porque sabes que no lo haré.-se burló Itram, mientras guardaba su espada de nuevo.
-¡NO TE ATREVAS A ENVAINAR TU ARMA! ¡ESTO APENAS HA COMENZADO!-estalló Zemill por fin, Itram finalmente notó cómo el destello rojo en los ojos de la chica, y se dio cuenta de que no era algo natural. –Tú me obligaste a esto, Alx.- Y terminando de decir estas palabras, la chica se lanzó contra Alx, quién en tres simples movimientos tan rápidos como un rayos, despojo a la chica de su arma, y aparte la hizo tropezar a los pies de Itram, quién la miró extrañado.
-Esto es…muy interesante, sí que lo es…-dijo el pelirrojo con lentitud, con una extraña sonrisa que nadie supo descifrar, desenvainó su espada, y con un ágil movimiento, le cortó la mejilla.
-¡Deténganlo!-gritó Alx a los hombres que estaban rodeando a Itram, pero antes de que ellos reaccionaran a la orden, Itram desapareció en un vórtice morado sobre él.
Pareció como si un agujero negro hubiera absorbido todo el ruido que había, pues ya solo había un silencio, incómodo para todos. Zemill seguía tirada en el piso, con los ojos abiertos de incredulidad y Alx, pasmado de sorpresa e impotencia.
Raty, junto con todos los soldados, no estaban seguros de que había pasado, y no se atrevían a acercarse más, ya fuera por precaución o por miedo. Pero nadie se iba, querían acercarse a ver qué pasaría luego de todo el suceso.
Zemill se levantó con lentitud, le arrebató su espada a Alx, y caminó hacia la puerta, sin tener que intimidar a nadie para que le dejasen pasar, y unos segundos después, desapareció tras las sombras de los árboles, plateado como la luz de la luna.
Alx miró cómo se alejaba la chica, pero no hizo nada para detenerla. Solo se limitó a darse la media vuelta, y al igual que la mujer, se dirigió con calma a su dormitorio, y cerró su puerta con un portazo, que a todos les sorprendió que la puerta no se desprendiera.
-Cierren la puerta otra vez, y vuelvan a sus lugares…éste asunto terminó.-Dijo Hinata con autoridad, y el trance en que todos habían estado se rompió al instante. Recogieron a los muertos de la puerta, y Hinata fue la única que trajo cargando el cadáver que estaba escondido en los arbustos a las afueras del castillo, pues nadie se atrevía a salir, dadas las circunstancias.
En menos de una hora…era como si nada hubiera pasado en Rygdell.
***
Rata caminaba en silencio por el oscuro panorama, rodeado de plantas, arbustos y rocas.
Habían caminado bastante tiempo, por lo menos 10 kilómetros, pero tuvieron que desistir ante la insistencia de las mujeres. La mayoría estaba acampando en un claro unos metros atrás, pero Rata no se podía dar el lujo de esperar.
Le había dado el llamado a su bestia hacía 10 minutos, por lo que era cuestión de esperar. Y no pasó mucho antes de que Rata oyera el rugido de su Orni, un ornitorrinco gigante volador.
Rata se le acercó y le acarició la cabeza y el pico de pato, y al instante Orni se agachó para que su amo pudiera abordarlo, sobre su lomo, justo delante de un par de aletas peludas.
Sin embargo, una voz masculina lo hizo detenerse antes de despegar. Tozaki se acercaba al monstruo, con una linda Sanahi a su lado.
-Espera…queremos ir contigo.-Dijo el hada, con una tímida sonrisa.
-Sabemos que vas a Rygdell, tenemos razón para ir contigo.- Continuó el hombre observando con detenimiento la extraña apariencia de la bestia.
-Mmm… ¿Qué no tienen compañeras/prisioneras por las que quedarse aquí?-cuestionó el chico desde el animal.
-No, ambos le encargamos a Kairut, cuidar y vigilar a Hyru y a…tu chica.
-Ella no es mi chica.- exclamó Tozaki ruborizado.- ¿Entonces…podemos ir contigo? Además, Sanahi me dijo que podría ayudar a curar a tus amigos.
-Ehh…pues supongo que no hay ningún problema, creo que si pueden venir.-murmuró con pereza el chico.
Rata ayudó a Sanahi a subir al animal y, a pesar de la exclamación de asco que hizo al sentarse en el tupido pelaje del ornitorrinco, a él le alegró ver unas lindas piernas femeninas tan cerca, pues ya estaba cansado de las andróginas piernas de Kesos, y las peludas de Kai y Lobo.
Tras intentar subir sólo a la bestia, Tozaki tuvo que tragarse su orgullo y tomar la mano de Rata y sentarse tras Saya, quién se ruborizó un poco al despegue, pues Tozaki la tomó firmemente de la cintura, y Rata la instó a hacer lo propio con de él, aunque el chico sabía que era más confiable tomar el espeso pelo de Orni como agarre, pero era una oportunidad que no desaprovecharía.
El viaje, duró bastante tiempo a pesar de la velocidad del animal, y transcurrió sin ningún inconveniente, exceptuando una brusca caída de Tozaki sobre la espalda de Saya, al parecer había caído dormido, en uno de esos ataques de sueño que le daban frecuentemente.
Cuando finalmente llegaron a Rygdell, el sol apenas había salido y una tibia brisa los acarició, y quién mas lo aprecio fue Rata, puesto que a medio camino se sintió mal al ver tanta piel al descubierto de Sanahi y consideró necesario entregarle su camisa a fin de que pudiera aguantar el frío viento del vuelo.
Tras el miedo inicial que recibieron por parte de los soldados, al final Tozaki los calmó diciéndole que eran amigos todos y cada uno de los tripulantes. Orni cayó con fuerza sobre el centro del castillo, y todos bajaron del animal, quién tan pronto se sintió libre, emprendió el vuelo una vez más, y desapareció tras las nubes matinales.
El trío caminó con rapidez, Tozaki liderándolos, caminando con soltura y observando el castillo cómo si llevase años sin verlo, Rata, haciéndolo como normalmente lo hace, viendo con indiferencia toda la arquitectura y la gente que lo veía como bicho raro, y finalmente Saya, quién caminaba con pasitos cortos, intentando esconder lo mejor que podía sus alas y antenitas, y viendo con molestia las miradas masculinas hacia sus piernas.
-¿El general Alx?-preguntó Tozaki, acercándose a un soldado.
-Ehh…está en su habitación, señor. Pidió que no lo molestara nadie.
-De acuerdo, ¿y la general Hinata?
-Está en esa habitación, está con los heridos.-Al decir esas palabras, tanto Sanahi como Rata intercambiaron miradas de alegría.
-Gracias soldado, sé que el general dio órdenes de no molestarlo, pero le pido que lo haga, y dígale que ya estoy aquí.-concluyó, y acto seguido, caminaron hacia el aula señalada.
Al llegar, el aspecto no era nada alentador, a pesar de tener ventanas en las paredes de piedra, estaba bastante oscuro, por lo que sumado a las antorchas que aun estaban prendidas, daba más la impresión de ser un calabozo que una enfermería.
Ony, quién era el que estaba más cerca de la puerta, se veía muy cansado, tenía profundas cortadas en la cara y los brazos, pero lo que más se notaba eran las vendas que estaban sobre su torso, y el cabestrillo que dejaba su brazo roto sobre éstas.
Nikedanz, sin embargo, se veía moribundo, tenía una cara tan gris como el día más nublado, una expresión de sufrimiento en sus facciones y su cuerpo estaba tan lleno de vendas ensangrentadas que parecía más un hombre a punto de ser enterrado a que un herido. Estaba dormido y respiraba con dificultad.
Sooh estaba también acostado en una de las camas, tan pálido como Nikedanz, pero con una cara más apacible, parecía un simple hombre dormido.
Lia era la que estaba en la cama más alejada, recostada con un vendaje que le cubría todo el pecho y las alas, para Rata, ver a Lia sin sus alas visibles, era cómo ver Kesos sin su cara de imbecilidad crónica.
César sin embargo, le daba la espalda a la puerta, y estaba parado mirando a la ventana, recargado en una muleta. Daba la impresión de ser un mendigo.
Hinata, estaba sentada en una silla a un lado de la cama de Sooh, recargada en una mesita, dormida.
Cuando el trío llego, cada uno fue a ver a su persona más querida instintivamente, Tozaki fue con Sooh y Hinata, Rata con Lia, y Sanahi con Ony.
-Hinata, Hinata.-murmuró Tozaki, dándole unos pequeños empujones a Hinata para despertarla.
-¿Qué? ¿Qué pasa?-balbuceó la chica, tallándose los ojos.- ¡Tozaki! ¡Qué bueno que regresaste!-gritó jubilosa al tiempo que se levantaba.- Creí que habías…muerto o algo así.- Comentó con una sonrisa que apenas le cabía en la cara. Movía los brazos en un bamboleo, como si no se decidiera si abrazar a Tozaki o no. Él la abrazó a ella en cambio.
-Ya ves que no, no moriría sin ver el final de esta guerra.-Bromeó.- Debo decir que…es una historia muy larga.-Y terminando de decir esto, miró a su compañero en cama, y sin dejarlo de observar, preguntó: -¿El? ¿Está bien?
Hinata miró con tristeza a Sooh y habló con una voz seria.
-No…no lo sabemos. Desde que llegó ayer en la noche no se ha movido, está…inconsciente o algo así.
-¿Cómo llegó aquí?
-Zemill lo trajo, fue a buscarte a ti, pero solamente lo encontró a él.
Al oír el nombre de Zemill, Tozaki se dio cuenta de que en su aventura no había pensado nada en su novia, y se extraño por no haberla visto, el conocía muy bien a su pareja, y sabía que estaría por todo el fuerte gritando el nombre de Tozaki al enterarse de su regreso.
-¿Dónde está Zemill?
Unas camas más atrás, se encontraba Rata mirando con tristeza e impotencia a una Lia dormida, dudando entre despertarla o no, por lo que sólo se limitó a tomarla de la mano
-Ella está bien.- dijo Raty melancólica, quien iba llegando con una bandeja con agua y comida, y la puso en la mesa a un lado de la cabecera.
-¡Raty!-El güerito instintivamente soltó la mano de Lia, como si lo hubieran pillado haciendo los malos tactos, y se paró torpemente, indeciso de que hacer luego. –Qué bueno que estas bien…-Rata vio los vendajes que Raty tenía en todo su cuerpo y la chica lo notó.
-No es nada, son solo heridas de astillas, mi arco se rompió.-Dijo con naturalidad, Rata no supo si era fingida o real.- Ella si está algo mal, su ala derecha está como…pues…como…jodida, como tu dirías.-Y terminó con una linda risita, misma que Rata no siguió tan natural como hubiera querido.- Y... ¿Quién es la tipa que está con Ony? ¿Es un hada?
-¿Ehh? Este…pues…supongo que sí, nos dijo que podía ayudar a curarlos, pero…comienzo a pensar que sólo vino a besarse con Ony.
-No deberías ser así de rudo con ella, si tiene razón, nos será de mucha ayuda.
-¿Quieres que vaya a decirle que los cure de una vez?
-No, Rata, ¿no ves que está en un momento muy afectuoso ahora?-regañó.- Esperemos unos momentos…a que se pongan al corriente.
Finalmente, en la cama más cercana a la puerta, Saya levitaba a un lado de Ony, tomando su mano libre y unas lágrimas caían sobre el lecho de la cama.
El hada, intentando ser lo menos notoria posible, le quitó el cabestrillo del brazo, le quitó la venda y vio con horror la cicatriz que tenía en el codo, seguramente había sido intervenido para arreglárselo lo mejor que se pudiera. Saya no pudo evitar soltar un gritito, pero puso sus manos sobre el codo, cerró los ojos y se concentró. Una tenue luz rosa surgió de sus manos y envolvió toda la cama, Ony hizo una expresión de sufrimiento, pero inmediatamente cesó. Saya se tomó la sien con la calma y exhaló fuertemente, después, tomó unas tijeras que estaban en la mesa de apoyo, y cortó las vendas que le cubrían el torso al chico de pelo cano. Habían dos cicatrices cocidas debajo de las costillas, y Saya volvió la cabeza, tomando fuerzas para volver a mirar. Cuando lo hizo, volvió a posar sus manos gentilmente sobre las heridas, y de nuevo surgió la luz rosa. Las heridas rojizas se desvanecieron al instante, dejando solamente los hilos en la piel, pero Saya no quiso hacer la labor de quitarlos, por lo que simplemente lo tapó con la sábana y se recargó en la pared, con una sonrisa de satisfacción y unas gotas de sudor.
-No te preocupes, Ony podría quitárselos sólo. Eso es un rasguño para él.- Dijo la relajada voz de Raty a espaldas del hada. –Gracias por parte de todos los Alkólikos por hacer eso.
-¿Podrías hacer eso con los demás?-preguntó Rata, a un lado de Raty.
-Yo…eh, creo que sí. Pero, es muy desgastante para mí, no creo que pueda con todos en este instante.
-Ahh, no te preocupes, no esperaba que lo hicieras, sólo…quisiera que los estabilizaras o que les quitaras el dolor, por lo menos.- Dijo el chico y esbozó una sonrisa.
-Por supuesto que sí.-Y la chica sonrió de nuevo.
Entonces por la puerta entró un soldado, quién se acercó rápidamente al oído, le dijo unas palabras y se retiró con él.
Tozaki caminó por la plazuela de nuevo, subió unas escaleras de caracol, y finalmente entró a un cuarto con un letrero pegado a la puerta que leía “General Alx”.
-Cierre la puerta, soldado…quiero hablar en privado.- orden que acató sin dudar.
-¿Qué pasó, Alx? ¿Por qué no quisiste bajar?
-Yo…lo arruiné todo.
-¿Qué? ¿A qué te refieres?
-Hice tantas estupideces… estamos a punto de perder la guerra.
-¿De qué estás hablando? Tenemos mucho apoyo y…
-Zemill huyó, Tozaki. Por mi culpa. Sooh que estaba casi muerto, y tú que no te aparecías por ningún lado, Dark Itram vino anoche y…
-¿Qué Itram vino? Eso es…
-Te pido que me dejes terminar, Tozaki. Creemos que vino a asesinar a cuánto pudiera, siendo los heridos sus prioridades. Sin embargo, Zemill lo encontró en la entrada, y pelearon un rato.- Alx vio como Tozaki estaba a punto de interrumpirlo, y se apresuró para evitarlo.- Cuando llegué, no se habían hecho daño, pero me interpuse para detener la pelea… Itram, desapareció luego de hacerle un rasguño en la mejilla a Zemill, me temo que por alguna razón quiso escapar antes que matarla. Y bueno…ya conoces a Zemill, ella quería pelear con Itram, y yo no se lo permití, así que se fue.
Alx tenía tremendas ojeras, y se veía pálido, a pesar de que el cuarto estaba inundado de luz. Tozaki estaba sin habla, se había ido un día, y eso había sido suficiente para que su novia no soportara más las órdenes. Se había temido por siempre que Zemill tuviera una explosión de ira algún día, pero pensó que estaría él allí para calmarla, y no podía creer que hubiera pasado justo el día en que no estaba presente.
-Te contaré todo lo que me pasó y todo lo que sé…y luego me iré a buscarla.-dijo Tozaki, con un hilo de voz.-Espero que puedas comprenderme…Ah, y no te culpes por nada, era lo que tenías que hacer como líder…de hecho, todo el ejército hubiera cuestionado tu autoridad si dejabas que eso pasara. Sin mencionar lo que diría el Rey y Maximilahn. No hiciste nada malo.
Se miraron unos segundos, y Alx asintió con comprensión.
De vuelta en la enfermería, Saya ya había curado el ala de Lia, y había cerrado las heridas de Nikedanz, pero no le alcanzó su magia para terminar con él, y con Sooh ni siquiera lo había intentado, pues no tenía ni la más mínima idea de que aflicción podría tener. Se sintió tan débil al final, que tuvieron que sentarla en una cama libre que había hasta el rincón de la habitación.
Lia por fin había despertado, y a pesar de las indicaciones de Raty, no quiso quedarse recostada más tiempo…aunque sólo Rata desconocía el porqué quiso estar alerta y consciente. Le incomodaba bastante que Raty y Rata anduvieran juntos, pero no por celosa, sino porque odiaba que pasara frente a sus narices.
Se quitó las vendas, (aprovechando para enseñarle la espalda desnuda a Rata), y desplegó sus alas, agradecida de ya no sentir más dolor, sin embargo no pudo agradecerle personalmente a Sanahi, pues ya estaba dormida cuando despertó.
Rata se estaba encargando de contarle lo nuevo que habían aprendido en el día anterior, siendo el asunto de Hasid el que más despertó la alarma. La idea de ser el blanco personal de Hasid les intimidó, considerando lo que un subordinado suyo había logrado. Sin embargo, se preguntaron porque simplemente no se había aparecido, los había matado y ya.
No ahondaron en el tema, apenas se dieron cuenta de su fortuna por seguir vivos, cuando Tozaki regresó acompañado por Alx.
-Muy bien…Rata, tendremos que saber todo lo que tú sabes, pues Tozaki ya me contó su parte. Creo que estamos enterados de todo este asunto, y me encantaría esperar a tener todo el equipo lleno, tanto de su bando como del mío…- Y miró de reojo a Sooh.- Pero no tenemos tiempo para eso como se pudieron dar cuenta. Estando separados simplemente hace que Hasid nos cacé más fácil. Envíe un mensajero a Maxi, instándole a que regresé tan pronto sea posible, pero no creo que esté hasta en dos días. Esperamos que tenga información sobre Hasid que nos ayude a idear una mejor estrategia.
Todos los presentes asintieron con entusiasmo. Por fin estaba pasando, estarían todos juntos de nuevo. Y la siempre latente amenaza de Hasid y sus secuaces era más grande que antes, o por lo menos, ahora estaban conscientes de ella.
Tendrían que aguantar hasta que llegaran los más importantes, Maximilahn y Kairut, por lo menos.
Rata- Admin
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
merci por el nuevo capitulo, creo que es aqui donde me quede la ultima vez asi que a esperar el siguiente que sera nuevo para mi ^^
Arzes- Sackbag
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
esta genial! aun falta el misterio de los ojos rojos de zemill
la escena del orni la tengo dibujada en la libreta
la escena del orni la tengo dibujada en la libreta
Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Pues venga amiga mia Sanahi, dibujals y muestrala al mundo Por cierto hasta aqui me pongo al corriente. Lo que siga despues de Rata, es nuevo mah friends_! O.ó
Capitulo Once X: Que el cielo Tiemble.
- Spoiler:
- Zemill se había alejado caminando lentamente del fuerte. Estaba harta, ese sin duda había sido el peor día de su vida y no podía tolerarlo más. Al menos ya no.
Tozaki había desaparecido, Alex se había interpuesto en su camino, había perdido la oportunidad de tener un gran duelo a muerte y lo peor: había sido humillada delante del enemigo. Este era en verdad, su peor día.
Con gran furia desenfundo la espada en un solo golpe. El poder fue tal que incluso el viento a su alrededor se altero de manera visible y el suelo donde impacto la espada se destrozo al contacto con el arma, era brutal.
—Me las van a pagar cada uno de ustedes —dijo furibunda la chica—. Alex, Itram y Tozaki. Todos lo pagaran. Les demostrare que yo puedo acabar esta pelea sin molestarme en planear “estrategias” y demás cobardías —decía con desprecio Zemill—. Si tanto temor tienen a la magia, yo ya demostré que eso no me puede detener —desenterró su acero del suelo y sus ojos parpadearon en tono carmesí—. ¡Demostrare que yo soy la mejor!
Su grito había sido interrumpido por una patada de una bota negra que le había impactado directamente en la cara.
Zemill ágil como felino, dio una vuelta hacia atrás aprovechando el impulso. De esta manera pudo observar como detrás de su atacante se cerraba un agujero de tonos negros y morados. La mujer que le había agredido, de pelo azul, caía con elegancia a la par que entre sus dedos bailaban la danza de la muerte varios estiletes.
—¿Qué demonios quieres estúpida? —cuestiono molesta Zemill—. No estoy de humor para jugar contigo
—¿Quién dijo algo de jugar? —sonrió malvada la atacante y lanzo sus estiletes contra Zemill.
—Esto… —Zemill con su puño desvió los estiletes sin sufrir daño alguno— es lo que yo llamo jugar estúpida.
—No te confíes demasiado —dijo visiblemente ofendida la mujer de pelo azul—. Después de todo, te humillaron apenas hace unos minutos, como para que ya estés fanfarroneando —de su cintura desenfundo una espada pequeña de hoja negra—; ¿No es así?
—¡Cállate!
Zemill llena de ira descargo un poderoso puñetazo contra el rostro de la chica. Instantáneamente, el pomo de su espada se incrusto en el estomago de su enemiga, y le remato con una patada de lleno en la cara. La mujer del portal salió disparada contra los matorrales con tal fuerza que reboto dos veces y aun después de eso, su cuerpo rodo un poco.
Como una banda elástica la mujer se levanto. Tomo su espada negruzca en la diestra y en la zurda de su muslo sustrajo varios estiletes. Corrió rápidamente contra Zemill y dio una estocada. Sin mucho esfuerzo el puño zurdo de Zemill hizo a un lado la diestra de su enemiga, pero, no contaba con que esta vez los estiletes no volarían, sino que se los incrusto en el hombro. Cegada por el dolor, el cuerpo de Zemill actuó instintivamente y su diestra tomo la espada y le hizo un gran corte en el brazo a la chica, y con el mismo impulso, le dio una patada marcando distancia entre las dos.
—Maldita— gruño más que hablar Zemill mientras sustraía las navajas de su cuerpo—. Te matare por haberme herido.
—Trata de hacerlo, si es que puedes mover ese brazo estúpida.
—¡¿Qué?! — Zemill miro con terror como las filosas agujas que tenía en su mano, estaban embadurnadas de una especie de baba negra—. ¡Usaste veneno maldita puta!
—Ya relájate maldita mujer sin cerebro. Afronta los hechos y ríndete como el animal que eres y dame así, a Nelly/Kass, la victoria que merezco para caer en la gracia del amo Melikor —finalizo malévolamente.
—Ahora veras —dijo lentamente Zemill—. Te enseñare, que el verdadero poder —lanzo a un lado las puntas venenosas y tomo su espada—, no necesita —su brazo izquierdo colgaba inerte, mientras que el derecho estaba tenso a todo lo que daba— ¡Trucos baratos!
Corriendo a toda prisa, Zemill arrastraba contra la tierra su espada, era tal el poder y su velocidad, que el arma hacia un canal por donde pasaba y al contacto con las rocas sacaba chispas. Kass sonrió al ver que la mujer perdía la cordura, la tenia donde quería y eso le encantaba.
Habia llegado la hora de acabar su trabajo.
De su pierna tomo nuevamente más estiletes, en un movimiento imperceptible por su finura, los paso por un pedazo de cuero en su cinturón y por arte de magia, las finas púas plata ahora tenían sus filos ennegrecidos. Aunque su brazo estaba herido eso no importaba, tenía la suficiente fuerza y destreza todavía como para lanzar sus letales armas de ponzoña. Aun así, en la otra mano tenia firmemente sujeta su espada.
Lanzo un par de sus púas contra Zemill. Sonreía con placer, los había lanzado a un punto ciego de la muchacha: a la pierna y muslo izquierdos. Sabía que por ir dando ese ridículo show de poderío de arrastra la espada, no podría defender su cuerpo por la resistencia que haría el suelo contra su acero. Estaba acabada esa mujer.
Furiosa por ver aquella táctica, que consideraba sumamente cobarde, Zemill apretó sus dientes a tal grado que parecía que los reventaría en su propia boca, empuño con más fuerza la espada y apretó el paso. No pensaba esquivar ni defenderse ya, sabía que estaba jodida por ese lado, pero, cuando alcanzara a esa mujer, su espada la partiría en dos antes de caer inmovilizada por el veneno.
Lastima para Kass que esas puntas mortales, jamás tocaron a Zemill.
Cuando Zemill tomo su determinación de seguir adelante, sus ojos se encendieron en rojo. Después de eso, los estiletes tenían que haber impactado en ella, pero, fueron rechazados por una coraza invisible. Kass no dio crédito a lo que paso, no sabía que esa mujer era capaz de usar la magia de esa manera. Sin mediar un solo pensamiento más de duda, Kass lanzo cuatro tandas más de estiletes y no paso nada… todos eran reflejados.
Zemill no concedió la mínima atención al asunto, simplemente sonrió extasiada por su locura; la mataría. Kass inmutable, o tratando de mantener una cara impasible, tomo su espada en ambas manos espero el ataque de Zemill.
Fue indescriptible el poder de ese golpe.
Surgiendo de la tierra, la punta del acero de Zemill salió disparada hacia Nelly. Ella solo pudo entrometer su espada para oponer resistencia, pero fue inútil. El poder de la embestida de Zemill fue tal que las manos de Nelly no resistieron la fricción que ocasionaba su espada y la soltaron. Su arma se le incrusto por azares de la mala suerte en su hombro derecho. Al no poder frenar el ataque de Zemill, su espada siguió subiendo hasta batirse en sangre en el pecho de Nelly y después en su rostro para finalizar en el cielo.
Zemill se encontraba fuera de sí, su poder era tan grande que había cerrado su mente totalmente. Kass caía lentamente hacia atrás mientras observaba como Zemill tomaba impulso nuevamente para dejar caer el golpe final sobre ella. Pensaba partirla en dos.
Un portal se abrió exactamente a un costado de Zemill. De la misma manera que se abrió, la característica funda de Itram impacto en la mano de Zemill haciendo que soltara su espada. Detrás de la funda, Itram apareció con su espada en mano, tomo al vuelo la espada de Zemill y sin miramientos le hizo un corte en “X” en el costado, derribándola en el acto.
En ese instante, Zemill volvió en sí, toda su fuerza de locura guerrera se había desvanecido para dejarla ser consciente de que caía derrotado por una sucia jugarreta y a su vez, para poder sentir en su carne todo el dolor de esos cortes.
Al impactar contra el suelo, su rostro quedo delante de una blanca túnica que dejaba ver las puntas de unas babuchas blancas de suela negra. Zemill alzo su vista y contemplo en todo su esplendor al legendario Hasid Melikor. Su inexpresivo rostro y delineadas facciones, su cabello negro azabache volando con el viento, su túnica que se ondeaba a la par de su pelo… todo en el era imponente.
—Tenias razón Itram, esta bestia ser muy útil.
—Bastardo —gruño Zemill tratando de incorporarse.
—No te muevas hermosa fiera —dicto Hasid y sin mostrar remordimiento alguno, de entre su capa saco un báculo que enterró fieramente en el costado de Zemill—. Eso es, dame lo que más deseo de tu cuerpo —Zemill presa del dolor gritaba de tal forma que parecía que su garganta se desgarraba—. Tu resistencia es formidable, pero no eres pieza para mi poder.
—Pude destruir el poder de Itram— dijo orgullosa la chica—, no cuentes con que tu serás la excepción.
—Criatura bruta y estúpida —dijo Hasid de manera despectiva, pero en tono paternal—, te prometo que acabare pronto —dijo sonriendo—, pero, hare que sea un suplicio que jamás te dejara en paz —puntualizo cada palabra.
—Como osó decir eso, comparar mi poder al del maestro de las artes arcanas y caóticas— dijo Itram incrédulo de corazón.
—Es el poder de la ignorancia Itram —sonrió Melikor complacido—. Hazle un corte en la espalda, rápido — ordeno como si estuviese pidiendo un pedazo de pollo en el mercado.
Zemill arqueo sus cejas, no podía creer que esa nenaza de Hasid Melikor fuera lo que tenia locos a todos en Rygdell. Se veía flacucho y ni siquiera había mostrado su magia, era sin duda un fanfarron que se aprovechaba de que ella estaba tullida.
En un increíble esfuerzo sobrehumano, Zemill pudo rodar hasta donde estaba la espada de Kass. La tomo en su mano y con sus piernas que aun estaban en plenitud, se levanto en un torpe, pero seguro movimiento.
Hasid le miro aburrido. Alzo su baculo apuntándole a la mujer a las piernas. Ya se lo imaginaba Zemill, le haría ese raro encantamiento de soga, podría romperlo sin problemas.
Pobre e ingenua Zemill.
Hasid solo abrió los ojos de par en par al tiempo que tronaba la lengua. Zemill en una fracción de segundo, sintió claramente como su pantorrilla derecha se rompía brutalmente, pudo experimentarlo en toda su intensidad. La chica trato de mantener el equilibrio, la zurda hacia el doble trabajo pero no se rendiría.
Hasid apenas levemente divertido, con su báculo hizo levitar un par de estiletes que estaban regados por el piso, y con un ligero movimiento de su cabeza, los mando incrustarse en la rodilla izquierda de Zemill, haciéndola caer de boca en el acto.
Sin esperar un segundo más, Itram enterró la espada de Zemill al lado de su dueña. Con cierto asco y molestia, empuño su espada y le hizo el corte en la espalda a la chica. Eso iba totalmente contra todos sus principios de pelea, pero aun así, lo hizo.
—Te das cuenta ahora del hondo abismo que nos separa pequeña bestia— dijo Hasid mientras acariciaba con la punta de su pie la mejilla de la chica—. Y pensar que hace pocos minutos, estaba solo esperando a que Itram me dijera que había caído la fortaleza. ¡No sabes qué alegría más grande me has brindado niña bestia! Itram, toma a Kass y llévatela a la guarida, no necesito que interfiera su podredumbre con mi ritual.
—¿La curo también?
—Ya debe estar muerta, solo desaparécela de mi vista.
Itram en el acto acato la orden de su señor. Tomo su funda y guardo en ella su espada, se la colgó al hombro y en brazos cargo a Kass. Con un leve meneo de muñeca, un portal se abrió de la misma forma en que hace 30 minutos lo había hecho, para modificar esta historia.
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Hace 30 minutos…
Itram viajaba a toda velocidad entre túneles y portales de penumbra en busca de Melikor, sabía que este hallazgo interesaría al místico mago.
Finalmente, apareció en el recinto que pertenecía a Melikor mientras se mantenía entre las murallas de Tyska.
—Itram ¿A qué has venido? —cuestiono impasible Hasid, sentado en el suelo entre infinidad de libros.
—Encontré algo que podría interesarle mi señor— Dijo Itram a la par que mostraba la sangre de Zemill en la hoja de su espada.
—Esto es algo así como esos regalos que dan los perros o…— de repente, el tono seco de Hasid se corto al sentir la esencia tan poderosa que manaba de esa sangre—. ¡¿Qué es esto Itram?! ¡¿Acaso has matado a Maximilanh en vez de a la inútil niña bestia?!
—No mi señor— dijo Itram impasible—. Precisamente, esta es la sangre de esa mujer.
—Ya veo —dijo Hasid recobrando la compostura. Con delicadeza deslizo su dedo por la sangre y sintió el poder que irradiaba—. Si lo que dices es verdad, esa cría de bestias no es tan inútil como pensaba. Ve a buscar a Kass en el acto Itram — De entre sus pertenencias tomo un frasco de vidrio que guardaba un líquido carmesí—. Dale a beber un poco de este elixir y tráela lo más pronto que puedas ante mi presencia.
Itram no cuestiono sus ordenes, simplemente abrió otro portal y desapareció engullido por la penumbra.
—De manera que aquí esta lo que siempre estuve buscando— dijo extasiado Melikor mientras mezclaba la sangre con otras materias y sustancias—. Y decían que la magia todo lo podía —dijo con desprecio mirando todos los libros del piso—; nada es más poderoso para este tipo de menesteres, que la antigua e invaluable alquimia.
Del recipiente salió un opaco humo color blanquecino. Hasid sonrió satisfecho al ver que el resultado era satisfactorio.
Seguido del gran descubrimiento, al lado de Hasid, Nelly/Kass e Itram hicieron acto de presencia. La sonrisa de Hasid se agrando aun mas, todo iba a salir a pedir de boca, lo sabía.
—Mi señor…
—Guarda tu saliva Kass para otra ocasión. Tengo que encomendarte la misión de neutralizar, capturar y traer ante mí a la guerrera Zemill— Hasid solo observaba como la muchacha asentía como hipnotizada ante su voz—. Lo he pensado— el tono de Hasid se torno indescriptiblemente seductor y envolvente—, esta es tu oportunidad para redimirte ante mí y mostrar tu valía para mis propósitos Kass. ¿Podrás hacerlo?
—Déjelo en mis manos mi señor Melikor.
—Perfecto — Hasid estiro su diestra y abrió un portal para la mujer—. Ve y demuéstrame tu valía Kass.
Sin mediar una sola palabra, Kass tomo un par de estiletes en sus manos y se lanzo sin miramientos dentro del portal. Una vez que ella paso íntegramente a través de este, se cerro como si jamás hubiese existido.
Hasid se giro para mirar a Itram.
—Cuanto tiempo le das Itram.
—¿Perdón?
—Sí. ¿Cuánto tiempo crees que Zemill tardara en acabar con Nelly?
—No lo sé mi señor, pero, supongo que no tardara mucho. Es una guerrera formidable y es pura y letal fuerza bruta; Kass es simplemente la asesina perfecta, pero si sale de las sombras pierde todo su empuje.
—Lo sé, por eso la mande a ella, hará bien su labor. Itram, necesito que tu espada y tu estén preparados para salir a darle el golpe final a esa mujer.
—Pero, creí que la quería viva mi señor Melikor.
—Así es. No quiero que la mates, solo que la imposibilites. Lo demás corre por mi cuenta Itram. Hiciste bien en mostrarme sus maravillosas habilidades.
Hasid abrió un portal, esta vez uno más pequeño. A su vez, la imagen del otro lado era tan nítida como si estuvieran al lado de las guerreras. Nelly peleaba con valor, pero eso no serviría en nada para contrarrestar el poderío de Zemill.
Abrir el portal había mellado la fuerza mágica, o mana, de Melikor. Ya estaba cansado, sabía que debía esconderse porque se acercaba ese ciclo en que su poder menguaba. Aunque gracias a Itram, esa debilidad ya estaba a punto de terminarse.
Los dos guardaban silencio. Melikor analizaba la peleaba a detalle, aun a sabiendas del resultado, lo disfrutaba. Itram por su parte estaba reposando, se encontraba de ojos cerrados y en la posición de loto con su espada sobre sus piernas, requería estar lo más equilibrado posible, porque la tarea que seguía, no le agradaba, se le hacía trabajo bajo que bien Kass podría haber hecho.
—Ya esta Itram —dijo Hasid cuando vio que Zemill ya estaba derrotando la resistencia de la espada de Kass—. Tu entra por allí — hacia donde señalo, un nuevo portal apareció—. Yo iré por aquí. Que quede claro que debe vivir.
Y dicho eso, Melikor e Itram entraron por sus respectivos portales para salir de la penumbra. Uno salió débil porque su mana estaba en las ultimas, y el otro salió contrariado por hacer tan baja tarea.
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De regreso al presente, Itram deposito a una moribunda Kass en el negro suelo de la zona de penumbra. La chica apenas podía respirar y no cabía duda que esas cicatrices no se iban a borrar. Ya había sufrido bastante, y aun así, por Melikor, sin duda era capaz de jugarse una y otra vez la vida.
Itram puso entre las manos de la mujer su espada de hoja negra, a su vez, uso un poco de su magia para cerrar las heridas, al menos así dejaría de sangrar.
Se levanto elegantemente y miro de reojo a Kass ahí tirada inconsciente.
—Supongo que es necesario mantenerte así, no sabemos en qué otro momento pueda ser de utilidad tu pellejo. Solo eso te granjea retorcerte y seguir respirando después de la masacre de la que fuiste la única víctima.
Y sin más, abrió otro portal y lo atravesó dejando en total oscuridad a la moribunda mujer.
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Hasid sonreía satisfecho. Delante de él, yacía una torturada y amedrentada alma que alguna vez tuvo un poder inimaginable. Zemill se retorcía porque gracias a la pérdida de sangre, ahora tenía alucinaciones de toda índole y luchaba en una realidad que ya no era la suya.
Melikor que hace unos instantes estaba débil, ahora se veía completamente diferente. Su piel brillaba como nunca, incluso parecía que había perdido un par de años de encima e incluso su poder era tal, que una pequeña aura blanquecina, casi imperceptible, le cubría todo el cuerpo.
El rito había sido todo un éxito. Zemill seguiría teniendo esa devastadora fuerza bruta, pero, la magia que antes le había protegido, ahora servía a otro dueño.
Con un movimiento de su mano. Todas las velas y esqueletos que había puesto para el ritual se los llevo el viento, a su vez, en muestra de “gratitud”, de otro movimiento, Hasid cerró las heridas de Zemill y con una ráfaga de viento la lanzo contra unos matorrales. Estaba hecho.
—Muy bien— Hasid se irguió en todo su ser y enterró su báculo en la tierra manchada por la sangre de Zemill—. Esta vez, ya no habrá nada que pueda contener mi poder, las prohibiciones se acabaron.
Satisfecho por lo que había sucedido en ese lugar, Melikor le prendió fuego al círculo donde llevo a cabo su ritual, no quería dejar huellas de nada. Respecto a Zemill, era simple, ella sobreviviría para servir de lección a todos sus enemigos, de tal forma que, el guerrero más poderoso del reino, había caído impotente ante el gran Hasid Melikor. Esa sería la semilla que daría por resultado los amargos frutos de la incertidumbre y el miedo, miedo a confrontar a Hasid Melikor, y por consecuencia a todos los que estuvieran a su lado.
Un nuevo movimiento de muñeca abrió un portal a su lado. Con la sonrisa de oreja a oreja, Melikor entro en él y se perdió en esa zona de penumbra.
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En otra parte, en concreto en la fortaleza que servía de guarida al ejercito Hyian bajo el mando de Alex, se encontraba hablando Rata con un atento Alex y un nervioso Tozaki. Todo en la enfermería de reserva.
—Seeee entonces, como te decía —continuaba Rata—, es que tuvimos la oportunidad de ver pelear a esta tipa, una mujer embutida en cuero negro y que trataba de matar a los vagos —Rata respiro profundamente al ver como Tozaki seguía moviéndose detrás de Alex.
—Continua— le alentó con calma Alex, ignorando a Tozaki.
—Donde te habrás ido Zemill— Tozaki estaba caminando en círculos alrededor de Rata y Alex. Estaba preocupado, pero quería saber más del enemigo—. ¡Sigue, carajo!
—¡Si me dejaras continuar saco de pus!
—¡No te dirijas a mí de esa manera, mercenario desagradable!
—¡Basta ya! —La voz y presencia de Alex impusieron orden en el acto—. Tozaki, estas muy alterado por lo de Zemill. Tranquilízate para que puedas ayudarnos.
—Es que este sujeto no termina de contarnos las cosas Alex.
—Es que tú te la pasas interrumpiéndome shiko. Y además por esa mujer…
—Mide tus palabras tipejo —Tozaki desenfundo su espada y miro con odio a Rata—. Esa mujer es mi pareja…
—¿Eso es verdad Alex? — cuestiono Rata ignorando monumentalmente a Tozaki.
—Pues si— dijo Alex encogiéndose de hombros.
—Por eso estas castrándome de esta manera — dijo Rata entendiéndolo todo—. Yo te entiendo tipo— el chico miro por inercia hacia Raty y Lia—, se que debe ser duro. Ok, esto es lo que haremos. Ve con Ony y dile que Rata dice que te preste a Hienola para que busques a tu novia.
—¿A quién?
—Hienola es uno de nuestros animales de compañía, espionaje, pelea etc etc… mira, el punto es que tiene un olfato tan desarrollado que te llevara a tu mujer donde quiera que este. Siempre lo usamos para enviarnos mensajes y no importa donde estemos, el siempre puede encontrarnos. Así que hazle un gran favor a todos aquí y tu ve a buscar a tu mujer y a nosotros déjanos continuar con la logística de esta guerra ¿Te late?
—¡Wow Rata! Vienes con todo —dijo sorprendido Alex.
—Ya es tiempo de ponerse serios.
—Está bien —Tozaki enfundo arrogante su espada y les dio la espalda—. Iré con el tipo ese y usare a ese animal para dar con Zemill— a medio camino se detuvo—. Gracias, con esta ya son 2 que te debo —y sin decir más siguió su camino.
—Es un buen tipo, solo que no puede pensar con claridad— dijo Rata esbozando una sonrisa—. Bueno, como te decía Alex…
Rata siguió hablando relatando toda la información que tenían sobre los enemigos. Alex miro como se alejaba Tozaki y como Rata actuaba lo que sus palabras expresaban, después de todo, ellos podían ser de diferentes mundos, pero en esencia, no distaban mucho el uno del otro.
Mientras ellos seguían hablando, Sanahi acababa de terminar de curar por completo a NikeDanz. Era el último que le faltaba por curar de ese lugar, estaba exhausta.
—Tranquila mi lady —dijo Ony sujetándola con fuerza—, has hecho un trabajo increíble y mereces descanso.
—No fuerces tanto tu brazo, aun no sabemos en qué condición estas—dijo el hada con esfuerzos, pero con un tono dulce.
—No temas, has hecho un formidable trabajo en mi —sonrió el chico de pelo blanco.
—Y de los demás ni se diga— dijo Hinata—. Lástima por Sooh.
—Con el no tengo mucho que hacer—dijo Sanahi incorporándose, muy a su pesar, de brazos de Ony—, el no está herido, carece de vitalidad y eso es algo que mi magia no puede curar, necesita de otro tipo de habilidades.
—Necesitas descansar—interrumpió Ony—. A este paso tú serás la que ya no tenga fuerzas, y necesitamos que estés plena para lo que venga. All rigth?
—Si está bien— contesto Sanahi algo cohibida.
—Yo te cuidare— Ony le tomo de la mano y la jalo con delicadeza hacia el—, ven te ayudare a recostarte.
—Muchas gracias— Sanahi pudo controlar sus palabras, pero no los colores que se le subieron al rostro dejando ver que moría de pena por tantos actos de caballerosidad.
—Andando— dijo Ony al tiempo que observaba que Tozaki le hacía señas para acercarse.
—Esos dos hacen una bonita pareja— Dijo Hinata entre suspiros—, que joterias tan románticas— dijo divertida.
—¡Hinata! — Alex caminaba decidido hacia Hinata, detrás de el venia Rata con su cara de valemadrismo de siempre—. Necesito que vayas a traer al buscador más rápido de todos los que tenemos a nuestra disposición, cuanto antes si eres tan amable.
—A sus ordenes General Alex.
Sin más, Hinata salió corriendo a buscar al mensajero especial. Mientras tanto, Alex tomo de una de las mesitas de la enfermería papel, pluma y tinta y comenzó a escribir apresuradamente una carta.
Una vez finalizado, de entre sus pertenencias saco una especie de sello que planto en el papel, la enrollo y la ato con un pedazo de cordel que había sobre esa mesa.
—¿Cuánto tardaran los demás en llegar Rata? — Pregunto Alex mientras mordisqueaba suavemente la pluma.
—Yo diría que al mediodía ya estarán aquí.
—Bueno… entonces solo hare esta carta para Maximilanh — Alex era el único que se daba el lujo de “tutear” al malhumorado mago—. Esperemos que en su audiencia con el rey y sus pesquisas en el reino hayan dado frutos.
—¿Pesquisas?
—Ya lo veras en su momento Rata, tranquilo. Ahora vamos, busquemos a Hinata y al mensajero y tratemos de aventajar a Hasid por lo menos en tiempo.
—Vaya…
—Necesito que Maximlanh esté al tanto de lo ocurrido lo antes posible, de preferencia, al amanecer ya debería estar al tanto de esto. Asi, mientras los Alkolikos llegan a medio día, Maximilan debe estar saliendo de las murallas del reino por las mismas horas.
—¿Tú crees que todo se dará de esa manera?
—Rata, amigo mío — Alex le miro a los ojos y poso sus manos en los hombros de Rata—, ya verás que todo saldrá bien.
Rata se quedo atónito ante la confianza que exhibía Alex, pese a que eran momentos duros y tiempos difíciles, Alex parecía que confiaba plenamente en que todo iría bien.
Sin perder tiempo, Alex se fue rápidamente a donde debían estar los mensajeros. Rata fue detrás de él y sonreía convencido de que todo iría bien, no había manera de describirlo, pero, entendía la sensación de Alex. Rata se sentía igual cuando Kai decía que todo estaría bien, y sabia el porqué, finalmente, Alex (igual que Kai, igual que él), confiaba plenamente en los que le rodeaban.
Justo dieron con Hinata y el buscador a un pasillo de salir a la entrada principal. Alex entrego la carta al mensajero mientras le daba con firmeza las ordenes que debía seguir, se notaba que hacía hincapié en ciertas partes, porque incluso gesticulaba de manera más pausada, no quería que hubiese fallos o dudas.
Cuando llegaron a la puerta, alcanzaron a ver como delante del buscador que partía en pos de Maximilanh, iba Tozaki montado en hienola en la búsqueda de su amada. Aun quedaban algunas horas para el amanecer… y con él, todo tipo de sorpresas podían esperarse.
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La luz del sol penetraba con fuerza por los vitrales del cuarto donde estaba tirado sir Maximilanh. Llevaba varios días en esa habitación trabajando arduamente para dar fin a sus pesquisas.
Maximilanh se encontraba tirado sobre la alfombra de fino algodón, a su alrededor había infinidad de manuscritos, tinta y plumas hechas trizas por haber sido usadas al máximo. Seguido de los manuscritos, había todo tipo de libros que versaban de diferentes temas, algunos eran sobre los poderes de alquimia ancestral, sobre ritos arcanos olvidados, sobre el poder elemental, sobre el valor de la magia del anima; aunque los más curiosos eran dos tomos sobre cocina que estaban tapando el pecho y rostro de Maximilanh respectivamente.
Sin duda por eso mismo, el solo no había tocado su rostro y por tanto, su sueño no había sido perturbado. Lástima que el gusto le duro tan poco.
Abriendo las puertas de esa habitación de par en par, el mensajero seguido de dos guardias de la corona penetro decidido. Se veía ojeroso y cansado, pero aun así, andaba a paso firme y al ver a Sir Maximilanh acelero su paso.
Cuando estuvo al lado de Maximilanh, se hinco como mandaban las reglas de etiqueta para tratar con los altos rangos. De su cinturón sustrajo un tubo de metal pintado en rojo y lo deposito a un costado de Sir Maximilanh. El mensajero carraspeo sin éxito para tratar de despertar al destinatario, asi que, viéndose sin más alternativas, de un manotazo tiro el libro que tapaba la cara del hechizero, lo cual despertó de golpe al pobre hombre.
—¡Qué demonios! —Sir Maximilanh se incorporo de golpe y estrujo entre sus manos el que parecía el manuscrito más importante de todos en señal de protegerlo—. Chamaco… un mensajero… vienes de parte de Alex sin duda— Al ver el tubo carmesí a su lado su pregunta se respondió sola—. Retírate, ya cumpliste tu misión buen hombre —Maximilanh reparo en que el mensajero era un buscador, acto seguido, noto que los rayos del sol aun estaban dando un tierno calor—. Ya veo, toda la noche para llegar hasta aquí. Está bien, te lo has ganado, ve y descansa Buscador.
El mensajero se levanto con pereza, esta vez todos los estragos de la falta de sueño y fatiga se hicieron presentes en el mensajero. Hizo una reverencia y se salió por donde llego. Maximilanh miro con desprecio a los guardias y con señas de las manos les ordeno que se retiraran y cerraran tras de sí las puertas.
Una vez que hicieron eso, el amo de las artes mágicas sustrajo del tuvo el comunicado de Alex. Debía ser importante, pocas veces Alex usaba su distintivo color para mandar un mensaje, y aun más importante debía ser si el buscador había viajado sin descanso toda la noche.
Cada línea que leía Maximilanh su expresión se modificaba. En principio se había mostrado asombrado, pasando por la duda, el temor y finalmente la determinación culmino el mar de emociones retocándolo todo con una sonrisa de confianza.
Maxi guardo la hoja en el tubo, se la metió entre su túnica y mantuvo esa sonrisa de victoria en el rostro. Se acerco a la puerta y con un empujón la abrió de par en par dejando ver a dos guardias a los costados.
—Necesito que empaquen mis cosas a la brevedad, antes del mediodía me iré a la fortaleza nuevamente. Rápido por favor.
—Si señor —dijo uno de los guardias y salió corriendo, las palabras de Maximilanh se obedecían sin cuestionar o demorarlas.
—¿Le ayudo con lo que está ahí dentro? — pregunto con cierto temor el guardia restante.
—No, no. Yo me encargare de todo lo que está aquí dentro —Sonrió más que satisfecho—. Mejor alcanza al otro guardia y ve en que puedes ayudar— y sin más, cerro nuevamente las puertas.
El guardia se quedo viendo confundido la puerta, después, decidió alcanzar a trote a su compañero y se puso a su lado.
—Ese tipo me da miedo.
—Y que lo digas, desde hace uno o dos días está demasiado contento, da miedo que sea tan amable.
—Si la verdad es que si. Lo que me pregunto es que habrá hecho para que se pusiera tan de buenas, o que encontró.
—Hay cosas que es mejor no saberlas. Démonos prisa.
Los soldados apresuraron el paso, el nuevo Maximilanh aunque era más agradable, seguía imponiendo mucho por su vieja forma de tratar a los demás.
Por su parte, el mago de la corte empezó a empacar lo mejor que podía en un saco libros selectos de todo el alboroto que había en su habitación. Fue una cosa der minutos apenas, pero, la realidad es que quiso hacerlo solo porque había dado con el secreto mejor guardado de esos viejos escritos.
Y pensar que todo lo que necesitaba, al menos el detonante de todo, se encontraba bien guardado bajo un inocente libro de repostería.
—Oh si, este viaje rindió muchos frutos Alex, más de los que te imaginas— dijo el mago mientras guardaba entre su pecho el manuscrito que antes había protegido, y anuda el saco ara mayor seguridad—. Esta vez, las cosas pintan bien para nosotros y quien se ha de cuidar, es aquel que responde al nombre de Hasid.
Riendo con sentimiento real de emoción, el hechicero dejo todo lo que no le servía tirado en el piso, apago una casi extinta vela que estaba en el piso y con paso decidido, salió del cuarto cerrando tras de sí la puerta de forma estruendosa.
El escenario de la batalla final ya estaba tomando forma, y los jugadores de esta partida decisiva del destino, ya estaban preparándose para el movimiento final.
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Tozaki llevaba ya un buen tiempo buscando a Zemill, a diferencia de las palabras de Rata, el animal parecía confundido en cuanto a la dirección de donde provenía la esencia misma del aroma de Zemill. Estaba empezando a desesperarse de no dar con ella y de no encontrar huellas de combate alguno.
De repente llegaron a un extraño y anormal paramo de piedras blancas con tonos azules. Era anormal porque marcaba un círculo en el centro de una zona donde había bastantes matorrales y pastizales, era muy extraño.
Tozaki se bajo de Hienola para investigar el lugar, le daba un mal presentimiento estar allí.
De repente, su atención recayó sobre una de esas rocas que no era íntegramente blanca, de hecho, parecía como si hubiese sido expuesta a un fuego de carácter místico…
—¿Fuego azul? — se pregunto a si mismo Tozaki—. Maldita sea, si tan solo hubiese prestado más atención a las “clases” de magia que llego a dar Maximilanh…
Nuevamente, su atención se desvió, esta vez fue a dar a un lugar entre los matorrales en el que había mucha sangre ya coagulada y un par de agujas de metal con las puntas llenas de un líquido negruzco reseco.
—Esto ya lo vi antes— dijo mientras analizaba en cuclillas y más de cerca las armas.
Entonces, la memoria de Tozaki empezó a trabajar y recordó como solo hace un par de horas, las chicas que estaban con los mercenarios hablaban de una mujer con toda la pinta de asesina que usaba esas cosas; “¿De dónde rayos saca tantas? ¿Las venden al mayoreo?”, recordó claramente oírla decir eso mientras se la mostraba a la otra hechicera del grupo.
Entonces esa había sido la zona del combate. Pero, no explicaba el porqué de ese aparente fuego especial de la magia y los restos de sangre. Al menos aparentemente esa no era la sangre de Zemill, pero tampoco lo aliviaba el hecho de que no hubiese ni pista de ella ni su agresora.
De repente, la hiena de los alkolikos dio un chillido que alerto a Tozaki. En el acto se puso de pie con espada en mano.
El arma se resbalo de sus manos cuando vio que el animal sacaba a rastras de entre los matorrales del otro extremo a una moribunda y batida en sangre Zemill que tiritaba de frio o del dolor de sus salvajes heridas.
Rápido como él solo, Tozaki corrió a su lado y la abrazo fuertemente entre sus brazos mientras maldecía al cielo por tan amargo descubrimiento.
—¡Zemill! ¡Zemill! ¡Dime algo por las diosas! — grito desesperado el espadachín.
Por lo menos noto que su respiración estaba acompasada y que la sangre que le cubría en su mayoría estaba coagulando y no había otras fugas, había una esperanza todavía.
Con paso raudo el guerrero tomo su espada y a su vez cargo en brazos a Zemill y la puso sobre el lomo de la hiena. El animal parecía entender lo que pasaba y dócilmente dejo que la mujer fuese colocada en su cuerpo y acepto cargar ese nuevo peso extra.
Tozaki se quedo de pie junto a ella y la agarro con fuerza. Solo así podría transportarla y trataría de seguir el trote del animal para llegar cuanto antes a la fortaleza.
—Resiste —dijo el guerrero mientras tomaba con fuerza una de las manos de la mujer—, pronto todo estará mejor y me dirás quien fue el desgraciado que te hizo esto.
—Su… suel…me… Meli… kor— musito Zemill en otra realidad aparentemente.
—Melikor— la piel de Tozaki se erizo al hilar los cabos sueltos después de oír esas palabras y sus piernas temblaron ligeramente—. Después pensare en eso— se dijo a si mismo tratando de desviar su atención—, andando Hienola.
Y así, con el corazón oprimido por la ansiedad, Tozaki inicio la carrera junto a hienola para llevar a su amada a que le curaran.
*********************************************************
Se quedaron de ver en una de las tabernas más conocidas de Tyska. No por la fama en realidad, sino porque al ser un lugar de precios altos, solía estar vacio, y más para una ocasión sin par como esta.
Bajando las escaleras al sótano del recinto, Crhono pudo ver en las sombras claramente a las personas que esperaba, pero antes de decir una palabra, Hasid Melikor dejo ver su rostro radiante de energía y con un movimiento de manos, “sello” el lugar.
—Ahora, nadie salvo nosotros tres, podrá escuchar lo que aquí se diga— dijo sonriendo y regreso a su lugar.
—Pensé que estabas retirado para prepararte para la batalla —dijo Crono con aire dubitativo.
—Las cosas han cambiado— dijo Hasid realmente emocionado—. Ya tengo todo lo que necesito para el encuentro que se avecina; pero, cuéntanos lo que tú has logrado.
—He reunido a un numeroso ejército para esta pelea. Como sabrán, no son los mejores mercenarios, al menos la mayoría, esos ya los gano el ejercito contrario, pero, aun así, tenemos bastantes posibilidades con todos los personajes que tengo entre nuestras filas, mas aparte la liga de elite del reino de Tyska y sus incontables filas de valeroso guerreros— Crhono se detuvo un momento y con su índice derecho acomodo en sus ojos sus gafas—. Me atrevería a decir que estamos listos, para todo lo que se presente.
—Excelente Crhono— dijo Hasid jugueteando con sus dedos—. Por mi parte, yo también tengo un par de vasallos de fiar y estaré al frente de la batalla, siempre codo a codo— dijo al otro hombre en las sombras.
—Y yo comandare a todas las tropas, y prometo una victoria. ¿Qué opina mi señor?
De entre las sombras el hombre misterioso hizo acto de presencia revelando las jóvenes facciones del príncipe. Una sonrisa de victoria se dibujo en su rostro dejando ver sus dientes.
—Hasid, Crhono. Haremos que el cielo tiemble.
Fueron las palabras finales del príncipe que hicieron que los dos hombres allí presentes se estremecieran y que sellaron a base de fuego, que la siguiente pelea, iba a ser algo sin precedentes y de tal magnitud, que incluso el firmamento se estremecería.
Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
kiaa!! ya estoy ansiosa de ver lo nuevo! espero no tarden...
♥♥♥
sobre el dibujo, no recuerdo que libreta era, solo se que lo hice entre clases XDD hice varios... pero quedaron como bocetos.
♥♥♥
sobre el dibujo, no recuerdo que libreta era, solo se que lo hice entre clases XDD hice varios... pero quedaron como bocetos.
Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Capítulo 12: La reconquista de Rygdell (Parte 1).
Ahora sí chavos, aqui es donde nos quedamos...=D Todo desde este punto será nuevo y salidito de paquete =)
- Spoiler:
- El par de chicas estaba deshecho de la maratónica caminata pero ambas tenían sus razones para llegar rápidamente a la fortaleza. Sin embargo, a pesar de ésta similitud, habían mas diferencias, una caminaba con relativa libertad, y la otra, no podía moverse sin que Kairut le quitara los ojos de encima; Mihaumary era lo que se podría decir lo que estaba debajo de una prisionera, pues Tozaki le había confiado su libertad a Kairut en persona, y Tozaki no era precisamente de los que realizaban esas acciones con la primera persona que se le atravesara, y sobre todo en la condición en la que ella se encontraba.
En cambio, a la hechicera el líder alkóliko no la dejaba de mirar no por ser una prisionera ni mucho menos, sino que un extraño sentimiento le surgía al observar las delicadas facciones de ella. Hyruleana, a pesar de haber sido criadas como tyska, ahora respondía y confiaba plenamente en sus acompañantes, con la primera mitad por haberla cuidado, y con la otra por ninguna razón específica, pero si parecían ser de esas personas que se ganaban la confianza de la gente con solo mirarla.
Hyru notaba las miradas claro, pero prefería hacerse la ciega, pues en una guerra y sobre todo en una situación tan peligrosa como la suya los sentimiento solían ser totalmente confusos, aunque tenía que aceptar que le halagaba la idea de gustarle a un hombre como Kairut. Era fuerte, confiable, noble y aunque sus dreadlocks le daban cierto aspecto sucio, le quedaba muy bien a la ruda imagen del mercenario.
Claro que aunque en la mente de Kairut sus miradas eran tan furtivas como el ataque de una lechuza, para las demás personas lo eran tanto como un elefante queriendo salir de un lago. En más de una ocasión, al notar la frecuente mirada, Kesos le daba un codazo a su compañero junto con una mirada picarona, misma que Kai contestaba con una palmada juguetona en la espalda, que tiró al joven varias veces. Lobo simplemente se limitaba a reír por lo bajo.
Pero el trío vago, conformado por el peleador Shugokz, el espadachín Arzes, y el competitivo Order preferían mantenerse al margen de esta relación, considerándola fuera de su interés, en cambio el tiempo que habían pasado con sus rivales lo habían gastado intercambiando chistes, historias y anécdotas…pero eso sí, mostrándose reacios a definir sus verdaderas intenciones, como buenos mercenarios, que sin duda eran.
-Así que supongo que está fuera de la discusión preguntar que hacen aquí, ¿verdá?-preguntó inocentemente Kesos.
-Ya sabes que la respuesta es no, y no es que no quisiéramos decirlo, pero creo que ustedes tampoco nos dirían cual es su trabajo…así que podemos decir que estamos a mano.-comentó Shugokz con naturalidad.
-Oigan muchachos…- preguntó lentamente Mihaumary, quien había estado caminando cabizbaja durante todo el trayecto.- Se nota que ustedes no son unos mercenarios cualquiera… ¿cómo es que ustedes consiguieron ser tan valerosos, tan temerarios, tan fuertes…y no caer ante las tentaciones del mundo? Digo… cualquiera de ustedes pudo haber ganado fácilmente uno de esos torneos y usar el dinero para comprarse una casa y vivir en paz toda por siempre, o en el otro lado, ser asesinos a sueldo, pues he visto que su letalidad es…perfecta. ¿Cómo…es que…lo hicieron?
La pregunta agarró en curva a todos los presentes, quienes al instante intercambiaron miradas de incertidumbre.
-Te responderé la pregunta de mi parte.- comenzó Kairut con aprehensión.- Pero para eso necesito que me digas porque la haces.
-Es que…ustedes son tan nobles con sus trabajos, y es lo único que hay en su cabeza, nunca dejan de pensar en eso, y harían lo que sea por ayudar a su cliente, aún estando a favor o en contra del trabajo, pero yo…a la primera ocasión traicioné al mío y lo dejé inconcluso varias veces.
-Eso es porque tú no eres una asesina, vaya, dudo que seas siquiera una peleadora, y no creas que lo digo por ofender. Te has quedado callada hasta ahora, por lo que podría decir que estás calmada estando aquí, feliz incluso, a ti no te divierte tu trabajo, ése es el punto. Si no te gusta lo que haces, es más que obvio que no intentaras hacerlo de lo mejor.
Mihaumary muchas veces había pensado eso, pero era un shock que alguien que la había conocido menos de un día supiera tanto de eso.
-Lo que me sorprende es que Hasid haya aceptado tener a una persona como tú en su lado, digo, una vez más…poca gente sabía de él, y tu mencionaste que él te permitió usar una magia que te enseño…a lo que me refiero es… ¿Por qué te dio delegó esa responsabilidad cuando tenía otros tres tipos que lo hubieran hecho más rápido y sin problemas?-argumentó Kesos dirigiéndole una mirada a los Vagos, quienes tomaron el comentario como un cumplido.
-Cierto, pero seguramente ella no sabe más…y a mí no se me ocurre otra buena razón para eso.-dijo Lobo, pensando en voz alta.
-No entiendo porque se hacen tantas bolas…
De repente, un sonido que salió de la espesura del bosque puso a todos en alerta, todos con la mano sobre su arma, y bueno, Shugokz, siendo su mano el arma.
-¿Quien está allí?- gritó Order con una potente voz.
-Soy…soy yo.- dijo la calmada voz de Tozaki, quien salía de los arbustos con las manos en alto, y luego lentamente les señaló a Hienola y a su respectiva carga.
Todos instantáneamente olvidaron el cansancio que los aquejaba y se acercaron hacia la herida, ignorando por completo a Tozaki.
-¿Pero qué demonios le pasó?-gritó Kesos, mientras observaba con repugnancia la sangrienta cara de Zemill.
-No lo sé, cuando llegué ya estaba así.-dijo Tozaki alarmado, quien no dejaba de jalar a Hienola sin importar la multitud que le obstaculizaba.
-¿Cómo está?- dijo Lobo con un poco más de calma.- Esa sangre se ve fresca, pero no veo ninguna herida abierta.- observó acertadamente. Espera... esas son demasiadas cicatrices… ¿Ya las tenía?
Tozaki no se había dado cuenta del físico de Zemill, pues estaba más alarmado por el raquítico estado de su amada. Pero logró observar con más detenimiento las cicatrices que Lobo le señalaba. Estaban en todo su cuerpo, y se veían de un color rosado, como aquel que ocurre al caer una costra de la piel. Eran pequeños, y por lo tanto entre todo lo escarlata de la sangre le había pasado desapercibido.
-Sí, son nuevas, nunca se las había visto.
-O sea…es cómo si quienquiera que le hubiera ocasionado esas heridas se las hubiera cerrado por alguna razón.- comentó Mihaumary.
-Creo que estás más que segura que ése alguien debió de haber sido Hasid Melikor, ¿verdad? –dijo acertadamente Kairut quien miraba inclinado con tristeza la faz de la chica.
-Eso es cierto, antes de que perdiera el conocimiento dijo algo de Melikor, pero no dijo nada especial, creo que lo único que quiso decir fue mostrarme el culpable.
-Es muy malo, si Hasid tuvo en sus manos a la mejor guerrera de Hyrule, y tuvo la oportunidad de matarla, pero no sólo eso, si no que la cura, es porque debió de haber pasado algo extraordinario… ¿no viste a nadie más o algo así?- dijo Kairut.
-No, nadie. Pero ahora que dices eso de algo extraordinario, cerca de donde la encontré habían unas piedras blancas, que parecía que habían sido dañadas con fuego azul, creo que es el término.
-¿Fuego azul?- se adelantó Hyruleana, briosa.- En lo que yo aprendí de magia, el fuego azul se usa principalmente para rituales. Probablemente Hasid hizo alguna especie de ritual con ella.
Las palabras perforaron las mentes y corazones de todos los presentes, especialmente de Tozaki, y no era para menos. Todos sabían que si un gran hechicero hizo algo con uno de sus principales rivales no había forma de que fuera algo bueno. Todos se quedaron callados, simplemente oyéndose el rápido pisoteo de las ramas por las personas y la hiena.
Finalmente, estuvieron 15 minutos antes de que Kesos hiciera un chiste tan malo que ni siquiera Tozaki y Order pudieron evitar esbozar una sonrisa ante el buen momento del chiste, aunque claro, la peculiar forma de Kesos de contar chistes ayudó mucho.
Trotaron por alrededor de otra media hora más, cuando por fin llegaron a la empedrada fortaleza.
-Bueno, alkólikos, es nuestro momento de retirarnos… nosotros no estamos invitados a su reunión.-dijo seriamente Shugokz, mientras sus compañeros de detenían en seco.
-Ojalá nos veamos otra vez, y estén listos para terminar nuestra pelea.
-Suerte con su chica.- concluyó Arzes
Recibieron por respuesta sonrisas de agradecimiento y el dedo medio de cada uno de los alkólikos.
Incluso antes de que Tozaki tuviera que anuncias su presencia a los centinelas, la puerta se abrió, y los recibió la mirada alegre de Ony y de Sanahi, quiénes estaban tomados tiernamente de la mano, los ojos inspiradores de Alx y de Hinata, un Nikedanz con los brazos cruzados, y las bellas sonrisas de Lia y de Raty, la clásica sonrisa a medias de Rata y el duro semblante de Maximilanh.
***
-Es…bastante raro todo lo que está pasando con ella.- dijo Sanahi usando el brazo de Ony cómo bastón, saliendo con calma de la sala de los enfermos, que ya ahora contaba con sólo la recién ingresada Zemill, y Sooh con su aflicción misteriosa.
-¿Por qué lo dices? – Preguntó con preocupación Tozaki.- ¿Tiene algo que ver con lo del ritual de Hasid? ¿Tú sabes de magia verdad? ¿Hay algo que puedas hacer?- inundó.
-Ehh, perdóname, pero hice todo lo que pude… pero no halle pizcas de algún tipo de magia…aunque conociendo a Hasid, el debió de haber borrado algún rastro. Pero…aparte de eso, sólo tenía heridas hechas por, un cuchillo o algo así…y ésas ya están totalmente curadas. Perdón por no haber podido hacer algo más.- contestó Saya, con una profunda consternación, como si Zemill fuera de su propia familia.
Tozaki tenía sentimientos encontrados, pues las palabras de Sanahi eran más buenas que malas, y sin embargo, no podía sentir sino impotencia y desesperación por ese aparente que el temible Hasid le hizo a su novia.
Alx estiró su mano y la puso con soltura sobre el hombre de Tozaki, mostrando su apoyo. Kairut hizo lo propio en el otro hombro.
-No digo que no me gusten las muestras de amistad y eso pero…como no podemos hacer nada más por ella sugiero que la dejemos descansar y nosotros, mientras tanto, planeemos nuestra estrategia.- dijo Maximilanh con el cejo fruncido, pero con una sonrisa de confianza.
-Maxi tiene razón, el tiempo no es algo que nos sobra.-dijo Rata rápidamente sin prestarle atención a la mirada de desprecio que le dirigió Maximilanh, luego, se dio la media vuelta y avanzó a las escaleras, sin embargo, tuvo que regresar cuando se dio cuenta de que nadie lo seguía.-Chingados…todavía me falta para ser líder.
-Eh, bueno, concuerdo con ustedes, éste tipo de asuntos requiere de planeación inmediata. Podemos ir inmediatamente al comedor, allí podremos estar todos con suficiente espacio.
Un asentimiento general le otorgó un ambiente de confianza, y hasta que Alx y Maximilanh se dieron la vuelta, todos los siguieron, excepto Tozaki y Mihaumary.
-Señor…creo que podría intentar reponer a Sooh a su plena forma si puedo revertir el hechizo.-dijo susurrando, aprovechando que los líderes hylians estaban fuera del alcance de su conversación.
Tozaki dudó unos segundos, pero finalmente accedió.
-¡Kesos, Lobo!- y los apelados voltearon instantáneamente, y ante un ademán de Tozaki, se acercaron confundidos.-Necesito que cuiden a Mihaumary, procuren que no haga algo sospechoso, y si lo hace, eviten que huya…ustedes sabrán que hacer.
-¿Y qué te hace pensar que te haremos caso?-cuestionó Lobo.
-¡Si, nosotros queremos estar en la conversación!- exclamó Kesos con muchos bríos.
-Por favor, les imploro que reconsideren, yo mismo me quedaría pero…es que necesito estar en la planeación, y por favor no se sientan mal pero…yo sí soy necesario.
Los jóvenes se dieron una mirada de cómplices y formaron una mirada maliciosa.
-Queremos dormir esta noche en tu habitación, y no en la habitación de huéspedes que seguramente tenían preparados.
-Y también queremos doble porción de lo que sea que prepararán para comer, no debería ser problema, ¿verdad?
Las condiciones eran tan terriblemente banales que incluso para Tozaki no requirió un segundo pensamiento para aceptar.
Kesos, Lobo y Mihaumary ingresaron a la enfermería y cerraron la puerta tras ellos, aunque Tozaki pudo advertir cómo los chicos intercambiaban miradas de aprobación, cuando su único campo visual era la bien formada retaguardia de la pelirroja. Los hombres son hombres desde que son niños, pensó Tozaki.
*********
Mientras tanto, en el bosque, con el sigilo de una pantera, miles de hombres avanzaban con camino a la fortaleza de Rygdell. Se posicionaron rodeando el castillo completamente, cada uno de ellos estaba preciosamente armado con espadas, hachas, lanzas, arcos y flechas, pero el aparente líder estaba frente a ellos, y dio la orden de detenerse.
Una capa se movía detrás de su cuerpo tan lento cómo la brisa el permitía, un corto cabello café y una cara con 3 cicatrices simétricas en su cara mostraba una gran experiencia, y a pesar de eso, se veía bastante joven. Una extraña espada y una más extraña daga estaban debajo de su cinturón de tela, recién limpiados, listos para la batalla que no tardaría en llegar.
Pero no era momento aún. El sol aún estaba saliendo, y para que su plan funcione tenían que esperar a que el sol estuviera en el pico del cielo, ésa sería la señal de inicio de su ingenioso plan.
Los soldados se sentaron con cuidado en la grama, y esperaron, excepto el líder, quién veía como se acercaba un trío de personajes hacia él.
-¿Ya están listos?
-Claro que sí, incluso tuvimos un adelanto de la pelea hace unas horas.-contestó el mas viejo de ellos, quitándose los visores de los ojos.
-Lo sé…y no estoy contento con eso. Ustedes deberían saber que no es bueno mostrarse ante el enemigo.- Reprendió con dureza.
-No os preocupéis, no paso absolutamente nada, de hecho estuvo mejor, así aprendimos cómo se han actualizado.
-Eso espero, esta es la única oportunidad que tenemos, no podemos desperdiciarla.
-Y lo sabemos…no te preocupes por nosotros…haremos nuestro trabajo, tu haz el tuyo.
-¿Estaba la traidora con ellos?
-No, no sabemos nada de Mihaumary.- contestó Order quitándose las gafas.
**
El tiempo pasaba mientras el sol lentamente avanzaba en su trayecto, mientras unos esperaban el momento adecuado, los otros planeaban su estrategia en contra de los enemigos del reino de Tyska. Y después de unas horas, el momento ominoso llegó.
El hombre del cabello café miraba el cielo sentado con el ceño fruncido, y de repente, se levantó y con un movimiento rápido de la cabeza, hizo que todo el ejército que lo rodeaba se pusiera parches en los ojos.
Esperaron 30 minutos con los ojos totalmente negados de luz, y después de que el comandante diera un rápido ya, quince magos se acercaron con calma hacia el frente, y crearon esferas oscuras de magia, y con un silbido como de fuego, las lanzaron al cielo…
El antes despejado cielo se cubría rápidamente de nubes oscuras y terribles, y tras una segunda tanda de esferas mágicas, las nubes se oscurecieron tanto que cubrieron completamente la luz del sol, dejando todo el lugar hasta el horizonte en penumbra.
Un silbido del comandante, hizo que todos los hombres se quitaran los parches y corrieran desde todos los ángulos hacia el castillo con un sonido atronador, mientras desde las copas de los árboles, más magos lanzaban más esferas de fuego hacia el castillo causando que las piedras quedaran destruidas en los puntos que golpeaban.
Saetas de fuego cayeron hacia el castillo provocando que los confundidos guardias perecieran sin saber que pasó. Cuando por fin los generales hylians y los alkólikos estaban espada en mano, dispuesto a averiguar qué pasaba, la puerta principal caía con fuerza y los miles de soldados entraban como un río desbordado.
Los alkólikos defendían lo mejor que podían el castillo, y aunque la súbita oscuridad les dificultaba con grandeza y a pesar de la franca desventaja numérica, cada golpe del mandoble de Kairut los hacía retroceder un poco, mientras que Rata defendía con facilidad su posición, con Raty apoyando desde atrás con sus flechas a los generales hylians, con Ony y Lia peleando con rudeza, y con las alkólikas invitadas, Sanahi y Hyruleana, protegiendo a los aliados con escudos mágicos que ni los magos tyska podían penetrar.
Los generales hylians no se quedaban atrás, mientras Alx, Nikedanz, Hinata y Tozaki atacaban con fiereza, Maximilanh hacía retroceder a todos, magos y soldados por igual.
Pero tras el grito de voces y metales, un sonido fuerte de un disparo resaltó, e inmediatamente, Kairut hizo un gemido de dolor y se tomó con fuerza el brazo izquierdo, que ya emanaba sangre.
-Sabía que los vería de nuevo… pero no me imagine que sería tan pronto.- dijo Kairut, con muecas de dolor.
-Ya lo vez… debiste saber que si veníamos hasta acá era por algo…tienes la mala costumbre de ver lo mejor de las personas.-contestó Order con una sonrisa.
-Ya se habían tardado.- dijo Rata mientras llegaba y se ponía frente a Kai, protegiéndolo con su cuerpo. – Que interesante maniobra fue ésta de la oscuridad, pero ustedes son estúpidos y no pudieron idearla, ¿quién fue el que lo pensó?
-Creo que…ese sería yo.- el jefe del ejército avanzaba con calma, con un Urumi en su mano derecha, una especie de espada hecha con látigos metálicos, con el filo de una navaja, y en la izquierda, un katar que ya rebosaba con sangre.
-Tu… ¿quién eres?- se adelantó Rata con una mirada retadora.
-Yo me llamo Rikdanx, subcomandante del ejército que reconquistará Rygdell.
-Así que tú fuiste el que contrató a estos vagos, ¿no es así?
-Yo no fui el que los contrató, fue aquel que está por encima de mí. Pero si te lo preguntas, ellos me dan parte a mí.
-No importa si ellos trabajan solos o acompañados, no permitiremos que nadie recupere este lugar.
-Veamos si los afamados alkólikos pueden sobrevivir esto. –respondió Rikdanx, tomando cada arma en sus brazos.
Mientras Rikdanx corría hacia Rata quién aún protegía a Kairut, Raty intentó asaetar a Order pero Shugokz usaba sus antebrazos metálicos para repeler las flechas.
Rata dio una estocada que Rikdanx desvió fácilmente con su katar, y cuando extendió su Urumi para atacar a Rata con un tajo horizontal en el estómago, Rata pudo inhalar todo el aire que pudo, jalar su espalda hacia atrás, como para que las filosas navajas sólo le hicieran una rasgadura monumental en su camisa naranja, muy a su pesar.
Nikedanz consiguió hacer tropezar a Arzes con un empujón, antes de que pudiera acercarse más a la batalla, y hubo una nueva batalla, que Nikedanz seguramente no habría podido contar de no ser por la llegada de Hinata quién consiguió quitarle a Arzes de encima.
Alx y Tozaki hicieron lo mismo con Order y Shugokz, quienes tenían miradas de desesperación por no poder terminar su pelea con sus rivales.
De repente, la luz comenzaba a regresar al castillo, pues un ave gigante con movimientos rápidos de sus alas esparcía a su alrededor las negras nubes, filtrando cada vez más rápido la luz, que igualaba cada vez más la balanza, a pesar de la clara desventaja numérica.
Mientras los demás hylians se dedicaban a mantener a raya a los atacantes con cierta facilidad, y protegiendo a los soldados aliados con magia, Rata tenía un grave problema al enfrentar a Rikdanx, quien tenía un estilo tan acrobático como nunca antes había visto, haciéndole casi imposible adivinar a donde se dirigiría el siguiente ataque, pues el Urumi de su oponente no le dejaba acercarse mucho, y su Katar era quizás el arma más terrible que Rata nunca había visto, y si a todo se le sumaba el cuidado a un Kairut que por todos los medios intentaba mantener su herida del brazo a raya sin lograr buenos resultados.
-Lo siento, Rata. No puedo serte más que un estorbo por ahora, buscaré a alguien que pueda ayudarme, lo siento mucho. Trata de no morir. – gritó Kairut mientras corría lo más rápido que podía hacia donde Sanahi se encontraba, quien creaba barreras frente a los guerreros caídos para evitar su muerte.
-Vaya, tu líder resultó ser algo débil, ¿no? Esperaba pelear contra él, y no contra alguien que no le llega ni a los talones.-se burló Rikdanx, saboreando cada palabra.
Rata miraba con determinación a su rival, el más fuerte hasta entonces, y se quitó su camisa con un solo jalón, mostrando la camisa negra que estaba debajo.
-Quizás no sea tan fuerte ni tan experimentado como Kairut, pero tengo la misma determinación, el mismo coraje, pero más que nada, soy más kul.
En movimientos tan rápido como sus piernas se lo permitieron, Rata se acercó a Rikdanx, quién un poco sorprendido dio un rápido “latigazo” horizontal le dio de lleno a su rival en el costado, pero Rata con un esfuerzo sobrehumano logró tomar los filos de la espada con la mano y comenzó a tirar de ella, sin importarle el acero que se incrustaba en su piel y su carne, ambos contrincantes se pusieron a luchar por la posesión del arma.
La determinación de ambos era tan notoria como su necesidad del triunfo, pero con la velocidad de un rayo, Lia se acercó volando con su daga en mano y aprovechó la concentración total de Rikdanx y le clavó su daga en su espalda.
Con un rugido de dolor y furia, Rikdanx soltó su Urumi con el que se mantenía sujeto a Rata, y con la mano libre, rápidamente tomó a Lia por el cuello, y con una fuerza tan sobrehumana la azotó contra el suelo, y después, encajó su Katar en el estómago.
Un grito sordo salía de la garganta de Lia, con los ojos terriblemente abiertos, y con un hilillo de sangre escurriéndole por la boca, lentamente las alas, que antes eran tan blancas como la luz de un brillante día, se le fueron coloreando de un brillante rojo.
Rata corrió con furia y desesperación hacia donde se encontraban, justo para que ambos se encontraran con su arma en mano y se quedarán enganchados por unos segundos que parecieron horas.
***
Kairut corría con desesperación buscando una señal de Saya, pero no encontraba más que soldados luchando y cadáveres cayendo. Ony se acercó con rapidez a donde estaba con la misma desesperación que él.
-¿Has visto a Saya? La perdí de vista, estoy preocupado por ella…esta pelea es mucho, incluso para todos nosotros, son demasiados.- con una voz tan seca y cortada, muestra de la terrible batalla que se llevaba a cabo.
-Je, estamos en la misma amigo.- Y con su cabeza apuntó a su brazo, que estaba tan ensangrentado que ya no se le veía el color natural de la piel.- Yo necesito su ayuda.
-¡No Way!, ese disparo debió haberte roto una vena, tenemos que ayudarte rápido, podrías desangrarte.- gritó con terror el albino.
-¿Crees que no lo sé? Me estoy empezando a marear, y no puedo mover este brazo mucho, es cuestión de tiempo hasta que no pueda moverme más…
-¡Allí está¡- gritó Ony con una sonrisa en el rostro, y tomó a Kairut por el hombro sano, y lo ayudó a moverse hacia dónde se encontraba la hada. Sin embargo, a lo lejos podían notar el cansancio de Saya, a quién le temblaban las rodillas, y sus escudos eran cada vez más frágiles y pequeños.
El hada cayó de rodillas finalmente, y Kairut y Ony vieron con terror como un soldado enemigo se acercaba hacia ella con un hacha sobre su cabeza, pero de repente, fue jalado hacia atrás, como si una mano gigante lo hubiera empujado.
Los dos vieron con sorpresa un animal de unos dos metros de altura, con una apariencia de un burro, con un pelaje grisáceo, y unos perversos ojos rojos, pero sobre todo, un espectacular sombrero de mariachi sobre su cabeza.
Mordió el vestido de Sanahi y la llevó entre sus fauces a los pies de Ony y Kairut, entonces, miró la gran multitud de enemigos que se acercaba a ellos, y entonces de su boca salió un gigante rayo de energía naranja, que impactó a todos los enemigos frente a ellos, quienes perecieron al instante.
Una sonrisa gigante se dibujó en el rostro de Kairut, incluidas unas lágrimas, pues estaba viendo a su bestia mítica, Vergento, el burro maligno.
Junto a él llegaron las demás bestias para defender a sus amigos, sin embargo, Kairut pudo ver que todos ellos estaban en torno a Koancho, quien tenía el plumaje rojo de sangre, y sobre su cuerpo, un cadáver que Kairut odió reconocer.
El cuerpo sin vida de Manosanta colgaba sobre Koancho, quien tenía una cara tan triste que lo hacía parecer tan humano como los demás, al igual que un lúgubre gruñido que salía de él.
Ahora sí chavos, aqui es donde nos quedamos...=D Todo desde este punto será nuevo y salidito de paquete =)
Rata- Admin
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
haaa!! no recordaba esto!
lia! manosanta! nooouu!
me recordaste una escena de gears of war 3, donde los gears estan rodeados de luminosos, locust y exhumanos y Dom se suicida haciendo explotar todo Q-Q
kk! ò.o quiero lo que sigue!!!
besos ♥
lia! manosanta! nooouu!
me recordaste una escena de gears of war 3, donde los gears estan rodeados de luminosos, locust y exhumanos y Dom se suicida haciendo explotar todo Q-Q
kk! ò.o quiero lo que sigue!!!
besos ♥
Saya- Newcomer
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Yo que recuerde este no lo llegue a leer asi que es como un capitulo nuevo para mi Xd la cosa cara vez esta mas interesante asi que kai no tardes mucho en poner tu parte ^^
Arzes- Sackbag
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
donde esta lo que sigue!!? kk! rata!!
u.u ... por favor..
u.u ... por favor..
Saya- Newcomer
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La reconquista de Rygdell Parte 2 (I)
Bueno me tarde un chingo, pido disculpas por que mi pereza y desidia no tienen nombre y no deberian existir.
Como sea, creo que les gustara y es un señor capitulo de 33 hojas de Word, asi que tampoco esperaron por poca cosa (veanlo de esa manera digo XD)
En fin... aqui vamos.
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell (parte 2).
Como sea, creo que les gustara y es un señor capitulo de 33 hojas de Word, asi que tampoco esperaron por poca cosa (veanlo de esa manera digo XD)
En fin... aqui vamos.
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell (parte 2).
- Spoiler:
- El campo de batalla parecía un matadero más que el escenario de un combate igualado. El ataque sorpresa había sido fatal, aunado al hecho de que cegar momentáneamente a las tropas que protegían el fuerte además de ingenioso había sido el movimiento final de esta obertura de huesos, gemidos y sangre.
Los guerreros del rey que se mantenían en pie y con suficiente vida en sus cuerpos, peleaban con fiereza y determinación. Parecía que de algún modo un espíritu ancestral combativo se apodero de sus cuerpos y guiaba sus movimientos. Era un espectáculo sin paragón.
Mostraban tales bríos que incluso al veterano de guerra más duro se lo podrían escapar un par de lagrimas ante tal despliegue de coraje y valentía.
Desgraciadamente, como bien sabemos, las batallas no se ganan solo con valentía y buenos deseos para el combate.
Esta pelea ya se había decidido. El príncipe los tenia sujetados del cuello en todo sentido, alargar el combate era inhumano y una carnicería. No era solo culpa del príncipe, gracias a la confusión las órdenes no llegaban correctamente, y en este caso la valentía y lealtad eran una roca en el camino de la vida de decenas de guerreros de la corona real.
El problema radicaba en que a su vez, los altos mandos del rey no podían hacer llegar a sus subordinados la orden de retirarse, por el ajetreo y todo el barullo de la batalla no se podía dar una orden clara, a su vez, desgraciadamente no habían tenido tiempo de planear una ruta de escape correcta. Para colmo, dirigir un batallón, pelear por el pellejo propio y ajeno y además planear una estrategia de escape lo más viable posible, dificultaba las cosas, incluso para los más creativos y elocuentes mandamases de la corona.
Por si fuera poco la comitiva de espadas a sueldo estaba siendo, si bien no diezmada en cantidad de aceros, si estaba siendo disminuida en la calidad del golpe de la hoja.
Y como si toda esa pintura macabra no bastara, delante de Kaifan y Ony había aparecido una de las más terribles pesadillas de todos los alkolikos: uno de sus hermanos yacía muerto aparentemente delante de ellos.
Olvidando la herida en su brazo, o tal vez haciendo caso omiso de ella, Kaifan blandió presto su espada y dio dos pasos en dirección a ManoSanta. La alegría de ver a su aliado animal se había esfumado en el instante que su compañero de aventuras se coló en su mirada por su peculiar tono carmesí.
No dio más de dos pasos. Ony adivinando sus acciones, por los años de estar juntos, por las pláticas tan largas de borrachera o de camino y por todas esas cosas y detalles que solo conoces con el tiempo y trato prolongado, lo detuvo. Fue de manera brusca e intrépida, pero no le importo, sabía que hacia lo correcto.
—No estás en condiciones para esto, no ahora Kai. Quédate aquí cuidando de lady Sanahi y de ti mismo, solo un momento —su voz tenía un tono amable y gentil, pero eso no ocultaba que era una orden y no una petición.
Sin esperar respuesta alguna, el joven albino arremetió contra un enemigo que estaba a su paso, de dos movimientos de muñeca lo había despachado. No era el hierro más fuerte de esa banda de mercenarios, pero era rápido y eficaz, y eso bastaba para manejar a grupos pequeños de enemigos.
No había nada de qué preocuparse, y aun así, a Kaifan le hervía la sangre por ir y degollar bastardos. Sabía que a eso se atenían con esta vida, pero por una razón no todos los de su grupo eran combatientes cuerpo a cuerpo, sabía que no todos tenían la misma pericia y habilidad, por lo tanto, se escogían puestos que no arriesgaran más de la cuenta el pellejo de sus amigos… y aun así no pudo evitar esa muerte.
Por la ira desbordando su cuerpo, la impotencia, la adrenalina y otras tantas cosas, tardo en darse cuenta que estaba recuperado. No fue consciente de ello sino hasta que lanzo un puñetazo al piso y a su vez, el hada le jalaba de la ropa para llamar su atención.
—… por favor, date prisa— escucho apenas la voz de Sanahi, como un eco lejano.
—¿Qué?
—Ya estas curado, ahora ve y ayuda a Hyru, por favor, date prisa— repitió una vez más la mujer al tiempo que parecía que el aliento se le escapaba con las palabras.
Viro su cabeza a donde miraba la curandera. No estaba lejos, pero si estaba peligrosamente rodeada de enemigos. Aun así, no parecía estar en desgracia o real peligro. Normalmente la mujer se mostraba como una dama refinada, de palabras claras y un temple firme; pero, en ese instante, parecía más que una hechicera una guerrera.
La melena castaña clara estaba ensortijada por el calor de la batalla, las botas manchadas de barro y sangre, la capa azul raída por esquivar golpes enemigos, pero el complemente ideal era esa mirada feroz que tenía en sus ojos miel y la determinación con que su boca y manos dictaban y ejecutaban respectivamente sus hechizos.
Sin saber cómo o porque, Kaifan regreso a la realidad y se encontraba despachando a los enemigos que estaban alrededor de Hyru. Era raro, de repente, como si despertara de un largo sueño, estaba ahí peleando de manera mecánica más que a conciencia, nunca le había pasado.
Vio un instante fugaz a la maga, ella le esbozo una sonrisa de confianza y con un leve movimiento de la cabeza le agradeció el apoyo.
Estaba claro, esa no sería la última vez que caería bajo ese peculiar encanto.
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El estruendo que de la puerta principal de la fortaleza al caer llego a oídos de Kesos y Lobo que custodiaban como carceleros a Mihaumary y a Sooh en la torre de enfermería.
—¡No me jodas tipillo!
—¡No fui yo! ¡Lo juro!
—¡Me queda claro gilipollas! —Espeto entre molesto y divertido Lobo— ¿Qué carajos está pasando allá abajo?
—¡No lo creo! ¡Derribaron la puerta! ¡Nos tienen cogidos por los huevos! —Gritaba Kesos al tiempo que se quitaba de la ventana y corría de un lado a otro asustado.
—Mierda, es verdad. Han entrado— dijo Lobo aun sin quitarse de la ventana, estaba impresionado—. No me esperaba esto, al menos no tan pronto.
—¡Hasid está aquí! —Mihaumary estaba pálida y se había olvidado de Sooh en ese momento—. Me matara… ¡Me matara!
—Contrólate mujer, no dejaremos que nada te pase— al pasar Kesos a su lado lo tomo de la camisa y le dio un golpe en la nuca—. Ya deja el circo de lado mequetrefe, ponte serio y deja de jugar.
—Nunca me dejas divertirme estúpido —Kesos se sobaba la nuca mientras miraba molesto a Lobo.
—Venga ya, tenemos que cuidar de ella y del rubio durmiente.
—Bueno todavía no llegan aquí, aun hay ventaja…
De repente un estruendo más cercano y devastador llamo su atención. En el acto los dos mercenarios corrieron a la ventana y vieron que había sido lo que causo tal escándalo.
—Cañoneros, mierda— dijo Lobo con la mandíbula apretada y los puños cerrados.
—No hay que pensarlo más— Kesos corrió a donde estaba Mihau y la tomo de la mano—. Tú carga al huevón ese, salgamos de aquí antes de que una bala nos parta las costillas o la torre aplaste nuestros traseros.
—Tú siempre haces gala de una labia de poeta ¿eh? — decía Lobo al tiempo que se echaba en hombros y como podía a Sooh— ¡Andando apestoso!
—No me lo dices dos veces. ¡Apresúrate! —le gritaba a Mihaumary, estaba muerta de miedo.
—Me matara, no lo entienden, me matara si me ve aquí…
—Le ahorraras el trabajo si esta torre se te cae en toda la cabeza, haz que por lo menos le cueste trabajo ¡Carajo!
—Te protegeremos —Kesos la miro a los ojos e incluso ella pudo ver en sus pupilas la determinación de sus palabras—. No dejaría que una chica tan guapa como tu muriera de una manera tan cruel.
—Claro, y a mí siempre me toca el trabajo sucio y a él las chicas sexys. Ojala no se hubieran llevado a la otra —suspiro frustrado—. ¡Larguémonos de aquí!
En el momento que Lobo gritaba salían de la enfermería. Las pesadas puertas de madera rechinaron cuando de una patada Kesos las había abierto. El camino era largo, pero no imposible de superar. Solo necesitaban recorrer a toda prisa el pasillo hasta las escaleras y bajar lo más rápido que pudieran. Por el diseño del edificio, aunque la bala de cañón entrara de lleno en la enfermería, si lograban bajar al siguiente piso tendrían tiempo para escapar.
Estaban en el pasillo, ya podían ver las escaleras, sin duda en sus rostros podía leerse la paz que les daba el ver que la mitad del camino estaba hecha. Lobo sonrió y Kesos le devolvió la sonrisa, lo lograrían, eran demasiado jóvenes y guapos para morir, de algún modo, eso pensaban los dos. Apresuraron el paso y empezaron a bajar los escalones.
No habían bajado ni cinco cuando otro devastador estruendo les estrujo los tímpanos, esta vez no fue lejos, no. El primer golpe había dado en la pared exterior, sin pensarlo dos veces, los dos muchachos se abalanzaron al suelo, con ellos jalaron a sus respectivos acompañantes de fuga y antes de que tocaran el piso las escaleras se llenaron de polvo y pedazos de roca.
La torre de enfermería había sido destrozada y estaba cayéndose a pedazos, llevándose al infierno todo lo que estuviera a su paso.
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—¡Han derribado la torre de enfermería! —grito consternado Tozaki.
—¡Atento cabronazo! —un derechazo de Shu se había incrustado en las costillas de Tozaki, sin darle tiempo a reponerse la mano siniestra se clavo en su espalda—. Ahora el remate, como si fueras toro.
Shu lanzo una poderosa patada a Tozaki que fue desviada por un poderoso golpe de espada de Alex. Contrariado el peleador cuerpo a cuerpo volteo y miro molesto a Order que se encontraba recargando sus armas.
—Dos segundos bastaron para que tú presa interfiriera en mis asuntos Order—se quejo Shu—. Se más precavido en el futuro.
—¡Bah! No es mi culpa que ni tu trabajo puedas hacer bien, además lo mío es un arte, no como tú, que embistes como bestia ciega Shugokz— dijo sonriente y con tono mordaz.
—Concéntrate Tozaki— dijo Alex sorprendentemente calmado—. Ya iremos después a la torre, recuerda que los alkolikos están ahí también…
—¡Quienes están ahí arriba! —Bramo Shugokz al tiempo que el mango de la espada de Alex le daba de lleno en la cara.
—Lobo y Kesos, por eso dije alkolikos. Concéntrate me harás sentir que pierdo mi tiempo— dijo Alex tranquilamente mientras sonreía—. El siguiente golpe será con el filo del arma, estas advertido.
—No me trates como novato — dijo entre dientes Shu— ¡Si claramente yo soy más grande que tú!
Se lanzo contra Alex, en una embestida, como efectivamente señalaba Order anteriormente. El golpe al ser recto y tan claro fue predecible para Alex que lo esquivo a la par que respondió con una patada en el estomago. Tozaki que se quedo atrás de Alex, vio venir a su enemigo y le propino una patada a la cara. Levanto la espada con ambas manos decidido a dar el golpe final, pero antes de que el acero pasara por encima de su cabeza, un disparo en la hoja de la espada le hizo perder el equilibrio. Un segundo disparo se impacto a escasos milímetros de su mano, en la empuñadura del arma. Dio un salto horizontal y un tercer tiro paso silbando junto a su abdomen.
—No se olviden que yo también estaba jugando con ustedes, no me hagan sentir excluido. Por favor— dijo Order con una sonrisa que mostraba todos los dientes.
—Del mismo modo, yo te agradecería que no te olvides que somos cuatro y no solo ustedes tres— Alex apareció delante de Order y le lanzo una patada a su arma que el tirador apenas esquivo—. Recuerda que yo también estoy jugando con ustedes —dijo tan serio que a duras penas alguno de los presentes pudo atisbar la broma o ironía que trataba de plantear.
Para reponerse del último ataque, Shugokz aprovecho ese instante de nula atención en su persona y haciendo un mazo con ambas manos le dio un golpe en la quijada a Tozaki. Acto seguido, un cabezazo completo la maniobra. Alex se percato de la nula atención de Tozaki, en rápido movimiento partió por la mitad una de las armas de Order, de una patada lo hizo a un lado y con el puño de su espada le dio un golpe seco a Shugokz en la nuca. Se acerco a Tozaki y con un empujón de su hombro estabilizo a su compañero de pelea, sin mediar palabra, lo sujeto por el hombro y lo arrastro en su fuga.
—¡No hemos terminado de pelear Alex!
—Ya lo hicimos Tozaki, tú no estás interesado en la pelea, tu cabeza esta revoloteando entre Sooh, las heridas de Zemill y el curso de esta batalla. La pelea termino desde el momento en que no saliste a pelear, ahora, vete por allá y da el grito de retirada.
—¿A dónde diablos quieres que escapemos Alex si no hay a donde ir ni planeamos nada?
—Grítales que se vayan al bosque— dijo Alex como si fuera lo más evidente del mundo—. Los soldados ya conocen los puntos de reunión en el camino, tampoco son idiotas —una bala le rozo la mejilla—. Vaya, eso sí estuvo cerca.
—Los detendré Alex— Tozaki se zafo del agarre de su líder y desenvaino su acero—. ¡Ve a dar las ordenes! ¡Anda!
Como si se tratara del agarre de un gigante, Tozaki sintió como una poderosa mano le sujetaba del hombro y le tiraba hacia atrás. Al caer al piso pudo ver la expresión furiosa del rostro de Alex. Normalmente Alex era una persona tranquila y de carácter agradable. Tozaki trato de recordar cuando había tenido un cambio de carácter… no tenia recuerdo alguno de verlo de otro modo y se preocupo.
—Te he dado una orden Tozaki— dijo Alex sin apartar la vista del guerrero—. La cumplirás a rajatabla y se acabo. Conmigo no se discuten las órdenes, se acatan. Serás de más utilidad coordinando a las tropas que muriendo en el campo de batalla con la mente en otro sitio.
Shugokz dio un salto y alzo alto el puño derecho, tenía la intención de hacer temblar la tierra y destrozar a Alex con ese golpe.
Con un simple giro de piernas Alex se puso a un costado. El golpe de Shu impacto de lleno en la tierra, pero no era todo, tomando impulso lanzo una patada al estomago de su objetivo. Alex interpuso el pomo de la espada y detuvo el ataque. Sujeto de la pierna a Shugokz y lo lanzo a un costado, usándolo como escudo para evitar dos tiros de Order.
—Vaya, en verdad estas decidió— dijo un incrédulo Tozaki mientras se ponía en pie—. No discutiré más, larguémonos de aquí ahora.
—Sí, sobre todo porque eso último fue suerte —dijo Alex retomando su expresión serena y echando a correr al lado de Tozaki —. Yo solo quería hacerlo a un lado, ni siquiera me acordaba del pistolero.
—¿Estas herido? —cuestiono Order, tendiéndole una mano a Shu.
—Solo de mi orgullo, creí que ya le tenía, pero ese tipejo es más fuerte de lo que parece. Su golpe casi destroza mi suela —al ponerse de pie se sacudió la armadura como si se sacudiera la pólvora— ¿A dónde vas?
—A descansar. No tengo ganas de perseguir a nadie, te recuerdo que yo tuve que viajar a través del desierto mientras tú y Arzes se daban la buena vida. Además, ya no tienen ganas de pelear, eso le quita sentido a pelear.
—Aun quedan algunos alkolikos —dijo Shu haciéndole una mirada cómplice.
—Como dije, ellos ya perdieron los ímpetus de pelear. Normalmente, no tendrías que ir a por ellos, te sientas y ellos llegan a patearte la cara. No, yo paso de darles “caza” —finalizo Order mientras caminaba con calma.
—Eres un vago inútil —dijo con una sonrisa Shugokz mientras marcaba el paso hacia los guerreros de la corona—. Yo aun tengo energía para divertirme.
—Derriba muchos para que los agregue a mi cuenta y también me paguen— Order ni siquiera se volteo, simplemente alzo una mano en señal de despedida.
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Itram peleaba con pereza. Después de tanto tiempo, no había podido probar íntegramente sus habilidades. Se sentía incluso desanimado porque su habilidad básicamente había sido mal empleada o desperdiciada la mayoría del tiempo.
En esos instantes justamente peleaba más mecánicamente que de una manera apasionada. Pelear contra guerreros comunes y corrientes era una manera elegante de ofenderlo, de degradarlo. El buscaba retos, desafíos, vivir al límite y mejorar sus técnicas, y en cambio, su espada siempre se manchaba de sangre indigna y cuando tenía la opción de un combate real, se llevaba una patada en la ingle porque era interrumpido.
El último de los enemigos había caído. Con movimiento elegante, Itram sustrajo su espada del cadáver enemigo. Con los dedos limpio su espada, con asco sacudió la sangre de sus manos. Miro en ese momento a Hasid Melikor. El hombre al que servía caminaba junto al príncipe, y alrededor suyo se encontraban campeones escogidos especialmente para ser la elite del legítimo dueño de la corona. Realmente no le hacía mucha falta, para empezar estaba Hasid a su lado, un señor de la magia que podía valer por 100 hombres de armas, e incluso antes que Hasid, estaba Itram siempre a la orden de Melikor. Además, el príncipe no era uno de esos niños tontos y mimados. Habiendo tenido por maestros a personajes de la altura de Hasid o Chrono, el príncipe era un guerrero y hechicero de buenos métodos y que sabia cuidarse solo.
—Estoy seguro que te estás divirtiendo Itram —dijo Hasid mientras apartaba con su báculo cadáveres como si se tratara de basura—. No te preocupes, pronto podrás descargar tu furia contra alguien digno de tu acero.
—Espero que así sea, me aburre y ofende enfrentarme a tipos como estos —señalo con la espada—. Pero hare lo que sea necesario —finalizo al tiempo que envainaba su acero.
—No te preocupes Itram, esto es solo temporal, todo lo hacemos en pos de un bien mayor. Incluso me atrevería a decir que la espera valdrá mucho la pena y el tiempo invertido —Melikor sonrió mientras espoleaba su montura—. Todo a su tiempo llegara.
—Sí, todo está marchando bien. Demasiado, no puedo creer que un ataque sorpresa fuera suficiente para dar por terminado este combate, y de qué manera —el príncipe hablaba con Hasid, pero, de cierto modo hacia a Itram participe de la charla también—. Con tu ayuda para los detalles y la del general Chrono para hacer bien el plan y afianzar detalles, esto ni siquiera se siente como una batalla… cuando lleguemos seguro no habrá ya nada que hacer.
—No lo digas decepcionado —Hasid sonaba divertido, una alegría que contrastaba con el fúnebre escenario—, es natural que después de planificar todo tan bien, a pesar de tus ímpetus, saliera a pedir de boca. Después de todo, estoy de tu lado y bueno —se encogió de hombros—, Chrono a veces hace bien su trabajo.
—Vaya, modestia aparte —dijo sonriendo el príncipe—. Nunca cambiaras Hasid.
El príncipe tenía mucha familiaridad con Hasid, se lo había ganado. Itram no sabía realmente como o porque, pero, ya había visto anteriormente a Hasid comportarse de manera desdeñosa con gente de la realeza, como el rey de Tyska u otros nobles mandatarios. El no respetaba a nadie que no creyera necesario. A su vez, Hasid no permitía que cualquiera le hablara con tanta confianza, porque eso llevaba a una falta de respeto que él no toleraba. No es como si lo aguantara, a la vez que había visto que mucha gente era tratada de modo irreverente, otros tantos, ya fuesen generales, lacayos o simples mercenarios, habían conocido un mundo de dolor por tratar como un igual al amo de la magia.
El príncipe era una excepción. Itram se podía hacer a la idea porque creció bajo la tutela de Hasid. Por ejemplo, el mismo Itram era otra excepción, el podía tratar de otra manera a Hasid, pero prefería mantener la etiqueta y el respeto. Chrono también era un caso especial, pero bueno, precisamente el general era otro tutor del príncipe y además había toda una historia detrás de combates y lealtad que le daban el merito sin más.
Luego estaba Kass. Ella no tenía tanta cercanía a Hasid. Eran sus ímpetus y la extraña fascinación por su amo, los que le ganaban más la antipatía que la estima del señor al que servía. Era curioso. Por todos los medios trataba de congratularse, haciendo misiones suicidas, mendigando atenciones, e incluso llevando a cabo tareas tediosas, todo lo que hiciera, era poco para él. Eso decía la propia Kass.
El príncipe seguía charlando con Hasid. Itram caminaba a su lado, no por ser despreciado, simplemente los caballos o cualquier montura, no eran lo suyo. Nada se comparaba a su confiable paso. La guardia del príncipe iba atrás y a los costados, en todo momento a la expectativa. Para custodiar el frente bastaba con Itram, en principio los guerreros se habían negado, pero después de muchos enemigos caídos y las palabras de Hasid “Puede intentar persuadirlo quien guste, con su espada”, bastaron para dejar en paz a Itram.
De repente, un frio gélido recorrió la espalda de Itram. Fue la misma sensación que sintió cuando Kass había perdido la batalla contra los vagos. De hecho, la voz de Kass se escucho clara y desgarradora, estaba suplicando ayuda.
Por instinto miro a Melikor. El también había tenido esa sensación, por supuesto. No podía ser de otra manera si él les había conferido esa habilidad y más aun, el grito de socorro iba dirigido a él.
Sorprendentemente, no se inmuto ante el llamado.
Itram lo entendía. Ya había dejado claro la última vez que detestaba ese tipo de actos. Nelly jamás entendía nada. Todas las mujeres, tenían eso en común, meditaba Itram, creían que a pesar de todo, podían cambiar a los demás o peor, hacer siempre su voluntad.
—Mi señor…
—Si Itram, yo también lo sentí —dijo con fastidio—. Claramente jamás aprende.
—Creo que requiere ayuda…
—De que hablan Hasid.
—De una molesta sanguijuela mi amigo.
Itram guardo silencio. Era evidente que le importaba un carajo a Hasid lo que le pasara a esa mujer. Aun así, el no se sentía a gusto en esta situación. El camino de la espada, al menos bajo el que Itram había entrenado, le había creado un código de honor peculiar. Entre todas las cosas que había aprendido, sabía que no podía ignorar la suplica de un compañero, eso no era correcto.
Nuevamente la sensación inundo los sentidos de Itram. Ese escalofrió gélido le recorrió sus nervios, a sus oídos llego la suplica desgarradora de ayuda, esta vez parecía conjugarse con el llanto y el dolor.
—Diosas, de verdad que jamás se detiene.
—Podemos hacer algo, si es que tu lo pides Hasid.
—No príncipe, no se trata de eso. Tan solo, adelántate un poco con estos perros y déjanos a Itram y a mí a solas un momento.
—Como tú digas.
El príncipe no cuestiono nada. Su confianza en Hasid era total. Los guerreros tampoco insistieron o hablaron, se podía leer el alivio en sus caras al mantenerse a distancia de Melikor.
Itram se detuvo, más curioso que por otra cosa. Sabía que Hasid le daría una encomienda relacionada con Kass, lo que se preguntaba es ¿Qué tendría que hacer?
—Dame unos segundos Itram —se apeo del caballo y con el bastón hizo unos dibujos en el piso.
—El tiempo que sea necesario —dijo seco Itram.
—Te dije que solo requería unos segundos. Esto va ser sencillo itram —de entre sus ropas, Hasid saco un emblema con la forma de la cabeza de un león—. Toma esto contigo Itram.
—¿Para qué usare esto? —cuestiono mientras tomaba en su mano derecha el objeto.
—Lo usaras en Kass. No creo que te agrade mucho, pero es lo que se tiene que hacer.
—No pienso matarla —Itram no lo dijo ni siquiera desafiante, pero la firmeza en su voz marcaba que era una decisión irrefutable—. Eso es todavía más bajo que lo que he venido haciendo.
—No vas a matarla. Tenlo por seguro, nada de lo que hagas la matara. Está condenada de cualquier manera.
—Si ya está condenada, que requiere de ella mi señor.
—Principalmente, que me “devuelva” lo que le he dado. No me hace falta ya, pero, no pienso dejar que se extinga con su vida ese poder que bien podría aprovechar alguien más.
—De manera que iré a drenarle su magia ya que morirá, y nada puede hacerse.
—En efecto. Puedes tratar si quieres —su voz era tranquila y hasta con un tono divertido—, pero recuerda esas heridas que tenia, no fueron tratadas, ha perdido mucha sangre. Que sobreviviera tanta habla de su fuerza, o de lo testaruda que es —sonrió—. Mira, solo quiero que hagas eso, después de “drenarla”, puedes hacer lo que quieras.
—Está bien, iré.
—No pido nada más —dijo Hasid al tiempo que abría un portal al lado de Itram.
Sin decir una palara más Itram se metió al portal. En algo estaba de acuerdo con Hasid, que Kass resistiera tanto tiempo después del castigo que Zemill le había propinado, hablaba de lo testaruda que era.
Cuando llego a su destino encontró a Kass boca arriba con los ojos casi en blanco. Claramente se había arrastrado por ahí por las manchas de sangre, incluso algunas dejaban claro que se había convulsionado o retorcido del dolor. Itram no pudo sentir pena por ella, no sabía si era por falta de empatía u otra razón, pero, realmente no le importaba.
Se acerco a ella hasta estar a su lado. Casi podía acariciarla con la punta de sus botas. De un bolsillo de su gabardina saco el emblema de león de Hasid y este actuó por sí solo. Abrió sus diminutas y talladas fauces con un pequeño rugido. Era algo muy teatral, pensó Itram, hasta para ser un cachivache de Melikor. Cuando el pequeño hocico estaba bien abierto, una especie de luces de tonos negruzcos se desprendieron del cuerpo de Kass, salían de todas partes y eran pequeños orbes, tan diminutos como el granizo. El león los absorbía todos a un ritmo regular. Cuando “trago” el ultimo, simplemente cerro las fauces y retorno a su estado original.
Itram sin mediar palabra se dio la vuelta. Si nada más se podía hacer por esa mujer, no tenia caso quedarse. No es que se sintiera bien o mal por ella, lo que él pensaba, es que simplemente, las cosas eran de ese modo. No había más. Su destino ya estaba escrito, no como una red misteriosa que te mueve a hacer algo, sino como esa consecuencia de todas tus acciones.
Entonces, Itram sintió como a pesar de toda la debilidad y casi nula vitalidad del cuerpo de la mujer, su mano se aferraba al pliegue de su gabardina, no lo dejaba ir.
—Donde… ¿Dónde…esta mi señor? —apenas alcanzo a articular las palabras.
Itram no se dio la vuelta siquiera. Trato de hacer que se soltara dándole tirones a su gabardina, pero la mujer se aferro con más fuerza, incluso sintió como sus dedos agarraban con firmeza su ropa. El hombre no pudo contener un suspiro de fastidio. A pesar de todo dio un tirón nuevamente, esta vez con más fuerza. La mujer no se soltó, incluso, sintió como se “colgaba”, ahora con la otra mano. Más molesto que antes, trato de hacer que le soltara. La mujer seguía preguntando por su señor, como si no fuera evidente que él no había ido a verla. El tenue susurro de la voz de Kass se había vuelto un chillido desgarrador. Itram al fin cedió, se dio la vuelta y la miro a los ojos con desprecio.
—¿Dónde está mi señor? —Cuestiono nuevamente, como si fuera la primera vez.
—No ha venido. Me envió a mí y nada más. No vendrá, entiéndelo.
—Llévame con… —la suplica se vio interrumpida por un ataque de tos que finalizo en flemas de sangre—. Quiero… verle.
—El no desea verte Kass, por eso me envió a mí. —Dijo con frialdad Itram, sin medir sus palabras y sin importarle el efecto de las mismas.
Entonces, el peso de una de las manos de Kass cedió. Itram se sorprendió un poco, apenas de una manera perceptible, arqueo una ceja y clavo la mirada en la mano que le soltó. Con parsimonia poso su mirada en el rostro de Nelly. No pudo verle la cara, la mujer agacho la mirada. No lo soltaba, pero al menos ya no estaba diciendo nada.
Entonces cayó en la cuenta de que sus palabras eran las que producían ese efecto. Habían calado hondo en el ser de la mujer. Itram no se sorprendió, y tampoco le importo. En este caso no se trataba de que fuera una persona insensible o un sádico desgraciado, no. Sencillamente, Itram tenía la firme convicción de que la verdad no puede ser ocultada o acallada, por más esfuerzos que se hagan por apaciguar su voz, incluso sin importar todo el esmero que pongas en hacer oídos sordos, la verdad siempre encontrara la superficie. Todas las verdades compartían esa característica, en la opinión de Itram, por eso la verdad era más fulminante incluso que la espada.
De nueva cuenta tiro de su gabardina con las manos y esta vez, la resistencia de Kass se rompió e Itram fue libre. Esta vez sí le tomo por sorpresa este suceso al pelirrojo. Por primera vez en mucho tiempo, los ojos de Itram se abrieron de par en par al sentir como, literalmente, un peso se le quietaba de encima. Curioso le hablo nuevamente. Al no recibir respuesta, le hablo con más fuerza a la mujer, casi a gritos. Siguiendo su impulso, se puso en cuclillas y le dio un par de golpes en la mejilla a la caída. Su piel se sentía muy fría. Para acabar con sus dudas y pesquisas, le puso la mano en el cuello buscando el pulso. Un palpitar de sangre que no sintió.
Kass había muerto.
El espadachín al descubrir que el impulso vital había desaparecido en su “compañera” se encogió de hombros. Sabía que era inevitable, así que no sintió dolor ni nada parecido; empero, un sentimiento de vergüenza le invadió al darse cuenta de que lo último que pidió, su deseo de lecho de muerte, fue ver a Hasid Melikor.
Camino hacia la nada y entonces, con su diestra abrió un portal mientras que en la siniestra llevaba el emblema del león de Melikor. Se introdujo en esa puerta que conectaba dos mundos como si se tratara de una vil puerta. Cuando su pie toco el otro lado, ya estaba pisando la tierra arenosa y seca de los alrededores de Rygdell. A su rededor ya apestaba nuevamente a muerte, sangre y acero. El campo de batalla le recibió de la misma manera en que lo despidió, con muerte.
—Veo que has regresado —dijo Melikor que estaba de pie junto a su montura mirando hacia la fortaleza—. Tardaste demasiado Itram ¿Acaso se resistió? —al preguntar no pudo evitar sonreír.
—No. Eso fue bastante sencillo y no tenía fuerza como para oponerse.
—Entonces que hizo que te tardaras más de lo imaginado, no lo entiendo —Hasid alargo la mano para recibir su emblema—. Si no renegó de devolverme lo que no le pertenece ¿Por qué demoraste?
—Kass a muerto —dijo como si eso despejara toda duda.
—Bueno, te dije que hicieras lo que hicieras moriría —se encogió de hombros y frunció las cejas—, no entiendo tu punto Itram.
No le sorprendió en absoluto. Para granjearte el tipo de fama que tenia Hasid Melikor, se requería más que simplemente ser un erudito o un ilusionista de cuarta. El tipo de leyenda que pesaba sobre los hombros de Melikor, era el tipo de historia que se cuenta con temor a los demás, como una advertencia. Era el tipo de personaje que forja su historia con el acero ajeno. Él tipo de relato que se escribe con sangre. Por eso no le sorprendió que no mostrara ni una pizca de empatía o pena por la muerte de su vasalla.
—Kass se aferro a mi gabardina después de que le sustraje la magia —señalo por inercia los pliegues de su ropa y entonces se percato de que estaba manchada de sangre—, pregunto por usted y se aferro a mí gritando su nombre. Entonces, le dije que no había manera de que fuera a verla, entonces me soltó y en unos instantes murió.
—Supongo que no le quedaban muchas energías ya —se guardo el emblema en la ropa y acaricio su montura—. Como siempre, me has prestado un buen servicio Itram, y en el momento preciso.
—No fue siquiera un servicio, dada la facilidad en qué consistía.
—Bueno, como sea fue un trabajo necesario y ejecutado a tiempo —Hasid monto su caballo y con movimiento ausente sacudió su túnica—. Pongámonos en marcha Itram, el príncipe ya nos debe sacar un buen tramo por este contratiempo.
Itram no respondió. Hasid le miro y se percato de que estaba elevando un rezo por Kass. Había hincado una rodilla en el piso y entre sus manos sujetaba la espada por el pomo. Tenía los ojos cerrados y podía escucharse el leve murmullo de su plegaria. Hasid le observo, incluso se podría decir que espero a que culminara su oración. Cuando Itram abrió los ojos y se irguió, Hasid indico a su jamelgo que trotara.
—Espero que te sientas más tranquilo —dijo sin expresión alguna y con tono seco Hasid.
—Lo estoy. Es lo apropiado cuando un compañero muere —respondió Itram, con el mismo tono y expresión carente de sentimiento.
—Nunca entenderé el extraño código que sigues Itram. Honestamente es muy extraño.
—No me sorprende que en estos días el honor sea algo raro.
—Me refería principalmente a que mostraras preocupación por Kass, pensaba que era una persona más que podía morir por tu espada.
—Era mi compañera, me gustara o no —el pelirrojo miro a Melikor al hablar—. Va contra mis ideas herir a mis compañeros, del mismo modo, eso me mueve a ayudarlos, por más audaces que sean. Es natural, después de todo, compartíamos una meta en común. Yo no le veo lo extraño —finalizo con el mismo tono inexpresivo y la mirada fija en su interlocutor.
—Yo pensaba que nadie te importaba Itram.
—Es diferente —respondió —. No le tenía aprecio, pero era una compañera de armas y como tal, a pesar de todo sentía una leve unión. Como dije, compartíamos metas y bueno, éramos colegas de combate y estábamos bajo el mando de la misma persona —al finalizar se encogió de hombros y miro a Melikor, como si esperara una respuesta a una pregunta que no se hizo.
—No entiendo tu manera de actuar, eres extraño en muchas de tus costumbres —dijo Hasid—. Yo por mi parte, siento que me quite una sanguijuela de encima, por eso mismo te mande a que recuperaras el poder que le había otorgado.
Itram le miro como si se tratara de una persona en la lejanía. Las palabras de Hasid Melikor le habían dejado claro que, cualquiera que no fuese su igual, era un estorbo o una herramienta. Reemplazable y hasta desechable.
—No es grata la muerte —prosiguió Melikor—, al menos no de alguien cercano a ti. Pero este caso era diferente. Kass a pesar de todo, parecía un niño pequeño tratando de ganarse el afecto de un padre, eso no va para la gran empresa que estamos persiguiendo. Es por eso que no me afecta su muerte —en ese instante clavo los ojos en Itram—, porque siento que pese a sus servicios, me quite un peso de encima. Por eso no me explico el dedicarle un rezo a su memoria y por su descanso o renovación.
—No sé si ella lo hubiera hecho por mí, pero tampoco me importa. Yo hago lo que considero que se debe hacer y solo eso.
—Una postura respetable. Yo guardaría luto por alguien que me importa, a pesar de todos los cuentos o hechos —dijo sonriendo con malicia— que se cuentan de mí, yo también tengo un poco de sentimientos —finalizo con una sonora carcajada—. Ahora aceleremos el paso, que presiento que el príncipe necesitara de mis servicios —soltó un instante las riendas y abrió un portal delante de Itram—. Adelántate, yo quiero hacer una entrada dramática, eso y que no tengo ganas de gastar mi energía… para eso está toda la panda de bestias que contrato Chrono —dijo con desdén.
—Está bien.
Como siempre, el tono de voz de Itram era monótono y carecía de indicio alguno de emoción. Acelero sus pasos y de nueva cuenta apareció en esa otra dimensión que tantas veces les había servido de guarida. Comprendía el fastidio de Melikor, a él tampoco le quedaba entusiasmo alguno en pelear con enemigos que no estaban a su altura.
Entonces, al caminar por la zona de penumbra, paso junto al cadáver de Kass. Allí estaba el cuerpo, frio sin duda y abandonado por todos, hasta por los carroñeros, bien podía descomponerse hasta convertirse polvo y nada ni nadie se acercaría a él. Una muerte lastimera y solitaria, ese había sido el destino de la mujer.
Itram no se entretuvo más, abrió una pequeña ventana para ver el campo de batalla y se percato de que estaba hecho un caos, pero, se notaba la superioridad de las tropas del príncipe. Arqueo la ceja derecha y suspiro. Justo como pensaba, no había nada bueno que hacer ya en el campo de batalla, más que jugar al carroñero o al jardinero que quita la mala hierba.
—Se está volviendo una molestia que no tenga un rival o varios.
Dejo la pequeña ventana abierta. Se despojo de la gabardina con cuidado y de su espada, los puso a un lado. Se quito las botas de cuero y las acomodo con mesura junto a su acero. Finalmente, se sentó al lado de sus pertenencias y con la ventana frente a los ojos. Opto por la posición de loto y se quedo observando a través de la ventana.
—De todos modos —dijo para sí mismo—, dudo que alguien note entre este zafarrancho, mi ausencia.
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Tozaki corría desesperado entre la multitud de guerreros. Desde hacía un buen rato había dejado de dar golpes. Ahora solo se dedicaba a esquivar y empujar a quien estorbara su camino. Alex iba a su paso, el si se dedicaba a dar apoyo a las tropas al mismo tiempo que daba la voz de retirada. Entendía en parte que Tozaki estuviera desesperado. Todo se estaba yendo al carajo y Zemill estaba herida, además, para empeorar la situación, no tenía idea de su paradero y estado, ahora que la torre había caído podía pasar cualquier cosa. Sí, Alex lo comprendía, pero le desesperaba que Tozaki, quien normalmente jamás perdiera la calma, ahora estuviera maniático.
Por su parte, Tozaki no dejaba de maldecir y maldecirse en su mente. Dejo de lado a su amada, fue demasiado confiado y ahora estaba en riesgo, no solo su pellejo, sino el de ella. También era culpa de Zemill, por creerse intocable se había apartado del grupo y ahora estaba convaleciente. Parecía como si a todo lo que le importaba le estuvieran prendiendo fuego delante de sus ojos, no sabía porque, pero sentía ganas de correr y jamás detenerse. No sabía de dónde nacía tanta desesperación y locura.
De repente, ni siquiera dos empujones bastaron para quitar a los enemigos de enfrente. Poseído por la locura, Tozaki desenvaino su espada mientras les gritaba que se apartaran con tal potencia que su garganta se desgarraba. De un movimiento de su acero en horizontal, derribo a dos enemigos. Ciego por la furia alzo la espada y partió el yelmo de otro enemigo y lo derribo. Imbuido por la desesperación, su acero partió una roca y el pecho de otro enemigo que le estorbaba. Ya había limpiado el camino, ni siquiera se molesto en envainar la espada.
Corrió sin perder de vista la fortaleza, cada vez estaba más cerca, incluso ya veía con claridad los escombros de la torre, ya no faltaba mucho.
Caídos del cielo, aparentemente, un grupo de cinco adversarios se atravesaron en su camino. Las hachas de combate y las lanzas le rosaron la carne, pero no eran lo bastante rápidos.
—¡Apártense de mi camino estúpidos! —bramo Tozaki mientras atravesaba el estomago de un lancero— ¡No tengo tiempo que perder! —Su acero se clavo en el hombro de otro de los lanceros— ¡Tengo que salvarla!
Su juicio estaba nublado. Como bien había dicho Alex, su mente no estaba en el campo de batalla, peleaba por inercia, ni siquiera por necesidad y supervivencia. Tozaki era poseedor de una habilidad con la espada formidable, pero, es bien sabido, que hasta el hombre más sabio en un descuido, puede ser vencido.
En el último embate de su acero, el arma se había atorado entre los huesos y la armadura del enemigo. Sin percatarse de ello, cegado por sus instintos más básicos. Tozaki perdió su arma, en ese instante uno de los enemigos se le fue encima y lo derribo. No solo con su espada sabia pelear. En el piso, Tozaki sujeto del cuello al enemigo hasta que lo dejo fuera de combate. Justo a tiempo porque un golpe de espada rebano a su adversario al momento que el rodaba a un costado. Desarmado, le lanzo una patada al espadachín agresor que fue desviada. El otro enemigo que quedaba, un hachero, le dio un golpe con su arma en la espalda que le destrozo la armadura y lo derribo. El espadachín trato de sacar partido de eso y le dio un golpe mortal a Tozaki. Este apenas pudo detener el acero con sus palmas, pero no aguantaría más.
—¿Zemill! —grito con todas sus fuerzas al tiempo que se hacía a un lado y dejaba que la espada enemiga se clavara en el suelo, junto a él— ¿Zemill! —grito de nuevo, como si de verdad fuese a recibir una respuesta
El del hacha le dio una patada que lo dejo boca arriba. Con saña el espadachín clavo su espada en el costado de Tozaki, que para su suerte solo atravesó su ropa y la cota de malla, pero, lo dejo fijado en esa posición. El hachero enemigo le sonrió con malicia, lo tenía en sus manos. Tozaki sabía que esa arma no podría detenerla como con la espada. Le miro con odio y se preparo para el siguiente movimiento.
En ese preciso instante, el espadachín cayó a un costado para sorpresa de Tozaki y su “verdugo”.
—De pie, Tozaki —dijo Alex mientras que con la punta de su espada señalaba al del hacha—. Levántate.
—Estoy atorado —respondió. Sorprendentemente ahora estaba calmado—. Esta espada esta…
De una patada, Alex mando a volar la espada y las quejas de Tozaki. La espada voló hacia el enemigo. Molesto, el hachero esquivo la espada ¡Como podían pensar que caería en una treta tan estúpida como esa?
Pues si cayó en la trampa. Al bajar la guardia, ágil como un felino, una sola estocada de Alex se alojo en su pecho, y con eso basto para ofrecerle su vida a la muerte.
—En pie, Tozaki —ordeno Alex de nuevo mientras verificaba sus flancos—. Debemos darnos prisa ¿No? —dijo tan tranquilo como siempre.
—Sí, tienes razón Alex —Tozaki se levanto y fue a recoger su espada, la cual para su sorpresa, se desprendió con facilidad de su prisión—. Gracias.
—No hay de que, solo, mantén la calma. No sé si podre salvarte siempre, y te necesito vivo.
—No llegaremos a ese punto —mientras enfundaba su espada miro a los enemigos caídos—. Ya no Alex.
—Confió en que así será —dijo con media sonrisa en el rostro—. Démonos prisa, no quisiera quedarme atrapado entre mis enemigos.
—Bien. ¡Vamos!
Tozaki acelero de una manera fuera de lo común. No se trataba de dar grandes zancadas o de moverse a una velocidad irreal, simplemente, el cómo su cuerpo se desplazaba, era increíble. Por su parte, Alex no se quedaba atrás. La manera en que el se movía denotaba que el simplemente parecía moverse con el viento, lo hacía de una manera tan natural y sutil que parecía que no llevara prisa, como si disfrutara del día.
Ya lo estaban logrando, en cosa de un parpadeo estarían en los escombros de la torre. Las figuras que antes parecían difusas, ahora no solo tomaban forma y colores, también tenían rostros y nombres. Ahora, se apreciaba con claridad que un hombre defendía con fiereza a un camarada en el piso.
Ese hombre se movía de un lado a otro como con gracia. Su mirada denotaba tanto desprecio por los enemigos como toda su fisonomía. Sus manos y labios coordinados de esa manera eran un arma letal en verdad. Cuando eso no bastaba, el viejo y maltrecho báculo oponía resistencia al embate de los adversarios. Se le veía agotado, pero no desesperado. No podías leer miedo en su semblante, no lo había, en cambio, la furia distorsionaba su rostro.
Maximilanh no era un guerrero y jamás lo seria, pero sin duda, era un enemigo terrible.
Raudo como el viento, Alex de una estocada despacho a uno de los atacantes del maestro de magia. Tozaki hizo su parte al desarmar a dos desgraciados que estaban pensando en ir a dar su parte en esta fiesta. Maxi se encargo de los últimos dos perros de Tyska con un conjuro que los hizo salir aullando por las quemaduras.
De momento, una calma sobrenatural se poso sobre el campo de batalla.
—No entiendo que haces aquí todavía Maxi —dijo Alex enfundando la espada y parándose delante del mago—. Cuando todo se vino abajo debiste huir.
—No podía hacerlo —con su mirada señalo el cuerpo que estaba protegiendo—. No podía dejarle a su suerte… por más que quisiera.
—No entiendo ¿De quién se trata? —cuestiono Tozaki acercándose al cuerpo tendido en el piso.
—Es una sorpresa que te encantara… —Maxi se agacho y de un tirón retiro su capa para revelar al compañero caído— Me imagino que ya tenias el gusto —ironizo.
—¡Zemill! —dijo entre aliviado y sorprendido Tozaki y al instante se puso de rodillas y acaricio el rostro de su amada.
—Tozaki…—dijo apena en un susurro la mujer.
—No gastes tus fuerzas. Lo que importa es que estas a salvo —dijo el hombre en verdad conmovido por la dicha—. Sir Maximilanh…
—Luego podrás darme las gracias — dijo seco el mago.
—Vaya, no entiendo porque estabas con ella —dijo algo intrigado Alex—. Es más, yo creí que estaría con los alkolikos…
—Seguro estaba ahí. De hecho yo también estaba con ellos, hasta que los niños mercenarios me desesperaron —el tono de molestia y una vena saltona en su frente daban más vigor a sus palabras—. Me dio curiosidad saber qué clase de brujería utilizo Melikor en ella, por aquello de conocer mejor al enemigo. No creo que ustedes lo entiendan —dijo mirando a los dos enamorados—, en especial tú —en ese instante clavo los ojos en Zemill—. Como sea, decidí llevármela a otro sitio para analizar a detalle de que se trataba todo esto. Unos minutos después, la torre fue atacada y bueno… apenas logramos salir esquivando un montón de escombros.
—Nunca hubiera imaginado que, primero, tuvieras la fuerza para cargar a Zemill —dijo sonriendo Alex—, en segunda, que arriesgaras tu vida por ella.
—Fue una carrera corta y la verdad, le veo gran valor porque entenderé mejor a mi enemigo —finalizo con el ceño fruncido.
—Ya veo —Alex acaricio su barbilla pensativamente mientras intercalaba su mirada entre los otros tres que estaban allí—. Bueno, está decidido, ustedes tres tendrán que irse de aquí.
—No pensaba quedarme de cualquier manera.
—No, no entiendes Maxi. Quiero que Tozaki los escolte a ti y a Zemill ante el rey.
—Me rehusó a permitir que me atrasen o peor, expongan estos dos.
—Yo pensaba que era una idea prudente. Piénsalo, Tozaki y tu podrían hacer un buen equipo, a su vez, el podría encargarse de Zemill y sus cuidados y tú —Alex sonrió mientras se dirigía a Maxi—, podrás continuar tus pesquisas. Todos ganamos.
—No siento que todos ganemos realmente…
—Bueno Maxi. Yo no tengo poder sobre ti de ningún tipo. Sabes que te veo como un igual y que me encanta que tengamos una relación de mutuo respeto, algo que espero jamás cambie. No tratare de convencerte y menos de obligarte, pero, recuerda una cosa —Alex miro a los ojos a Maximilanh—: Si yo le digo a Tozaki que vaya contigo, no podrás hacer nada al respecto.
—A mi me da igual lo que decidan mientras pueda tener a la vista a Zemill —Tozaki deposito con dulzura a su amada en el suelo. Se levanto y desenfundo su acero de un movimiento—. Solo dense prisa, que los enemigos están empezando a notar que estamos charlando plácidamente en este sitio.
—Coopera Maxi. Sé que no eres dado a hacerlo, pero, para ganar esta guerra, todos tenemos que jugar en equipo.
—No me gusta tu idea, ni me gustara jamás Alex —su voz denotaba una molestia que apenas podía controlar—, aun así, te doy la razón en que debemos jugar de manera más astuta para ganar. Solo recuerda —se inclino y tomo su capa del piso y se la puso con elegancia—: no te perdonare que me utilices de niñera para cuidar a estos dos.
—De hecho, pensaba en que Tozaki era su niñera y tú el niño problemático —dijo sonriendo con alegría Alex.
—Pagaras cuando llegues a la capital —Maxi se dio la vuelta, sujeto con firmeza su báculo y echo a andar— ¡Nos vamos!
—¿No ves que estoy ocupado? —Tozaki apenas alcanzo a esquivar un ataque frontal.
—Déjalo ya, es un necio pero eso no le resta puntos a que es buen tipo —Alex se puso al lado de Tozaki con espada en mano e incito a los demás enemigos a plantarle cara—. Yo cubriré su huida.
—No puedo permitirlo Alex…
—Tienes que hacerlo si quieres proteger a Zemill —de un golpe de espada desarmo a un enemigo que le había atacado de frente—. Por favor Tozaki, yo estaré bien, no me hagas ordenarte que te largues.
Tozaki miro con aprensión a su amigo. No tenía la menor idea de si Sooh había sobrevivido, ahora, tenía el presentimiento de que Alex se uniría a esa incógnita si se marchaba. No eran más que tres enemigos los que seguían en pie, podía ayudarlo. Por el otro lado, Maxi no bromeo al indicar que se iba, no se detuvo a esperar, incluso le pareció que aceleraba su paso.
—¡Nos veremos pronto Alex! —grito Tozaki echando a correr. Lo hizo como si se tratara de una de esas promesas infantiles que es imposible romper.
—Por supuesto —dijo el apelado dando un salto atrás y bloqueando dos espadas enemigas.
Tozaki corrió con todas sus fuerzas, no quiso mirar atrás ni escuchar la respuesta de Alex. Solo podía confiar en que su compañero y amigo estaría bien. Freno unos instantes su carrera para tomar en sus brazos a su amada, lo hizo con tal cuidado y cariño que si alguien lo hubiese visto, le habría tocado el corazón. Ya puesto, echo a correr de nuevo hasta que le dio alcance a Maxi y entonces, simplemente igualo el ritmo del mago.
—Alex es quien debió haber venido conmigo —dijo molesto—. No tú.
—Lo sé.
—No me vengas con tonterías. Te mando porque sabe que eres un idiota que no hará su labor por tener la cabeza en otro sitio —el tono seguía siendo de molestia, no se acercaba ni un poco a condena o reproche—. Él es el que debería dar parte en las nuevas estrategias. Él es quien debería reportarse ante la corona… pero te ha enviado a ti —Maxi acelero su andar para internarse en el bosque—. Ni se te ocurra fallar en esta encomienda, si Alex confió en ti, tendrás que demostrar que eres digno —el mago desapareció entre los arbustos y bajo la sombra de los árboles.
—Lo hare —dijo Tozaki con tono dubitativo.
—Lo harás —Maxi saco el torso de entre la protección de las sombras y miro a los ojos a Tozaki—. De no ser así, yo mismo te matare.
Tozaki se quedo petrificado un momento al escuchar esas palabras. ¿Le asustaba realmente Maximilanh? No, no era eso. Le preocupo no estar a la altura de las circunstancias, el no tenía el temple de Alex. Zemill se removió entre sus brazos, con confianza se acurruco como pudo y acaricio inconscientemente el pecho de su amado.
Tozaki sonrió confiado de nuevo. No, el no era como Alex, ni como Maximilanh o Sooh. Él poseía su propio estilo para tratar con las situaciones, el tenia sus métodos. Estaba listo para lo que viniera. No podía defraudar a nadie, no había manera. Retomo su camino tras Maximilanh, incluso ahora entendía que Maximilanh esperaba también lo mejor de su persona, solo que tal vez, no sabía expresarse.
Se perdió entre el follaje de ese peculiar bosque, sin dejar de sonreír.
—Al menos me hicieron caso y se fueron —dijo Alex sonriendo mientras clavaba su espada en el suelo—. Hicieron bien en irse —miro a su alrededor. Estaba rodeado por varios cadáveres enemigos—, esto se puso muy feo en poco tiempo.
Su rodilla derecha se planto firme en tierra. Alex puso ambas manos en el mango de su espada, la frente posada en el pomo y una sonrisa radiante en su rostro.
—Fue más difícil de lo que pensé —dijo sin alzar la vista y sin perder la sonrisa—. Me confié.
Por su pierna derecha resbalaba la sangre. Su costado derecho estaba teñido en escarlata. Un enemigo solitario se acerco al guerrero arrodillado. Entre más se aproximaba sus ojos no podían dar crédito a lo que veían, era el legendario prodigio Alex el que se encontraba a merced de su acero. Después de todo, esconderse y esperar a que el mayor peligro pasara le estaba dando frutos. Disfrutando con morboso placer lo que estaba a punto de hacer, el afortunado solitario desenfundo su acero y apunto a la cabeza de su presa herida.
—No te será tan fácil —Alex se esforzó en levantarse, pero no pudo hacerlo—. Parece que no tengo fuerza —la sonrisa en su rostro no se desdibujo ni un poco—. No pensé que esto se pondría más feo —dijo con ironía mientras alzaba la vista.
—Me darán muchísimo dinero por llevarles tu cabeza —dijo su ejecutor mientras se lamia los labios, saboreando su futura paga.
—Ven a mí —dijo Alex con voz firme y recobrando su expresión seria de siempre—. No temas combatir contra un hombre herido —sonrió con ironía.
—¡Ya verás! —Las venas de su frente sobresalían por la ira—. No importa, quien escribirá la historia será el que viva.
El tipejo corrió con la espada en alto, un corte recto y poderoso, esa era su jugada. No había mucha distancia entre ambos, pero, la sensación de que el tiempo súbitamente iba más lento fue inevitable. En los momentos de mayor riesgo y tensión, aparentemente, era una regla de oro que esto sucediera. Alex miro a su agresor directo a los ojos. No cabía en su ser duda o temor. La sonrisa se ensancho, era una sonrisa tranquila, aun en esas circunstancias.
El tipejo estaba delante de él, incluso la sombra de la espada ya le estaba decapitando. Alex alzo su diestra a modo tal vez de cubrirse o aminorar el golpe… un golpe que jamás le toco.
Una certera flecha le atravesó el cuello, a la altura de la yugular. Para rematar, una espada le dio un golpe seco en los brazos, haciendo que soltara el arma y esta cayera a un escaso metro de Alex.
—Vaya, me han salvado —Alex antes de perder la conciencia alcanzo a ver la inconfundible figura de Raty y otra silueta que no pudo distinguir bien quién era, pero que portaba la armadura de la corona—. Gracias —dijo apenas en un susurro antes de desplomarse en el suelo.
—¡Alex! —grito la silueta desconocida con voz femenina.
—No te preocupes —Raty se hinco al lado del alto mando del ejército y le tomo el pulso—. Estará bien, hay que atender su herida solamente, no te preocupes Hina.
—Me deje llevar, lo lamento —la chica tenía dos mechones de cabello a los costados que “recogió” atorándolos tras sus orejas—. Me preocupa que será de esta pelea… sin Sooh, sin Alex… solo quedarían —tomo su espada del suelo con soltura y la enfundo en su cintura—, Tozaki, Sir Maximilanh y yo para planear lo que siga.
—No te preocupes —Raty tomo por la cintura y el brazo derecho a un desvanecido Alex y trato de ponerse en pie—, dame una mano aquí, por favor chica.
—Sí, disculpa —en el acto, la chica tomo a su líder por la cintura y se paso el brazo izquierdo por encima de los hombros—. Al bosque, me imagino.
—Así es, vamos al bosque. Solo espero que los demás estén bien…
—Yo también.
De esa manera, las dos guerreras, porque esa era la palabra que las definía realmente, arrastraron a su aliado caído hasta la sombra protectora de los arboles.
La reconquista de Rygdell Parte 2 (II)
Bueno, pus no mamen el foro no aguanta tantas pinches letras, asi que imaginense que es actualizacion doble =)
Aunque sea el mismo capitulo <.<
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell parte 2 (II) <- dos de dos eh?
Aunque sea el mismo capitulo <.<
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell parte 2 (II) <- dos de dos eh?
- Spoiler:
- De repente, parecía como si llevaran trenzados más de un año. Sus armas chirriaban y temblaban por el poder que ejercían sobre ellas. Estaba claro, ninguno de los dos quería ceder ni un poco, un solo paso en falso, un segundo de duda o un instante en que flaquearan la fuerza o destreza, era equivalente a una sentencia de muerte.
—Si decides rendirte, seré benévolo contigo y tus allegados —dijo el poseedor del katar y urumi mientras miraba con desprecio hacia donde estaba Lia—. Es una buena oferta —finalizo su “trato” con sonrisa mordaz.
—¿Por qué siempre hacen eso los segundones como tú? —Cuestiono Rata sin poder ocultar la burla en su rostro ni de sus palabras—. Siempre se las dan de muy kuls, de que ellos lo pueden todo y demás tonterías ¿Sabes una cosa? —El mercenario le miro como si se tratara de un bufón—. Suelen ser los que acaban muriendo al final del día.
—No me compares, hasta para las ratas rastreras hay clases —el sujeto trato de llevarse la mano a la cintura pero Rata le dio una patada—. ¡Mierda!
—Venga, dame crédito. Yo pertenezco a una banda de mercenarios altamente reconocidos… tú eres un don nadie con la fuerza, y el cerebro de un toro.
—Ya te mostrare quien es —nuevamente trato de llevar la mano a su cintura, y esta vez, Rata le dio nuevamente una patada— ¡Maldito Idiota! ¡No te das cuenta que si sigues descuidando tu defensa esto acabara muy rápido!
—No lo creo tipejo —Rata tenía ambas manos en su espada, mientras que RickDanx contenía el embate de su enemigo con el Katar—. ¿Eres tan idiota como para creer que yo doy maromas y vueltas solo porque tengo mucha condición física? Ese es mi estilo de pelea tipejo —Rata aumento la fuerza con la que presionaba—, no perderé el equilibrio por darte una patada ¿Ves? Por eso los engreídos como tú siempre mueren…
—¡No soy un segundón cualquiera! —haciendo acopio de fuerza, RickDanx empujo la espada de Rata. No gano terreno ni nada, ágil como felino, Rata descargo con furia su espada nuevamente. Era como si no cambiara nada—. Maldito…
—Te dije que esto no sería tan fácil monigote, el Kul siempre gana.
Dicho eso, Rata le dio una patada en el estomago a Rick. No solo fue la patada, sino que de paso le ejerció la suficiente presión para empujarlo, restando fuerza a su defensa. Rápidamente, lanzo la espada al aire, sujeto con ambas manos el brazo del katar y lo jalo hacia sí mismo. El katar paso por encima de su hombro, el rostro de su enemigo lo recibió Rata con un cabezazo que sin duda le partió la nariz y lo lanzo a un lado, justo a tiempo para tomar su espada.
En el instante en que sujetaba su acero, la urumi de Rick le daba de lleno en una de las piernas de Rata, haciendo que el mercenario se doblara por el dolor. Aun así, Rata no perdía el temple. En vez de hincarse y sufrir su herida, el chico se enrosco y dio dos vueltas por el piso para marcar la distancia. Cuando vio que había un espacio considerable entre él y Rick, entonces se llevo una mano al muslo lesionado.
—De manera que te gusta atacar por la espalda, eso habla mucho de ti.
—Esto es una guerra —el del katar se incorporo lentamente—. No esperabas cortesía o algo así ¿Verdad?
—Por eso eres un perro cualquiera —Rata escupió al piso en claro gesto desdeñoso hacia su adversario—. Hay mercenarios que a pesar de todo, tienen honor.
—No me hables de cosas que seguro no entiendes —Danx con ambas manos, se acomodo la nariz de un movimiento. El crujido sonó tan doloroso como la mueca que hizo—. Mucho mejor —dijo aliviado.
—Te enseñare —Rata rasgo su pantalón para hacerse un torniquete en la pierna herida—, porque en esta historia —De reojo pudo ver a Lia pálida y batida en suciedad y sangre, por lo menos, aun veía oscilar su pecho de arriaba a abajo con un ritmo algo acelerado, pero, lo importante es que aun respiraba—, no hay espacio para los novatos de tu clase.
—Inténtalo.
Al son del viento Rata inicio su carrera contra RickDanx. El que se autoproclamaba como 2do al mando de la conquista, sonrió divertido. Un ataque frontal no bastaría para derrotarlo y menos con un arma tan flexible como su preciada urumi. Por algo era la combinación lógica: katar y urumi. La primera era un arma de filo para defenderse o atacar a corta distancia. La segunda, era el arma ideal para mantener a raya a cualquier enemigo y con la destreza que tenia, era como tener en sus manos un proyectil dirigible.
—Esta pelea —RickDanx lanzo su espada directo a la cara de Rata— ¡Ya estaba decidida antes de empezar!
—¡Ya lo dijiste tú, perdedor!
Rata al tener el arma rival a un escaso metro dio un salto lateral, pero de cuerpo completo. Como si quisiera girar en el aire. El Arma de acero flexible paso a su costado. De un golpe de su espada puso a ras de suelo el filo enemigo, lo cual no fue difícil dado el impulso centrifuga de su giro. Entonces, con la agilidad única de Rata, al tocar suelo, rápidamente comenzó a correr sobre la espada enemiga con una precisión y gracia irreal.
—¡No ensucies mi arma con tus pestilentes pezuñas de roedor! —Gritaba furioso Rick mientras hacía todo tipo de movimientos, inútiles por cierto, con su espada para derribar a Rata.
—Te dije que se necesita más que eso para que pierda el equilibrio —Rata hizo su diestra atrás con acero en mano mientras que la mano siniestra la llevaba al frente— ¡No soy una bailarina o un acróbata, soy un espadachín!
Dando por perdido su acero, Rick soltó su arma y se preparo para atacar con el katar. Inclino su cuerpo y puso el katar en posición para dar un “gancho”.
Lanzo el ataque al estomago de Rata, con más furia y poder que precisión y velocidad. Rata había previsto esa jugada, por eso llevaba su brazo al frente. Cuando la punta del katar estaba por darle de lleno a Rata, el mercenario hábilmente tomo del antebrazo a Rick y para sorpresa de su adversario, cual grácil espécimen, se impulso de él y dio un giro en el aire para ponerse a su espalda. Fue un movimiento tan elegante y bien estructurado que la palabra que podía describir tal amalgama de precisión, destreza y sincronía era: perfección.
A pesar de todo no soltó del brazo a Rick, sino que le hizo una especie de llave, sometiéndolo en el acto e imposibilitándolo para contraatacar. Después de todo, el katar estaba en un punto ciego, no tenía a dónde dirigir un golpe. Y en cuanto a la espada flexible, estaba a una distancia que imposibilitaba el tomarla si quiera y por cierto, un puñetazo “ciego” no le hacía daño alguno a Rata.
—Qué manera más cobarde de proceder —dijo entre dientes Rick mientras hincaba en el suelo la rodilla izquierda, víctima del dolor—. Que “astuto” —dijo ironizando.
—No se trata de cobardía pelear de una manera más inteligente —le retorció el brazo un poco al decir eso, sometiéndole más—. Te apuesto a que los que están por encima de ti, valoran más una buena estrategia que mera fuerza bruta tipo. Aparte, hace menos de 5 minutos decías que esto era una guerra, así que no seas marica.
—Tus palabras lisonjeras no te darán la victoria —dijo Rick tratando de parecer impasible ante el castigo al que Rata le sometía.
—¿No tienes idea de lo que dices verdad shiko? —dijo el alkoliko mirando su enemigo con una cruza rara de pena, pero conteniendo la risa—. De ninguna manera te dije algo que te halagara…
—Tú que vas a saber —farfullo Rick molesto.
—Bueno, digamos que tengo que aguantar a Kai en sus ratos libres…
—¡Cállate y suéltame imbécil! —Rick se retorció y lanzo patadas y golpes pero no logro nada, para su sorpresa, estaba firmemente sujetado ¡Y con una mano!
—Mira viejo, necesitaras más que esos movimientos de lombriz para liberarte. Ahora, pasemos a la parte divertida —Rata alzo su espada y sonrió—, el momento en el que el combate se decidirá y el héroe salva el día ¡Diviértete segundón!
La espada de Rata voló como si se tratara de una bella ave. Dio un par de giros en el aire de una manera hipnótica. Sin quitar la presión de la llave, Rata con su mano libre tomo al vuelo su espada por el mango, pero con su acero apuntando hacia atrás, en torno a Rick. Con raudo movimiento enterró entre la clavícula y escapula derecha. Como si se tratara de un fino trabajo artesanal, la espada salió de entre la carne con elegancia, para incrustarse esta vez en las costillas izquierdas. De nueva cuenta, el acero salió de la carne enemiga de una manera natural, alojándose finalmente en el hombro izquierdo.
Lo mejor de este ataque de Rata es que, a pesar de haber constado de tres golpes sucesivos, su velocidad había sido tal, que Rick a duras penas pudo rodar y marcar una distancia significativa. Con la elegancia que caracterizaba su estilo de pelea, Rata sacudió su espada con firmeza y de ese modo limpio la sangre que manchaba su arma. Enfundo su acero y miro condescendiente a RickDanx.
—No pudiste finiquitarme —dijo con orgullo Rick mientras se echaba un poco más hacia atrás—. Te dije que no podrías, alcohólico de cuarta.
—¿Sabes shiko? La peor parte de esto es que los últimos dos golpes no eran para matar, ninguno de los golpes iba a matar, pero, por moverte, los hiciste fatales —sonrió con ironía—. Qué cosas ¿No?
—Te hare sufrir tanto antes de matarte, que pedirás que acabe con tu vida llorando.
—Solo suplicaría que me mates, si sigues hablando —Rata sonrió confianzudo—. Ahora, ponte en pie, te mostrare que el ser cortes de ninguna manera está peleado con la habilidad.
—¡No necesito la cortesía de mi enemigo! —Rick se levanto rápidamente impulsado por la furia que imbuía su ser, tan maltratado por las palabras de Rata—. ¡Veras quien soy en verdad!
—Claro, claro que lo veré —Rata desenfundo su acero nuevamente y puso su otra mano a la cadera—. Dame tu mejor golpe.
Rick se “amarro” su urumi a la cintura mientras corría hacia Rata. Puso su katar a la altura de su rostro y embistió contra Rata con toda su furia. Rata Esquivo el primer golpe ladeando la cabeza un poco, a su vez, el conecto el primer golpe asestando un rodillazo en el estomago a Rick. Esto detuvo solo unos instantes al hombre de Tyska, se repuso en un instante y empezó a lanzar golpes de katar a todas las direcciones. Rata al final, prefiero ser previsor y utilizo al fin su espada para protegerse y esquivar o desviar los ataques. Era una tarea más complicada de lo que creía, porque el katar era un arma de poder, pero, no era nada que no pudiera superar si usaba ambas manos para el duelo.
Ninguno de los dos cedía. Aunque la imagen estaba clara. RickDanx peleaba con fiereza, pero por sus heridas estaba débil y perdía algo de sangre, además, pelear con furia nunca llevaba a nada. Rata por su parte, mantenía la mirada fija en su enemigo, pero parecía que jugaba nada más con él, no se le veía agitado y parecía incluso que no se esforzaba por seguirle el ritmo, ya no se diga a su enemigo, a la pelea.
—¿Podemos tomar un descanso? Ya me dio sed.
—¡Cállate canalla!
—Eres muy propio en tu hablar para ser un segundón.
—¡Toma! —Rick le dio una patada a Rata y le lanzo un gancho que el mercenario esquivo por los pelos—. Maldito.
—¡Estas mejorando! —se mofo Rata—. Demuéstrame que no fue solo suerte muchachito.
—¡Pagaras cara esta afrenta!
—Y aparte tus frases ya están muy vistas —Rata dio un salto mortal hacia atrás y siguió esquivando—. De verdad, eres todo un cliché, para ser uno de esos segundones de relleno.
—¡Deja de burlarte de mí! —Rick “desato” su urumi y le lanzo un golpe a Rata que le rozo la mejilla.
—“deja de burlarte de mí” —imito con voz chillona y quejosa Rata—. Compórtate marica.
—¡Te dije que cerraras la boca!
Rick lanzo nuevamente una estocada a distancia con su urumi, esta vez dirigida al abdomen de Rata. El alkoliko arqueo sus cejas y miro a Rick, como si estuviera cuestionando sus acciones.
—De manera que así serán las cosas —con un movimiento raudo de su espada desvió el ataque. El golpe fue tan contúndete que el acero flexible estuvo a punto de escaparse de las manos de Rick—. Bien, me está doliendo ya mi piernita —Rata sonrió mostrando los dientes—. Subamos la dificultad al juego, segundón.
Dicho eso, Rata empezó a caminar mientras lanzaba su espada de una mano a otra. RickDanx sopeso sus opciones y opto por el combate directo, de nueva cuenta ato su urumi y puso en alto su katar; esta vez no corrió, camino al encuentro con Rata. Nada más de pensar en el embate venidero, sintió como la piel se le erizaba.
—De manera que será a muerte —dijo mordaz, recuperando su temple.
—Bueno, no será a muerte —Rata estaba concentrado en su espada, incluso parecía distraído—. No es a muerte, al menos no para mí —finalizo el dialogo con una sonrisa y mirando a los ojos a RickDanx.
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Las defensas de la fortaleza habían caído desde hacía unos minutos, que para los ganadores parecían segundos y para los que huían como perros apaleados debieron de parecer horas. Qué cosa más curiosa era el tiempo.
Caminaba entre sus hombres como si se tratara de un rey, y se había ganado ese derecho. Su nombre era dicho con temor por los que no estaban de su lado y se hablaba tanto de sus proezas que parecía más mito que realidad. Era como si un mortal fuera llevado a un estrato de Dios. Era la fantasía épica andante, con cuerpo, cara y nombre.
Un pobre idiota delante de él, pudo librarse de dos guerreros enemigos. Pudo ver en su sonrisa el alivio y las fuerzas renovadas por haber salvado el pellejo, un poco más por lo menos. Corría con su hacha de mano al ras de suelo, desesperado por mantener su aliento en su cuerpo. Desesperado por vivir.
Pobre desgraciado.
Cuando el infeliz soldado de la corona se percato de quien estaba delante, se dibujo un instante en su rostro la duda. No duro mucho esa duda, lleno de esa estupidez a la que llaman esperanza y bríos, el soldado sujeto con más fuerza el mango de su hacha y corrió al encuentro con su destino. Un fatídico destino.
—¡Por la corona! —Gritaba para darse valor principalmente— ¡Por el rey!
Alzo sobre su cabeza su hacha, la sujeto con sus dos manos y la blandió con fiereza para matar al enemigo. El comandante de las tropas de Tyska ni siquiera se molesto en desenfundar su arma. Dejo que se acercara el soldado, viendo a través de su previsible ataque, le dio un golpe en la garganta que mino sus fuerzas. Sin disminuir su andar, tomo el hacha de su enemigo, casi como si se la diera en las manos, sin resistencia alguna. Siguió de largo, tres pasos para finalmente de un solo movimiento enterrar el hacha en la nuca de su enemigo. Tres pasos más dio y pudo escuchar el golpe seco de un cadáver “fresquecito” chocando contra el suelo.
—En verdad fue más rápido de lo que esperaba —un suspiro de fastidio se escapo de sus labios—. Y no he visto a nadie. Ni a Alex, ni Sooh, ni Hinata, Tozaki… incluso me hubiese gustado ver a Maximilanh —dijo con fastidio.
—¿Se encuentra bien Mariscal Chrono? —cuestionaba un soldado de los que dejaron escapar al enemigo finiquitado por su propia arma.
—Perfectamente soldado —dijo Chrono al aire aparentemente en vez de a su subordinado.
—La reconquista es un éxito rotundo mi señor. Las tropas enemigas no tuvieron más alternativa que rendirse, morir o…
—Quiero que a los enemigos que se rindan los dejen con vida y no les maltraten mucho —ordeno.
—Está bien señor, pero, me da curiosidad saber el porqué…
—Si tiene tiempo para cuestionar mis órdenes —Chrono puso sus dos brazos a su espalda, saco el pecho y miro con fiereza al hombre—, tendrá tiempo para acatar mi orden y llevarla a cabo soldado —su tono era más de amenaza que de sugerencia.
—¡Así será señor!
Como si el viento lo empujase, en el acto el soldado, más acobardado que convencido, fue a dar la orden de su mariscal a la brevedad. A nadie le gustaría ver enojado al guerrero de leyenda, no solo por lo que se contaba de él, sino, porque no había nadie que lo conociera en ese estado.
Chrono continúo su andar en el que anteriormente era el campo de batalla, ahora solo parecía un pintura trágica de batalla, que para su fortuna, no le involucraba, al menos en la tragedia como una víctima.
La estrategia la organizo él en su mayoría, con soporte y apoyo de Hasid, del príncipe y un extra. Se había planeado el ataque sorpresa, eso fue una cortesía de Hasid, al maestro de la magia no le molestaba jugar de ese modo, a él menos. El método de ataque y las armas a usar para crear la confusión, fueron tomados de la idea el místico mago, pero, ampliados por la pericia de RickDanx, divertido por sus ideas el temible poseedor de poderes arcanos cedió el honor de toda la idea a RickDanx. Posteriormente, el cómo estaría hecha la formación y como se llevaría a cabo el ataque fue su idea. El quería liderar las tropas, se estaba oxidando, o al menos eso es lo que sentía, así que se mantuvo a la cabeza del ataque, dirigiendo en todo momento a las fuerzas del príncipe. Chrono admitió que él deseaba que el príncipe estuviera a su lado, para que junto a él, dirigiera a su ejército y practicara su mando. Fue el mismo príncipe quien declino esa propuesta, él quería ser partícipe del combate, pelear junto a sus hermanos de armas y compartir el deleite de la batalla y claro, la victoria.
Fue Hasid quien se negó a permitir tal tontería y acto de virilidad sin sentido. El no podía darse el lujo de jugarse el pellejo en una batalla como esa, de ninguna manera. Si algo debía reconocerle el mariscal al mago, es que siempre tenía un buen juicio, al menos en lo referente al príncipe, no en vano ellos dos eran sus protectores, independientemente de lo que ofreciera la corona de Tyska. El maestro de la magia le señalo al príncipe que su lugar seria dirigir, pero que ya tendría tiempo para hacerlo, por ahora, estaría a la retaguardia, bajo su protección y la de Itram el oscuro. Después, antes de partir a la batalla, el rey de Tyska ofreció como tributo a la guardia que termino acompañando, o estorbando en palabras de Melikor, en esta empresa al príncipe.
Chrono iba al frente con todas las tropas de espadachines, ya fuera a caballo o a pie. Al centro estaban los tiradores, cañoneros y los practicantes de magia. A los costados se encontraban los hacheros y alabarderos y toda la carroña mercenaria. Finalmente, en la retaguardia iba el pequeño grupo del Príncipe. No había manera de que nada saliera mal, de verdad no la había.
Por otra parte, el máximo jefe militar del príncipe, tenía una pequeña empresa personal independiente a todo lo que estaba gestándose. Quería encontrar a todos los mandos de la corona que pudiera encontrar. De esa manera, en sus diversos encuentros con mercenarios y tras un par de pesquisas, escaramuzas y bolsas de dinero, dio con el indicado para esta tarea: RickDanx el carmesí.
Hasid Melikor tenía bajo su mando a los “vagos”. Una de las organizaciones de mercenarios de mayor renombre, de calidad y fiabilidad que había hasta el momento. La corona tenía bajo su mando a los “alkolikos”, uno de los grupos mercenarios más dinámicos y completos, incluso se rumoraba que eran mejores que los vagos. Como sea, después de eso, ya no había muchas opciones de grupos… solo quedaban los talentos individuales o los sicarios. Es ahí donde entraba el carmesí.
RickDanx, el carmesí. Un hombre que se especializaba en hacer las tareas más sucias, sin importar su bajeza o dificultad. Un personaje de gustos exquisitos, armas exóticas y una lengua bien entrenada. Le agrado el tipo desde que le dieron las referencias, ese era su hombre para la misión personal que no podía llevar a cabo, por ahora.
Por muchos deseos que tuviera de confrontar a los que le dieron la espalda al príncipe, a pesar de la sed de venganza que corrompía su buen juico e incluso, a pesar de su deseo insaciable de teñir de rojo su acero, él sabía perfectamente que su lugar era dirigir a las tropas y servir a los intereses del príncipe.
Después de todo, Chrono vivía bajo la consigna de que una vez jurada lealtad, no habría marcha atrás. Y su juramento era para con el príncipe y sus metas, pero, principalmente, era para consigo mismo, porque, no había hombre más despreciable que aquel que no fuera capaz de mantener su palabra.
Fue así que por su voluntad, una vez que acordó un contrato con RickDanx, le encomendó la misión de buscar y traer ante él a cualquier perro de la corona. La condición era que lo trajera a sus pies, con vida.
<<¿Qué hago con todos los demás?>> cuestiono el carmesí cuando se le daban las sencillas instrucciones mientras se acercaba la hora del asalto a la fortaleza. Chrono se acomodo las gafas mientras sonreía <<Lo que tú quieras>>, le respondió como si se tratara de algo obvio.
Ahora que estaba parado en el desolado campo de batalla, viendo como algunos de los mercenarios saqueaban cadáveres sin distinguir afiliación y sus hombres en contraste ayudaban a los heridos, se le acerco un cabo.
—Mi señor —el hombre se hinco y agacho la cabeza.
—De pie.
—Tenemos noticias de que los hombres de la corona están escapando.
—¿Qué? —No estaba solo sorprendido, trato de modular la furia que se apoderaba de su ser.
—Si mi señor. Dos hombres que parecían ser Tozaky y Alex se dieron a la tarea de atravesar el campo de batalla y dar el grito de retirada.
—Capturaron a alguno de esos perros…
—No mi señor, hasta ahora solo hemos atrapado a soldados de rango menor, nadie que rebasara un rango de suboficial.
—Que el cielo se apiade del que yo encuentre —susurro entre dientes aun haciendo el esfuerzo de contener su ira.
—¿Sus ordenes mi señor?
—Dime el paradero del carmesí, o por lo menos donde le vieron por última vez.
—Se le vio haciéndole frente a uno de los mercenarios alkolikos mi señor —el cabo miro a un lado tratando de hacer memoria—. Se enfrento a combate contra el alkoliko que se mueve como rata, igual de ágil y escurridizo.
—¿Dónde? —cuestiono con un claro poder absoluto. La desesperación estaba acabando con él.
—En el costado este de la fortaleza señor —respondió sin titubear el hombre. Chono tomo nota de eso, tenia temple.
—Busca a Hasid o a Itram, cualquiera de los dos servirá. Diles que el príncipe se queda a cargo.
—A la orden mi señor —sin dilación el hombre se puso en pie y echo a correr.
Al mismo tiempo que el cabo corría, Chrono inicio su carrera en busca de RickDanx. El carmesí lo había defraudado, esperaba más de alguien que tenía una fama tan discutida. Una parte de él trataba de ser, comprensiva. Rata era uno de los talentos del grupo mercenario de los alkolikos. Todos los que conformaban esa banda de espadas a sueldo tenían unas habilidades únicas, incluso el más inútil de ellos, el que cuidaba las bestias. No todos eran guerreros, pero eran más que sobresalientes en su terreno. Y su “hombre de confianza” había tenido la fortuna de haberse topado con uno de los más versátiles y diestros guerreros de esa batalla.
Eso era mala suerte o una broma vulgar que el destino le jugaba.
—Eso es lo que pasa cuando contratas a un mercenario de tercera para hacer el trabajo de uno de primera.
Se recrimino en voz alta mientras corría tan veloz como la muerte por el campo de batalla para buscar al hombre que le había defraudado.
—Todo estará bien —se dijo a sí mismo, aparentemente para convencerse de esa idea—. No hay a quien combatir y si todos están huyendo, eso simplificara el trabajo para el príncipe… además, tiene a Hasid a su lado.
No menguaba ni un poco la intensidad de su carrera, no podía permitirlo, tenía poco tiempo para actuar. El tiempo justo para hacer lo que tenía que hacer… No, no era lo que tenía que hacer. Era lo que él deseaba hacer.
La Reconquista de Rygdell Parte 2 (III)
Pus como estuvo bien trinche largo ya ya no supe acomodarlo (y me dio hueva) son tres pares =) Tres actualizaciones (o algo asi). Disfrutenlo
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell parte 2 (III) <- ya no da risa esto =/
Agradecimientos especiales a: Sanahi por darme ideas, a Alex por ayudarme en una parte, a Hinata por ser mi incanzable beta reader, a Hasid por aportar cosas al Hasid de la historia, a Rata por tenerme paciencia y orientarme y claro, a todos ustedes por leer y comentar =)
PD: Disculpen los inconvenientes n///n
Capitulo 12 X: La reconquista de Rygdell parte 2 (III) <- ya no da risa esto =/
- Spoiler:
- Rata le llamaba a ese movimiento de espada, el paso de la muerte. Esta era la sexta vez que lo hacía con Rick y seguía dando un buen resultado. Dado que él no tenía la fuerza bruta de Lobo o Kai ni la destreza o conocimientos del cuerpo que poseían Raty u Ony o incluso los trucos baratos de Kesos, tenía que ideárselas de otra manera.
Y que no se mal entendía. Rata era un oponente formidable. Su estilo de pelea era elegante, trabajado a conciencia y digno de la admiración de un espadachín de alto grado, pero, necesitaba ser igual de contundente, de alguna manera. Era así que su habilidad tan limpia con la espada, la conjuntaba con su casi divina velocidad. Por varios días y meses, Rata trabajo diversos movimientos en los que combinaba lo mejor que podía sus destrezas con sus movimientos. Este era el resultado de ese pequeño esfuerzo, por que cabe decir que si le tomo meses hacerlo, fue porque era inconstante al practicar, bendita pereza.
Rick embistió de nuevo con su katar en la mano siniestra, un golpe a la cara que Rata no solo bloqueo, sino que hizo a un costado. De un puñetazo el golpe fue bloqueado, al mismo tiempo en su otra mano Rata tomo la espada al vuelo y le dio una estocada directa al katar. Después de dar el golpe, Rato dio dos saltos laterales y marco su distancia nuevamente.
—Deja de ser un cobarde y pelea —la molestia era papable en sus palabras.
—Estoy peleando —Rata le miro como si se tratara de un tonto—. Creí que lo habías notado —le dijo con tono condescendiente.
—Mercenario estúpido e hijo de…
—¡He! ¡No digas eso! Es de mala educación ofender a las mamis de los demás. Compórtate —nuevamente la espada empezó a “volar de una mano a otra—. Por favor.
—Deja ya de burlarte de mí —la fuerza con la que agarro el katar Rick solo era equiparable a su odio por Rata.
—No veo razón alguna por la que debería dejar de burlarme —con la espada al aire se dirigió a su encuentro con su adversario—. Segundón.
—¡Esta vez te matare!
Harto de esta pelea que no llevaba a ningún lado, RickDanx tomo en su diestra su urumi. Esta vez sería un ataque de dos armas contra una sola, no tenia oportunidad. Sin precipitarse, esta vez espero a que su enemigo se acercara. Con sutiles movimientos de su derecha, su espada flexible hacia los más exóticos movimientos para tratar de atravesar a su roedor enemigo.
Rata a pesar del nuevo tipo de estrategia enemiga, no dejo de “jugar” con su acero. De hecho, por casualidad, muchas veces la espada se cruzo en el camino del acero enemigo salvándole la vida a Rata o al menos evitándole heridas fatales. Si, gozaba de mucha “suerte”.
A escasos dos metros de Rick, Rata lanzo su espada al aire, muy alto esta vez. Cuando la espada flexible fue lanzada a su rostro dio un salto mortal hacia atrás y pate el arma hacia arriba. Reponiéndose en el acto, se impulso de nueva cuenta hacia arriba con sus manos, como si se tratara de un resorte, paso por encima de la espada enemiga, a escasos centímetros, pero fue la medida justa para poder “pisarla”. Al tocar piso, la espada estaba bajo los pies de Rata. Había sido todo un espectáculo. Con lo que no conto el alkoliko, es que, la persona para la que “estaba haciendo ese acto”, no prestó el menor interés a su proeza.
A la par que Rata tocaba tierra, el katar de RickDanx se le incrustaba con fiereza en el costado derecho. Al menos eso creyó el mercenario de tercera. Si, el katar había desgarrado la ropa y la piel de Rata, pero no se había incrustado, fue una herida superficial. ¿Por qué se sentía como si estuviera atorado entre sus huesos el katar? Fácil, haciendo presión con el antebrazo derecho, Rata “atrapo” el katar, aunque le estaba cortando más cortes en su miembro y cuerpo.
—Solo estas dilatando lo inevitable —dijo Rick confiado en que lo tenía al fin. Por cada palabra, imprimía más fuerza en el katar para atravesar más la piel y la carne de su enemigo.
—Vaya, que frase tan original —dijo Rata aguantando el dolor y la presión de Rick. En ese instante su espada cayó a su costado izquierdo —. A buena hora —a duras penas contuvo un quejido.
—¿Quién es el estúpido que se confío tanto que está a punto de morir? —pregunto sumamente emocionado RickDanx—. Respóndeme ¡Responde imbécil! —la presión en el katar aumento, logrando abrirse un poco más de camino.
—Yo me confié —dijo Rata manteniendo su dignidad ya que no se quejaba y mantenía su faz tranquila a pesar de que el sudor del dolor y esfuerzo perlaba su frente—, pero, te aseguro que hoy no moriré tipejo —haciendo acopio de fuerzas, con su pierna izquierda pudo alzar su espada y lanzarla al aire, el problema es que le costó que el katar se le enterrara un poco más— ¡Hoy no!
Tomo su espada con la zurda y sin disminuir la presión de su antebrazo diestro, o la fuerza con que su mano derecha trataba de echar “fuera” el katar, porque debía reconocerse que Rata estaba haciendo un trabajo doble: presionar y sujetar. De este modo, en un movimiento le dio nuevamente un golpe al katar de Rick, en el mismo lugar de los otros golpes: en la parte que se sujetaba el arma. Con ese golpe, ese apartado del katar cedió y al fin se partió en dos. En ese momento Rick no tuvo manera de mantener firme el katar o de imprimir más fuerza y de un tiro Rata se lo quito y lo lanzo a un lado.
—Te dije que hoy no moriría.
Rata le lanzo una estocada a Rick que le dio de lleno en las costillas, haciendo más grande la vieja herida aparentemente. Sin dar tiempo a un respiro, Rick dio un salto atrás, pero, Rata dio dos zancadas largas dándole alcance y dándole una nueva estocada, esta vez en el muslo derecho.
Rick en ese momento presa del dolor y haciendo nuevamente “conscientes” todas sus heridas, cedió ante el golpe en su pierna y se doblo, de cierto modo, estaba entregándose a un destino que no deseaba.
Rata alzo su espada en un último golpe. Un corte limpio en diagonal bastaría para finalizar la pelea…
Entonces, el katar se “interpuso” en el último instante. Alguien lo había lanzado con esa intensión, la de bloquear el golpe.
Parado a una distancia considerable para haber sido tan certero, se encontraba Chrono jadeando y sudando de una manera que parecía increíble. No estaba encorvado o con la lengua de fuera o la boca abierta, pero se podía ver que estaba agitado por como movía su pecho y el sudor escurriéndole por el rostro.
Rata está entre impresionado y divertido. Para la leyenda que era ese tipo, jamás se imagino verlo tan, humano. Todos los mitos al final terminaban desmoronándose, sin duda ese sujeto no era la excepción.
El mariscal del príncipe dio un paso al frente para encarar a Rata.
—No es momento para esto —dijo Rata y de golpe enfundo su espada—. Tienes suerte de que tu niñera te salvara el pellejo segundón —grito a un par de metros de Rick y sin mirar atrás—. Te veré en la próxima.
Rata recordó las palabras que dijeron Alex y Kai cuando estaban hablando de los posibles enemigos clave que encontrarían en las siguientes peleas. <<No importa que tan fuertes sean o que tan temibles sientan que son sus habilidades —decía Kai—. Jamás enfrenten solos a uno de estos sujetos: Hasid Melikor y Chrono. No hay más>> En ese momento, Rata pensó que Kai estaba siendo demasiado putito, entonces, Alex tomo la palabra <<Pueden intentarlo, pero, me gustaría que todos los que estamos aquí regresemos con vida. El peor error, es tomar al enemigo a la ligera, como Zemill>> Con mencionar a la mujer basto para que todos callaran unos instantes y comprendieran que era enserio. Estaba claro que nadie esperaba encontrarse en medio de la batalla a uno de esos dos, además, creían que tendrían más tiempo para armar una estrategia. Nadie esperaba el ataque sorpresa, y menos encontrarse con uno de los sujetos que justamente tenían que evitar.
—La historia de mi vida —sin dilatarse nada, Rata tomo a Lia entre sus brazos y acelero aun más su marcha—. Bueno, ahora toca ir al siguiente punto de reunión —el chico miro a la mujer que llevaba en brazos, su respiración era irregular, pero al menos respiraba. Reparo entonces en su ropa teñida de sangre y en el mismo y su costado herido—. Va ser difícil quitar estas manchas de sangre de la ropa —dijo Rata con una sonrisa falsa que ni siquiera intento ocultar.
Chrono ni siquiera se molesto en perseguirlo. Los mercenarios no le importaban, jamás le habían interesado los peones de este juego absurdo, a él le importaban las piezas clave, no los hombres que servían para rellenar las filas ajenas. Creía que el carmesí también había entendido eso, pensó que estaba claro…
—¿Por qué estabas peleando con él en vez de llevar a cabo mi encomienda? —cuestiono con ese tono de autoridad que a la mayoría les crispaba el alma.
—Solo era un tentempié —el carmesí trataba de levantarse, ahora que el peligro había pasado, pero estaba muy herido.
—Te diré que es lo que pasara —sin tentarse el corazón, le dio una patada a la cara con tal fuerza que lo derribo—. Regresaras a la base y te encargas de vigilar que todo esté bien.
—No fui contratado para eso —se quejo Rick mientras se limpiaba la sangre del rostro —. Genial… otra vez mi nariz.
—Tienes razón, no te contrate para eso —con una sola mano lo sujeto de su ropa y lo levanto. Lo puso a la altura de su rostro para verlo a los ojos—. Al ver que te di una misión demasiado difícil para tus habilidades, regresaremos a lo básico. Empezaras por ser el perro de Hasid y hacer todo lo que él te diga, te guste o no…
—Ese no era el trato —dijo impasible.
—Ahora, lo es gracias a tu falta de pericia. Además, le serás de ayuda a Hasid, por lo que escuche hace unos días, necesitara un nuevo perro —sin aparente esfuerzo lo lanzo a un costado como si de una vara se tratara—. Una cosa más antes de que te retires, por donde pases da la orden de que se pagara un jugoso bono extra en metálico y de titulo a aquel que traiga a alguno de los perros de la corona, con vida.
—Dalo por hecho.
—Espero que esta vez, así sea. Por algo te estoy encomendando una tarea de mensajero —dijo con desdén.
No espero siquiera a que el carmesí se pusiera en pie, no pasaría en ese instante, estaba claro. Tampoco estaba en sus opciones perder más tiempo del que su lacayo desperdicio al pelear una batalla que no podía ganar. Nuevamente, como aparentemente el solo era capaz de hacerlo emprendió su carrera nuevamente. Se dirigió al grupo de soldados que estaba más cercano y con señas les fue ordenando que lo siguieran. Él era el jefe, el era su ley, incluso, había soldados que no responderían ante el príncipe o Hasid, pues su lealtad estaba con Chrono, de ese tamaño era la obediencia y el poder de mando que él ostentaba.
Ya que tuvo a un grupo numeroso de sus muchachos se detuvo. Inhalo y exhalo, más que para recobrar el aliento, para disipar esas fuertes emociones que nublaban su mente, tenía que dar un mensaje claro y contundente, pero lo más importante, debía ser el mismo y firme mariscal de siempre.
—El enemigo ha escapado. No importa, iremos tras ellos. No hay peligro, si el enemigo huye, es porque ya no sabe cómo defenderse. Ahora hombres, quiero que vayan tras ellos como las presas que son, los capturen con vida —enfatizo—, y los lleven a la fortaleza ante Hasid o Conmigo si es que ya estoy de regreso en la fortaleza, pues esta misión es tan importante que yo estaré en el campo también. Huelga mencionar que aquel que traiga ante mí a un perro de la corona recibirá una buena recompensa.
—¿Qué hay de los mercenarios y otros soldados señor? —cuestiono un capitán.
—A los mercenarios, si pueden tráiganlos con vida, sino mátenlos —dijo sin rodeos—, ellos no me interesan, pero se les dará un bono por sus servicios en combate. En cuanto a los soldados y demás, bueno, me da igual que hagan, desde dejarlos vivir hasta matarlos —espero a ver si alguien más tenía alguna duda, en vista de que eso no pasó, prosiguió—. Entonces no se diga más ¡Vayamos de cacería!
No se trataba de un discurso motivacional, ni siquiera se trataba de un discurso. Era una orden que decidió desmenuzar poco a poco para que no se diera el mismo error que paso con el carmesí, no podía darse el lujo de que las cosas siguieran fallando. A pesar de todo, los soldados, sus tropas, lo vitorearon con gran entusiasmo y estaban nuevamente llenos de energía para la nueva empresa. Entre gritos, aullidos y blasfemias, sus hombres se internaron en el bosque seguros, todos y cada uno, de que se llevarían esa paga extra.
—Los hombres nunca dejan de sorprenderme —dijo con total honestidad y echo a andar—. Bueno, vayamos de cacería por un par de cabezas de traidores.
Dijo la leyenda andante de la milicia, Chrono, mientras se perdía en los arbustos y caminaba al son de los pasos de la muerte.
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Ony se había encargado de despachar a todos los enemigos que estaban a su alrededor, incluso antes de que otra cosa pasara, se las apaño para poner bajo el resguardo de Vergento, el burro, a Sanahi. No fue un trabajo de uno solo. Cuando recupero algo de fuerza, Sanahi le devolvió vitalidad y sano sus heridas. Por el otro lado, las mascotas alkolikas, le habían dado el respaldo que necesitaba, de hecho, cuando escucho que debían retirarse vio como todos se fueron, menos Kai e Hyru.
Fue en ese único momento, cuando gozaban de esa extraña paz equiparable a estar en el ojo del huracán, que Kaifan y Ony, e Hyru y Sanahi se reunieron de nuevo. Era una pequeña tregua a la batalla sin cuartel que se había llevado a cabo.
—Bueno, henos aquí —dijo Kai tratando de esbozar una sonrisa.
—I knew you will do it —Ony le dio una palmada a Kai en el hombro, su hermano tenía la vista fija en el cadáver de ManoSanta.
—Era un alkoliko. Merecía una muerte más digna que esto —dijo Kai.
—Tendrá un entierro digno, ya lo veras.
—Lo sé bro —Kai apretó los puños y tenso su mandíbula—. Yo mismo me encargare de que así sea.
Mientras Ony nuevamente le daba unas palmadas, pero esta vez en la espalda, Hyru y Sanahi intuitivamente se alejaron un poco para darles espacio a los mercenarios, después de todo estaban pasando por un momento que les ensombrecía con pena a sus corazones.
—Hermanita —dijo el hada mientras abrazaba a la hechicera — ¡Me alegro de que estés bien!
—Soy más dura de roer de lo que parece hermanita —dijo sonriendo con fiereza la muchacha—. Ya no soy la misma.
—Ni yo —dijo Sanahi hacienda un gesto de valentía—. Pero hermanita ¿Qué haremos ahora? —cuestiono dejando a un lado la valentía y externando preocupación.
—Pues, trabajar en equipo —dijo lanzándole una Mirada a los mercenarios—, después de todo, así es como son las cosas. Además —Hyru sonrió al ver a Kai—, son tipos de fiar.
—Bueno, en eso tienes razón —Sanahi miro a Ony de reojo y se sonrojo.
De repente, rompiendo la frágil tranquilidad de la que estaban gozando, los gritos de un grupo de soldados sacaron a los cuatro de sus pequeños mundos y los devolvieron a la realidad, a la cruel y peligrosa realidad.
—Estos cabrones —Kai desenfundo su mandoble y dio la vuelta hecho una fiera por el odio—, ya les enseñare a respetar.
—¡Wait Bro! No es momento para esto, not now.
—No puedo contenerme más —Kai hizo a un lado a su amigo y hermano de armas—. Esta vez, simplemente no puedo.
—Kai…
—Estaré bien, no me mataran, no aquí, no sin antes enterrar a ManoSanta con los honores que se merece. Vete, encárgate de escapar con las chicas, a mí solo me estorbaría, y también dirige a las bestias míticas —se puso la espada al hombre y empezó a correr contra el grupo enemigo— ¡Cuento contigo Bro!
Ony vio como su hermano se lanzaba a una muerte segura, pero estaba bien, era un necio y no existía forma alguna de hacerlo cambiar, además, era justo, tenía mucha furia acumulada y si no la sacaba de algún modo, seguro acabaría explotando.
Ony rápidamente fue a donde estaba Mano y lo tomo en brazos, lo hecho al lomo de Hienola y le dio un par de indicaciones.
—Llévalo a donde tú ya sabes Hienola —el animal que normalmente debería parecer una fiera, le miraba atentamente y con ojos dóciles—. Te lo encargo mucho —le hizo un cariño en la barbilla al animal—, Vergento, ve y cuida de Hienola y de Mano… por favor.
El burro relincho en señal de desacuerdo, acababa de llegar y ya lo estaban sacando de la acción, pero, todas las bestias compartían un sentimiento en común: el amor por ManoSanta. De ese modo, pese a su negativa, el burro con sombrero se puso a un lado de Hienola y lo empujo suavemente, para indicarle que estaba listo.
Sin más, los dos animales se echaron a correr para perderse en el horizonte rápidamente.
—Una cosa menos, faltan dos.
Ony miro hacia donde estaba Kai. De verdad estaba ganando tiempo. Se notaba agotado y sus movimientos ya no eran tan buenos como al principio, de hecho, sospechaba que en cualquier momento se desfallecería y se lo llevarían arrastrando, o peor, lo matarían. No podía dilatar más.
—Danos cobertura —le dijo Ony a un ornitorrinco desproporcionado de medida—. Quesadillo, Milpe, ustedes le darán soporte a Kai en la confusión, solo mientras dure la niebla —Enfatizo— entonces, aprovecharan y huirán, como lo haremos nosotros —dijo y sin pensarlo tomo la mano de Sanahi.
—Andando hermanita —dijo totalmente ruborizada— ¿Hermanita? —Sus ojos vieron como la hechicera se alejaba— ¡Hermanita! ¡Hyru vuelve acá! —exclamo entre preocupada y molesta.
—Lo siento —en ese momento, Hyru le dio la espalda—. No podemos dejarlo atrás, no puedo, el me salvo hace nada.
—No lo hagas —con esa velocidad tan característica de Ony y su oficio, en un instante estaba sujetando de la muñeca a Hyru—. El nos está ganando tiempo por algo, no quiere arriesgar a nadie más, al menos no ahora.
—No me importa —Hyru con total gentileza, usando su mano libre, quito la mano de Ony de su muñeca—, de verdad que no. Sé que su intención es buena, pero, no podemos dejarlo ahí solo…
—No podemos dejarlo —Ony miro estupefacto a la hechicera, la vio a los ojos y entonces sonrió—. No podemos dejarlo o ¿No quieres dejarlo? —Cuestiono con la sonrisa aun en sus labios—. No pueden ser las dos —presiono.
—No quiero dejarlo solo —dijo con decisión—. De eso se trata, no lo dejare, ni aunque me lo pida, simplemente no puedo.
—Tratara de obligarte, you know?
—Lo sé, pero, no podrá hacerlo —dijo sonriendo de nuevo, de esa misma forma entre divertida pero con un toque salvaje.
—Ya veo —Ony sonrió—. Nos veremos del otro lado, Kai ya sabrá guiarte —en ese momento le guiño un ojo—. Te lo encargo.
—Es un hecho —le sonrió complacida de que aceptara su decisión.
—¡Hermanita no seas loca! Ven con nosotros.
—No puedo, además, quien cuidara de Ony si no estás con el Sanahi —Hyru le guiño el ojo de forma picara— ¡Cuídate Sanahi! —inesperadamente, le dio un fuerte abrazo y así como de golpe se lo dio, del mismo modo corto la muestra de afecto y echo a correr sin decir más ni mirar atrás.
—Estarán bien —dijo Ony mientras tomaba nuevamente de la mano a Sanahi—, ponte esto —le tendio un pedazo de tela—, en tu boca y nariz, la niebla ya está haciéndose muy espesa, este es el momento.
—Me preocupa —se quejo, pero aun así hizo caso de cubrirse—. Quiero ser más útil, quiero pelear, quiero hacer más…
—Y lo harás si sobrevivimos —dijo seco Ony—. Hoy esto es todo lo que podemos hacer, mañana, ya será otro día, despreocúpate my lady.
—No es tan fácil.
—Bueno —Ony con gentileza le acaricio la mano y la jalo a él con delicadeza—, tú preocúpate de ellos y yo me encargare de sacarnos con vida de esta, pero, si me hieren, tendrás que curarme my lady.
Sin decir una palabra más, Ony la tomo con fuerza de la mano y echo a correr para perderse en el bosque. Sanahi tampoco dijo ni una palabra más, no porque no pudiera, sino porque le parecía un trato justo y además estaría con su gallardo caballero.
Por su parte, Kai ya no se daba abasto con todos los tipejos que combatía. Había conseguido desarmar a dos, abatir a tres y a dos más los dejo heridos tirados en el piso. Aun así, le quedaban cinco más para irse. Con todo y que ahora la niebla y las bestias pequeñas de su grupo le ayudaban, estaba perdiendo terreno.
—¡Malditos sean! —Con un movimiento de su mandoble, a dos manos, derribo a dos de sus enemigos como si se tratara de muñecos de trapo—. Tres más —una espada le rozo el hombro—. No comas ansias patán.
Entonces, uno de los tipos desarmados se coló en el ataque y embistió a Kai. No lo derribo y su afrenta le valió cara, ya que recibió el mandoble de Kai en sus entrañas, pero, su movimiento le costó atención a los otros enemigos que se fueron encima de él.
—¡Esto va doler! —grito encogiéndose esperando el golpe.
—¡Bucher! —escucho que exclamo una voz de mujer a su espalda y vio delante de sus ojos como una hoguera imponente prendía fuego a dos de sus enemigos, haciendo que se revolcaran en el piso— ¡Glacies occento! —grito nuevamente Hyru y esta vez congelo las piernas de otros dos enemigos.
—Vaya, no debiste regresar —dijo Kai molesto.
—Con un gracias hubiera bastado —le sonrió la hechicera haciéndose a un lado la melena ensortijada.
—Gracias —contesto al final, haciendo a un lado su molestia y sonriendo—. Quedan dos, pero están perdidos entre la niebla supongo o huyeron, que te parece si aprovechamos y escapamos.
—Me gusta ese plan, además, no puedo estarte salvando siempre.
—Tienes razón, eso solo habla mal de mí.
—La verdad sí, pero bueno, que le vamos a hacer —se encogió de hombros y sonriendo confianzuda.
—Luego te burlas de mi —Kai enfundo su espada—. ¡Vayámonos cuanto antes! ¡Quesadillo, Milpe, retirada!
—¡Espera, no te alejes tanto!
—No es como si pudiera hacerlo —dijo Kai tomándola de la mano—. Andando, esos animalitos nos guiaran hasta el bosque y lo demás es por nuestra cuenta ¿Lista?
—Totalmente, solo, no vayas a llevarnos a una trampa o me tires.
—No soy idiota —dijo contrariado el mercenario, pero, no pudo evitar sonreír—. Por cierto, tengo que decirte —Kai corría a buen ritmo, pero solo porque Hyru le seguía el paso—: gracias por haber regresado, de corazón.
—Tu hubieras hecho lo mismo por mi —dijo tratando de restarle merito a su acción—. No hay nada que agradecer.
—Tal vez tengas razón —la sonrisa de Kai se ensancho tanto, que hasta Hyru pudo adivinarla a pesar de que le daba la espalda—, aun así, no deja de ser genial que lo hayas hecho.
En ese momento, Hyru agradeció que Kai no pudiera verla de ninguna manera, ya fuera por la niebla o porque iba a su espalda, pero, la sonrisa que se dibujo en sus labios fue tan radiante, que aun así, tuvo miedo de que eso delatara su posición, o que el mercenario se diera cuenta.
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Corrían desesperados. Era de vida o muerte perder a sus perseguidores, por lo menos sacarles una buena ventaja para recuperar el aliento y tratar de pensar en algo mejor. Desgraciadamente no tenían muchas opciones, más que escapar o ser asesinados, bueno, en el peor de los escenarios.
—¡No te detengas!
—¡Hago lo que puedo! —se quejo uno de ellos— ¡Es agotador escapar!
—Dímelo a mi —dijo para sí mismo—, deberíamos combatir, no estar corriendo.
—¡Diosas no! —seguido de su grito se escucho como varias ramas se trozaban y el característico sonido de un cuerpo cayendo.
—¡Mierda! —Se detuvo en seco para dar la vuelta y regresar por su amigo— ¡Mierda y más mierda Cesar! —Miraba en toda dirección— ¡Responde imbécil!
—¡Nike, aquí estoy! —El grito se escucho a su derecha, a un par de metros de distancia— ¡Es el tobillo de nuevo!
—Diosas, siempre me toca a mi lidiar con este tipo de estupideces —dijo frustrado—. Te veo —de un tirón puso en pie a su compañero—. ¿Puedes caminar?
—Sí, no es nada, solo una falsa alarma —sonrió apenado.
—¡Pues andando imbécil!
Antes de poder continuar su huida, un boomerang de madera le paso rozando la nariz a Nike. El arma había sido lanzada con tal fuerza que, en vez de incrustarse en el árbol que choco, lo atravesó como si se tratara de tela. Un corte limpio y rápido, fue impactante.
—Les pediría que conserven la calma y no cometan locuras —de atrás de unos arbustos apareció el dueño del boomerang—. No quisiera verme en la necesidad de matarlos —caminaba con soltura, parecía el amo del bosque—. Eso no seria, muy cortes que digamos.
—¿Quién eres? —Nike desenfundo su espada.
—Bueno, yo soy Arzes, pensé que a estas alturas ya no tendría que presentarme con nadie —al ver la espada enemiga desenfundada, solo sonrió—, digo, pensé que era conocido, al menos por estos lares… que incomodo tío.
—Tú solo no bastaras para detenernos —Cesar desenfundo su arma también y se puso al lado de Nike.
—Dos contra uno, vaya, ustedes no juegan limpio.
—Tú gente es la que no juega limpio —Nike opto una postura ofensiva con la espada—. No pienso contenerme, es tu problema si no desenfundas.
—Primero que nada, esa no es mi gente —dijo seco mientras se echaba hacia atrás el sombrero para dejar ver su rostro con más claridad—, en segunda instancia, gracias eres muy amable por advertirme de que el combate es inminente —dijo con ironía—. Imbécil.
De ese modo empezó el combate, el insulto de Arzes fue el detonante.
Nike le lanzo varios golpes con la espada. Para sorpresa de todos, Arzes hacía gala de una agilidad para evadir que era de vértigo, realmente parecía que no se esforzaba. Lo peor del asunto es que Nike se esforzaba, aunque, para ser justos, estaba muy cansado entre las peleas para salvar la vida, huir de los enemigos… y aparte cuidar de Cesar. Era agotador ser NikeDanz realmente.
El grupo de soldados del príncipe que les estaba dando caza en ese momento los alcanzo. Todos como perros desesperados desenfundaron sus armas y se lanzaron sobre Cesar.
Todo hubiese terminado mal, de no ser por la intervención de Arzes.
Haciendo gala de su prodigiosa velocidad, Arzes se interpuso entre los soldados y Cesar con su espada en mano, conteniendo no uno, sino dos golpes de espada.
—Me gustaría que respetaran esta pelea, yo llegue primero así que estos dos son míos —dijo con un tono cordial—. Mejor vayan a dar persecución a otros renegados, antes de que Shugokz les aplaste.
—Son dos, déjanos uno vago de mierda.
—Hay más de estos tipos allá afuera pululando felizmente… y me gustaría que te retractaras de esa ofensa tipejo —lo último lo dijo molesto al tiempo que con su espada hacia a un costado a los dos hombres que bloqueo.
—¡No te distraigas! —Ajeno a la disputa, Nike continúo su ataque.
—Harán que pierda mi buen humor —dijo Arzes frustrado.
En el momento preciso, el vago dio un salto hacia atrás. El golpe de Nike le dio en el pecho al soldado que previamente discutía con Arzes sobre quien debía adjudicarse la captura de esos dos prófugos. Nike no se inmuto, simplemente se echo hacia atrás, donde Cesar. El grupo de soldados se perturbo, querían matar a Nike, pero ahí estaba Arzes y, bueno, la gente del príncipe si sabia un poco más de las habilidades de los vagos.
—Les dije que esto no era buena idea —dijo el vago encogiéndose de hombros—. Ese necio podría salvar el pellejo si alguien tratara su herida…
—Pagaras caro por esto mercenario —dijo uno de los soldados que trataba de cargar con el bulto que era su compañero—. Te mataremos mientras duermes de ser necesario.
—Vaya palabras más duras para alguien tan cobarde —se mofo Arzes—. Ahora, sean buenos niños y váyanse a molestar a otros adultos —se agacho y recogió su boomerang de entre la hierba—, por favor.
Sin mediar palabras, los soldados se fueron, más que nada atemorizados por el temple que mostraba el mercenario. Le ponía a todos la piel de gallina verlo tan calmado, cuando, corría el rumor que de los tres vagos, él era el menos pasivo. Más valía vivir para preguntar después que morir averiguando que pasaba por su cabeza.
Arzes miro a Nike y Cesar. Tomo su espada en la diestra y puso la hoja de su acero en su hombro. La zurda la puso en su cadera, a la altura de su arma arrojadiza y sonrió.
—Bueno, creí que estábamos peleando.
—No me amedrentas —dijo molesto Nike—. Te pateare el trasero y luego me largare de aquí.
—No busco asustarte, quiero pelear —con un movimiento de muñeca, hizo girar a un lado suyo la espada—, pensé que eso estaba claro. Quiero pelear.
—Pelearemos entonces —sentencio Cesar.
—Realmente, dudo que exista una diferencia si son los dos o si solo es el tipo del paliacate, en cualquier caso, yo ganare.
—Estas muy confiado —Nike estaba más molesto por el modo en que eran subestimados—. Te mostrare de lo que soy capaz de hacer.
—Te daré una paliza —dijo Arzes divertido—. Eso es lo que hare, a los dos.
—No podrás con los dos —Cesar dio un paso al frente, desafiante—. No podrás.
—¿Vas a seguir hablando —Arzes tomo por fin una posición de combate—, o vas a pelear?
Nike y Cesar se lanzaron al mismo tiempo al ataque. En defensa de los dos, hay que decir que estuvieron bajo mucha presión y que física y mentalmente estaban agotados. Con un movimiento rápido, Arzes lanzo su boomerang a Cesar, este apenas tuvo tiempo de interponer su espada, el problema fue que el impacto fue tan devastador que la hoja de su acero le asesto un golpe seco noqueándolo en el acto.
—Que fácil fue eso —dijo sorprendido Arzes
—Este tipo de cosas siempre pasan cuando estoy yo —el choque de aceros lo devolvió a la batalla—. Pagaras caro por todo esto…
—Ya veremos.
Nuevamente se encontraron sus espadas. Nike peleaba con bríos, pero no se percato de que Arzes, peleaba de manera patosa, al menos ara alguien que mostro una buena velocidad en sus reacciones y fuerza en sus movimientos. Era como si de cierto modo estuviera dándole una ventaja, como si no estuviera peleando enserio.
—Subamos de tono esto.
—No creo que se pueda —Nike dio un golpe en ascenso que fue bloqueado hábilmente.
—Termino el calentamiento.
Arzes aumento el ritmo de sus ataques. Ahora quien bloqueaba era Nike y por cada siete golpes el daba uno. La situación paso en segundos de ser un duelo a ser una lucha desesperada por no perecer con la espada en la mano. Emocionado por el combate, Arzes tomo su espada con ambas manos y continuo la batalla, esta vez la potencia aumento de una forma muy notoria. Cada ataque bloqueado no solo cimbraba los brazos de Nike, sino que también se veía como afectaba su postura y hasta le temblaban las piernas, el desenlace era inminente y el vencedor evidente.
—Unas últimas palabras.
—Si, concéntrate en la pelea —un golpe de la espada le rasgo el brazo— ¡Mierda!
—Deberías seguir tus propios consejos —usando el mango de su acero le conecto un golpe a la barbilla echándolo hacia atrás—. Son sabios.
Aprovechando que lo saco de postura y concentración, Arzes de una patada le saco el aire a Nike. Con un puñetazo en el rostro lo derribo haciendo que cayera de sentón y para rematar la faena, golpeando con la parte plana de la hoja de su espada, le dio un golpe brutal en el rostro que lo dejo inconsciente.
—Menuda pelea más fácil —dijo enfundando su espada y suspirando frustrado—. Sabía que solo eran habladores.
Se acerco a Cesar y le arranco un pedazo de su chaqueta. Se fue junto a Nike y le hizo un torniquete en el brazo, de una manera bastante eficaz. Se quedo en cuclillas mirando intercaladamente a los dos tipos inconscientes. Se rasco la barbilla, se acomodo su sombrero y ladeo la cabeza. Entonces suspiro nuevamente, y se echo a NikeDanz al hombro.
—Bueno, solo quiero llevarme a uno de ustedes para no fatigarme demasiado —la sonrisa en su rostro era tranquila—. Pienso también, que la información que este tenga será más de fiar que la del tipo que termino vencido por su propia espada —se acerco a Cesar y con el pie lo empujo entre los arbustos—. No sabría decir si tuviste mucha suerte o si simplemente eres demasiado desafortunado.
Arzes a paso veloz echo a andar en dirección a Rygdell, dejando detrás a Cesar bien oculto entre la hierba. Había escuchado la orden de un cabo de que debían capturar vivos a todos los soldados de la corona que pudieran. Solo se lamento de no encontrar a ningún alkoliko. También, fue por eso que dejo a Cesar, porque no se sentía con deseos ya de seguir peleando por algo que no le interesaba, el dinero y los títulos baratos, no le importaban ni a él, ni a sus compinches realmente. Tenían sus propias razones para estar donde estaban.
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—De manera que a esto hemos llegado —Hasid escucho atentamente lo que el carmesí le dijo. El ex subordinado de Chrono seguía hincado esperando alguna indicación o señal de su nuevo contratista. Melikor prefería pensar que era su nuevo amo, pero, solo eran pequeñas sutilezas de las palabras —. De modo que el fiel Chrono abandono en un momento tan importante como este al príncipe, solo para dar persecución y caza a un par de sujetos sin importancia —lo dijo en voz alta y clara para que el príncipe lo escuchara.
—Hace bien, también está en todo su derecho —dijo conciliador el príncipe con una sonrisa.
—Siempre has sido demasiado benévolo con él —le dijo Hasid sonriendo también.
—Es una persona de fiar totalmente, como tú.
—¡Bah! Solo quería divertirme un poco plantando la semilla de la incertidumbre. Ya no puedo disfrutar de los pequeños placeres de la vida —se dio la vuelta y atravesó el destruido portón de la fortaleza.
—Ejem —carraspeo RickDanx, en clara señal de que esperaba que se le indicara algo más, o que por lo menos, no le dejara ahí hincado, olvidado.
—Oh sí, me estaba olvidando de ti —dijo Hasid con una notoria vergüenza fingida, incluso parecía una burla—. Supongo que esperas que te de algún tipo de encomienda especial que se ajuste a tus habilidades —Hasid camino lentamente mientras enunciaba cada palabra—. Estaras ansioso por demostrar tu valía, no solo para nuestra causa, sino para mantenerte entre mis allegados —se paro delante del carmesí y le miro como si estuviera analizando a detalle a un bicho exótico o a un animal extraño—. No se para que podría servirme alguien como tú.
Rick permaneció hincado y callado. Si Chrono imponía respeto y era intimidante, Hasid era un caso totalmente aparte. Podía no parecer un curtido guerrero y su aspecto no era temible, pero, había algo en él que te helaba la sangre. Se podía sentir como una fina seda el poderío mágico que irradiaba su cuerpo, era algo descomunal e inexplicable. Se suponía que solo entre los adeptos a las artes mágicas podía darse ese tipo de sensación, lo cual, hablaba claramente de cuanto poder almacenaba en su interior. Era impresionante.
Por otra parte, si se le sumaba a eso que todo el que se acercaba a él lo trataba con un respeto que parecía miedo, hablaba mucho del cuidado que debía tenerse con él. También, se podía sumar el hecho de que se mostraba como alguien firme, a tal grado, que por instantes uno dudaba de si hablaba con un mortal o alguna especie de Dios poderoso, pues, de ese modo se conducía Melikor, como un gran señor.
Pese a la provocación de sus palabras, RickDanx permaneció inmóvil y en silencio, en una actitud de respeto y sumisión que aunque no era de su agrado, era necesaria.
—Al menos, sabes cuál es tu lugar —espeto Hasid y se dio la vuelta—. Supongo que podría encontrarte alguna utilidad…
En ese instante, interrumpiendo el monologo de Hasid, el sonido seco de un bulto irrumpió en escena. Al darse vuelta, el poseedor de una magia descomunal miro al vago del sombrero. A sus pies del mercenario, se encontraba un prisionero maniatado.
—Vaya, no pensé que de verdad fueran a traer prisioneros —dijo ligeramente sorprendido, no solo porque había resultados, sino por la velocidad de los mismos—. Algunos si se toman enserio sus encomiendas…
—No tanto como quisieran —Order llego caminando con calma, limpiando una de sus pistolas—. Yo vine a descansar nada más.
—Bueno, yo realmente agarre al primer tipejo que encontré para también dar por terminado el día —dijo Arzes sonriendo—. Con eso, ya recibiré mi paga —se encogió de hombros al decirlo, como si fuera cualquier cosa.
—Supongo que Shu es el único que sigue jugando entre los arboles —dijo Order más que nada a Arzes—. Como sea, con uno que entregue, los tres ganamos pasta —dijo con total desinterés pasando a un lado de Hasid.
—Sí, ya nos ganamos un premio en metálico —Arzes reparo en que Rick estaba hincado esperando ordenes de Hasid— ¡Oh! Un nuevo compañero de juegos ¿Eh? —Y sin decir más, paso de largo de Hasid y el príncipe. Adentrándose junto con Order en la fortaleza.
Rick de repente se sintió aun más humillado. Estaba claro que si bien, ellos no eran asociados reales de Hasid, tenían tanta confianza en sus habilidades o su rol en este juego del destino, que podían darse el lujo de no temer al amo de las artes místicas. Si bien, no fueron especialmente groseros o con un comportamiento desmedidamente irreverente, lo cierto era que no mostraron tampoco el respeto que todos le daban al hechicero. Lo peor no era notar como pasaban impunes por las puertas de la vieja fortaleza, sino que, el amo de la magia lo paso por alto, es más, cuando le dieron la espalda sonrió, como si le hubieran contado un chiste medianamente bueno.
No tenía sentido alguno…
—Bueno, quien lo diría… —miro directamente a los ojos a Rick—. Serás útil después d todo. Quiero que lleves a ese tipo a una celda o algún cuarto o un lugar donde, sea prisionero —dijo con un tono de complicidad—. Y pongas a algún guardia borracho a cuidarle.
—Pero, de ese modo escapara…
—Vaya, no deberías ser mercenario, deberías ser un erudito por tu increíble intelecto y olfato para lo evidente —se mofo de modo mordaz—. Esa es la idea, quiero que escape.
—¿Por qué? —Cuestiono el carmesí confundido.
—Esto es un juego de ingenios —parecía dirigirse al aire o a él mismo—. Chrono salió en una persecución sustentada en sus fuertes emociones. Yo por otro lado, jugare con un poco más de astucia y dejare que el ratón escape de la trampa, para llevarnos hasta la madriguera —al finalizar, se encogió de hombros como si fuera lo más evidente del mundo—. Si quieres mostrar tu valía —esta vez sí enfoco su vista en su interlocutor—, mantente cerca de este tipo, espíalo y espera a que te lleve a su nido de ratas y entonces, les daremos otra sorpresa.
—A la orden —dijo Rick aliviado al fin de poder ponerse en pie, pero mantuvo el tono educado en sus palabras.
Hasid vio como cargaba al prisionero y se lo llevaba a un lugar para recluirlo. No se preocupo por dar más instrucciones, a pesar de haber sido relegado a ser perro de alguien más, el carmesí había demostrado anteriormente su valía, además, era una tarea tan sencilla que estaba destinada a fracasar. Que no pudiera llevarla a cabo, parecía ir en contra del orden natural de las cosas.
—Itram, me gustaría que fueras con él, pero, a tu manera.
—Ya entiendo —Itram todo el tiempo estuvo recargado en una de las columnas del fuerte, como si se mimetizara con el entorno, parecía que no estaba allí, hasta que hablo—. Quieres que los siga.
—Principalmente porque tú podrás ponernos sobre aviso más rápido —dijo Hasid, nuevamente como si fuera algo tan evidente que sobrara explicarlo.
—Ya veo —se acomodo su gabardina y sin mediar palabra emprendió su camino.
Itram simplemente siguió los pasos del otro sujeto. Era una tarea muy simple, incluso podía parecer ofensiva para alguien como Itram. No es que Hasid lo tuviera en alta estima o algo así, pero, era un hombre que sabía reconocer el talento y el buen trabajo. Itram tenía esas dos cualidades, pese a sus peculiares rituales o su extraña manera de ser. El era de fiar, y eso le agradaba a Melikor, pues se podía confiar en que haría lo que se le mandara, además, tenía prudencia y hacia uso de ella. No como otras personas que pasaron bajo sus órdenes.
Entonces, el príncipe que estuvo todo el tiempo en el lugar, se le acerco a Hasid. Llevaba su manos entrelazadas tras de sí, miraba con sus jóvenes ojos el escenario de muerte en el que se encontraban. Se puso a un lado de su mentor y amigo. El príncipe aun era joven, todavía le faltaba crecer un poco más, por eso no se inmutaba en lo más mínimo de ser más bajo que sus tutores. Desvio su mirada hacia su fiel amigo.
—¿Qué haremos ahora Hasid, con la fortaleza?
—La repararemos, ya sea usando hombres, magia o ambas “manos de obra” —después de tanto tiempo su tono era afable y sus palabras, más que amables, carecían de burla y eran honestas—. Esta fortaleza como acordamos previamente, será el puno de partida de esta guerra. Es como nuestra declaración de batalla, querido amigo.
—Me siento emocionado por todos los cambios que vendrán con esto pero —el príncipe apretó sus puños tras de sí. Gesto que no paso desapercibido por Hasid, pero no dijo nada al respecto—, si te soy sincero, también siento que mi alma se inquieta por los posibles problemas que enfrentaremos y también, temo que algo terrible pueda pasar.
—No llegaremos a eso —Hasid miro a su protegido. Por primera vez, parecía más viejo de lo que se decía, se veía un poco cansado. Eso le daba un toque humano, una pizca por lo menos de humanidad—. Claramente no puedo decirte que no habrá muerte y sacrificio de aquí en adelante, no. El camino que nos espera estará lleno de horrores, la mayoría de ellos provocados por los hombres, pero —clavo sus pupilas en las del príncipe—, si te puedo asegurar que estarás a salvo y que se arrepentirán de oponer resistencia.
—Gracias Hasid.
—Todavía no me lo agradezcas —dijo serio—. Mejor, preparemos un par de fortificaciones para la fortaleza. Dudo que intenten un asalto tan pronto, pero, si de algo podemos estar seguros, es que la locura hace que los hombres cometan actos inimaginables.
—Tienes razón, hay que concentrarse en el ahora.
—Llamare a algunos magos, los mandare a fortalecer con hechizos y sortilegios el lugar. Yo mismo supervisare esa tarea, tú puedes descansar si lo deseas…
—Quiero ayudar también. Si no ejercito mi magia, se hará débil y en el momento que la necesite me traicionara.
—Has aprendido bien —dijo complacido.
—He tenido buenos maestros.
—Bueno, ve a la zona este del lugar, yo me ocupare del oeste. Nos reuniremos en el sur y la entrada la dejaremos para el final. Requeriremos aquí no solo de magia poderosa, sino de la fuerza de los hombres para proteger el lugar.
—No hay problema, dejare a la guardia que me dio el rey aquí a que vigilen, de cualquier manera, no los necesitare estando dentro de la fortaleza.
—Eso está bien, ponles sobre aviso de la artimaña de permitir el “escape” del prisionero del paliacate rojo y chaleco marrón.
—Está bien, nos veremos en la parte sur —se despido el príncipe con alegría.
—Ya nos veremos.
El sol se ocultaba en la fortaleza de Rygdell. El golpe para recuperar la fortaleza no solo había dado por fruto un nuevo centro de operaciones, también fue un golpe directo a la milicia de la corona que sin lugar a dudas, causo una herida onda.
La mayoría había logrado escapar, todavía no estaba nada escrito en piedra, el destino de la batalla podía cambiar, si se podían jugar bien sus cartas y replanteaban grandes estrategias.
A pesar de eso, en las murallas de Rygdell aun resonaban las palabras de Hasid Melikor “Se arrepentirán de oponer resistencia”. El destino estaba preparando sin duda alguna, batallas aun más feroces, nadie estaba a salvo.
Esto apenas comenzaba. Se estaba interpretando el preludio al a destrucción.
Después de todo, las palabras del príncipe fueron “Haremos que el cielo tiemble”.
Agradecimientos especiales a: Sanahi por darme ideas, a Alex por ayudarme en una parte, a Hinata por ser mi incanzable beta reader, a Hasid por aportar cosas al Hasid de la historia, a Rata por tenerme paciencia y orientarme y claro, a todos ustedes por leer y comentar =)
PD: Disculpen los inconvenientes n///n
Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
y me pareció corta XD
valió la pena esperar tanto, muy bueno kk
me gusto la parte en la que tozaki busca a zemill, muy tierno ♥
lo de alex no me lo esperaba, me tenias con los ojos pelones XDD
pero bueno, gracias KK ! a esperar a la ratota n_n
valió la pena esperar tanto, muy bueno kk
me gusto la parte en la que tozaki busca a zemill, muy tierno ♥
lo de alex no me lo esperaba, me tenias con los ojos pelones XDD
pero bueno, gracias KK ! a esperar a la ratota n_n
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Capítulo 14: Secuelas
es raro volver aqui...y solo tardé 1 año
Capítulo 14: Secuelas
Rata ya había corrido una cantidad considerable de distancia y de tiempo, cuando una tenue voz lo hizo detenerse.
-Por favor… ya no puedo más.- rogó Lia desde los brazos de Rata, que estaban entumidos y ensangrentados, pero aún podía correr un poco más.
-No te preocupes.- jadeó con fuerza.- Solo falta un poco más hasta donde podamos curarte.- dijo con una falsa sonrisa.
-No…no hay salvación… tú lo sabes.-dijo con calma.
Por fin Rata se detuvo con pesar. Se hincó y con cuidado puso a la mujer en el suelo. La cara de Lia estaba tan pálida que parecía nieve, y hacía un tétrico contraste con la sangre que continuaba escurriéndole de la boca.
Sus alas, también estaban tan rojas como la mayoría de sus ropajes, y aunque Rata no lo había notado, de los suyos también.
-No pude derrotarlo, ni con tu ayuda Lia…y por mi falta de habilidad, tú serás la que pague.-Dijo Rata sin poder mirar a Lia a los ojos, escurriéndole algunas lagrimas por los ojos. Perdóname…perdóname…por favor.
-No es tu culpa…estabas débil y preocupado…estoy orgullosa de ti…
-Yo…lo lamento…nunca quise que así terminarán las cosas …-dijo sollozando.
-Sólo quiero…que me digas algo…
-Lo…que sea…
-¿Prometes ser… honesto y sincero hasta el final?-dijo Lia con un tono de voz que indicaba una pregunta que sin duda sería difícil de contestar.
-Yo…lo prometo.-Contestó con dolor, sabiendo que sería la pregunta más importante de la vida de la joven.
-¿Me hubieras…elegido a mi?-dijo por fin.
Rata sabía que esa pregunta llegaría algún día, pero nunca pasó por su mente que el momento y las circunstancias serían esas. Sin embargo, era el momento de responder de una vez por todas.
-No.
Continuó sin ver a Lia, y solo podía ver el suelo que lentamente se iba llenando de sangre, y con un una vergüenza que lo atormentaría por siempre, no había ningún sonido, ni aire ni fauna ni agua. Eran solamente ellos dos.
-Bésame.- dijo Lia por fin. Sonaba con fuerza, incluso para alguien moribunda… y Rata sorprendido por la palabra la vio a los ojos nuevamente, sus ojos cafés no parecían de súplica sino de algo que había querido hacer desde hace tiempo.
El muchacho no sabía cómo era la mejor forma de actuar, pero sin dudarlo, se agachó y plantó un beso a los sangrantes labios de Lia. Cuando se incorporó, la sonrisa radiante de Lia apareció…y con un movimiento de labios que Rata pudo traducir como un agradecimiento, cerró los ojos.
No podía creerlo, era la primera vez que alguien importante moría frente a él, y estaba totalmente deshecho. Quizás ella no era la mujer que realmente quería, pero era con la que tenía un nexo evidentemente diferente. Abrazó el inerte cuerpo de Lia y limpió una lágrima que había escurrido de sus ojos con suavidad.
¿Cómo se lo diría a los demás alkólikos? ¿Cómo le explicaría a Ony, a quién ella llamaba padre, las circunstancias de su muerte y sus últimas palabras? Prefirió no seguir pensando en ello, pues ahora el luto apenas había comenzado por su parte, y el dolor era suficientemente grande como para preocuparse por lo que ocurriría después.
Sin embargo, la culpa estaba haciendo estragos en la mente de Rata. Había pasado casi toda su vida entrenando para matar, que nunca se había puesto a pensar en la dificultad de perder no sólo su vida, si no la de alguien querido.
Continuó abrazado a Lia varios minutos después, incapaz de pensar otra cosa que no fuera dejarla. Tenía la ilusa esperanza de que un abrazo suficientemente largo le regresaría a una mujer así de importante.
De pronto, sintió algo extraño…un movimiento del pecho de la mujer.
Él había estado abrazándola varios minutos y nunca lo había sentido, ¿Cómo era posible que de repente apareciera?
Al ver el cuerpo de Lia vio unas líneas negras sobre lo que serían las venas y arterias de la chica que le helaron la sangre, pero lo más terrible era que el antes negruzco cabello de la chica se estaba volviendo blanco…al igual que su piel.
Con miedo depositó el cuerpo en el suelo nuevamente, y retrocedió unos pasos, mientras veía con temor como las líneas “drenaban” el color de su cabello.
Cuando por fin quedó completamente blanco, las líneas desaparecieron, y Rata notó también, que donde antes estaba la herida del katar de Rikdanx, ahora estaba una piel tersa e inmaculada.
La respiración y las corazonadas del muchacho se aceleraron como nunca antes había pasado en su vida. Pero una gota de esperanza había entrado en el mar de temor que sentía.
Con lentitud pero firmeza, se acercó al cuerpo de Lia, y le tocó el lado del cuello y con excitación notó un pulso firme y constante. Además, el cuerpo estaba tibio otra vez, y el color de su piel había vuelto a ella.
Se hincó a un lado de Lia mientras le daba palmaditas en el rostro y la llamaba, como olvidando que hace unos minutos era solo un cadáver.
Ahora parecía que solo estaba dormida, con una respiración lenta y sin molestias como antes lo había tenido. Estaba viva.
****
Hinata y Raty habían tomado turnos para llevar el inerte cuerpo de Alx, y ahora ya llevaban una buena ventaja sobre el centro de toda la batalla, por lo que los enemigos, y también los aliados estaban alejados, por lo que ahora sólo dependían totalmente de ellas dos para cuidar de un general totalmente exhausto.
-Creo que ya estamos suficientemente alejados como para descansar.-Al final dijo Hinata, depositando el cuerpo con suavidad en el piso.
-Tienes razón… debería ser suficiente distancia como para pensar en curar y hacer que Alx se recupere antes de pensar en lo siguiente.- concluyó Raty sacando de su bolsa unas cuantas vendas y pociones.
-Su armadura está destrozada…habrá que conseguir una nueva.- Comentó Hinata mientras le quitaba la armadura con grandes abolladuras, unos cuantos agujeros, y las correas de cuero tan gastadas que era un milagro que no se hubieran roto en plena batalla.
Al retirarla, notaron la rota camiseta que Alx usaba, y se sorprendieron, pues nunca antes habían visto la piel detrás del juvenil militar, pero más que eso, vieron un centenar de líneas rojas que se asomaban por entre los agujeros de la prenda.
Y no sólo en el pecho se veían las cicatrices, mientras le quitaban el pesado equipamiento de los brazos y las piernas, en todos los lugares al final aparecían las marcas de diferentes tamaños y grosores sobre la piel.
-Estas marcas se las hizo durante su entrenamiento.- dijo Hinata con una sonrisa que Raty identificó como de orgullo.- Se decía que durante los descansos del ejercito, aún desde cuando era solo un recluta, nunca dejaba de pelear… y nunca le gustó entrenar con armas de madera o de filo chato…decía que esa no era la esencia de una batalla. Yo nunca tuve la valentía de seguir esa premisa. Quizás si lo hubiera hecho así, todos los soldados del ejército tendrían un corazón tan guerrero como el del general.- concluyó con una triste mirada.
-No digas esas cosas Hini...- dijo Raty mientras untaba una cremosa pasta sobre las muchas heridas que detectaba.- El ejército de Hyrule es el mejor que hay en el mundo, ellos pelean con una pasión que no había visto con ningún otro ejército. Y también ayuda mucho tener líderes inteligentes y confiables, cercanos a los soldados.
-Sí, la verdad es que todos los otros generales tienen esas cualidades, pero aún así no pudimos ganar… creo que se puede culpar a los números… nuestra división de 2.000 no teníamos oportunidad alguna contra los… no sé, 10.000 enemigos que habían.
-Exacto, no hay de qué avergonzarse, hay batallas que simplemente están perdidas desde el inicio…con lo mucho que duela aceptarlo. Espera… ¿qué es esto?- Detrás de su cinturón en un bolsillo, escondido a la vista, había una pequeña licorera metálica. Raty no pudo evitar sonreír con ternura.
-¿Alcohol? Está prohibido tomar alcohol en el ejército, sobre todo en momentos tan complicados como estos.
-Estoy segura de que tiene sus razones… Gente como Alx tiene sus razones para todo, y bueno…después de todo, el general nunca dejó de ser un alkóliko.
-Sabía que el general Alx conocía de primera mano a los alkólikos, pero nunca supe la razón. Era muy cerrado respecto a su pasado. ¿Tú puedes contarme esa historia?-dijo Hinata con unos ojos llenos de esperanza.
-Lo que pasa es que…mmm…no sé si yo pueda decirte realmente lo que pasó…-contestó dubitativa.
-Ah, comprendo…-respondió rápidamente, como si hubiera dicho una leperada digna de avergonzarse.- Sé que el modo de vida y el pasado de los alkólikos debería de ser un secreto…ningún ejercito debe saber los secretos de los grupos mercenarios…discúlpame.
-¡No! No es eso…lo que pasa es que yo tampoco he estado con los alkólikos desde sus inicios, y no me tocó la época con Alx dentro.- se apresuró a defenderse la arquera.
-Entonces, ¿no hay problema si me cuentas sobre Alx y los alkólikos?
-Creo que no… me di cuenta de que puedo confiar en ti.- dijo con una sonrisa en su cara aterrada y sangrante.- Pues, como dije antes, cuando llegué con los alkólikos, Alx ya estaba en el ejército y se había separado de los alkólikos, pero aún no tenía el cargo de general, así que solía visitar el cuartel general de nosotros. Por lo que me han contado los otros, llegó con los alkólikos cuando sólo eran Kairut y Rata… y eran más un grupo de bandidos que de mercenarios. Se dedicaban a robar lo necesario para vivir, pero ayudaban a aquellas personas que simplemente no podían defenderse de personas más fuertes que ellas. Pero con eso fueron creándose enemigos, y cómo nunca se puede tener felices a todas las personas, al final decidieron cobrar por los servicios… Luego fueron llegando personajes que compartían el modo de ver la vida que los alkólikos, y otros más cayeron en batallas pues no eran tan habilidosos hasta que al final quedamos los actuales… Pero Alx, siempre fue un caso diferente, el no estaba feliz viviendo como muerto de hambre a sabiendas de su talento, así que decidió unirse a las filas del ejército…ese fue un duro golpe para los alkólikos, como puedes imaginarte. Incluso ahora yo no entiendo las circunstancias exactas de la salida de Alx y de Kesos en ese momento, pero lo importante de esto es que sólo Alx pasó las pruebas del ejército, aunque a Kesos le gusta decir que él nunca hubiera soportado toda la disciplina del ejército y que reprobó las pruebas a propósito…conociéndolo no lo dudo.
-Pero, ¿porque Alx se fue de los alkólikos?-preguntó Hinata, sin dejar de poner vendas y curaciones a todo el cuerpo del general.
-El único que podría decirte toda la verdad sería Kairut, el fue con quién Alx tuvo la última plática como alkóliko…y como te imaginarás, Kairut nunca revelará el contenido de la conversación.
-Si, en realidad todos saben que el señor Kaifan es un hombre honorable en todos los sentidos de la palabra.
-Jajaja, tampoco es un santo, y para serte sincera, creo que con quién hubiera hablado esa noche no sería diferencia, todos los alkólikos son igual de nobles y honorables que Kairut.
-De eso estoy totalmente segura, tú y los otros mercenarios tienen un pensamiento extraño sobre su trabajo. Para ustedes lo más importante es el contrato entre ustedes y sus clientes, ¿no es así?
-Pues si…así es, es una de los principios más importantes que poseemos. Me siento orgulloso de que Alx continúa con ese mandamiento, aunque cambiando la palabra “cliente” por “rey”.
-Nunca imaginé que esa forma de actuar respecto a los trabajos lo hubiera aprendido de una banda de mercenarios…verdaderamente ustedes son especiales.
-Jajaja, muchas gracias Hini, me agrada saber que alguien le gusta nuestra manera de trabajar.- dijo la chica con una sonrisa que desbordaba orgullo.
-Quien sea que no piensa eso es porque nunca ha entendido el verdadero significado de la pelea, o por lo menos eso me parece.- Hinata terminó de amarrar una venda en el muslo de Alx, y concluyó que ésa era todo lo que podía hacer por ahora…ya lo único que quedaba era esperar por una rápida recuperación.
-¿Y tu porque decidiste meterte al ejército, Hinata?
-Pues, más que nada para ayudar a mi madre, pues mi papá estuvo en el ejército y cuando murió solo quedamos mi madre y yo, además de que a mí nunca me gustó ser criada como una mujer débil y pasiva, así que decidí probarme en el ejército, y resulté tener mucha resistencia y habilidad, así que pulí mis habilidades durante 6 años en el ejército hasta llegar al grado de general.
-Debe ser una difícil vivir bajo la sombra de Zemill.
-Pues, entre los soldados más nuevos ella siempre será el mayor ídolo, pero aquí entre nos, en cuanto la conocen se dan cuenta de que yo soy un modelo a seguir más realista.
-Y sin duda eres alguien mucho más accesible.- dijo Raty con una sonrisa en la boca, y ella y Hinata rieron.- No estás siempre pegado a otro general, le das un tiempo a mejorar el ejército en todo lo que sea posible. Eres una líder excepcional, y créeme que yo sé de líderes.
Las dos mujeres rieron sonoramente, aunque denotaban un cansancio digno de mencionar, y continuaron hablando mientras creaban una fogata y se cobijaban con lo mejor que encontraron para pasar la dura noche que les esperaba.
****
La pelea había terminado hacía algunos momentos, y ya lo único que sobraba eran los soldados del príncipe replegándose en la fortaleza destruida de Rygdell.
Itram no pudo terminar su meditación con gusto. El cadáver de Nelly estaba tras del, y aunque su muerte no fue ni siquiera un dolor perceptible, eso le incomodaba.
Hasid había sido muy claro en que ella no era más que una carga en sus hombros y que lo que pasara después de su muerte no era su problema, y en realidad, no era problema de nadie más. Pero algo en Itram lo hacía incomodarse ante la muerte de una compañera.
Se levantó de la posición en que había pasado las últimas horas, se puso su gabardina y enfundó su espada. Después tomó el cadáver de Nelly con facilidad y abrió un portal oscuro que atravesó.
Llegaron a un claro que tenía un pequeño lago de cuyo exterior se desprendía un vapor indicando la temperatura de éste. Con el cuerpo de Nelly en brazos avanzó hasta que el agua le llego hasta el torso, y con serenidad depositó a la chica en la superficie del agua y dejó que se hundiera.
Creyó que no era lo más honorable que un sirviente tan cercano de Hasid merecía, pero no podía dejar que el cadáver se pudriera en lo que vendría siendo su base de operaciones.
Observó como el cuerpo de Nelly se alejaba y era cubierto por el vapor espeso que poco a poco la absorbía.
Itram cerró los ojos y recitó una última plegaria por el alma de su compañera.
-Adiós.- Itram dio la media vuelta y regresó a la orilla, pero se paró en seco cuando vio dos figuras al final del lago, aunque no podía reconocerlas. Tomó el pomo de su espada, preparado para cualquier hostilidad.
Mientras continuó el regreso con serenidad, las figuras de la orilla se comenzaban a hacer más físicas. Sin embargo, lo que antes parecían figuras robustas y adultas, se iban haciendo más pequeñas conforme se acercaba. Pero en cuanto las figuras desenfundaron un hacha y un hanbo, Itram finalmente descubrió quienes eran.
-Kesos y Lobo, que sorpresa encontrarme a un par de alkólikos sin planearlo…Que estúpido de su parte enfrentarme solos.
-Lo mismo puedo decir de ti, guey.- dijo Kesos con valentía y seguridad en su voz, aunque una de las espadas más fuertes de la guerra se acercaba frente a dos muchachos precoces.
-Has hecho suficiente daño en esta guerra, te detendremos aunque nos cueste la vida…que lo dudo.
Itram rápidamente hizo su movimiento especial, el lanzamiento de la funda de su espada, pero fue repelido con facilidad por la ancha hoja del hacha de Lobo.
-Quizás sepan hablar mucho, y probablemente sean rápidos, pero no son nada para mi, niños. No estoy de intención de aguantar sus jueguitos, los voy a matar rápido.- Y al terminar de decir esto, creó dos rayos de magia que salieron disparados al par, pero un queso escudó a los muchachos.
-¿Magia? Eso es muy cobarde hasta para ti, ¿no?- se burló Lobo.
-Y yo que creía que eras de aquellos que peleaban limpiamente.
Mientras Itram se acercaba más y más, con oídos sordos ante las burlas de los muchachos, mientras seguía lanzando hechizo tras hechizo, intentando acabar la pelea tan rápido como fuera posible.
Los muchachos esquivaban y repelían con agilidad los ataques de Itram, pero sabían que los ataques mágicos no eran nada comparado a cuando el pelirrojo estuviera frente a ellos y tuvieran que enfrentarse a la espada que tantos daños le había hecho a su bando en los últimos días.
Finalmente Itram estaba frente a ellos, y Kesos recibió con furia el primer ataque, que apenas pudo bloquear con su báculo. Y antes de que Itram diera un segundo golpe, tuvo que dar un salto lateral para esquivar un potente hachazo de Lobo.
Dos, tres, y cuatro golpes más dio Itram intercalando a los muchachos, con una velocidad que no podían comparar siquiera. Lobo se encargaba de abarcar todo el espacio que pudiera con el tamaño de su hacha, y Kesos usaba la longitud de su hanbo para mantener a Itram lo más lejos que pudiera de ellos, para darle tiempo a Lobo de recuperar la posición tras el movimiento de su arma.
A veces Kesos invocaba un queso, pero no tanto para atacar a su enemigo, sino para causarle molestias al dejarlos en el piso y ralentizar un poco sus movimientos y ataques. Pero Itram apenas parecía prestarles atención a los quesos tirados en el piso, pues sus pasos eran tan decididos, y a la vez tan fluidos que parecía que llevaba años esquivando charcos y ya era una segunda naturaleza. Era obvio que una clase de asesino como él, no tendría que derramar ni una gota de sudor para esos obstáculos y distracciones.
Era un verdadero espectáculo de maestría esa pelea, aunque los golpes de Itram eran más potentes y dirigidos, los muchachos podían aguantar el ritmo de la pelea, pues sabían que el ataque no les serviría de mucho con alguien tan experimentado como lo era su rival. Y era verdad que aunque Itram no estaba dando el todo en esta pelea, los muchachos contra los que peleaba tampoco lo dejaban relajarse demasiado, pues ya habían sido un par de veces que apenas esquivaba la hoja del hacha de Lobo de su cabeza, o que recibía de lleno el hanbo de Kesos y que notaba el entumecimiento de sus músculos por el duro golpe, y lo peor es que había recibido esos ataques no por su falta de seriedad ante la pelea, si no por méritos de sus rivales, que se entendían tan bien que cada uno complementaba las habilidades del otro, al mismo tiempo que defendía las debilidades, Itram nunca antes había visto una definición más perfecta de trabajo en equipo.
De repente, Itram dejó la pelea y antes de que pudiera reaccionar una mancha apareció corriendo velozmente en dirección de Itram y le soltó una patada en el torso que lo hizo volar por el aire hasta caer dentro del lago.
Un hombre alto, con una musculatura envidiable, y unas piernas aún más desarrolladas se paró frente a los muchachos. Estaba vestido solamente con unos pantalones y una camiseta de algodón, pero lo que más destacaba de este hombre, era su cabellera rubia, y sus ojos azules. Uno de los generales de Hyrule, ‘pies ligeros’ Sooh.
Itram salió de del lago con dificultad pues un par de sus costillas se había roto. Miró con odio a Sooh, a Lobo y a Kesos…y sólo atinó a decir.
-No puedo contra ustedes tres…tendré que retirarme.-Y dicho esto, abrió un portal sobre su cabeza en el que desapareció, pero antes de ser absorbido por la oscuridad, alcanzó a notar de reojo una cabellera larga y pelirroja que se asomaba por un árbol.-¡La traidora!- Y desapareció.
Itram, Lobo y Sooh voltearon lentamente con preocupación hacia Mihaumary, quién tenía unos ojos que reflejaban sólo una cosa: pánico.
es raro volver aqui...y solo tardé 1 año
Rata- Admin
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Re: La Leyenda (La 3era es la vencida)
Oh cuanto tiempo sin verte Rata. Lastima que tengamos este sitio un poco muerto, bueno si tengo tu permiso tal vez ponga lo que hay escrito el fic La Leyenda en foro Comunidad Zelda dirigido por Kaynil. Un saludo y que bien tener señales de vida tuyos.
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Nota: Se que no hay que hacer publi de otros sitios pero creo que es perdonable si es de una compañera de fatigas y ademas es una comunidad activa con sangre nueva.
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Itram- Newcomer
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